Vittorio Alfieri
El conde Vittorio Amadeo Alfieri (Asti, 16 de enero 1749 - Florencia, 8 de octubre 1803) fue un dramaturgo, poeta y escritor italiano. «En la ciudad de Asti, en Piamonte, el día 17 de enero1 del año 1749, yo nací de nobles, ricos y honestos parientes». Así Vittorio Alfieri - el mayor poeta trágico italiano del Setecientos - se presenta a sí mismo en la Vita scritta da esso (Vida escrita por él), autobiografía de alrededor 1790. En el curso de su breve pero intensa existencia el escritor no pasará por alto incluso este género. Por otra parte, su carácter atormentado, además de delinear su vida en sentido de aventura, lo hará precursor de las inquietudes románticas.
Retrato de Monica Maillard.
Infancia y educación
Quedado entonces solo yo de todos los hijos en la casa materna, fui dado en custodia de un buen cura, llamado don Ivaldi…
de Vita de V. Alfieri, Época primera, 1755, capítulo II
Retrato de Giulia Alfieri.
Vittorio Alfieri nació del conde de Cortemilia Antonio Amedeo Alfieri y de la saboyana Monica Maillard de Tournon (ya viuda del marqués Alessandro Cacherano Crivelli).
El padre murió en el primer año de vida de Vittorio y la madre se volvió a casar en el 1750 con el caballero Carlo Giacinto Alfieri de Magliano
Vivió hasta la edad de nueve años y medio en el Palazzo Alfieri en Asti (la residencia del padre), a cargo de un preceptor, sin ningún tipo de compañía. De los dos hermanos que tenía, Giuseppe María murió a los pocos meses de vida y la hermana Giulia fue enviada al monasterio de San Anastasio Asti.
En 1758, por voluntad de su tutor, el tío Pellegrino Alfieri, gobernador de Cuneo y en 1762 virrey de Cerdeña, fue inscripto en la Academia Real de Turín.
Alfieri asistió a la Academia, donde completó sus estudios de gramática, retórica, filosofía, y derecho. Entró en contacto con muchos estudiantes extranjeros, y sus historias y sus experiencias lo estimularon creándole la pasión por los viajes.
Después de la muerte de su tío, en 1766 dejó la Academia sin terminar los estudios que lo habrían hecho abogado y se unió al Ejército, convirtiéndose en portainsigna en el regimiento provincial de Asti. Permaneció en el Ejército hasta 1774 y se despidió con el rango de teniente.
Los viajes
Quería yo absolutamente morir, pero no le dije aquel deseo a nadie; y fingiéndome enfermo para que mi amigo me dejase, hice llamar al cirujano para que me sacase la sangre, vino y me la sacó.
de Vita de V. Alfieri, Época tercera, 1768, capítulo VI
Entre 1766 y 1772, Alfieri comenzó una larga peregrinación en varios estados de Europa. Visitó Italia, desde Milán hasta Nápoles, deteniéndose en Florencia y Roma. En 1767 llegó a París, donde conoció a Luis XV, que le pareció un monarca engreído y despreciativo. Decepcionado también por la ciudad, en enero de 1768 llegó a Londres y, después de una larga gira por las provincias británicas, se fue a Holanda.
En La Haya vivió su primer amor con la esposa del Barón Imhof, Cristina. Obligado a separarse para evitar un escándalo, intento suicidarse, pero falló por la intervención de Elías, su criado de confianza, que lo seguía en todos sus viajes.
Volvió a Turín, donde se alojó en la casa de su hermana Giulia, que mientras tanto se había casado con el conde de Giacinto Canalis de Cumiana. Permaneció allí hasta cumplir los veinte años de edad, cuando, al entrar en posesión de su gran herencia, decidió abandonar Italia otra vez.
Entre 1769 y 1772, en compañía de Elías, hizo su segundo viaje a Europa partiendo de Viena, fue a Berlín y se reunió con fastidio y rabia con Federico II, tocó Suecia y Finlandia, llegando a Rusia, donde no quiso ser presentado a Catalina II, ya que había desarrollado una profunda aversión al despotismo.
Llegó a Londres y, en el invierno de 1771, conoció a Penélope Pitt, esposa del vizconde Edward Ligonier, con la que inició una relación amorosa. El vizconde, descubierto el asunto, desafió a un duelo a Alfieri. El escándalo que siguió y el proceso por adulterio afectaron una posible carrera diplomática de Alfieri, que como resultado de estos eventos se vio obligado a dejar a la mujer y la tierra de Albion.
Retomó entonces el viaje, primero en Holanda, luego en Francia, España y por último Portugal, donde admira el paisaje y la ciudad de Lisboa; allí se reúne con el abad Valperga de Caluso, que lo estimula a proseguir su carrera literaria. En España, Madrid no le impresiona, por sentirse deprimido. Ha adquirido un caballo andaluz, del que alaba su gracia y resistencia. Dice también admirar la lengua española y se enamora del paisaje de Valencia en primavera. En 1772 comienza el viaje de regreso, a través de Barcelona y Perpiñán.
Regreso a Turín
Busto dedicado a Vittorio Alfieri en Turín, en Piazza Carignano.
Con 24 años regresó Alfieri a Turín en 1773 y se dedicó al estudio de la literatura, renegando así, en sus propias palabras, "años de viajes y libertinaje". Tomó una casa en Turín en Piazza San Carlo, la amuebló suntuosamente, y se encontró con sus antiguos compañeros de la academia militar y de la juventud. Con ellos creó una pequeña sociedad que se reunía semanalmente en su casa para "festejar y razonar de cualquier cosa", la "Société des Sansguignon". En este período escribió, "mezclas de filosofía y de impertinencias", sobre todo en francés, entre el que está Esquisse de Jugement Universél, inspirado en los escritos de Voltaire.
Tuvo también un romance con la marquesa Gabriella Falletti de Villafalletto, esposa de Giovanni Antonio Turinetti marqués de Priero. Entre 1774 y 1775 terminó la tragedia Marco Antonio y Cleopatra , representada en junio de ese mismo año en Palazzo Carignano, con éxito.
