martes, 14 de febrero de 2017

MARCOS WERTHEIMER [19.938]


MARCOS WERTHEIMER

Marcos Wertheimer nació en Buenos Aires en 1992. Escribe desde los 13 años.

Es músico y poeta. Dejó sus estudios académicos para dedicarse a la autoexploración, principalmente a través del Tantra, el budismo y la astrología.

Luego de dos años de taller literario con su madre, la poeta Gisela Galimi, está participando del tercer año de taller con la poeta María Julia de Ruschi. En 2014 realizó una edición artesanal de su primer libro de poemas, La llama que queda.

En 2015 publicó su segundo libro, La luz de un álamo.





ALMA PEREGRINA

Observo esta piedra inmemorial,
hija de cronos.
Siente el rasguño del silencio,
brillo y hendidura
en el rojizo contorno de su herida.
¡Quién tuviera su pureza 
frente al abismo!
Como una sombra mutilada por su espejo,
como la esperanza de quien crece abandonado,
como el agua sólida de la impermanencia,
como yo.
Otro velo ha caído
en la tarde del cuerpo:
he visto mi propia alma peregrina en esta piedra.






EL ENCUENTRO

Detrás de cada encuentro, la soledad.
Detrás de la soledad, el encuentro.

Y ella dice adiós
y es como la muerte
o la calma de olvidarse del espejo
o simplemente se va
y estamos yo conmigo
y la inmensidad del jardín.



DANZA DEL POETA

Bendigo esta danza que me habita,
esta vida que me danza.

El cielo está abierto,
un gran ojo de porcelana
de cara a la eternidad.

Oh danza de poetas desnudos,
ritual de vientos cálidos del otoño.

Lágrima, manantial,
donde se refleja mi rostro de cristal.

¡Descansen sobre mí todas las tristezas!

Ya no tiembles, pequeño.

Ya no tiembles,
poeta.

Tiembla.

Tiembla hasta que tu temblor tenga el ritmo de la luz
o indomable se transforme en el vuelo de los cisnes,
en la carcajada de Dios.

Descansen sobre mí todos los fuegos
hasta que sólo el Sol resplandezca en esta piel

Descanso sobre mí
¡descanso y danzo!

hasta deshacerme

hasta renacer

en la canción que el silencio descubre.



HOMBRE Y MUJER

Son cuerpos desdibujados
sentados frente al misterio.

Él toca el acordeón, nada sabe
de la guerra y de la luz.

Ella canta
o susurra
con su largo vestido blanco
símbolos de viento y olvido.

Él toca el acordeón bajo el manto de su mirada.

Al fondo del pasillo
nada más que
cuerpos desdibujados,
divididos
entre la sombra y el arte,
entre el brillo y la sed.

En la sala
estatuas de lobos y de budas,
paz salvaje,
ferocidad serena mientras él
toca el acordeón y ella susurra.

¿Quién verá bajo la última luz del escenario
el grito de auxilio del hombre en la canoa?

¿Quién sabrá que en los ojos de él
mientras toca el acordeón nacen las lágrimas
al palpar la muerte en la tormenta
si ni siquiera tiene rostro?

Hay un ala rota en el suelo
mientras él toca el acordeón
y ella mira hacia abajo y susurra
palabras que significan dioses y demonios,
que no significan nada,

hay un ala rota en el suelo y en la voz,
un violín abandonado en el rincón
y una plegaria que recuerda
que dios es lejano,
que de dios nada saben
el hombre y su acordeón,
la mujer y su vestido,
el violín y la memoria.

Hay un ala rota en el suelo y la música
huele a silencio.

Él toca el acordeón y nada sabe,
ella canta la voz suave del vacío.

Son cuerpos desdibujados
sentados frente al misterio.



OTOÑO

Hoy el otoño es sutil,
suave como la mirada del tirano
que llora al presenciar el parto de su hija menor.

Hoy el otoño es sutil,
llama de libertad
en el recién nacido
al otro lado del olvido y de la muerte.

Siento cada paso del otoño,
mis pasos que se funden con la tierra.

¿Y quién conoce acaso su propia mano
o el símbolo que en ella se eleva,
puente entre el río y la sal?

¿Quién conoce acaso el otoño
o la lluvia que riega los abismos?

