Joserramón Meléndez (Puerto Rico, 1952). Poeta, ensayista, editor y organizador cultural. Conferencista y panelista en Cuba, Este y Oeste de EU, Jamaica, Rusia, México, Venezuela, Santo Domingo y Puerto Rico; donde siempre ha dictado talleres. Andrés Jiménez y otros han grabado sus poemas. Roberto Sierra los ha musicalizado para Festivales Internacionales. Colaborador en Claridad, Casa Las Américas (Cuba), Plaza (Harvard), y publicado en traducciones asiáticas y europeas. Libretista de teatro, radio y cine: Colegtílogos I y II para el Ballet Tierra y Teófilo Torres, Adoquines para Taller de Histriones, Tres Esquemas raciales para Brunilda García, El Gíbaro de Alonso; video Clemente Soto Vélez, y película Corretjer codirigida con Pucho Segarra. Esculturas, instalaciones, ensamblajes y originales del libro-objeto La Casa de la Forma, Museo UPR, 1987; Exlibris ICP 1994; 1997, Museo UPR; y Proscritos de La Trienal Poligráfica de SJ 2004-5. Director de espectáculos, asesor de proyectos internacionales educativos, y consultor de currículo.
Libros: Desimos désimas, 1976; 3ra ed. con Cantata de Andrés Jiménez, 1996. edita Poesiaoi: Antolojía de la Sospecha, 1978. edita Puño de Poesía, 1979 En Borges, 1980. edita Poesía y Revolución de Corretjer, 1981. edita Primeros Libros Poéticos de MatosPaoli, 1982. edita La Sílaba en la Piel de J. M. Lima, 1982 La Casa de la Forma, 1986. La Poesía Inebitable: J. A. Corretjer, 1989 edita Primeros Libros Poéticos de Corretjer, 1990. edita Yerba Bruja de J. A. C., 1992. Para Delfín, 1992. Secretum, 1993. Postemporáneos, 1994. Borges El Espía, 1998. edita Antolojía Poética R. F. Retamar, 1999. Dobles de Elizam Escobar, 2002. El Pen Club de PR le otorgó el Premio Nacional de Literatura del año 2002. El ICP, los premios para el año 2008 de poesía (Senotafio, 2009), ensayo (El fondo de la máscara, 2009), i publicación de narrativa (Orasión aserca de la indignidá umana).
RESPONSO CAPITAL
John D. Rockefeller pudo aber sido obrero,
pero no tubo suerte.
Pudo
aber echo uelgas contra un
John D.
Rockefeller sádico i ambisioso,
pereser casi un 1º de mayo,
o taladrar la máqina qe le esprimía los dedos
con el amor del pan, pudo John
D. Rockefeller morir
bajo el regero de oro negro qe sanjó el axidente, o
no aprender a escribir, no firmar cheqes,
solo escuchar su nombre "John
D.
Rockefeller" en la fila de pago;
i ubiera así aprendido este ombre como todos
lo qe es sufrir como la mayoría
i odiar al menor número de jentes. Pudo
no aber yegado a tanto, dirijir por ejemplo
esa fábrica en Manchester qe pagó El Capital
o yamarse Owen.
Pido
un minuto de silensio para el muerto
irremediable qe es John
D. Rock-
efeller: ese otro
qe fue solo el ataud de aqel jigante.
MUERTE DE ROBERTO MANO DE PIEDRA DURÁN
Desde nunca fue boxeador el mostro, el asesino.
Del limpiabotas
i el canal tajeando la lengua del nuebomundo
exaltó su duresa mineral
asta la blanda colchoneta con sogas qe ibnotisan las miradas
como chiringas sustituyendo sueño
de los qe friegan botas todabía
i el capitán qe espera con su dólar.
"Mano de piedra", su pesuña de toro,
cabesaso de tiburón ambriento,
como su pueblo
i sus olas
saqeadas, no era
la mano dúgtil a la tégnica
qe da marca al prestijio i reseta a la sangre
o al instinto: Era América
qe subía al ring araucana i cheyén
i yucateca i samba i cuarterona,
dibidida por la antropolojía como caja de insegtos
pero reunida al fondo
senital
de la sangre
qe fluge como un río o
como una cordiyera o
como un mar qe canta
su borla continente de champán selebrando:
—¡Durán, Durán!—
gritó ese pueblo tanto, tanto
qe cayaron los críticos teóricos,
recojieron sus opiniones de monóculo,
desamarraron el diqe de su sangre,
los emisferios de sus serebros tajeados
como un canal qe dibide el mismo idioma,
¡ gritaron también: —¡Durán, Durán!—.