En 1775 cortó definitivamente el affair con la marquesa Falletti, y estudió y perfeccionó su gramática italiana volviendo a escribir las tragedias Felipe (sobre Felipe II y su supuesta crueldad) y Polinices, que en un primer momento se habían escritor en francés.
En abril del año siguiente se trasladó a Pisa y Florencia para el primero de sus "viajes literarios", donde comenzó la redacción de Antígona y Don Garzia. Regresó a la Toscana en el 1777, especialmente a Siena, donde conoció al que se convertiría en uno de sus más grandes amigos, el comerciante Francesco Gori Gandellini. Éste influenció notablemente en las elecciones literarias de Alfieri, convenciéndolo de acercarse a las obras de Nicolás Maquiavelo. A partir de estas nuevas inspiraciones nacieron La conjura de los Pazzi, el tratado De la tiranía , Agamenón, Orestes y Virginia (que luego despertará la admiración de Monti).
La condesa de Albany
Un dulce fuego en los ojos negrísimos acoplado (que muy raro se ve) a blanquísima piel y rubios cabellos resaltaban su belleza, de la cual era difícil no quedar golpeado o conquistado.
de Vita de V. Alfieri, Época cuarta, 1777, capítulo V
Alfieri y la condesa de Albany, F. X. Fabre, 1796, Turín, Museo Cívico de arte antigua.
En octubre 1777 mientras terminaba la escritura de Virginia, Alfieri conoció a la mujer que lo mantuvo atado a ella durante el resto de la vida, Luisa de Stolberg-Gedern, condesa de Albany, esposa de Carlos Eduardo Estuardo, pretendiente al trono de Inglaterra. En el mismo período se dedicó a las obras de Virgilio y terminó el tratado Del Príncipe y de las cartas y el poema en octavas La Etruria vengada.
En 1780, con el apoyo del gobierno granducal, la condesa de Albany pudo dejar al marido refugiándose en Roma en el convento de Orsoline con la ayuda de su hermano, Enrique Benedicto Estuardo, cardenal y duque de York.
Después de algún tiempo, Alfieri, que por entonces había donado todos los bienes y propiedades feudales a la hermana Giulia reservándose una renta y una parte del capital,2 se reunió en Roma con la condesa y luego fue a Nápoles, donde finalizó la escritura de Octavia y pudo unirse a la logia masónica de la "Vittoria".
Regresó a Roma y se instaló en Villa Strozzi en las Termas de Diocleciano, con la condesa de Albany, en tanto obtuvo una dispensa papal que le permitió abandonar el monasterio. Durante los dos años siguientes el escritor completó las tragedia Merope y Saúl.
En 1783, Alfieri fue recibido en la Academia de Arcadia con el nombre de Filacrio Eratrastico. Ese mismo año también terminó Abel. Entre 1783 y 1785 publicó en tres volúmenes la primera edición de sus tragedias impresas por los topógrafados de Siena Pazzini y Carli.
Pero este período idílico se ve interrumpido bruscamente por el Cardenal de York, quien, al descubrir la relación del escritor con la cuñada, le intimó a abandonar Roma.
Alfieri, con el pretexto de dar a conocer las propias tragedias a los mayores escritores italianos, comenzó una serie de viajes. Conoce así a Ippolito Pindemonte en Venecia, Melchiorre Cesarotti en Padua, Pietro Verri y a Giuseppe Parini en Milán. Pero las tragedias obtuvieron en gran parte comentarios negativos. Solamente el poeta Ranieri de' Calzabigi felicitó al escritor porque con sus obras había puesto al teatro italiano a la altura del teatro transalpino.
En abril de 1784, la condesa de Albany, a través de la intercesión de Gustavo III de Suecia, obtuvo el divorcio de su marido y el permiso para salir de Roma y entonces se reunió en agosto con Alfieri, en el castillo de Martinsbourg en Colmar, en secreto, para guardar las apariencias y la jubilación de la condesa. En Colmar, Alfieri escribió el Agis, Sofonisba y Mirra (esta última acerca del incesto entre hija y padre; véase Mirra).
Obligado a abandonar la Alsacia, al final del año, por la obligación de la condesa de residir en el estado pontificio, Alfieri se instaló en Pisa y Stolberg en Bolonia.
La situación ya insostenible, se vio agravada por la muerte repentina del amigo Gori. Son de aquél período algunos poemas entre los que están el Panegírico de Plinio y Trajano y las Notas, que surgieron en respuesta a las críticas negativas que habían recibido sus tragedias.
En 1785 completó las tragedias Bruto primero y Bruto segundo. En diciembre de 1786, Alfieri y Stolberg (que se convertiría en viuda dos años después) se trasladaron a París comprando dos casas separadas. En este período se volvieron a publicar sus tragedias en manos de los famosos impresores Didot. En el salón de Stolberg Alfieri conoció muchos literatos, en particular a André Chénier, que quedó tan impresionado que le dedicó algunos de sus escritos.
La revolución francesa y Napoleón
La Toma de la Bastilla (Charles Thévenin, 1793). Musée Carnavalet, París.
Me siento muy triste, porque veo la sagrada y sublime causa de la libertad traicionada de tal forma, cambiada y puesta en descrédito por estos semifilósofos.
de Vita de V. Alfieri, Época cuarta, 1790, capítulo XIX
En 1789, Alfieri y su compañera fueron testigos presenciales de los movimientos revolucionarios en París. Los acontecimientos en un principio le hicieron componer al poeta la oda A Parigi sbastigliato, pero luego renegó: el entusiasmo se transformó en un odio a la revolución, explicitado en las rimas del Misogallo.
