lunes, 16 de agosto de 2010

494.- CARLOS PINTADO


Carlos Pintado (Cuba, 1974).
Poeta y escritor. Licenciado en Lengua y Literatura inglesa. Recibió el Premio Internacional de Poesía Sant Jordi en 2006 en España por su libro Autorretrato en azul. Colabora con la revista VOGUE en español y es, además, Jefe de redacción de la revista literaria La Zorra y El Cuervo. Su libro El azar y los tesoros fue finalista del premio Adonais 2008, en España.

Tiene publicados los libros: El diablo en el Cuerpo (poesía, 2005); Los bosques de Mortefontaine (Bluebird editions, 2007); Habitación a oscuras (Vitruvio, Madrid, 2007); La Seducción del Minotauro (cuentos, 2000); Los Nombres de la noche (antología de su poesía editada por Bluebird editions en USA, 2008).
El grupo de música de cámara South Beach Music Ensemble ha estrenando, por varios estados de Norteamérica, un quinteto de piano y cuerdas inspirado en poemas suyos bajo la dirección de la compositora norteamericana Pamela Marshall. También el mundialmente conocido grupo CONTINUUM de Nueva York, estrenó sus "Idolos del sueño", una pieza interpretada por la soprano Mary Mackenzie con textos suyos musicalizados.
Foto de Gabriel LizárragaSus poemas y cuentos han sido traducidos al inglés, alemán, turco, húngaro y al polaco, y han aparecido en las antologías Ante el espejo (Poesía Iberoamericana, Fundación Inquietud Europea, Madrid, 2008), Adiós (Madrid, 2006) Aldabonazo en Trocadero 162( Ed. Aduana Vieja, Madrid, 2008), Una voz en el abismo (Perú, 2007), Colección de poesía Editorial Ego group, Inc, Miami) y en revistas como Blancomóvil, Enfocarte, 13trenes, Decir del Agua, La HabanaElegante, Baquiana, Artelibertino, La Zorra y el Cuervo, Zafra Lit, Revista Encuentro y Revista Parteaguas de España, Turquía, México, Alemania, México, Perú, Argentina y Estados Unidos. En el 2009 realizó junto al actor y escultor Michel Hernández el proyecto de poesía y escultura La invención de los sentidos que formó parte del catálogo Espacio Abierto del Centro Cultural Español de Miami. Carlos Pintado fue también uno de los invitados a participar como artista en la Noche Blanca o Sleepless Night de este año junto a varios músicos y artistas estadounidenses. En 1997 reunió varias traducciones de poetas ingleses y americanos bajo el título La rosa de Coleridge (inédito). Actualmente trabaja en una novela que tendrá como título El baile de las estatuas ciegas.
El autor reside en los Estados Unidos de América.

PÁGINA WEB DEL AUTOR: http://www.carlospintado.com/



Poemas de LOS BOSQUES DE MORTEFONTAINE

LAS NOCHES EN MORTEFONTAINE

Noches de amantes breves como cirios ardiendo,
y cetros y fortunas y reyes y palacios.
Noches de espejos hondos, aguas de un río mágico.
Noches de altas torres perdiéndose en la noche,
y sonoras tinieblas retumbando en lo oscuro.
Noches de laberintos como hojas cayendo
sobre el pozo abismal donde mi sed enjoya
en música sus cantos, sus noches tan eternas.
Noches de verjas altas y jardines y estatuas.
Noches en donde todo parece que se escapa
a domeñar la forma terrible de mi sombra.
Noches en que me pierdo sin saberlo en la noche,
bajo gotas finísimas como cristal soñado,
por senderos de nieblas, por bosques de unicornios.
Noches en que las cosas que amamos se despiden
agitando en el aire una espantosa mano.
Noches para soñarnos la mano que retira
la nieve de la espada, la espada de la piedra,
y el mágico rocío sobre el agua del lago,
agua lustral fluyendo, agua de plata y luna.
Noches de hondos espejos en sombras desvelados,
y rostros que se asoman hacia un fondo de sombras.
Noches que son el sueño del cuerno y del marfil.
Noches de puertas altas, de interiores sagrados,
y paisajes mostrando el nácar de algún rostro.
Noches para olvidar quién por mi sombra avanza,
bajo qué estrellas quedo sosteniendo mi cuerpo
insomne y solitario, como una luz temblando.
Noches de islas lejanas, de bajeles sombríos
y puertos ideales para agitar pañuelos.
Noches para sentarnos a hablar junto a la noche.
Noches de torvos pájaros y tigres en penumbras,
y dedos sobre el vidrio, y cítaras tocando.
Noches en que no somos sino la noche misma,
reconociendo el paso ruinoso de sus muertos.