¿Y quién no ha atrapado en su morada una paloma
antes de darle la más pura libertad?

El otoño es esa paloma
que conoce la mirada de la muerte
mas canta por la vida,
canta y es vida y es cristal.




MI PARED

Esta es mi pared.
La miro fijo.
Esta es mi pared de mil formas.
No existe más que mi pared,
la miro fijo.

Pared, cascada que cae
en constante movimiento.
Siempre mi pared ante los ojos,
cielos infinitos entre nosotros, la pared y yo.
Cielos infinitos, también mi pared.

Esta es mi pared de mil formas.
Yo también soy la pared.




HALLARTE

Si hoy no te encuentro ha de ser por buscarte.

A lo lejos, en el fuego, te veo...

Aquí no hay poema, sólo escombros,
el mismo aprendizaje una y otra vez no aprendido,
el de soltar las cenizas
y reír de las estrellas náufragas en tu cuerpo.

Ya he huído

y solo en la montaña crié ovejas
y canté ebrio bajo la luna
los himnos escritos en mi frente
y jamás volví,
   jamás volví,
jamás junto a ellos
jamás
          juntos
                    nosotros,
                                         jamás juntos yo y yo. 

Y allí me oculté de la miseria
y aprendí la verdad escrita en la corteza del viento 

(Pero siempre añoré volver a casa
  y que allí estés, la cena en la mesa,
  la sonrisa dispuesta,
   y la caricia...)

Tanta sabiduría
muere hoy conmigo en la montaña,
me la llevo toda y tú
nunca sabrás que ha sido de mi último poema
que escribí con la sangre de mi cuerpo ya muerto.

La única sabiduría es el
                                               ADIÓS.

Hoy parto
pero no volveré a partir de ti.

Hoy parto
               abierto
                            para hallarte.


*****


Cae el muro de piedra
que separa mi sexo de la luz.

Allí baila mi madre vestida de guirnaldas,
un niño en brazos
que soy yo
y no soy.

La forma de mi cuerpo
se torna difusa, 
abierta.

Tengo miedo
de desaparecer
de ser demasiado grande
hasta que nada en mí
parezca humano.

Cae el muro de piedra.
Un nuevo espacio
entre mi cuerpo y Dios,
un nuevo sexo,
caballos salvajes
corriendo en las praderas del misterio.

Paz. Paz.
Como si hubiera algo que hacer
con tanta paz
además de sentirla.

No.

Simplemente recorrerla
como quien recorre su nuevo hogar
recién llegado,
como quien despierta en la mañana
y mira al sol, sorprendido
de que haya vuelto a salir.

Recorrerla
como quien recorre la ciudad
mientras atardece
y a pesar del ruido del tránsito
todo se vuelve una dulce sinfonía
un rojo degradé
y el canto
de la primera estrella.



*


Los seres de la luna comienzan a surgir,
madres de la tierra
vuelan por las praderas de la sombra.

Comienzan a cantar
la canción de las mareas y el adiós.

Ha llegado el momento
el abismo de nuestros propios recuerdos
la locura en los ojos cristalizada,
nubes ligeras transportan
los mensajes de la luz.

Ha llegado el momento
estamos muertos ya
y aún tenemos que morir,
abandonarnos, abandonarte, abandonarme,
abandonar esta trama de azul algodón,
este recinto de descanso,
hilo de locura, pánico y amor
el momento
susurro de muerte,
paso último
paraíso innombrable
río de eterno devenir
el momento
del misterio de la luna.



*




La música me penetra
con su insoportable belleza,
una caricia
tan doloroso
el vacío
de tenerme
y no verme.

Si hubiera tregua
para mis pulmones
pero la muerte es más un susurro lejano en algún pueblo
perdido, donde nadie ha aprendido
a temerle
y solo cantan
un paraíso
de insoportable belleza.

Los vientos se reúnen
en mi pecho,
la historia
de todos los humanos,
pero la muerte
pero el susurro del tiempo
los surcos secretos de mi piel

y solo canto
un paraíso
de insoportable belleza
y tempestad
o tormento.

¿Cómo es el tono
celeste
de lo inalcanzable?

(¿Cómo es la realidad de la voz sorda?)
(¿Qué es cantar?)