En 1792 el arresto de Luis XVI y las matanzas del 10 de agosto, convencieron a la pareja de abandonar definitivamente la ciudad para volver a la Toscana (en el ínterin se había emitido una orden de arresto por la condesa, en tanto noble y extranjera, pero no para Alfieri), y entre 1792 y 1796 Alfieri se introduce totalmente en el estudio de los clásicos griegos traduciendo a Eurípides, Sófocles, Esquilo, Aristófanes. A partir de estas fuentes de inspiración, nació en 1798 la última tragedia de Alfieri: Alceste segundo. Se apasiona también en recitar personalmente las propias tragedias.
Entre 1799 y 1801 las victorias francesas en territorio de Italia obligan a Alfieri a huir de Florencia y a refugiarse en una villa en Montughi. Su prejuicio contra los franceses le impidió incluso aceptar el nombramiento como miembro de la Academia de Ciencias de Turín en 1801, dado que Piamonte había entrado en la órbita de Napoleón.
Entre 1801 y 1802, escribió seis comedias: El uno, Los pocos y Los muchos, tres libros sobre la visión satírica de los gobiernos de la época; Tre veleni rimesta, avrai l'antidoto, sobre la solución a los males políticos (casi un testamento político, donde Alfieri, primero republicano, apoya la monarquía constitucional de estilo inglés), La ventana, inspirada en Aristófanes y El divorcio, resultado de reminiscencias juveniles, en donde condena los matrimonios nobles por interés.
Murió en Florencia el 8 de octubre 1803 a la edad de 54 años, probablemente debido a una enfermedad cardiovascular, y fue enterrado en la Basílica de la Santa Cruz. En su memoria se encuentra el espléndido monumento fúnebre de Antonio Canova.
Obras
Las tragedias
Terminada la Academia militar de Turín, y después de un largo viaje juvenil en varios estados de Europa, en 1775 (el año de la conversión) entra en la capital de Piamonte y se dedica al estudio de la literatura, negando de esta manera - de acuerdo a sus propias palabras - años de viaje y el libertinaje. Completa su primera tragedia, Antonio y Cleopatra, que goza de gran éxito, y seguirán después Antígona, Felipe, Orestes, Saúl, María Estuardo, Mirra.
La fama de sus tragedias se vincula a la centralidad de la relación libertad-poder y a la afirmación del individuo por sobre la tiranía. Una reflexión profunda y dolorosa sobre la vida humana enriquece la temática cuando el poeta se detiene sobre los sentimientos más ínitmos y sobre la sociedad que le rodea.
Sus tragedias se representaron cuando el poeta todavía estaba vivo y tuvieron un éxito considerable en el período jacobino.
Las tragedias más representadas en los tres años jacobinos fueron Virginia y los dos Brutos. En el Teatro Patriótico de Milán en 1796, el 22 de septiembre del año mismo, Napoleón asistió a una réplica de Virginia.4
El Bruto primero fue replicado también en la La Scala y en Venecia, mientras que en Bolonia fueron representadas entre 1796 y 1798 cuatro tragedias (Bruto II, Saúl, Virginia, Antígona).
Las reacciones en el público solían ser muy llamativas, lo dice también Leopardi en su Zibaldone (1823), que citando la representación de Agamenón en Bolonia cuenta que:
Produjo mucho interés en la audiencia, y además mucho odio hacia Egisto, que cuando Clitenestra sale del cuarto del marido con el puñal con sangre, y encuentra a Egisto, la platea gritada furiosamente a la actriz que lo matase.
También Stendhal escribía desde Nápoles:
27 febrero 1817. Salgo ahora de ver Saul en el Teatro Nuovo. Se diría que esta tragedia toca las cuerdas secretas del sentimiento nacional italiano. El público siente éxtasis [...]
En los intervalos los espectadores patrióticos bailaban la "Carmagnola" en platea.
En los años siguientes, muchos actores del '800 se especializaron en las obras de Alfieri: desde Antonio Morrocchesi en el Teatro Carignano de Turín, hasta Paolo Belli Blanes, en Florencia o Milán.
Las tragedias son veintidós, comprendida Cleopatra (o Antonio y Cleopatra) después rechazada por él. Alfieri las escribió en endecasílabos libres, siguiendo el concepto aristotélico de la unidad. Aquí está la lista completa:
I littori riportano a Bruto i corpi dei suoi figli, 1789 Jacques-Louis David, Parigi, Louvre
Saul (1782)
Felipe (1781, publicada en 1783)
Rosmunda (1783)
Octavia (1783, republicada en 1788)
Merope (1785)
María Stuarda (1788)
Agide (1788)
Bruto primo (1789)
Bruto secondo (1789)
Don Garzia (1789)
Sofonisba (1789)
Tragedias griegas:
Polinices (1781)
Agamenón (1783)
Antígona (1783)
Oreste (1783)
Mirra (1789)
Tragedias definidas de la libertad:
La congiura de' Pazzi (1788)
Virginia (1781, 1783, reelaborada en el 1789)
Timoleone (1783, reelaborada en el 1789)
Tragedias publicadas póstumas
Cleopatra (por él mismo rechazada, 1774 - 1775, publicada póstuma)
Alceste prima (1798)
Alceste segunda (1798)
Tramelogedia
Alfieri quería combinar el drama, muy en boga en ese momento, con los temas más difíciles de la tragedia. Así nació el Abel (1786), una obra que él mismo definió tramelogedia.
Las prosas políticas
El odio por la tiranía y el amor visceral por la libertad fueron desarrollados en dos tratados:
De la tiranía (1777-1790), de tema enteramente político, escrito durante su estancia en Siena, donde conoció a su mejor amigo, el comerciante Francesco Gori-Gandellini. Alfieri discute sobre el despotismo, considerándola la representación más monstruosa de todos los tipos de gobierno. La tiranía se basa, según Alfieri, en el rey, el ejército, y en la Iglesia que son los cimientos de este Estado.
El poeta también examina las obras de Virgilio, Horacio, Ariosto, Racine, nacidas con el consentimiento de los príncipes o reyes y las considera frutos de hombres "mediocres", en contraste a Dante.
La Virtud desconocida (1789), el poeta en un diálogo imaginario con el amigo difunto Gori Gandellini, lo considera un ejemplo brillante de virtud ciudadana y de independencia moral.
