Sepulcro de Gómez Manrique y su esposa
GÓMEZ MANRIQUE
Gómez Manrique (Amusco, 1412 - noviembre de 1490), poeta y dramaturgo del Prerrenacimiento español, señor de Villazopeque y Cordovilla y tío del también poeta Jorge Manrique.
Fue el quinto hijo del adelantado mayor del reino de León, VIII señor de Amusco, y III señor de Treviño, Pedro Manrique de Lara y Mendoza y de su mujer Leonor de Castilla y Alburquerque. Sus abuelos paternos fueron Diego Gómez Manrique de Lara y Leyva y Juana de Mendoza, quien después de enviudar, volvió a casar con Alfonso Enríquez, bisabuelos del rey Fernando II el Católico. Por parte de su madre, sus abuelos fueron Fadrique de Castilla, hijo ilegítimo del rey Enrique II, y Leonor Sánchez de Castilla. Uno de sus hermanos fue el maestre de la Orden de Santiago, Rodrigo Manrique, el protagonista de las famosas Coplas a la muerte de su padre de su sobrino Jorge Manrique.
Era una estirpe, pues, de hombres de letras, y la tradición continuó después con Garcilaso de la Vega. La familia de los Manrique de Lara pertenece a la más antigua nobleza de España y estaba en posesión de importantes títulos nobliarios entre los que destacan el Ducado de Nájera, el Marquesado de Aguilar de Campoo y el Condado de Paredes de Nava, cuyo primer titular fue Rodrigo, hermano de Gómez Manrique y padre del célebre Jorge Manrique. Gómez Manrique casó con Juana de Mendoza, a la que están dirigidas las obras de la monja sordomuda y escritora mística Teresa de Cartagena.
En su testamento, otorgado en Toledo el 31 de mayo de 1490, pidió ser enterrado en el Real Monasterio de la Consolación en Calabazanos, Palencia.
Vida y obra
Participó, con sólo trece años, en el sitio a la fortaleza de Huéscar acompañando a su tío el Marqués de Santillana. Su actuación política, siempre acorde con su clan familiar, se caracterizó primero por el enfrentamiento con el Condestable don Álvaro de Luna, a cuyas tropas pusieron en fuga en la batalla de Olmedo (1445), posteriormente por apoyar al infante don Alfonso contra Enrique IV en la famosa Farsa de Ávila (1465) y, finalmente, por su fidelidad a Isabel la Católica, aun antes de acceder al trono: intervino para concertar los desposorios entre Isabel y Fernando de Aragón y él fue el encargado de escoltar a Fernando por tierras castellanas para la celebración de su boda con la entonces infanta Isabel. Los Reyes Católicos premiaron su fidelidad con la concesión del cargo de Corregidor de Toledo, en cuyo ejercicio y hasta su muerte demostró una actuación ejemplar, manteniendo la ciudad fiel a Isabel en contra del Arzobispo. Construyó las Casas Consistoriales e hizo grabar aquellos célebres versos:
Nobles discretos varones
que gobernáis a Toledo,
en aquestos escalones
desechad las aficiones,
codicias, amor y miedo.
Por los comunes provechos
dexad los particulares.
Pues vos fizo Dios pilares
de tan riquísimos techos,
estad firmes y derechos.
—Gómez Manrique
Gonzalo Fernández de Oviedo en sus Batallas y quincuagenas le dedicó un diálogo en que no le escatimó elogios: «Fue un caballero muy valiente... uno de los estimados caballeros de Castilla e valiente lanza por su persona, e de los muy sabios e bien hablado, e muy hombre en todos sus fechos... gentil poeta y de sutil ingenio». En efecto, fue uno de los poetas más famosos de su época y tomó ora la espada ora la pluma: luchó contra Juan II, no simpatizó con Enrique IV el Impotente y se alineó con Isabel, futura reina Católica, contra Juana, como su sobrino Jorge.
