Guillermo Juan
(Guillermo Juan Borges; Buenos Aires, 1906 - 1966) Poeta argentino. Integrante del movimiento ultraísta, colaboró en la fundación de la revista mural Prisma (1922). También colaboró en las revistas Proa y Martín Fierro. En los años 30 escribió bajo seudónimo en el suplemento de Crística, que dirigía su primo Jorge Luis Borges.
Versos a una ventana
Quiero cantar la ventana
donde un amor tenga luna.
Por eso canto la tuya.
Tal vez no cante ninguna.
La calle de su ventana
es camino de una pena.
Por esa calle yo paso
y pasa la luna llena.
La luna de tu ventana
es dulce porque te mira.
Ella sabe que me nombras
si en la ventana suspiras.
La estrella de tu ventana
es clara porque eres buena.
Allí en el cielo es dulzura
y en mi corazón la pena.
El cielo de tu ventana,
verbena de la paloma.
Sus estrellitas tan claras
son tiernas cuando te asomas.
En la ventana lunera
donde es mejor para amarte
que larga y dulce es la espera
de quien no espera olvidarte.
Corazón adentro
Te encontré Amada,
con asombro de rama, que ha dado un pajarito
y con timidez de jardín, ante luna nueva.
Cómo me conviene hoy,
la familiaridad de ese recuerdo.
El corazón está con la pena
como noche
con mucha luna por dentro.
No temas Amada,
daré tanto corazón, a tanta pena
como agua da el mar, a tanta estrella.
Y cuanto dolor me espera
Corazón afuera.
Puerto
En el puerto
la mañana es desplegada como en el campo
y allí el viento
es generoso en banderas.
Una vela ennoblecida de aire
como pecho que retiene un suspiro.
Los marineros con sus ojos azules
soñolientos de singladuras.
En el corazón de esos marinos
se debe escuchar el mar
como al oído los caracoles.
Mañana saldrán
con el corazón creciente como la luna
y como el mar también.
La proa de esa fragata
surcará mucha ola
impetuosa de estrellas.
Yo regresé del puerto
con el corazón en pleamar
y dejé ese huerto
propenso a la luna.
Volviendo del amor
Aguardé el amor, oh Amada, dulcemente
como aguarda el agua de la fuente
a la imagen de niña que la aclara.
Así abrí el corazón para que entrara
suavemente,
como quien abre a la luna una ventana.
¡Oh Amada! hoy sólo eres
una larga pena, bien llorada
-pena que es todo mi corazón por fuera-.
Ya la luna no abre las ventanas
y vuelvo, solo, del amor, sin ella.
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