Las odas políticas
La Etruria vengada, poema en cuatro cantos y en octavas proyectado en mayo 1778, inicialmente con el título El Tiranicidio, narra el asesinato de Alejandro de Médicis por obra de Lorenzino que Alfieri celebra como héroe de libertad.
"Washington attraversa il Delaware" de Emanuel Leutze (1851).
La América libre, una composición de cinco odas, en donde Alfieri exalta la generosidad desinteresada de La Fayette, que ayudó a los rebeldes y celebra el heroísmo de Washington, que Alfieri compara al de los héroes antiguos.
París sbastigliato, oda compuesta por Alfieri después de la destrucción de la Bastilla. Renegada después de la fuga de Francia.
El odio anti revolucionario: el Misogallo[editar]
Yo había puesto mi venganza y la de mi Italia; y llevo todavía esta esperanza, que aquel pequeño libro con el tiempo beneficiará a Italia, y dañará a Francia no poco.
de Vita de V. Alfieri, Época cuarta, 1795, capítulo XXIV
El Misogallo (del griego miseìn que significa odiar y gallo che está a indicar a los franceses) es una obra de diversos géneros: prosa, sonetos, epigramas y una oda. Estas composiciones se refieren al periodo comprendido entre el levantamiento de París en julio de 1789 y la ocupación francesa de Roma en febrero de 1798
Es una crítica feroz de Alfieri, de Francia y la Revolución, pero también dirige la invectiva hacia el cuadro político y social europeo, y a los muchos tiranos antiguos y nuevos, que dominaron y dominan Europa. Para Alfieri, "los franceses no pueden ser libre, pero podrán serlo los italianos", mitificando así una hipotética Italia futura, "virtuosa, magnánima, libre y una."
Las sátiras
Pensadas desde 1777 y retomadas varias veces en su vida, son composiciones sobre los "males" que afligieron la época del poeta. Son 17:
Prologo: Il cavalier servente veterano, ridicularización de los petimetres.
I re, sobre la monarquía absoluta.
I grandi, en donde se pone la mira sobre los grandes de corte.
La plebe, invectiva contra la plebe voluble, feroz y sanguinaria.
La sesquiplebe, de la rica burguesía ciudadana.
Le leggi, una crítica sobre el bajo respeto a las leyes en Italia.
L'educazione
L'antireligioneria, inspirada en las ideas de Maquiavelo, sobre la religión como instrumentum regnii (es decir medio político y no espiritual), es una condena mordaz y dura de Voltaire y sus seguidores, que en haberse burlado y superficializado el cristianismo y la religión en general, han de hecho echado las bases de los desastres de la Revolución Francesa. Según Alfieri es muy peligroso destruir un sistema de pensamiento religioso, sin antes haberlo reemplazado con uno nuevo e igualmente capaz de ser comprendido por el pueblo y que actúe como garante del orden.
I pedanti, contra la crítica literaria.
Il duello, sobre la mezquinidad de los duelos.
I viaggi, sobre la inutilidad de los viajes.
La filantropineria, contra los teóricos de la revolución francesa.
Il commercio, sobre la bajeza moral de la actividad mercantil.
I debiti, sobre el malgobierno de las naciones.
La milizia, una crítica a los estados militaristas como la Prussia di Federico II.
Le imposture, sobre las sociedades secretas y sobre las "falsas" filosofías nacidas en el siglo XVIII, en particular la ilustración, aduladora de la revolución francesa.
Le donne, en donde Alfieri considera al "gentil sesso" sustancialmente mejor que los hombres, pero imitador de sus defectos.
Las comedias
Escritas en la última parte de su vida:
L'uno
I pochi
I troppi
L'antidoto, estas cuatro son una especia de tetralogía política
La finestrina, en carácter ético universal
Il divorzio, trata de las costumbres italianas contemporáneas.
Autobiografía
Alfieri comenzó a escribir su biografía (la "Vida escrita por él") después de la publicación de sus tragedias. La primera parte fue escrita entre el 3 de abril y 27 de mayo 1790 y llega hasta ese año, la segunda fue escrita entre el 4 de mayo y 14 de mayo 1803 (el año de su muerte).
"La vida" es universalmente considerada una obra maestra literaria, si no la más importante, sin duda la más conocida. De hecho, según M. Fubini, Alfieri fue por mucho tiempo el autor de "La vida", que todavía inédita, Madame de Staël leía en casa de la condesa de Albany y escribía con entusiasmo a Monti.
No es casualidad que el trabajo en el inicio del siglo XIX fuese traducida al francés (1809), inglés (1810), alemán (1812), y en parte al sueco (1820).
En esta obra analiza su vida como si analizase la vida del hombre en general, se pone como ejemplo. A diferencia de otras autobiografías (tales como las Mémoires de Goldoni) Alfieri es muy autocrítico. En forma cruda y racional, no escatima en criticar su modo de actuar, su carácter y sobre todo su pasado, pero Alfieri no tiene ningún remordimiento o arrepentimiento por esta última.
Rimas
Alfieri escribió las Rimas entre 1776 y 1799. Imprimió las primeras (las escritas hasta 1789) en Kehl, entre 1788 y 1790.
Preparó en Florencia en 1799 la impresión de la segunda parte, que fue el undécimo volumen de las Obras Póstumas, publicadas por primera vez en Florencia en 1804 para el editor Piatti.6
Alfieri consideraba las rimas como ejercicios técnicos y mantuvo muy pocas. La mayoría de los poemas impresos o destinados a imprimirse son composiciones de amor a Albany.
Traducciones
Alfieri pasó mucho tiempo estudiando a los clásicos latinos y griegos. Esto llevó a algunas traducciones publicadas póstumas:
la De Catilinae coniuratione y Guerra Jugurtina de Salustio
la Eneida de Virgilio
Los persas de Esquilo
los Filoctetes de Sófocles
el Alcestis de Eurípides
Las ranas di Aristófanes
Cartas
La colección más completa de sus cartas es la publicada en el 1890 por Mazzatinti, titulada Cartas editadas e inéditas de Vittorio Alfieri (Lettere edite e inedite di Vittorio Alfieri), considerada por muchos estudiosos como no importante a nivel literario.
