SOLEDAD MUÑOZ
Soledad Muñoz (Mendoza, Argentina 1979) trabaja como docente y empleada de comercio. Ha participado en diversos recitales de poesía. Publicó “Movimientos” (2013), “Veinte y una Velocidades” (Proyecto editorial Itinerante / Mar Adentro, 2014), y participó de la antología “Lo oscuro trabaja” (Carbónico Ediciones, 2015).
Mi cuerpo nómade es atravesado
por todos los sonidos de la música.
Me muevo lento
Me limpio
Me sumerjo en el útero de la tierra
para nacer nuevamente mujer.
El sueño fue un acto de salvación:
El cuerpo se desplomaba
sobre el lomo de un gran elefante
y una canción llegaba a lo lejos
Las impurezas de un estado de vigilia
me sustrajeron de lo cotidiano
una noche pasó que
la luna se puso en tono magenta
y yo vestida de sonidos y de colores
conjuraba palabras suaves para llegar
a más sueños en donde ya no era nada
solo una forma fragmentada de mis días
necesito ver cómo crecen las flores de tu jardín
necesito morir para saber cómo continúa la historia
juntábamos en las calles de noche
miradas viejas y tristes
de bebedores aficionados
el otoño ha dejado un dolor secándose
ya no relincho por las noches.
*
Cuando más sea preciso refugiarse en los abrazos
Cuando más se abran las flores en todos los jardines
No olvidarás nunca las palabras
que fragmentaron tu cuerpo
un hilo de lana roza los párpados
suave cae la punta del hilo sobre los labios
Todas las calles del barrio
tienen un perro que ladra
a las bicicletas
todas las calles
tienen niños que juegan a la pelota
y mantienen su inocencia
Todas tienen rejas
todas tienen muerte
todas las calles supuran miseria
amores con resaca
y te despiertas y
la ternura que se extingue rápidamente
tan rápida
como la llama de la cerilla que se apaga
antes de llegar al otro extremo
es el tiempo preciso
de dejar todo como está.
*
Aun no he tomado todas las precauciones para enfrentarme
con la sensata muerte
apenas un soplo
una suave inclinación del cuerpo
y el polvillo desaparece en el aire
algunos restos apenas visibles danzan entre nosotros
caen lentas las palabras sobre la hierba
un suave temblor en las manos
hace música en el poema
buscas en el cielorraso
la imagen de la película
para no olvidar lo que eras
un pájaro
un bosque
un rio.
El jardín ha resistido otro invierno
la necesidad de ver todo cómo se transforma
me ha llevado a lo más profundo del vacío mismo
algunos objetos han cambiado su lugar
y una suave melodía flota en el aire
las paredes vivas proyectan la historia
de millones de años
una y otra vez
una y otra vez
acá adentro se está muy bien
no existe el lenguaje
no existe el cuerpo material
no existe el tiempo ni el espacio
no existe dios
acá Dios no tiene nada que ver!
es la belleza misma de la que estamos hechos
una tela
un tejido
un polvillo
un resplandor
había olvidado quien era:
una nube errante, rebelde y solitaria
que se estremece dando el gran salto
pero afuera ellos se esfuerzan
por seguir muertos en su voluntaria quietud
son sólo el alimento de un orden
que no existe:
todos quieren ser el fruto de ese árbol
todos quisieran vivir y ser memoria
a veces mi despiadado humor hace silencio
cuando las palabras se caen a pedazos
no soy más que otra parte de esa mujer
que cuida un jardín
que resiste otro invierno.
