PABLO DE CÉSPEDES
Arquitecto, escultor, poeta y pintor, había nacido en Córdoba (1548-1608). Como artista se formó en Roma. Mantuvo amistad en Sevilla con Herrera, Medina, Arguijo, Jáuregui, etc.
Su poesía es muy artificiosa por su deseo de imitar la poesía latina.
El conocimiento de Pablo de Céspedes se debe fundamentalmente a Francisco Pacheco, humanista y amigo de Céspedes. Otros biógrafos del pintor fueron Antonio Palomino (1715), Juan Agustín Ceán Bermúdez o el conde de la Viñaza.
Según Palomino nació en Córdoba hacia 1548, pues le supone de sesenta años al morir, en casa de Francisco López Aponte. Se crio con su tío Pedro de Céspedes de quien heredó la ración (prebenda en la Catedral de Toledo), hecho señalado por Pacheco. Sin embargo según la profesora Raya[cita requerida] habría nacido en Alcolea de Torote (actual provincia de Guadalajara) en fecha aún no conocida, pero con anterioridad a 1548. Céan Bermúdez adelanta su nacimiento hacia 1538.
Se educó en la casa en la que nació estudiando las primeras letras, Gramática y Filosofía hasta la edad de dieciocho años (dieciséis según Jonathan Brown) cuando entró en la Universidad Complutense de Alcalá de Henares, donde se graduó en Griego, Latín, Hebreo y Toscano y donde además adquirió una amplia formación humanística. Ambrosio de Morales le confió el desempeño de su cátedra en varias ocasiones. Se desconoce cualquier dato de su formación artística; las primeras referencias proceden de Roma, donde, según Pacheco, pasó siete años. Seguramente se inició en la pintura desde pequeño y perfeccionó su estilo en Roma conociendo a los grandes artistas del Renacimiento italiano y copiando y dibujando obras clásicas. El Conde de la Viñaza habla ya de como desde pequeño hacía figuras en el borde de sus libros de estudio.
Santa Ana, la Virgen y el Niño. Monasterio de Guadalupe, Cáceres.
Giovanni Basglione refiere que Céspedes se encontraba en Roma durante el pontificado de Gregorio II, que comenzó en 1572. En su primer viaje se habría hospedado en la casa del obispo de Zamora (hay confusiones a este respecto sobre si fue en el primer o en el segundo viaje cuando se hospedó allí). Se sabe que en 1577 se hallaba en Córdoba. Pacheco nos habla de que volvió en 1575, año en el que, el 7 de septiembre, tomó posesión de una ración en la Catedral de Córdoba, con general aprobación del cabildo de canónigos y del obispo. Gonzalo Estaquero, prebendado cordobés, se presentó al cabildo y con asistencia del notario Nicolás Rodríguez, exhibió las bulas por las que se concedía a su representado la ración que tenía y disfrutaba Pedro de Céspedes. El cabildo examinó los documentos realizando información acerca del requisito de limpieza de sangre, con el resultado de no existir ningún antecedente musulmán o judío, lo que hizo posible que Pablo de Céspedes recibiese la ración. A pesar de esto se ha podido constatar con varias fuentes que Céspedes no celebró misa en su vida. Tras su vuelta a Córdoba ayudó a su amigo y maestro Ambrosio de Morales a preparar el tercer volumen de su crónica general e inicio correspondencia con el historiador Fernández Franco.
En 1577 realizó su primer viaje a Sevilla para ordenarse de subdiácono y a partir de ese momento sus viajes a Sevilla se hicieron frecuentes, siendo en una de las ocasiones huésped de Francisco Pacheco el cual le hizo un retrato; en esta ciudad también hay diferentes pinturas suyas. Se cree que pudiese tener casa en ella ya que en uno de sus escritos comenta como perdió una estatuilla “egipcia” que tenía en Sevilla al cuidado de un criado suyo junto a otros cosas. Céan Bermúdez cuenta que su última estancia en esta ciudad fue en 1603.
En 1580 se encontraba en Córdoba siendo partícipe de las investigaciones sobre la limpieza de sangre de un compañero prebendado; permaneció allí hasta 1582, año en que el cabildo le comisionó para ir a Roma un año más. Su estancia allí se prolongó, pues en el cabildo del día 18 de noviembre se acordó se le mandasen notas para que regresara a Córdoba. En Italia se vio influenciado por la pintura italiana. Conoció y admiró la obra de Miguel Ángel, al que no conoció en persona por haber fallecido cuatro años antes, de Rafael y de Correggio. Además de Roma, visitó Nápoles, Cumas, Orvieto, Siena, Florencia, Parma, Módena y Génova. En Roma se sabe que se relacionó con varios pintores como Federico Zuccaro de quien fue discípulo y de César Arbasia con el que regresó a España. Como pintor aprendió la técnica al fresco, lo que puede apreciarse en sus obras de una capilla de la iglesia romana de Santa Trinitá dei Monte. También dejó muestras de su pintura en la pared de la iglesia de Araceli.