El pensamiento literario: Alfieri entre la Ilustración y el Romanticismo
pero no me gusta mi vil siglo nunca:/y oprimido por el pasado yugo de la realeza,/solo en los desiertos callan mis problemas
Tacito orror di solitaria selva, en Rimas
Las influencias literarias de Alfieri proceden de los escritos de Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Helvetius, que el de Asti conoció en sus muchos viajes por Europa, durante el proceso de "spiemontizzazione".
El estudio y el perfeccionamiento de la lengua italiana se llevó a cabo con la lectura los clásicos italianos y latinos (Dante y Petrarca para la poesía, Virgilio para el verso trágico).
Su interés por el estudio del hombre, por la visión mecanicista del mundo, por la libertad absoluta y la aversión hacia el despotismo, lo unen a Alfieri a la doctrina de la Ilustración.
Los temas literarios iluministas, con el fin de aclarar las conciencias y a aportar el progreso social y civil, están afrontados por el poeta no en forma separada, sino con la emoción y las inquietudes del pensamiento Romántico.
Vittorio Alfieri pintado por François-Xavier Fabre, Florencia 1793.
Alfieri es considerado por la crítica literaria como el anillo de conjunción de estas dos corrientes ideológicas, pero el de Asti, en contraste con los escritores ilustres más importantes de la época, como Parini, Verri, Beccaria, Voltaire, que están dispuestos a trabajar con los monarcas "iluminados" (Federico II, Catalina II de Rusia, María Teresa de Austria) y presentar sus ideas en los salones de Europa, se mantiene independiente y considera este tipo de compromiso como humillante.
Por otra parte Alfieri fue un precursor del pensamiento romántico, incluso en su estilo de vida, siempre en busca de autonomía ideológica (de hecho, dejó todos sus bienes a su hermana Giulia para poder renunciar al control de los Saboya) y en no aceptar la clara distinción del siglo XVIII entre la vida y la literatura, en nombre de valores ético-morales superiores.
Libertad ideal, titanismo y catarsis
Desde joven Vittorio Alfieri mostró una fuerte rabia contra la tiranía y todo lo que pueda impedir la libertad ideal. En realidad, parece que este antagonismo estaba dirigido contra toda forma de poder que le parecía injusta y opresiva. Incluso el concepto de libertad que exalta no tiene connotaciones políticas o sociales específicas, sino que es un concepto abstracto.
La libertad alfieriania, de hecho, es expresión de un individualismo heroico y deseo de una realización total de sí. De hecho Alfieri parece presentarnos, en lugar de dos conceptos políticos (tiranía y libertad), dos representaciones míticas: la necesidad de afirmación del yo, ansioso por romper todos los límites y las "fuerzas oscuras" que impiden el accionar. Esta búsqueda de fuertes pasiones, esta ansia de grandeza infinita, de ilimitado es el típico titanismo alfieriano, que caracteriza, más o menos marcado, todas sus obras.
Lo que es tan opuesto por Alfieri es muy probablemente la percepción de un límite que impide la grandeza, tanto que le procura constante inquietud y pesadillas que le obligan a buscar en sus muchos viajes lo que sólo se puede encontrar dentro de sí mismo .
El sueño titánico va acompañado de un constante pesimismo que tiene sus raíces en la conciencia de la efectiva impotencia humana. Además, la voluntad de infinita afirmación del yo trae consigo un sentido de transgresión que le causará un sentimiento de culpa en el fondo, que se proyectará sólo en su trabajo para encontrar un remedio para su malestar; fenónemo, este, que es llamado catarsis.
La herencia espiritual
La semilla que has plantado, oh Alfieri, dio frutos y ahora Italia combate y sarà grande
de una dedicación del libro de firmas en Palazzo Alfieri, 1849
Alfieri ha inspirado fuertemente la literatura italiana y el pensamiento italiano del siglo XIX.
Ugo Foscolo lo ha cantado en Dei Sepolcri, Leopardi lo ha imaginado como su maestro en la canción Ad Angelo Mai, Manzoni se inspiró en sus fuertes principios, Gioberti quien escribió que Alfieri había creado de la nada la tragedia italiana defendiéndola de las servidumbre literaria y civíl de sus tiempos, y así Oriani y Carducci.
Los primeros hombres del Risorgimento italiano, desde Santorre de Santarosa a Cesare Balbo, se reconocieron en sus ideales y el lugar de nacimiento de Asti fue meta de muchos hombres que lucharon por la unificación de Italia.
En particular Santorre escribió que:
Alfieri allumera dans votre coeur les héroiques vertus et elevera votre pensée; ses expression rudes, mais plein de force et d'energie sont toutes marquées au coin du génie de Melpomene
"Delle speranze degli italiani" Milán, 1920
Luigi Provana, historiador y senador del Reino de Cerdeña, declaró que él también, al igual que muchos otros patriotas había besado la tumba de Vittorio Alfieri en Santa Cruz y había fijado los ojos fijos en la ventana del poeta que daba sobre el Arno.
Alfieri y la masonería
En el capítulo de la Vida referido al 1775, Alfieri narra cómo durante un banquete de masones declamó algunas rimas:
Egli ti additi il murator primiero,
Del grande Ordine infin l'origo estrema
E se poi ti svelasse un tanto arcano,
Avresti tu sì nobili concetti
E ad inalzare il vol bastante mano?
Ah, scusatela si, fratei diletti;
Non ragiona l'insana, oppur delira
Quando canta di voi con versi inetti.
Él se disculpa con sus hermanos si su musa sin experiencia osa cantar los secretos de la logia. A continuación, el soneto va a mencionar al Venerable, al Primer Vigilante, al Orador y al Secretario.