VEINTE Y UNA VELOCIDADES
Editorial Mar Adentro Mendoza, 2016
EN LA SIESTA
aparecen
las mejores imágenes
de todas las ideas olvidadas
salgo en la bici
en el tiempo de descanso
del trabajo
a dar una vuelta
por las calles
empedradas
de Perdriel
adentro
todos están en sus casas
almorzando quizás
un puchero
o hablando
o mirando
algún programa de T.V
y los niños chillan
yo los escucho
desde afuera
el volumen está alto
la calle está silenciosa
mientras pedaleo
silbando por lo bajo una canción
que nadie conoce
porque los espacios
se hacen largos
y las nubes
flotan errantes
y los pájaros
hacen más grandes sus nidos
entonces paro un rato
contemplando el cielo
y me siento en un banco
frente a unas viñas
a esperar que el momento llegue
la tibieza del sol acaricia mis manos
sosteniendo la calma
de esa mansa siesta
y entonces un niño llora
probablemente
no quiere comer
y su cara esté pegoteada
de comida que no le gustó
tomo un sorbo de agua
lo retengo en mi boca
y vuelvo a pedalear
todavía queda un espacio de tiempo
entre vos y yo
acaso para seguir
pedaleo lento
acaso para no llegar
pedaleo lento
y pienso en los trabajadores
que continúan su jornada
como yo
que en mi tiempo de descanso
busco una imagen
que me estremezca
y las retroexcavadoras
no paran
la tierra
se ve húmeda
removida hasta lo más profundo
y el silencio del comienzo
se desvanece cuando me acerco
a lo más oscuro
de esa tierra
de ese recuerdo
y mi cuerpo vibra
y me paro sobre los pedales
que también tiemblan
empujando suave lento
los motores se escuchan
cada vez más bajos
un hombre cruza el alambrado
un niño junto a un naranjo
parado está
y espera a su madre
con una pelota en la mano
dos vecinas se han sentado en
la puerta a tomar coca-cola
bajo el sol
de este invierno amarillo
y pienso en que todo podría ser
más sencillo
en la vida de cada uno
en mi espera
en mis gestos
como ese niño
que ata con paciencia
los cordones de sus zapatillas
y me dice hola
y siento
cómo un aire fresco
atraviesa mi cuerpo
y me conmueve
por la calle de la plaza
hay una casa color rosa
con malvones en la entrada
un perro duerme junto a la puerta
otro perro
levanta la pata
en el último árbol
que olió
y ladra a las ruedas de
las bicis de unas niñas que cruzan
y yo me quedo
debajo del cielo
mirando las nubes
bajo el cambio
la bajada es suave
la pedaleada lenta
el viento apenas se siente
helar mis dedos
el viento apenas mueve
las últimas hojas
y pienso
en el chico que me gusta
y su campera de cuero
en sus ojos negros
desparramándose
por mi espalda
y cuando pienso en eso
parada frente a la escuela
en el chico que me gusta
y su campera de cuero
siento que
no hay nada más bonito
que la siesta
y sus efectos
permanecer en silencio
bajo este sol salvaje
bajo la grandeza
de esta naturaleza
con sus casas
sus familias
sus perros
sus maestras
vuelvo al trabajo
de regreso
pedaleando lento
cantando bajito
una canción
que nadie conoce.
SALIMOS en nuestras bicicletas
mediodía despojado de nubes errantes
silencios desterrados
de su memoria huérfana.
"no te abrás tanto, mantenete en la línea"
le dice
la madre a su hijo
pedaleamos pedaleamos pedaleamos
un sol rabioso
atraviesa nuestras nucas
calles de piedras
polvo
y el espanto en su cara roja
la gota de sudor que corre
por su mejilla robusta
pedaleamos pedaleamos pedaleamos
como despertar de un profundo sueño
preparamos el fuego
la bella tarea
de hacer que todo arda
preparar el fuego
quemar la madera
bajo la madera el fuego arde
la carne se quema
bajo el fuego
las palabras
también se queman
"pasala pasala acá de pechito
y la baja de taquito
la radio suena con un river-tigre
que lo pone feliz por la triple goleada de river
el rastrillo arrastra todo el pasto
envejecido
amarillo
de nuestros últimos días
el invierno trajo
los restos
de una canción que llegó de lejos
las despedimos con alegría dominical
a las hojas
los palitos
la montañita de hojas secas
por debajo asoma el nuevo pasto verde
le damos agua de beber
cultivamos los recuerdos en el agua
nada se inunda
nada se desborda
de regreso volvemos en nuestras bicis
pedaleando pedaleando pedaleando
cargando con la alegría
de nuestros corazones agitados
esperando otro domingo
esperando otra vuelta
porque no hay nada más lindo
que llenar lo que estaba vacío
como un generoso
acto de creencia.