Pero no se podía
eternamente bibir de los instintos, porqe la propaganda
¡ los filósofos, tan sutiles i siniestros
como la sangre aqeya qe atajaban,
fabricaban su estanqe:
Cresen las marcas como estatuas ecuestres,
bensen pasientemente los treidmarks,
entra la moda en casa del más pobre,
cobran consenso los telebisores
más numerosos qe el boto del partido,
¡ perdemos de inéditos:
Murió Durán.
Cayó en las bocas la señal de la sangre.
Un ombre interbenido por los sabios,
un bisniesto de un esclabo del imperio,
como se qita la piedra del sembrado
para la plusbalía del patrono,
probocó la caída de su mano.
Nosotros cultibanos monolitos,
nosotros admiramos uniformes;
eyos nos mancan manchándolos i matan
la comunión sangínea de los símbolos:
Los números le enseñan muchas cosas
más qe a aser los canales i a amaestrarlos.
Durán murió i qedó la ueya de su sueño
como una realidá más infinita
qe todas la taqiyas del Caesar's Palace
juntas i echas dibisas
para comprarnos la materia prima
de aser los uniformes de yogear, i de matar,
i de bendérnoslos.
Segimos abitando los instintos,
segimos abitándonos por dentro,
ablándonos con el ansestro más íntimo,
mientras eyos conqistan las estreyas.
Un día nuestras palabras serán astros
qe abitarán la sangre de los pueblos
qe somos, tendremos nuestra galaxia
como qeremos: sin números con yantos
i risas con el alma, con el alma.
Ya el otro será un pueblo como el nuestro.
Biembenidos los símbolos muriéndose,
tendremos qe pelear nosotros mismos.
ESTROFAS CON AMBRE
¡Qe digan qe es un beat, un hippie, un punk!
Yo de mí sé desir qe Bobby Sands es lus i yo caberna.
Los qe creen en la igualdá, qe se inmolen por eya.
Ya se acabó la prosa, no ai más qé discutir,
emos entrado al tiempo sagrado del silensio
donde la poesía es un jesto cotidiano
en qe el misterio desaparese ejecutado.
Laodsé olbidó en el Taoteqín qe un día
los ombres (unos ombres, esos ombres)
comerían el basío de su ambre
para sembrar el tao en carne biba
(¡tan lejanos de su ielo conosido!)
como tiestos dispersos qe fundaran
un jardín entremedio del imbierno
de otras niebes tan duras i tan blancas;
Shakespeare sabía qe el mundo era un teatro,
un teatro esos muros de Inglaterra,
esa corte de poetas i bufones,
qe Beckett los sabía Godots multiplicados
en Luckys, Vladimiros i Estragones:
qe el mundo era una arena de trajedia i comedia
lo sabían en Irlanda e Inglaterra.
Qe un ombre muera de ambre, Gandi,
Albizu, qe un ombre se sacrifiqe.
La madre Tatcher dijo "podrán segir muriendo"
en la prensa de mil lenguas repetidas,
consumidas repetidas difundidas,
i repetidas.
De esa patria serrada
los oídos no conosían otros ombres
qe Valera, Padraic Pearse, José María Plumckett;
oi sentenas sin nombre ya asen fila
recordando qe el ombre cose la istoria
de inéditos destinos innombrables,
como bersos del poema del basío
infinito i presioso qe es el pueblo
reordenado, como ambres en los estómagos
recordándonos qe el ombre come cosas
intanjibles como la libertá
balanseando la dieta de los panes.
Estoi diáfano i turbio asiendo un libro
mientras pienso en los indios qe no leen
i en Marlon Brando qe los qiere tanto;
escribo estas palabras robadas a sus agtos
como con la instamatic del turista,
oi qe segir temblando de indignasión
será ya otra injustisia;
sé
qe esto son palabras, Bobby,
Francis, qe somos nadie para nombrar sus muertes,
qe mientras sigo escribiendo, mientras duelo,
mientras doblan las campanas, mientras marchan
enumerando la ausensia de sus bidas,
sigen muriendo ustedes inexorablemente
en los mismos ataúdes exaltados
sobre los propios ombros, de cara ante las máscaras
de los gerreros fieros de la patria;
sé qe morir es un berbo infinitibo,
muriendo es un jerundio mayestático,
mueren acusa la primera persona
plural, i acusa de forma singula
la qe lo dise mientras muere poco a poco
su muerte qisá indigna, indesidida,
su bida indesidida: Yo muriendo
como un cadáber bibo de repente
cada bes qe se muere Bobby, Francis
(qe muerto es un partisipio perfegto)
por el amor al pan de los qe cantan
ese rosario de madres desatado
la bíspera del día de las madres
cuando la madre Tatcher dijo "podrán
segir muriendo" i no sabía
qe lansaba la consigna de la bida.
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