PÓRTICO

De alguna forma pienso
que en el último instante de mi vida
habrá una frase de Walt Whitman diciéndome
que aquel que camina una legua sin amor
camina hacia su propio funeral.


ANTIGUOS MODOS

¿Qué casa ya me aguarda, qué misteriosa casa
me descubre en sus cuadros, me sigue en los espejos?
¿Quién puedo ser yo acaso, de quién soy un reflejo?
¿Qué casa ya me aguarda, qué misteriosa casa?
¿Qué familiar camino me conduce a esta casa?
¿Por qué respondo a veces, de qué nombre me alejo
sigiloso, asustado, moribundo, perplejo?
¿Qué familiar camino me conduce a esta casa?
Si un poco menos soy, será que no adivino
Quién erige mi trono solemne en la tiniebla.
¿Qué sombra me provoca, qué arte o don divino
ha de ofrecerme luz donde antes hubo niebla?
¿Quién beberá valiente por mí todo ese vino
que el tiempo en copa cara figura mi destino?


Poemas de HABITACION A OSCURAS

UN TAPIZ DONDE EL BOSQUE SE ILUMINA

En el bosque de Erec y Enid
Chrétien de Troyes

Amanecer que siempre estás llegando
Y llegando te quedas impasible,
Fijado por el tiempo que terrible
Oculta ya tus bestias murmurando.
Saberte tan lejano como el sueño
Hiere como la flecha que lanzada
Vuela, fugaz, ansiosa en la soñada
Urdimbre del tapiz del entresueño.
Y sin embargo nos quedamos viendo
Los altos pinos donde la penumbra
Niega la breve luz, la que no alumbra
Siquiera ya las cosas que van siendo.
Todo está suspendido y muy distante
En la tela, en el tiempo, en el instante.


CUARTETAS DE OTOÑO

Me han concedido el fuego del pecado.
Sólo el fuego; el amor jamás ha sido
En mí sino una sombra. Yo he soñado,
en las eternas noches del olvido,

Que alguien me ama y me sueña. No he podido
Corresponder. Soy triste como el hado
Que invierte los destinos del amado.
Soy el amado; no quien ama. He sido

El traidor y el amigo. He complacido
A oscuros dioses el manjar sagrado.
Alguien en la penumbra me ha buscado.
Alguien en la penumbra me ha vencido.


LA BELLEZA

De nuevo amo y no amo
y deliro y no deliro
Anacreonte

La belleza que pasa como el sueño,
Fugaz, inabarcable, sin destino,
Se detiene un instante sobre el labio,
Descubre la mirada o el cabello,
Vuelve en oro la sombra, los ocasos,
Una frase de amor, un cuerpo amado,
Una rosa que enciende las tinieblas,
Un fuego que desciende de la noche,
Un alba silenciosa y ya lejana,
Un parque en donde estamos tan unidos,
Una calle de Roma o Inglaterra,
Un muchacho o muchacha que me aguarda,
Y este verso que escribo ya sin suerte:
"la belleza que pasa como el sueño".


CONVERSACION CON PANERO

Nadie me nombra. Nadie a mi me espera.
Más solo que la noche, soy la noche.
Más solo que la sombra, soy la sombra.
Menos que el vino soy, menos que el vaso.
A qué sitio del tiempo me condenan
recuerdos, escrituras, profecías,
palimpsestos, velámenes, oscuras
tarjas donde mi nombre no copiaron.
(si monstruo he sido entonces, el infierno
será mi paraíso más cercano).
No sufro la pobreza, soy pobreza.
Por mi mano se escurre lo maldito.
Los ángeles me abrazan y me besan.
Hago el amor con Dios y con el diablo.