NOS DESPIERTA la luz
que entra por la ventana
sobre nuestras caras
el brillo dorado rabioso
de un sol de noviembre
algunas moscas zumban
sobre nuestros cuerpos
las corremos con las manos
formamos sombras
en las paredes
y nos miramos
reímos
desnudos
destapados
con nuestros ojos achinados
por la mañana
y me mirás
y decís hola
despacito
te digo hola
y beso tu frente
como un acto
de inmensa ternura
y trato de recordar
el sueño que tuve
veo un pedazo de cielo
de noche
apenas iluminado
tres ancianas en el patio
piden entrar
quieren el pájaro de colores
que está apoyado
sobre mi hombro
les obsequio el pájaro
a las tres ancianas
en eso te paso a buscar
vamos en bicicleta
a comprar pan
para desayunar
y reímos
no sé de qué
del pájaro de colores
pero es bonito sentir cómo se derrama la luz
de ese cielo tremendo
sobre nuestros cuerpos
livianos
tibios
y el paisaje
siempre es el mismo
me preguntás
qué pasa
yo callada medio loca
te miro
y mis pensamientos
se hunden sobre tu pecho
que sigue caliente
y me quedo así un
rato recordando el sueño
los pájaros
hasta que suene por tercera vez
la alarma del celular
y me levante
para ir a trabajar
y vos también te levantes
para ir a trabajar
y me digas
quiero estar tranquilo
y la mañana sea fresca
y mi resaca no te asuste
y mi bajón no te espante
entonces me cuelgo la mochila
enciendo la música
del mp 3
y voy en la bici
recordando tus gestos
tus relatos fragmentados
y pienso
en regalarte una arrocera
en decirte que ya no hay
nada que temer
que todo lo que nos pasa
no es más que estar vivos.
ME GUSTA una chica
que anda en bicicleta
usa pantalones cortos
y lleva una remera
que está re buena
la crucé una tarde en la calle
mientras andábamos
en bicicleta
ella me miró y yo pensé:
“qué linda que es esa chica que anda en bicicleta”
Cuando llegué a la escuela
ahí estaba ella
atando su bici playera
con la cadena
me miraba de reojo
como si supiera
la invité a tomar una cerveza negra
la invité a quemar flores
bajo la tibieza del sol
en la terraza de la escuela
la invitás a dar una vuelta larga
en nuestras bicicletas
fuimos al parque
fuimos a la plaza
y nos tiramos sobre el pasto
y jugamos
nos miramos
nos tocamos
tiramos de nuestro pelo
tan dignas
tan amigas
bajo un tremendo cielo de siesta
recibimos la caricia del sol
entre las piernas
una nube de humo cítrico
la coronaba
como una princesa
y bebimos la última cerveza
entonces la tarde
se hizo más lenta
Y les digo mis amigos que
no hay nada bonito
que sentirse felices
aunque a ella no le guste mi gato
yo la invitaré por las tardes
a fumar hierba
a tomar mate
en el patio de la escuela
y le pondré música
y ella me escribirá poemas de amor
y seremos amigas por siempre.
pero lo más bonito de todo esto es
verla a ella
con su pelo revuelto de locura
partiendo en su bicicleta.
COMO UNA PLANTA interior que nadie riega
te escribirán una carta de Amor
que te hará llorar
y recordarás
toda la calma
de los peces en el mar
y las botellas
de plástico
flotando en el zanjón
se pudren
mientras vas
en tu bicicleta roja
cantando para adentro
una canción
que nadie conoce
y te duele
el cuello
la cabeza
los pensamientos
y pedaleas
pedaleas lento
querés llegar
comer
bañarte
dormir
pero entonces
te das cuenta
que ya no querés
dormir solo
que los huesos te duelen
que hay que resistir
otro invierno más.