Pero los vientos se reúnen
en mi pecho,
la historia 
de todos los humanos,
pero la muerte
escucho ese temblor
de los vivos,
esa corazonada que nos une con
algo
que nos mantiene unidos
algo
que nos refugia y
nos abandona,
nos deja solos
y nos mantiene unidos
y solo cantamos
un paraíso
de insoportable belleza.

Y no hay fin
más que el de cada día,
cada instante,
este instante:
la noche oscura que envuelve
mi pasado,
la sopa que se cocina en 
la olla
a fuego lento,
las palabras
que crean una brecha
entre el comienzo y el final
donde me ahogo
y me salvo
pero la muerte

solo canta
un paraíso
de insoportable belleza.



*


Veo mi fuego en el espejo del vacío.

Las llamas negadas
los límites 
que le pongo a la vida
al infierno de plenitud.

La libertad se enciende
como un grito silencioso
un poder olvidado
en las ruinas de 
una ciudad muerta,
asesinada
por el “no”.

La locura es posibilidad
de libertad resplandeciente,
el aire nutre
el reflejo 
de los astros
en mi garganta.

-Si vieras la mueca
que roza en mi cara
a la sonrisa y a la muerte...

Queda
una pregunta
frente a tanta vida
vivida y sin vivir,
¿qué se hace?

Mientras tanto vuelvo en tren a casa
escribo estas palabras
sin respuestas,
sólo fuego,
sólo voz.


*



Mi voz ha otoñecido.

Las hojas del árbol
abandonaron el verde tono de los vivos
para cantar la roja melodía.

Penetran la mañana
con un leve vaivén
frente a la muerte.

Es el canto de los miedos 
que permanecen todavía sin tocar,
es el niño que cada noche
esperaba impaciente
el final, y no nombraba
más que la luz
y su ausencia.

El otoño es la fuerza,
secreto de mi alma.
Mi corazón se abre en dos
para cantar la roja melodía.

La ciudad distante, 
pasos cercanos,
un ave,
una hoja que cae,
todo es armonía,
todo es el telón de fondo
para esta música.

Todo es un telón de fondo,
la poesía, el cuerpo
el poeta, 
el cantor,
el tiempo parece suspendido,
la quietud,
el aire denso...

Yo mismo soy
un telón de fondo,
todo es
un telón de fondo
para cantar la roja melodía.



*


Cerveza
La noche me rodea,
frente a ella todos los espejos donde me veo
crecer y morir,
cantar, soñar,
andar desorientado en este abismo insondable.

Bebo de este vaso de cerveza
en un intento celebrativo,
un brindis con la luna llena,
que en la misma calle
me encuentra una y otra vez
al borde de la lágrima,
siempre la misma lágrima,
la misma luna,
la misma calle,
una trama con desenlace
previsible,
cada instante frente a la
incertidumbre,
cada instante vivido
entre lo previsible de mis historias
y la incertidumbre del destino que no tejo,
que nadie teje,
que todos tejemos a la vez
con destellos de belleza
y enriedos precoces
y nunca una
consumación.

Esta noche la luna me envolvió
como a un niño abrazado
por todas las mujeres de la tierra,
danza o acunamiento. Entonces
compré una cerveza
en un intento de brindar
con mis temores,
de gritarle a los sueños
la canción de los vivos
a ver si
logro
moverme
de esta densa
marea
sin forma
que escribe
cada instante vivido.

La cerveza es negra,
artesanal,
amarga. Celebración
amarga. Celebración
al fin y al cabo
junto a mis miedos
y los miedos
de mis miedos
por los siglos
de los siglos
celebrando
viviendo
muriendo:
la verdad.



*


Qué fácil olvido las caricias
de las hojas en los montes,
el sonido de las flores,
sutil canción que vibra
en mis manos.

Olvido los cuerpos salvajes
de los caballos que monto
rumbo a nuevas tierras,
el vigor de la sangre en movimiento.

Qué fácil olvido 
la música incesante de los astros,
el tono de cada constelación
escribiendo sobre mi cuerpo
el poema.

Qué fácil olvido la mirada
de la mujer que conmigo
atraviesa el horizonte,
la blanca sonrisa 
en su cuerpo desnudo.