A pesar de que el nombre de Alfieri no aparece en las lista de la masonería piamontesa, Roberto Marchetti supone que él se había iniciado en Alemania o en Inglaterra, durante uno de sus viajes de juventud.
Se ha comprobado que muchos de sus amigos eran masones y de la lista, que posee el centro de Alfieri de Asti, que menciona a los personajes a los cuales el poeta envió la primera edición de sus tragedias (1783), aparecen los hermanos von Kaunitz, de Turín; Giovanni Pindemonte y Gerolamo Zulian, de Venecia; Annibale Beccaria (hermano de Cesare Beccaria), Luigi Visconte Arese y Gioacchino Pallavicini, de Milán; Carlo Gastone Rezzonico, de Parma; Saveur Grimaldi, de Génova; Ludovico Savioli, de Bolonia; Kilian Caraccioli Venerable Maestro de Nápoles, y Giuseppe Guasco, de Roma.
Alfieri aparece unos años más tarde, en el número 63 en la lista Tableu des Membres de la Respectable Loge de la Victoire à l'Orient de Naples, datada el 27 de agosto de 1782 con el nombre "Comte Alfieri, Gentilhombre de Turin".
Su afiliación a la logia de Nápoles se vio seguramente favorecida por las frecuentes estancias en aquella ciudad y especialmente por la importancia de la masonería en Nápoles, dado que los Saboya poco después cerraron todas las actividades masónicas en el Piamonte (1783), lo que obligó al conde Asinari de Bernezzo, jefe del rito escocés de la masonería italiana, a transferir su cargo al príncipe de Nápoles Diego Naselli.
Durante el período de afiliación, Alfieri se oculta por su correspondencia con los hermanos bajo el seudónimo de conde Rifiela.
Con la llegada a Europa de los vientos revolucionarios que conducirán a la Revolución Francesa, Alfieri se distanció de la masonería, tal vez porque ella hizo hincapié en el compromiso jacobino, anti-monárquico, anticlerical, o tal vez por ese aspecto independiente del carácter. En la sátira Le imposture (1797), se peleará contra sus viejos hermanos apostrofándolos como fratocci, que engañaban a los adeptos para hacer criaturas propias, ingenuo pedestal para los astutos.
La piamontesidad
Giosuè Carducci afirmó que Alfieri, junto a Alighieri y a Machiavelli es el Nume indigete d'Italia.
Según Pietro Cazzani, director del Centro studi Alfieriani entre 1939 y 1957, la diferencia de fondo (además de las más evidentes), «es la "toscanidad" del florentino, en donde humores se transforman en agresivas irónicas fantasías, contrapuesta a la "piamontesidad" del astigiano, la cual seria moralidad toma tonos oscuros con impensable celo».
Para Umberto Calosso, en L'Anarchia di Vittorio Alfieri (Bari, 1924), el poeta nunca olvidó sus orígenes, con esa «mezcla de ferocidad y generosidad, que nunca podrá comprender quien no tiene experiencia en las costumbres y sangre piamontesa».
Alfieri también escribió dos sonetos (los único) en lengua piamontesa fechados en abril y junio 1783.10
He aquí el texto de la primera:
Son dur, lo seu, son dur, ma i parlo a gent
ch'ha l'ànima tant mola e dëslavà
ch'a l'é pa da stupì se 'd costa nià
i-j piaso apen-a apen-a a l'un për sent.
Tuti s'amparo 'l Metastasio a ment
e a n'han j'orije, 'l cheur e j'euj fodrà:
j'eròj a-j veulo vëdde, ma castrà,
ël tràgich a lo veulo, ma imponent.
Pure im dogn nen për vint fin ch'as decida
s'as dev troné sul palch o solfegé,
strassé 'l cheur o gatié marlàit l'orìa.
Già ch'ant cost mond l'un l'àutr bzògna ch'as rida,
l'è un mè dubiet ch'i veui ben ben rumié:
s'l'é mi ch'son 'd fer o j'italian 'd potìa
Soy duro, lo se, soy duro, pero hablo a gente
que tiene el tan alma débil y sucia
que no es de extrañar si a esta camarilla
solo le gusto al uno por ciento.
Todos se aprenden de memoria a Metastasio
y tienen llenas las orejas, el corazón y los ojos:
los héroes los quieren ver sí, pero castrados
el trágico lo quieren pero imponente.
Sin embargo yo no me doy por vencido hasta que no se decida
si sobre el palco se debe tronar o solfear
agitar los corazones o acariciarse un poco la oreja.
Dado que en este mundo se necesita que uno se ría del otro,
yo tengo una pequeña duda que bien quiero volver a masticar:
si yo soy de hierro o los italianos de fango.
Alfieri y la música
Umberto Calosso combina la obra de Alfieri «iluminista en ferviente movimiento» a la de Beethoven, para el crítico las razones profundas de Alfieri resuenan «en los precipicios del abismo de la sinfonía de Beethoven».
También para Cazzani, en muchas tragedias de Alfieri, nos encontramos con la misma soledad cósmica del maestro de Bonn.
En su autobiografía el poeta cuenta cómo la música despertaba en su alma gran emoción. Alfieri en repetidas ocasiones contó cómo casi todas las tragedias se han ideado o al escuchar música o un par de horas después de oírla.
Algunos manuscritos contienen también las indicaciones de la música que se debe seguir durante las representaciones teatrales (por ejemplo, en el Bruto segundo).
Cazzani también hipotiza que entre los músicos predilectos de Alfieri está el piamontés Giovanni Battista Viotti, que estuvo presente en Turín, París y Londres durante el mismo período de las estancias de Alfieri.
Alfieri y el arte
Perseo y Andrómeda, de Anton Raphael Mengs, 1776, Museo del Hermitage.
El poeta que más de una vez confesó ser sensible a las bellezas naturales, delante a las obras artísticas mostraba una cierta «torpeza de intelecto».
En Florencia, por primera vez en 1766, dijo que las visitas a la Galería y al Palacio Pitti, se llevaban a cabo por la fuerza, con mucha náusea, sin ningún sentido de lo bello.
