Américo Ochoa (1960)
Américo Ochoa (El Carmen, La Unión, El Salvador, 1960). Es docente universitario, diseñador gráfico, editor, escritor y poeta. Reside en Costa Rica desde 1980. Ha publicado los libros de poesía A la hora del Sol (Educa 1989), Equinoccio Lunes 1992), Círculos viciosos (Perro azul 2000), Los bramidos del toro (Arboleda 2010) y la novela El Parnaso (Arco Iris, El Salv. 1997).
EN NOMBRE DE LA POESÍA
1. ¿Cuáles son tus afinidades estéticas con otros poetas hispanoamericanos?
AO Creo que siento más afinidad por la poesía fresca, más reciente de América Latina, la veo más vigorosa tal vez. En el caso centroamericano veo una revitalización de la forma y la temática, me gusta lo que los jóvenes están haciendo.
2. ¿Cuáles son las contribuciones esenciales que existen en la poesía que se hace en tu país que deberían tener repercusión o reconocimiento internacional?
AO Bueno, como veo en la poesía joven costarricense tan vigorosa, creo que los jóvenes están haciendo un esfuerzo importante, por lo cual, no es justo que su palabra tenga bajo perfil solo porque sí, o por exclusión. Creo que debería haber más estímulo social para que la transmisión de la nueva palabra a todas las edades no se pierda en el camino.
3. ¿Qué impide una existencia de relaciones más estrechas entre los diversos países que conforman Hispanoamérica?
AO Creo que la verdadera integración la deberíamos hacer los pueblos a través de la cultura. La cultura es un factor determinante para la integración, pero nos han torcido esa visión. Nos venden falsas verdades. Nos hacen creer que la integración es una gestión económica solamente, o comercial, con relaciones de intercambio desigual. Y firmamos esas aberraciones.
Pero también existe falta de voluntad para romper la limitaciones que impone el capital y las personas a las cuales no les importa la cultura; a los que sí nos interesa deberíamos de tener menos egoísmo y dejar de creer que no se puede.
Por eso creo mucho en los proyectos alternativos o independientes de desarrollo cultural que cumplen una función clave para la integración, aunque a veces tratan de opacar estos esfuerzos, los resultados no se pueden invisibilizar.
PRIMER POEMA DE INFANCIA
I
La luz es y una catedral gótica
en la burbuja del día.
y amanezco en este mar iluminado
Crestas rojas como olas
me empujan a la vida
La playa esta desierta
y en la sábana de mi madre
sólo encuentro huellas que van y vienen
pisadas de bisonte en tropel
rastros de aguas danzarinas y pavoneras
huellas de panoplias arrastradas por gigantes
escudos medievales
cascos de barcos hundidos en batallas de
conquistas
huellas de olor a virginidad sangrada
sonido de serpientes emplumadas
de unicornios que miran a la luna
sombras de la noche
estrellas de mar y de cielo
pedazos de planetas el universo desarmado
II
Encuentro el esqueleto del día que comienzo
lo arropo con mi carne
y lo bautizo con anónimos
que se levantan a escalar
la montaña clandestina
cúspide que escalamos sin cuerda y sin puñal
Apenas puedo
hay brazos que me ayudan
y lanzan piedras a las aves de rapiña
que me acechan
Apenas puedo pero llego al altiplano ilícito
por las huellas de los otros
corro hasta el trajín de los arados
los machetes
alfabetos
y cometas
No sé si llego tarde
pero llego hasta el caudal
de la vida
y de la lucha
III
En el altiplano
Nos encontramos todos
La pompa que me envuelve se revienta
como la bolsa de agua
y el día me alumbra impecable
me da luz como alimento
a una vida que no comienza
Manzana fresca para morder
me provoca y la muerdo
el cielo de mi boca se espeja
y despoja
de este cáncer que me asfixia.
IV
Soy feto en la burbuja.
Bebé que flota en la brisa y las horas
El tiempo me ha traído a este valle
y me baña
con el agua santa y roja
luz que atraviesa mi cerebro de vitrales
y sale por la lanza de mi mano
hasta el mar camina hacia la playa
Deja allí señales profundas
de luces de estrellas
de colores
en el rostro de las horas
que cuelgan del cielo
como manzanas picoteadas por las aves más
hermosas
Mordidas por todos los primeros hombres del día.
NAVES
El atardecer es mar donde mis barcos de papel
empapados de luz
despiden tintas de calamar acosado
Naves que trasbordan y desbordan el malecón del día
Barcos de papel: páginas de mis libros inéditos
de la agenda y mi libro de cuentas del taller
cruceros maravillosos de tarjetas de cumpleaños
y buques de crucigramas incompletos
cartas de mis novias lejanas y ajenas
barquitos con noticias y los muñequitos de Mafalda
naves que cargan y descargan el horóscopo/
y a los deportistas de las grandes ligas
cartas a la proa/ sección de cine en el doblés del estribor
la nariz del presidente quedó en el rompe hielo
cuando algo importante ocurre usted lo sabe.
/ Canal cuatro
Silvio busca un unicornio
la sección de cultura se destiñe fácilmente.