PEDALEAR
pedalear
pedalear
no pensar
vaciar el pensamiento
de fantasmas quisquillosos
sólo pedalear sobre la ruta
vacía sabiendo qué:
“así es todo”
el silencio y todas sus formas
las piernas se tensan
sentir el peso del cuerpo
sobre los pedales
oir el canto de los pájaros
en los cerros
respirar el perfume de la jarilla
desplomarme sobre la bicicleta
y bajar velozmente
que el viento arrase
con todo los olores
que el viento me lleve
más cerca del cielo
entran y salen las penas
bajón de día domingo
ya no importa
que el viento se lo lleve
pedalear
pedalear
sólo pedalear.
RECUERDO CUANDO CRUCÉ esa tarde el parque en bicicleta
recuerdo cuando frené y me di vuelta para ver el rostro de una mujer que alguna vez olvidé.
recuerdo la chica promotora que aprovechó que yo paré
para hacerme una encuesta sobre no sé qué. recuerdo las tardes de tai chi en el parque bajo el sol
recuerdo el camino que hice en bici desde mi casa hasta Perdriel
el carril
las bocinas
las puteadas del taxista al chofer de la línea 850
el puente azul y el río seco
recuerdo el día que jugó Argentina-Nigeria
en un mediodía gris
recuerdo la cara del pibe apuntándome con un arma
recuerdo la última foto que saqué
recuerdo la vuelta en bici escuchando
el partido por la radio
mientras lloraba en silencio
recuerdo ese día que volví a sentir miedo
y un perro se entregaba a la muerte
recuerdo todos los perros muertos que he visto
junto a la ruta
recuerdo el perro de la vecina ladrando
a las ruedas de mi bici y yo me reía
recuerdo esa tarde que fui a nadar y me sentí feliz
recuerdo tu sonrisa al abrir la puerta
y el olor a comida casera que salía de adentro
recuerdo la música que sonó esa noche
Billie Holiday
y yo dije
¿bailamos?
recuerdo el chocolate aireado
y la sonrisa en mi rostro
recuerdo cuando mi intestino explotó
y todo fue abierto otra vez
recuerdo el dolor del cuerpo
el vientre zurcido
los olores de mi niñez
recuerdo mi primera
y mi última masturbación
recuerdo todas las veces que te olvidé
y te nombré
recuerdo a un solitario parroquiano
bebiendo una cerveza en un bar de Retiro
recuerdo a una mujer de cabello blanco y abanico rojo
tomando una sevenap
mientras escribía en una pequeña libreta
todos sus recuerdos
recuerdo al chico colombiano que me invitó
a fumar en plaza Juramento
recuerdo todas las noches que perdí el control
menos las mañanas de resaca
recuerdo cuando vi sonreír a mi papá
por última vez
recuerdo las siestas en el balcón
recuerdo cuando te escribí y te dije "necesito un abrazo"
recuerdo el día que salimos juntos a comprar un jazmín
y la planta casi muere
y yo pensaba en la muerte del Amor
recuerdo las tardes que pasaba encerrada en el baño de la escuela
con una amiga y nos besábamos
recuerdo mi amigo desconocido
escribiendo poemas a la distancia.
recuerdo las playas de claromecó en soledad
recuerdo una siesta tirada bajo un campo de girasoles
y las últimas luces del atardecer en Olavarría
recuerdo la cerveza negra en el club Álvaro Barros
recuerdo verte bajar del bus al mediodía
mientras yo miraba por la ventana del hospital
y me estremecía
recuerdo tu miedo
tus vueltas a mi alrededor
recuerdo las noches de frío cuando dormías en los jueguitos de la plaza
y yo te despertaba por las mañanas
recuerdo el brillo del sol entrando por tu puerta
vos saludabas con una mano en alto
mientras partía en mi bicicleta
recuerdo todas tus historias contadas
todos los caminos que recorrí
todas las noches que me perdí
y así van las cosas
de un movimiento a otro
de un recuerdo a otro.
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