Placa conmemorativa de Pablo de Céspedes, en la casa donde falleció, en Córdoba
Regresó a Córdoba en 1585 y pasó algún tiempo en Sevilla, donde se relacionó con los ambientes literarios y artísticos de la ciudad. En Córdoba siguió su vida artística y humanista, frecuentando las tertulias y la amistad de los hombres más destacados en las letras y artes; pintó obras para la catedral cordobesa, entre ellas el Retablo de la Santa Cena y el retablo de la capilla de Santa Ana. También se dedicó a la enseñanza del arte, siendo discípulos suyos Juan de Peñalosa, Antonio Contreras y Alonso Vázquez; no pudo serlo, en cambio, Juan Luis Zambrano, a quien Antonio Palomino hace el mejor de sus discípulos, pues nacido en 1598 tenía únicamente diez años al morir Céspedes. Todos ellos siguieron su estilo llegando incluso a superarlo.
Céspedes fue conociendo a los distintos miembros de la academia sevillana. Sus relaciones con estos se encuentran documentadas gracias a las referencias de Pacheco en su Arte de la Pintura. El aspecto más interesante de la asociación de Céspedes con la academia sevillana es su interés por la teoría artística, como demuestran sus cartas. Pacheco comenta que hacía tan poco caso de su hacienda que perdía mucho de su renta por pintar y que apenas sabía contar un real, también comenta que no tuvo vicios conocidos, aunque esta frase en concreto se encuentra repetida en varias biografías de Francisco Pacheco. Su casa recogía muchos objetos que trajo de Italia o encontró en Andalucía, como cuadros, estampas, libros, grabados, dibujos, cera, calcos y vaciados que se pueden encontrar inventariados en el libro de Rafael Ramírez de Arellano Ensayo de un catálogo biográfico de escritores de la provincia de Córdoba.
De las personalidades que influyeron en las ideas teóricas de Céspedes hay que señalar el peso de su formación renacentista en la Universidad de Alcalá de Henares y sobre todo su maestro Ambrosio de Morales. Sin embargo el mayor influjo recibido por sus amistades será el manierista a través de Fernando de Herrera, Fernando de Guzmán en poesía, Zuccaro o Pacheco en pintura. Tuvo estrecha amistad con Benito Arias Montano, el doctor Alderete, César Arbasia, Fernando de Herrera, Pacheco, don Juan de Arguijo, el maestro Medina, el padre Luis del Alcázar, don Fernando de Guzmán y Alonso de Córdoba y Aguilar.
Desde 1604 los padecimientos físicos le impidieron pintar o utilizar el cincel, lo que hizo que se dedicase completamente a la lectura de los clásicos y a escribir. Se sabe que murió en 26 de julio de 1608 en Córdoba (según Pacheco contaba con sesenta años), donde se haya enterrado debajo de uno de los arcos del crucero, frente a la capilla de San Pablo porque en ella acostumbraba a revestirse según cuenta el conde de la Viñaza, en su epitafio se puede leer:
PAULUS DE CESPEDES
HUIUS ALMAE ECCLESIAE PORCIONARIUS,
PICTURAE, SCULTURAE, ARCHITECTURAE,
OMNIUMQUE ARUM ARTIUM, VARIARUMQUE
KLINGUARUM PERITISSIMUS HIC SITUS EST:
OBIT ANNO DOMINI
M.DCVIII.
SEPTIMO KALENDAS SEXTILLIS
Pablo de Céspedes, racionero de esta santa iglesia, peritísimo en la pintura, escultura, arquitectura y todas las bellas artes, y en varios idiomas yace aquí. Murió el año del señor 1608, el veintiséis de julio.
Descenso de Cristo al Limbo, Indianápolis Museum of Art.
Pinturas
Trinità dei Monti (Roma).
Sala Capitular de la Catedral de Sevilla.
Sagrada Cena de la Catedral de Córdoba.
Retablo del Convento de Santa Ana (Córdoba).
Retablo de Santa Ana del Monasterio de Guadalupe (Cáceres).
Obras literarias
Discurso de la comparación de la antigua y moderna pintura y escultura.
Poema de la Pintura.
Discurso de la arquitectura del templo de Salomón.
Carta a Pacheco sobre los procedimientos técnicos de la pintura.
[Pintura del caballo]
Que parezca en el aire y movimiento
la generosa raza do ha venido;
salga con altivez y atrevimiento
vivo en la vista, en la cerviz erguido;
estribe firme el brazo en duro asiento
con el pie resonante y atrevido,
animoso, insolente, libre, ufano,
sin temer el horror de estruendo vano.
Brïoso el alto cuello y enarcado
con la cabeza descarnada y viva;
llenas las cuencas, ancho y dilatado
el bello espacio de la frente altiva;
breve el vientre rollizo, no pesado,
ni caído de lados, y que aviva
los ojos eminentes; las orejas
altas, sin derramarlas, y parejas.
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