Oscurece y ya los barcos no se ven
el muelle enciende todas sus luces.
UN MERLÍN AJENO
…¡Sombras augustas de los grandes magos y nigrománticos: de Apolonius, de Alberto el Grande, de Agrippa, de Fausto, de Merlín y de Paracelso, inspiradme! (P.B)
1.
Tal vez no tenga almohada para caer esta noche
mas que la poesía:
Dama de fuego que acelera mi pasión
con el ardor de los celajes.
No hay más pecho que la prisión
donde me fumo el último tabaco frente a ti.
Murciélago desesperado por la bruma que lo atrapa.
2.
Colibríes de luz
beben de los senos de la diosa.
Ella se viste y se va.
Se me agota la garganta
con el roce de la piel
Se me acaba la prudencia
en el muslo de su mármol .
Después
se desgarra el beso en lo grave de la ausencia
(Tarde zorra que lame la escultura de miel).
3.
El ocaso es mortal.
La golondrina bebe sola
en el verano de la añoranza.
Busco un bar
para encorvarme en una esquina:
—Dame cerveza por ahora
porque quizás encuentre un muro
donde reventar esta alma
y esta frente de adoquín.
—No lo haga amigo
tal vez encuentre una Venus/
una Musa/ un querube.
Salgo y me voy con el consejo
a la cuadra orino en una lata
y el tedio me jode al caminar.
Voy invocando a mi aliado Merlín
para que me salve con sus sortilegios
con su alquimia juglaresca.
4.
No aparece mi amigo hechicero
pero doy con una plaza
donde todos se fascinan por comprar o vender
como si el dólar y el colón fueran juguete nuevo
o el hombre la res en el día del destazo.
Me acerco a un ciego que toca trompeta
y me cuenta cosas ocultas:
dice que un trovero de alto coturno
anda con palabras y cuerdas
para arriba y para abajo
buscando un oído
pero no encuentra comprador .
(Ya nadie cruza la calle de los riesgos.
Ya nadie paga por oír lo lírico del tedio)
Paso la ordalía del comercio.
—Ya me voy —le digo al ciego—.
—No se vaya señor vidente
veo el alma más no la sonrisas
cuénteme
que ropa trae este milenio.
—Hay una golondrina —le digo—
bañándose en una fuente
y en los ojos se le empaña lo inconfeso.
5.
El hombre con su manto
clama la desnudez de la voz guardada:
—¡Hábleme de la palabra!
Y le digo que hace un tiempo
le besé
y quité la ropa íntima
a la reina del aquelarre
a la voz de los conjuros
que me dio su luna alucinógena
y me echó andar con los humanos
y me hizo más que dios un demente...
(¡jactancioso! —Me grita alguno que pasa
y en el antífona del tiempo
se escucha
este mismo poema antes y después de mí
y otros desgarran su voz diciendo:
—¡que no lo canten que es mío!
—¡No, Mío!
—¡Que no lo cante!
Y muero de risa
porque a lo mejor nunca fue ni dejará de ser.)
—A propósito —me dice—
hace un rato
pasé por un vino
y no había más que un poeta
en el bar de Las Promesas
viéndole las piernas a una morena
y la cara a la rubia de su copa
mientras la espuma se le iba con los versos.
El ciego llora
y me consume con su abrazo
me voy
a tragar mi llanto a otra esquina.
A mi espalda
la ciudad enciende su fogata de neón
mi pelo pu-purpura pa-par-parpadea
y la golondrina duerme sola
a los pies de una Venus
esculpida por la ausencia.
A lo lejos
suena la trompeta
voz confesa de un ciego
que pudo ser Merlín
salvando a la tarde de un poeta .
ULISES
La estatua de un héroe sin laurel
se pudre en la bandera que no existe.
Tras el tul
la damisela se ensueña
con barcazas
y corazones de papel.
Busca agua en el pozo obcecado
y lleva pan
a los palomares vacíos
Más allá de la música
un ángel
toca violín desnudo en mi ataúd.
La claridad hace mi cuarto creciente
con su luna.
En plena vía láctea vomita su luz el grillo sideral
y tirita la alfaguara de mis ojos
cansado de esperar a Penélope que se ha ido.
BABEL
I.
Uno atornilla
En el silencio
El ataúd de sus amigos
—decía el viejo.
Uno pone el cascabel al gato
y encadena sus ensueños
al desván.
Ve pasar la dulzura en un tren de hormigas
que se mudan al jardín de al lado.
Uno es nuevo
y se atreve.
Uno come palomas de pan
y bebe
y envejece.
Uno puede quitarse la corona de espinas
y levantarse como Fénix
y pendular
en el tiempo contrahecho de un siglo agonizante.
II.
Uno se lleva en el pecho la franja de los días
y los soles corcovados.
Uno puede adorar la palabra
en el crucifijo del silencio
y enterrarse mudo
en la Torre de Babel
sin un lápiz que lo ampare.
UN NIÑO DE AGUAJADE
I
Había una atarraya secándose/
tendida al aire como para atrapar sonidos/
Peces de luz o las corvinas de la brisa
había pescado seco tendido en la alambrada/
el Sol subía a tumbos el tufo de morralla
alma de macarelas y sardinas.