De Bolonia escribió: «...de sus cuadros no supe nada».
Cuando vivió en Roma nacían los primeros fermentos del movimiento arqueológico que precedió al Neoclasicismo, no hizo ninguna mención de los artistas que participaron, y también el salón de la condesa de Albany, en París frecuentado por los artistas más famosos de la época (incluyendo Jacques-Louis David) no tenía ningún interés para él, y del Louvre le interesó «solo la fachada».
Esto explica por qué, con la excepción de los retratos de François-Xavier Fabre, ninguna tela de un cierto valor adornaban las paredes de los apartamentos habitado por Alfieri en el curso de su vida.
Alfieri y la condesa de Albany, en agosto de 1792, tuvieron que abandonar precipitadamente París por la insurrección republicana. Del inventario de los objetos de arte de la casa de París (Maison de Thélusson, rue de Provence n°18), elaborado por el gobierno revolucionario después de la toma de la propiedad y contenido en los Archives nationales de París fue posible conocer los cuadros presentes en sus apartamentos.
También en este caso la lista es decepcionante: se trata sobre todo de reproducciones de los Carracci de la Capilla Sixtina, de La escuela de Atenas, del Palacio Farnesio, con algunos grabados que representaban las obras de Marie-Louise-Élisabeth Vigée-Lebrun, Angelica Kauffmann, y Anton Raphael Mengs-
Sonetto XVI
Vuota, insalubre region, che stato
ti vai nomando, aridi campi incolti;
squallidi oppressi estenuati volti
di popol rio codardo e insanguinato:
prepotente, e non libero senato
di vili astuti in lucid’ ostro involti;
ricchi patrizi, e più che ricchi, stolti;
prence, cui fa sciocchezza altrui beato:
città, non cittadini; augusti templi,
religion non già; leggi, che ingiuste
ogni lustro cangiar vede, ma in peggio:
chiavi, che compre un dì schiudeano agli empi
del Ciel del porte, or per età vetuste:
oh! se’ tu Roma, o d’ ogni vizio il seggio?
Soneto XVI
Región desierta, inmunda, que te llamas
estado, campos áridos e incultos;
flacos, opresos, agotados rostros
de pueblo vil, cobarde, ensangrentado;
arrogante senado, al que no faltan
viles astutos en el ostro1 envueltos;
ricos patricios, necios más que ricos;
príncipe, a quien agradan los idiotas;
ciudad, sin ciudadanos; nobles templos,
mas ya sin religión; injustas leyes,
que cada lustro cambian y empeoran;
llaves, que le cerraban al impío
la puerta de los cielos, ya gastadas,
oh, ¿eres Roma, o el trono de los vicios?
Sonetto CXXXV
Solo, fra i mesti miei pensieri, in riva
Al mar là dove il Tosco fiume ha foce,
Con Fido il mio destrier pian pian men giva;
E muggian l'onde irate in suon feroce.
Quell' ermo lido, e il gran fragor mi empiva
Il cuor (cui fiamma inestinguibil cuoce)
D'alta malinconia, ma grata, e priva
Di quel suo pianger, che pur tanto nuoce.
Dolce oblio di mie pene e di me stesso
Nella pacata fantasia piovea;
E senza affanno sospirava io spesso:
Quella, ch'io sempre bramo, anco parea
Cavalcando venirne a me dappresso...
Nullo error mai felice al par mi fea.
Soneto CXXXV
Solo, con mi aflicción, en las orillas
del mar donde el toscano río2muere,
con mi caballo fiel marchaba lento,
y mugían con fiero son las ondas.
La yerma costa, el gran fragor colmaba
mi corazón (que abrasa eterna llama)
de alta melancolía, pero grata,
sin lágrimas que tanto daño causan.
Olvido de mí propio y de mis males
bajó sobre mi calma fantasía;
y a menudo sin pena suspiraba:
la que siempre deseo parecía
acercarse a mi lado, cabalgando...
Nunca un error me hiciera tan dichoso.
Sonetto CL
Fra queste antiche oscure selve mute,
che fan del monte il dorso irsuto e negro,
là donde il pian traspar culto ed allegro,
alte dolcezze io spesso ho in me godute.
Or mille in mente fantasie piovute,
forma ebber poscia di poema integro;
or di colei, che il cor dolente ed egro
fammi, in rime laudai l’ alta virtute.
Così, sempre invisibili al mio fianco
vengon compagni, e delirar mi fanno,
dal destro lato Gloria, Amor dal manco.
Oh bel sollievo d’ ogni umano affanno!
Viver, da prava ambizion ben franco,
tra spini e fior, quai Febo e Amor li danno.
Soneto CL
Entre viejas, oscuras, mudas selvas,
que enmarañan la cumbre de este monte,
donde se avista el llano alegre y culto,
altas dulzuras he gozado a solas.
Ora mil fantasías en la mente
cobraron forma de poema entero,
o de la que tornó mi pecho en débil
y enfermo la virtud loé con rimas.
Así, siempre invisibles, a mi lado
vienen juntos, causándome delirios,
al diestro lado Gloria, Amor al zurdo.
¡Bello alivio de toda humana angustia!
Vivir, sin bajas ambiciones, entre
flores y espinas, con Amor y Febo.
Sonetto CLXVII
Sublime specchio di veraci detti,
Mostrami in corpo e in anima qual sono:
Capelli, or radi in fronte, e rosi pretti;
lunga statura, e capo a terra prono;
Sottil persona in su due stinchi schietti;
Bianca pelle, occhi azzurri; aspetto buono;
Giusto naso, bel labro, e denti eletti;
Palido in volto, più che un re sul trono;
Or duro, acerbo, ora pieghevol, mite;
Irato sempre, e non maligno mai;
la mente e il cor meco in perpetua lite;
Per lo più mesto, e talor lieto assai;
or stimandomi Achille, ed or Tersite:
Uom, se’ tu grande, o vil? Muori, e il saprai.