Ana María Álvarez Pellitero señaló que en el inventario de sus bienes hecho a su muerte destacaba una nutrida biblioteca, casi comparable a la del Marqués de Santillana; Antonio Paz y Meliá fue el primer editor de su Cancionero, en que se muestra como un dotado y original poeta cancioneril, provisto de un desusado sentido social para la época, pero también muy hábil para la sátira en sus piezas «Razonamiento del rocín a un paje» y otras muchas. Escribió una elegía (Elegía consolatoria) dedicada a su esposa, otra Mendoza, o el famoso Planto de las virtudes y la poesía, a la muerte del Marqués de Santillana, sin olvidar los Consejos para el señor Diego Arias de Ávila, uno de los favoritos de Enrique IV, antecedente directo de las Coplas de su sobrino Jorge Manrique, donde exhorta al caballero a usar el poder con moderación y templanza y a cumplir con grandes y pequeños las leyes de la justicia. Por demás, la Batalla de amores imita modelos galaicos y en las Coplas que hizo Mosén Pero Torrellas contra las damas, contradichas por Gómez Manrique se encuentra ya una defensa renacentista de las mujeres contra el poema misógino y medievalizante de Pere Torrellas.
Precursor del teatro castellano
Fue uno de los precursores del teatro castellano con sus obras Representación del nacimiento de Nuestro Señor y con piezas de cancionero como la Canción a la concepción de Nuestra Señora que también puede incluirse en el género dramático.
Uno de los episodios más conocidos de la primera obra citada es el de la duda de San José, motivo típicamente teatral y que aparece registrado en numerosas muestras de teatro europeo. Otro episodio típico es el de la ofrenda de los instrumentos simbólicos de la Pasión. De ese modo se une el misterio del nacimiento con la pasión y muerte característico, según los especialistas, del franciscanismo.
Las Lamentaciones hechas para la Semana Santa, transmitidas únicamente por el llamado Cancionero de Pero Guillén de Segovia, y no recogido en los más autorizados de Gómez Manrique, son un ejemplo de poesía lírica con valor teatral. Su filiación literaria se inscribe en la serie del plantus Mariae que recogía el dolor de María al pie de la cruz, en el Evangelio apócrifo de Nicodemo. Gómez Manrique se inspira en la tradición del planto o elegía fúnebre medieval y formula estas coplas dialogadas sin que se dé a entender que fuera representado.
Asimismo, Gómez Manrique compuso momos teatrales para los festejos cortesanos en los que, por ejemplo, las damas de la Corte hacían el papel de hadas.
A una dama que iba cubierta
El corazón se me fue
donde vuestro vulto vi,
e luego vos conocí
al punto que vos miré;
que no pudo facer tanto,
por mucho que vos cubriese
aquel vuestro negro manto,
que no vos reconosciese.
Que debajo se mostraba
vuestra gracia y gentil aire,
y el cubrir con buen donaire
todo lo manifestaba;
así que con mis enojos
e muy grande turbación
allá se fueron mis ojos
do tenía el corazón.
Canción para callar un niño
Callad vós, Señor,
nuestro Redentor,
que vuestro dolor
durará poquito.
Ángeles del cielo,
venid dar consuelo
a este moçuelo
Jesús tan bonito.
éste fue reparo,
aunque él costó caro.
de aquel pueblo amaro
cativo en Egito.
este santo dino,
niño tan benino,
por redimir vino
el linaje aflito.
Cantemos gozosas,
hermanas graciosas,
pues somos esposas
del Jesús bendito.
Canciones
Desnuda en una queça,
lavando la fontana,
estaba la niña loçana,
las manos sobre la treça.
Sin çarcillos nin sartal,
en una corta camisa,
fermosura natural,
la boca llena de risa,
descubierta la cabeza
como ninfa de Diana,
miraba la niña loçana
las manos sobre la treça.
Coplas
¡Ay dolor, dolor,
por mi fijo y mi Señor!
Yo soy aquella María
del linaje de David.
Oíd, señores, oíd,
la gran desventura mía.
¡Ay dolor!
A mí dixo Gabriel
qu'el Señor era conmigo,
y dexóme sin abrigo,
amarga más que la hiel.
Díxome qu'era bendita
entre todas las nacidas
y soy de las afligida
la más triste y más aflicta.
¡Ay dolor!
¡O vós, hombres que transistes
por la vía mundanal,
decidme si jamás vistes
igual dolor de mi mal!
Y vosotras que tenéis
padre, fijos y maridos,
acorredme con gemidos,
si con llantos no podéis.
¡Ay dolor!
Llorad conmigos, casadas;
llorad conmigo, doncellas,
pues que vedes las estrellas
escuras y demudadas,
vedes el templo rompido,
la luna sin claridad.