Qué fácil todo lo olvido
cuando me olvido de mirar
y me separo
y me pierdo en las lagunas de mi soledad
y la soberbia
con los remos partidos,
el cuerpo tenso
y las pupilas ocupadas con
la victoria.

Qué fácil todo lo olvido
cuando me olvido de mí.


*



Lancen el ancla

¡Lancen el ancla!
Que en esta tierra han muerto mis ancestros
y ha nacido un niño.
Las estrellas en la ventana escarchada de los autos
aquella noche
cuando fui hombre por primera vez,
y las mujeres de esta tierra
que he amado,
tus labios acariciando suaves
el contorno de mis labios,
la luna.

¡Lancen el ancla!
Que es la tierra de mis hogares
de paredes encendidas,
los árboles mueren cada día,
las constelaciones
rasgaban
mi destino
en una blanca tela,
una mañana
un roce inesperado,
las estrellas
iluminaron mis ojos,
el ancla en la tierra.



*


Han rasgado la tela de mi prisión y no sé
si estoy adentro
o afuera
o en el espacio intermedio
o si soy la tela
y soy la duda
y soy la nada.

Y ahora que sólo el corazón respira,
y ahora que el cuerpo se vuelve memoria,
espacio intermedio,
nublado,
¿dónde está escondido el fuego?

Soy como un hombre sin camino
andando todos los caminos,
vestido de sueños,
tan desnudo
tan pequeño
frente a tanto vacío.

No quiero consuelo
ni perdón
ni perdonaré esta noche a quienes se atrevan a consolarme,
a jugar con mi herida
esta noche
tal vez sea un perro hambriento
y comeré la basura de alguna ricachona
y no me toques
que estoy
en el espacio intermedio
limbo
a punto de caer 
en el abrazo misericordioso
de los muertos que oculto
bajo mis párpados
donde el azar
ruge
sombras
niños
vidas
ruge
ríos
verde
gris
gris
gris.

Y qué si todo esto fuera un error,
el espacio intermedio,
la meditación,
la lluvia,
la medicación,
el llanto,
el sol, 
la risa,
toda una máscara con que cubrimos el disfraz de nuestra sombra que todo lo abarca, 
todo una niña de negro violada por los dioses más piadosos de mi infancia,
todo una roca,
una roca
que cae.
Qué si todo fuera un espacio intermedio
que nunca acaba.

¿Cuándo la piedad
extenderá su mano
al último mortal?

No, no puedo seguir viendo
las cartas que mi padre no escribió,
no puedo seguir andando ciego
por las hojas de los cuentos de mi abuelo,
ciego,
por la sombra de mis ancestros,
por el canto de sus sombras.

Bestias, memorias,
mi tentación
mi destrucción
mi canto.

Han rasgado la tela de mi prisión,
estoy solo
unido a la garganta del vacío,
soy solo
en el amor y en toda sombra.


*

Las nubes hacen el amor y nace el sol.

¿Para qué?
¿Para qué?
¿Para qué?

Simplemente nace el Sol, las nubes tienen sexo, orgías de aguas que se elevan. Simplemente me siento liviano sin disfraces, y amo este río de tempestad que me recorre.

Pareciera que es más fácil expresar el dolor, como si más me fueran a querer cuando me caigo.

¡Pero me siento libre, radiante! ¡Qué mañana ideal para la magia, para finalmente cubrirme de cenizas y renacer!

¿Para qué?
¿Para qué?
¿Para qué?

Renacer, he dicho; volver a casa. Volver desde el agujero más oscuro a sumergirme en el canto de la tierra, canto de aves y motores, palabras, voces, silencio. Simplemente renacer, jugar con barro y nieve, crearme nuevamente en cada paso. Tal vez esta vuelta sin sentido alguno. Tal vez esta vuelta sin sentido alguno. Simplemente renacer para encontrarnos y perdernos, para escribir, reír, llorar, crecer, cantar, jugar, coger, bailar, comer, reír... reír, encontrar a Dios, esa eterna carcajada que se esconde en cada instante, esa eterna carcajada que destruye la ilusión y nos desnuda. Animales en celo, niños inocentes, nubes y sol y el canto de la tierra.

Para qué...

¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!

Las nubes hacen el amor y nace el sol.






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