Poemas de LAS EDADES DEL MAL

ELOGIO DEL INSOMNIO

Hay, en el sueño, un hondo espacio abierto.
Es inútil mirar: todo sueño es oscuro
como un pozo en la noche, el menos puro
pozo que es también sueño del desierto.
Pero algo en el sueño se agita como un monstruo,
despertando al durmiente en un segundo;
(Algo que no es acaso de este mundo
le revela al durmiente su rostro y el del monstruo
como si los dos fueran ese mismo
rostro que nos dibuja la muerte en el abismo
final de nuestros días). Luego viene el insomnio:
en la espesa tiniebla sus manos se adivinan,
y uno cuenta las horas a ver si ya terminan
ese duelo final de Dios con el Demonio.


UN ESPEJO

-Tarkovsky-

Un espejo cambiante es toda vida.
Un espejo que a ciegas lanza un lento
reflejo de reflejos, un momento
en que algo se repite y ya se olvida.

¿Por qué la sed no encuentra su perdida
transparencia en el agua o en el viento?
¿Quién osará copiar aquel sediento
fantasma que en el mar niega su huida?

¿Tendrá todo reflejo? ¿Qué silencio
podrá copiar siquiera tu silencio?
¿El mar del tiempo quién podrá copiarlo?

¿Y ese amor que nos llega sin llamarlo,
no será amor, quizás, de otros amores
o como el fuego, sueño de esplendores?


LA SED DEL ÚLTIMO QUE MIRA

Cuando la luz desciende misteriosa,
la otra inabarcable luz despacio tienta
las menores criaturas de la noche.
Entre las dos el mundo incendia
los portales del tiempo, la humedad
del miedo juega a ver su rostro en los espejos;
los espejos duplican la sed del último que mira,
la mirada cae como un golpe de sol entre
las ramas muertas.
Entre las dos el quejido de un animal muriéndose;
un anillo de poder, una espada mágica;
entre los dos la inmanencia de esas estaciones
en la que estamos de espaldas a la noche,
o a los bancos de lúgubre madera
donde otra luz está a punto de perderse
en otras claridades sucesivas.


LAS EDADES DEL MAL

El mal tiene edades misteriosas, rostros que van
a ser el envés de lo imposible.
En los cuencos de barro el mal toma la forma circular
y perfecta de un agua oscura y sorda.
Quien se asome al agua, bebe de una fuente eterna,
de un agua que al tocarla va ofreciéndonos un tiempo.
El mal es como el rostro de un niño que pide una moneda
y luego se nos pierde en una multitud de niños
corriendo por las plazas, riendo, chocando entre sí,
como almas en pena.
El mal es una manos que te tocan como si fueras de fuego,
como si fueras de agua, unos labios que al besar dejan
tras de sí una extraña fragancia.
El mal tiene ojos vacíos, dice palabras que no son
simplemente palabras.
El mal tiene siempre rostros familiares y habla con
palabras buenas, extrañamente buenas.


Poemas de CUADERNO DEL FALSO AMOR IMPURO

ORACIÓN

Único cielo que conozco, ampárame
de esa luz que es un manto de silencio.
Único cielo que conozco, líbrame
de todo lo que soy y que no soy.

Si alguna paz ansío es larga y blanca;
todo es del aire, todo de esa luz
que lentamente cae sobre el mundo.
Único cielo que conozco, bríndame
la obstinación del fuego entre las ramas,
la espiral de la sed, sus hondos muros.

Del dibujo perfecto de su cuerpo
que duerme junto a mí como un fantasma,
del vicio, de la sed, de las siluetas
que el sueño va mojando en otro sueño,
del festín imprevisto en que despierto,
del miedo que se asienta entre las sábanas,
único cielo que conozco, ampárame.
Del amor que disfruto un instante, ampárame.
Del hambre de su ausencia, cielo, ampárame.
De las huellas que deja, cielo, ampárame.
De las cosas que amo, cielo, ampárame


I

El amor es sólo un juego
de niños enloquecidos,
una estrategia de olvidos
cuando me abraza su fuego.
No tiene el amor sosiego:
todo lo cambia en el acto;
es una ilusión, un pacto
de sombras en la penumbra,
llama que al arder vislumbra
lo no abstracto de lo abstracto.