Llorad conmigo, llorad
un dolor tan dolorido.
¡Ay dolor!
Llore conmigo la gente
de todos los tres estados,
por lavar cuyos pecados
mataron al inocente,
a mi fijo y mi señor,
mi redentor verdadero.
¡Cuitada! ¿Cómo no muero
con tan estremo dolor?
¡Ay dolor!
¡Ay dolor, dolor,
por mi primo y mi Señor!
Yo soy aquel que dormí
en el regazo sagrado,
y grandes secretos vi
en los cielos sublimado.
Yo soy Juan, aquel privado
de mi Señor y mi primo;
yo soy el triste que gimo
con un dolor estremado.
¡Ay dolor!
Yo soy el primo hermano
del facedor de la luz,
que por el linage humano
quiso sobir en la cruz.
¡O, pues, ombres pecadores,
rompamos nuestros vestidos!
¡Con dolorosos clamores
demos grandes alaridos!
¡Ay dolor!
Lloremos al compañero
traidor porque le vendió.
Lloremos aquel cordero
que sin culpa padesció.
Luego me matara yo,
cuitado, cuando lo vi,
si no confiara de mí
la madre que confió.
¡Ay dolor!
Estando en el agonía
me dijo con gran afán:
"Por madre ternás tú, Juan,
a la Santa Madre mía."
¡Ved qué troque tan amargo
para mí de grande cargo!
¡Ay dolor!
¡O hermana Madalena,
amada del Redentor!
¿Quién podrá con tal dolor
remediar tan grave pena?
¿Cómo podrá dar consuelo
el triste desconsolado
que vido crucificado
al muy alto rey del cielo?
¡Ay dolor!
¡O Virgen Santa María,
Madre de mi Salvador!
¡Qué nuevas de gran dolor
si podiese vos diría!
mas, ¿quién las podrá decir,
quién las podrá recontar,
sin gemir, sin sollozar,
sin prestamente morir?
¡Ay dolor!
Vós, mi fijo adotivo,
no me fagáis más penar.
Decidme sin dilatar
si mi redentor es vivo,
que las noches y los días,
si d'Él otra cosa sé,
nunca jamás cesaré
de llorar con Jeremías.
Señora, pues de razón
conviene que lo sepáis,
es menester que tengáis
un muy fuerte corazón,
y vamos, vamos al huerto,
do veredes sepultado
vuestro fijo muy preciado
de muy cruda muerte muerto.
Fragmento del planto de las virtudes
Que la boca mencionada
d’este valle temeroso
prestamente fue juntada
con la ribera nombrada
del río tenebregoso.
no sin duda mayor pena
el que tragó la ballena
creo sintiese que yo
en me ver adonde no
fallaba salida buena.
E como toro judío
busca por donde fuir,
andaba del todo frío
desde las cuestas al río
catando por do salir:
mas a la fin no fallaba
en esta ribera brava
ningund seguro pasaje
pues la cumbre del boscaje
con las nubes comarcaba.
Sentimiento de partida
Yo parto de vos, doncella,
fuera de mi libertad;
yo parto con gran querella
de vuestra pura bondad.
yo parto con gran tormento
por esta triste partida,
e llevo tal pensamiento
que fará corta mi vida.
Yo parto con gran dolor
por ir de vos apartado:
yo parto muy amador
de vos, que voy desamado.
Yo parto en vuestra cadena
de que no cuido salir,
e llevo tan cruda pena,
que no vos la sé decir.
Yo parto mucho contento
de vuestra gentil figura;
yo parto bien descontento
de vuestra poca mesura.
Yo parto, mas non se parte
siempre de vos mi pensar;
e lievo la mayor parte
de dolor y de pesar.
Yo parto porque me alejo
el más triste que me vi;
yo parto, mas con vos dejo
la mayor parte de mí.
Yo parto triste porque
vuestro mirar me robó,
e lievo por buena fe
gran quexa de vuestro no.
Yo parto porque me aparta
la mi no buena fortuna;
yo parto con pena farta
sin esperanza ninguna.
yo me parto de miravos
con dolor muy dolorido,
e lievo de bien amarvos
prosupuesto no fingido.
Fin
No quiero más enojarvos,
mas por merced yo vos pido
que vos plaga recordarvos
de cuán triste me despido.
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