Soneto CLXVII
Sublime espejo de veraces juicios,
muéstrame como soy en cuerpo y alma:
cabello ralo en frente, pelirrojo;
inclinada cabeza, gran altura;
sutil figura sobre leves piernas;
blanca piel, ojos garzos, buen aspecto;
bella nariz y labio, dientes finos;
pálida faz, de rey subido al trono;
ya duro, acerbo, ya apacible, manso;
siempre iracundo, pero no maligno;
mente y pecho conmigo en lid perpetua;
triste a menudo, alguna vez alegre;
ya estimándome Aquiles, ya Tersites3;
hombre, ¿eres grande o vil? Muere, y sabrás.
Sonetto CLXXIII
Tacito orror di solitaria selva
di sì dolce tristezza il cor mi bea,
che in essa al par di me non si ricrea
tra’ figli suoi nessuna orrida belva.
E quando addentro più il mio piè s’ inselva,
tanto più calma e gioia in me si crea;
onde membrando com’ io là godea,
spesso mia mente poscia si rinselva.
Non ch’ io gli uomini aborra, e che in me stesso
mende non vegga, e più che in altri assai;
né ch’ io mi creda al buon sentier più appresso:
ma, non mi piacque il vil mio secol mai:
e dal pesante regal giogo oppresso,
sol nei deserti tacciono i miei guai.
Soneto CLXXIII
El mudo horror de solitaria selva
me trae al corazón tan dulce pena
que en ella, salvo yo, no se descubre
ninguna fiera horrible entre sus hijos.
Y cuanto más adentro mi pie llega,
tanta más calma y gozo en mí se forma,
o, recordando cómo allí gozaba,
luego torna mi mente hacia la selva.
No es que a los hombres odie, y que en mí mismo
yerros no vea, y muchos más que en otros,
o crea estar cercano al buen camino;
mas el vil siglo nunca me ha gustado,
y del grave, real yugo4 oprimido,
solo en desiertos callo mis lamentos.
Notas
1 Ostro es sinónimo de la púrpura con que los senadores romanos teñían sus túnicas.
2 Alfieri se refiere al Arno, que, como es sabido, atraviesa la región de la Toscana y desemboca en Pisa, en el mar de Liguria.
3 En la Ilíada, como es sabido, Homero describe a Aquiles como un héroe de extraordinaria fuerza y valentía, que lleva a cabo toda clase de proezas en la guerra de Troya desde que se reconcilia con Agamenón y comienza a luchar de nuevo con los griegos. En cambio, el soldado Tersites aparece como un personaje feo y deforme, que acusa a Agamenón de haber emprendido la guerra por su codicia y aconseja a los griegos retirarse del combate y volver a su patria. En este soneto, cabe interpretar los caracteres opuestos de Aquiles y Tersites como una antítesis con la que Alfieri expresa sus frecuentes cambios de actitud vital: unas veces se comporta de forma idealista y arrojada, como Aquiles, y otras de forma desengañada y temerosa, como Tersites.
4 Se trata de una alusión a un régimen despótico que coarta la libertad del poeta. Alfieri compone este soneto el 26 de agosto de 1786, durante una estancia en Alsacia. Cuando menciona este real yugo, probablemente estuviera pensando en la monarquía francesa de Luis XVI, hacia la cual sentía un fuerte rechazo.
Traducidos por Ramiro Rosón
Sonetto CLIII
Non fu sì santo, ne benigno Augusto,
come la tromba de Virgilio suona;
nè fu Virgilio un pensator robusto,
da fare il vero nascer d’ Elicona.
Il non avere in libertà buon gusto,
dagli alti cuori a lui non si perdona:
che l’ adular chi l’ ha di doni onusto,
fa che il vate in viltà col sir consuona.
E stolta ell’ è non men che ria menzogna,
il dir, che possa un vate in fama porre
il rio signor, se in fama porlo agogna.
Creda al contrario, chi lo allor vuol corre,
che il laudar gli empi ei merca a se vergogna,
nè dell’ infamia a lor può dramma torre.
Soneto CLIII
No fue tan santo ni benigno Augusto
como la trompa de Virgilio canta,
ni fue Virgilio un pensador agudo,
por quien verdades manan de Helicona.
El no tener en libertad buen gusto
las nobles almas nunca le perdonan:
si adula a quien de dones lo ha colmado,
en vileza a su rey el vate iguala.
Es necedad, no menos que mentira,
decir que pueda un vate darle fama
a un mal señor, si darle fama ansía.
Quien desea laurel, en cambio, piense
que se ultraja loando a los impíos,
que el dracma no los borra de la infamia.
Sonetto CLXIX
Due fere donne, anzi due furie atroci,
tor non mi posso (ahi misero!) dal fianco.
Ira è l’una, e i sanguigni suoi feroci
serpi mi avventa ognora al lato manco;
Malinconia dall’altro, hammi con voci
tettre offuscato l’inteletto e stanco:
ond’io null’altro che le Stigie foci
bramo, ed in morte sola il cor rinfranco.
Non perciò d’ira al flagellar rovente
cieco obbedisco io mai; ma, signor d’essa,
me sol le dono, e niun fuor ch’io la sente.
Non dell’altra così, che appien depressa
la fantasia mi tien, l’alma, e la mente…
A chi amor non conosce, insania espressa.
Soneto CLXIX
Dos fieras damas, como atroces furias,
de mí no puedo (¡ay, mísero!) alejarlas.
Ira es una, y con hórridos furores
me va arrojando sierpes a la izquierda
Melancolía, a la derecha, ofusca
y agota mi intelecto con sus voces;
ya sólo ansío los estigios deltas
y sólo con la muerte me consuelo.
Nunca de ira al latigazo ardiente
ciego obedezco: sólo yo, su amo,
me entrego a ella, y sólo yo la sufro.
No así a la otra, que del todo hundidas
mi fantasía, mente y alma tiene…
A quien amor ignora muestra insania.
*Traducción de Ramiro Rosón Mesa.
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