PREDICCIONES

Pueden pasar los años sin la breve costumbre
con que hilvanan las horas
los ciegos tejedores.
Pueden soplar el cuerno de la abundancia
seguros de que allí aguardará la bestia
con su hambre y desidia.
Un hombre marcará tu rostro,
tatuará tu soledad con un gesto leve
como quien alza una hoja mojada
del fondo misterioso de algún lago.
He creído en tu nombre y en la palabra
que empañaría los espejos.
He creído en los espejos y en la mano
que iguala tu gesto con mi gesto,
tu mano con mi mano, tu pecho con mi pecho.
Pueden pasar por el sueño de la fiera, la carne
inasible de los hombres,
y en todos habrá un hueco donde quemar la noche,
una espalda a la que abrazar
cuando llegue el instante de mostrarnos las manos,
la cal de las manos revelándonos
la culpa de los astros.
A qué pensar en las ventanas
si el salto es siempre un viaje a lo imposible.
Una puerta no se abrirá. Ningún cuerpo
es la casa en donde quedarnos.
Nadie dirá éste es el mundo, éstas las casas
donde se ovilla lento el perro del silencio.
Camino de ningún lugar, la nada irá moldeándonos
sus mejores figurillas.
Aquí está la soledad inexplicable de los pájaros,
la sangre que al verterse no suda en los vitrales.
Hemos velado con descuido el fuego de las piras,
la carne chamuscada ha creado su siluetas de miedo,
el silencio nos ha empujado, lento, con sus manos de hierro.
Ciudad o sueño, hemos dicho. Cuerpo, máscara, hemos dicho,
pero faltaba la tranquilidad de un parque
o el despertar mirando la espalda soñada;
faltaba la certeza de un amor, el espasmo
incandescente de una luz impropia;
faltaba el rostro que queda cuando ya no hay rostro,
el cuerpo al desnudo cuando ya no hay cuerpo;
Ciudad o sueño, ¿a qué puede parecernos este vivir
junto a la fiera, alimentarla con esa paciencia
de reo, como si más allá no existiera nadie,
como si más allá fuera sólo el mundo
volviéndonos la espalda?
Ciudad o sueño, pero qué ciudad o qué sueño.


VIAJERO, YO.

El barco zarpa y soy aquel viajero
que de pronto me mira desde el barco.
Más que el viajero, soy su mano alzándose
en la luz de la tarde y contra el cielo.

Huésped de lo innombrable: su silencio
es una cuerda ardiendo entre mis manos.
El barco zarpa y soy el miedo entrando
como el agua violenta en el naufragio.

Qué posesión, qué rapto su delirio
hará crecer en mí flores de espanto.

El barco zarpa y soy aquel viajero
o su memoria entrando por los puertos.


D

El ayer llega a mí desde un futuro
apenas memorable. Hacia atrás
va el río de la vida: la ceniza
de un fuego que persiste en la memoria
hará también del fuego tu ceniza.

Nunca sabré si somos bendecidos
por el tiempo que pasa como un muerto
entre tu sombra y yo. Los misteriosos
dones del ocio breves nos consumen.
Las estancias del miedo nos consumen.
La desnudez de un cuerpo o sus palabras
nos consumen. La luz o su reverso
nos consumen. Tu voz desciende a mí
como una piedra al fondo del abismo,

y ese sencillo acto también puede
salvarnos o perdernos para siempre.


Haikus del libro EL ARBOL ROJO

Sigo las sombras;
Mis pasos ya resuenan
En otro tiempo.

**
Sueño mi muerte:
Los clavos, la madera.
Cuelgo del sueño.

**
Es el olvido.
No es ni tiempo ni muerte.
Es el olvido.

**
El caracol,
Que arrastra su silencio,
Oye la nada.

**
Soñó el Quijote
que soñaba el molino
que era un gigante.

**
No está en la noche
La noche que buscamos
En los espejos.

**
Dos rosas son
La rosa con su sombra,
Sombra y reflejo.

**
No ser el eco.
Ser el breve silencio
que sigue al eco.

**
Me voy al sueño
con la rosa de Coleridge,
¿Qué dirán ahora?

3 comentarios:

  1. Hola Fernando, solamente comentarte que el número 492 está repetido, lo ocupaba Daniel Durand.

    Aprovecho para darte la enhorabuena por esta magnífica antología.

    Saludos.

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  2. Paloma, gracias por la advertencia, ya lo corregí
    un fuerte abrazo
    Fernando

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  3. Carlos Pintado, la voz de la noche y las sombras. La luz pura.

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