La luz murmuraba relatos de cenizas/
de volcanes/ repaso de emisiones antiguas/
habla de sirenas calcinadas/ de cangrejos de plata
y langostas de oro fundidos en las posas
de los peces mariposas que salieron volando
hacia otros mares
mantarrayas azules
que se hicieron blancas en el vuelo de ceniza
un cangrejo-caballero pasa bajo la mesa sin mantel
y juro que brillaba
más que el oro
un perro echado en la ceniza
camufla sus ancestros de cadejo
mientras la tía gira
mundos planos de maíz en el comal.
II
Gonzalo toca mandolina frente al mar
el muelle le estalla en los ojos y lo ciega
como atracaderos en llamas en una obra de Van Gogh
con bengalas y artefactos de la China.
Al final de la canción
se destusa la estela graznidos gaviotas
hacia un mástil pescador.
Imagino barcas soldadescas de españoles
sangrando el cuello de un adolescente.
Camino sobre el ostral vacío
de mandolinas sin cuerda/ degollada
pesadumbre colgada en los horcones.
III
(A Lito que me llevó el mar)
1.
Nidia gira una galaxia verde en las pupilas
se tira del trapecio y corre/ hace ooooh! con el mareo
la esmeralda de sus ojos vuelve a su reposo/
suelta el cardumen de la risas/ luego monta la calavera
de un toro-buey nave láser
y se va/ años luz de aquí.
Al fondo
bajo el madrecacao/
descamisado/ fumándose un cigarro lento/
silba como si el mundo no fuera él/
solo el mar entre sus venas/
con su cuerpo de Nazareno pescador/
No está aquí/ es decir/ está pero piensa en el mar/
Lito teje una atarraya viendo los pelícanos de sal y tedio.
Arriba/ un disturbio de gaviotas altera el orden de las horas/
as hojas que caen del madre-cacao azul/
reordenan los minutos y devuelve los que sobran
al árbol del olvido.
2.
Dejame Dios morir esta tarde cerca del recuerdo
para oír los relatos del abuelo junto al fuego/
mientras al fondo
Lito teje una atarraya
y el verano le ensaña garras de brasas por la espalda.
IV
De tarde
veo a Gonzalo tocar su mandolina nuevamente
subo el andamiaje de sus sones/ hago una canoa/
una lancha/ un velero/
voy y vengo a las islas en busca de tesoros/
al recoveco de piratas/ me enfrento con buques bucaneros
naufrago/ la música me salva como balsa/
me eleva como globo y me pone en una isla.
Soy niño de añil en medio de la poza
la bahía pone el brazo sobre astiles de mangle
oigo tesituras de olas batientes
de la bocanas a la ensenada/
soy antífona del cardumen y el coral/
en reverencia de la vida hacia el asombro
a lo lejos suenan otras mandolinas
y cantan otros niños árboles de añil en otras islas
a coro con el mar.
V
Entro y salgo al trajín del muelle
como a un submarino de tiempo perdido buscando la salida
veo mendigos/ buhoneras/ putas/ bravucones/ soldadescas/ vendepescados/ traficantes/ chivos/ mulateros/ travestidos/ mercachifles/
pasa un carnaval doce de diciembre/ tufo de pescados/ con máscaras de pejes
merodeando un vagón descarrilado
el sumergible dispara un torpedo
que me explota entre los ojos como bengala de sal.
VI
De tarde
Gonzalo me explica
que la música de su mandolina viene de allá
y señala rumbo al caracol
los zumbidos fibra de la rafia
aun los bramidos del toro
todo viene de aquel embudo/
forrado con rizos de coral
modulaciones de las algas
que suben sus burbujas
caricia/ sollozo
hasta el pecho de las aves
y salen como canto
a esparcirse con el viento.
VII
El aire aviva el susurro
de una ocarina antigua/ cadenciosa/
lenta anémona cantora de prodigios/
al ritmo de los sueños/ acordes
del origen de la música vital/ compás en el galope/
en latidos de la hoja/ ariete de la gota/ chicharra en eclosión
planeta camaleón en mimetismo con alquimia de la vida
y de la muerte/
que es la misma de los astros gigantes y las novas
acordes de la luz y los graznidos/
que van y vienen en espiral de bosquemangle/
concéntrico rugido de lluvia/ tormenta/
huracán con ojo girasol
rotando aspersiones en medio de la nada
bramido áspero de toro/ de bisonte/ de jaguar/
con probidad para volar y vuela/ danza/
con virtud para cantar y canta/
sobre tiempos de silencio.
VIII
Un toro careto se parece
a otro pintado a huesos
en el esbozo de una cueva primitiva que no conozco
estilizado con la añoranza/
de cuando no existía nada/
ni el golfo/
ni la fábula del niño de aguajade
nada
Antes del silbido de tejedores de atarrayas/
o la mandolina de Gonzalo
un caracol sonaba su memoria de nácar
música de esferas como perlas en su concha
como los bramidos de un toro
pintado a mano en su caverna.
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