martes, 21 de febrero de 2017

GRACIA AGUILAR [19.959]


GRACIA AGUILAR 

Gracia Aguilar Almendros. Nació en Albacete en 1982. Es Licenciada en Humanidades. Ha publicado poemas en varias revistas y fanzines, como Barcarola, La Siesta del Lobo, Isla Desnuda o Feria. Figura en la antología de poetas jóvenes de Albacete Generación Fanzine de Arturo Tendero y en la antología Guía de poetas de Albacete 2009. Ha obtenido el premio de Poesía Joven convocado por el Ayuntamiento de Albacete (2005). También ha sido reconocida con el Premio Jóvenes Artistas de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.



POÉTICA

Soy hija de poeta, es decir, la poesía ha sido,
desde muy temprano, la forma natural de in-
tentar explicarme a mí misma. La poesía fun-
ciona también como un interruptor que puede
parar mis obsesiones, por eso, para mí, es im-
portante el ritmo, porque suplanta otro ritmo,
repetitivo y doloroso, que puede arrastrarme. A
menudo acuden versos sueltos a mi mente y me
curan. Creo en el poder de la palabra, mis poe-
mas son a veces oraciones profanas. También
creo que leer a Safo cuando empezaba a descu-
brir el cuerpo me cambió, me hizo nombrar el
deseo de otras formas.



BAILANDO CON LOBAS

Esos segundos
enloquecidos,
en los que soy tan solo movimiento.

Para dar el siguiente paso
no hay más que seguir
una cadencia más sabia que yo.

Siento la cálida respiración
de la manada,
huelo, respiro nuestra carne,
encendida y diversa.
Una mano acaricia mi pelaje
y aúllo feliz.



AUTODEFENSA

                    A Pedro Gascón, que me dijo:”Escríbelo”.

Mis guantes mienten,
bajo la lana rosa
son guantes de boxeo.

A los seis años me hicieron tomar
amargas medicinas,
queriendo así calmar la rabia
de mis defensas,
hasta ese punto llego en mis ataques preventivos.

Y sabed
que bendigo mi fuerza
y mis puños ensangrentados.

Tenía dieciocho
cuando por vez primera
intentaron violarme,
y veinte la segunda,
no pudieron, pues soy
una pequeña boxeadora
afortunada.

Nunca lo había escrito
por no ser una chica
que escribe violación o semen
y quiere ser con ello transgresora,
porque en mis poemas
lo oscuro apenas me rozaba.

Hoy escribo ansiolítico,
dolor y semen
porque conozco su sabor.

Hoy ansío un descanso entre rounds,
una voz dentro
de mí, o fuera,
que como Humphrey Bogart diga:
“Tranquila, preciosa, todo irá bien”.

Y sobre todo,
y por favor que yo,
sobre todo, que me lo crea.





FINISTERRE

Allí pesaba el cielo,
era una sábana ceñida y fría,
yo un animal boqueante.

Aquí la luz es miel untada,
y dora todo por igual.
Es sencillo formar parte de un horizonte,
cuya vastedad es la tuya.

Pero una madrugada,
a la salida de aquel bar,
me esperaba la nieve,
intentaba lamer mis muslos,
y mendigando así mi amor
callada y blanca, la ciudad
se ofreció al fin.



Aunque he permanecido
tímida en mi inmensidad
como los calamares gigantes, abisales;
hoy sé que quepo
en todos los abrazos.

Y ya no voy a cometer
con el mundo, la infidelidad
del gato que cuidadosamente,
limpia su piel
hasta que no deja rastro de nosotros.

Tengo la solución
para salir del laberinto
de casas blancas:
cruzar las puertas
en las que se escribió mi nombre.
Mi nombre, síntesis del mundo,
con tiza, en la pared.



Tienes otra materia, otros ritmos,
mas todo el mundo es una extensión
de mi y tú una de las más dulces,
ante ti siempre estoy descalza,
despeinada, recién amanecida.
Ven a mi fragilidad de pijama.
Toda piel que he tocado me ha convertido en oro,
Déjame buscarme en tu cuerpo,
lámeme el alma.



Clara, mi hermana,
primera prueba, luminosa
y cierta como un grito,
de que alguien diferente a mí,
puede quererme.

Me alejaba, yo a veces, en los libros
y también la encontraba allí,
en la palabra “rapaz”,
en toda defi nición de un cachorro,
cuando alguien dice: limpia de corazón.

Sentir cerca su olor
es saber que lo abstracto
nunca te atrapará.



Era mi sueño de ciencia ficción:
Escapábamos de esa isla rojiza
en una nave voladora,
dentro una luz rubia bañaba
los mandos.
Y nos conducía con cadencia de Chet Baker a casa.

Cómoda dentro de esta incertidumbre de pies desnudos
las huidas no preocupan si aceptas
esta continua travesía, el mundo
por un orden con patas de elefante
sostenido,
un control automático que conoce el camino,
describir todos los sabores nuevos
en gruesas libretas de viaje esta.



Hasta la madre se convirtió en barro
un barro acuoso,
frágil y sin cocer.
Y quedé sostenida
por un latido desigual, pequeño,
polivalente e incierta como célula madre:
y aún así cada vez más definible,
con un cuerpo mullido y nuevo,
anchas caderas que me sostienen,
un cuerpo que jamás pronunciará
un noli me tangere.
Camino ahora con pies de barro,
desnuda, sólida y pluvial.



He llegado a Fisterra,
la tierra donde acabo,
donde me desconozco,
el final de la Gracia Transparente.

Estoy aquí,
a punto de saltar al agua oscura,
sabiendo que crisálidas y huevos
se suceden, que nunca estaré terminada,
que he de vivir como larva perpetua.
Tatuarme el rostro no me hará más dura
y hace tiempo que las imágenes de las iglesias románicas
no son ejemplo suficiente.
(Tienes razón: tengo heridos los labios
pero los ojos no,
conservo todavía formas de contemplarte
como a un atardecer).

Estoy aquí,
mientras algo ha dorado la ciudad,
una luz antes de la lluvia,
que la hace cálida y más grande.
Allí el acantilado,
Un, dos, tres, cuatro, splass.




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