José Rolando Rivero
Nació en Ciego de Ávila, Cuba, en 1957. Es narrador, poeta, dramaturgo y artista plástico. Miembro de Honor de la Asociación Hermanos Saíz. Actualmente es el Presidente de Codema, en Ciego de Ávila. Ha publicado los poemarios: El Veedor de los Tañidos, 1990, Ediciones Fidelia; Santa Palabra, Editorial Letras Cubanas, 1996; Áridas Palabras, Editorial Ávila, 2012 y Advocación del siervo, Ediciones Unión, 2012. Ha obtenido, entre otros, los premios: Roque Dalton, Ávila, Pinos Nuevos, Eliseo Diego. Poemas suyos aparecen en revistas como La Gaceta de Cuba, Revolución y Cultura, La Siempreviva y Videncia. Recientemente obtuvo con el libro Como una cinta de Moebius, el Premio Nacional de Poesía Gaceta de Cuba, 2013, que cuenta con el apoyo del Festival Internacional de Poesía de Medellín hace más de una década.
EL MAYOR DOLOR ES TAMBIÉN
SOLO UN CONTORNO*
El que va a partir es una isla dolorosa. Él, que se ignora, es un ángel que viaja a su encuentro en otra Isla que es pródiga.
Él, que es un pájaro y Dios y una palabra que crece dolorosamente desde el fondo de la Isla, va a regresar para definir la partida.
El regreso es la partida.
Es un ángel que ha caído en un mundo caído, y se levanta y arroja las semillas.
Es una nube. El augurio de un Árbol abriéndose en lo hondo de un País como un ángel que regresa.
El País es también una Palabra, otro límite irreal.
El Padre es quien lo espera, los ojos perdidos en el camino desnudo, quien hace la fiesta para el que regresa de la muerte. Él había muerto en su partir.
El Padre es quien recobra su cabeza dócil, como una perla. Inocente, apenas real, ha alcanzado su pureza en alejarse pues también todo viaje purifica, así como todo regreso es hacia el Padre.
El que va a robar el fuego, el que se pierde, es una barca de sombras, un Cordero, una Ciudad perdida entre las llamas, no sabe qué hacer con la luz.
Él, que es la Palabra, es la partida que es todo nacimiento, es el regreso que es todo volver a nacer.
Él, que es la Palabra, ese delirio, va a revelar los signos de la luz.
Ciego de Ávila, 18 de nov. De 1993.
EL VEEDOR DE LOS TAÑIDOS
La señal del ángel
1
El Inocente respira a sorbos la vida,
Buscando un signo en lo oscuro,
La senal
Que traduce el misterio
Que provoca una piedra en el agua,
La espiral ascendente de su cuerpo.
Detenido en la duda de lo tangible,
En la presentida celebración del llanto
Luego del índice en los labios,
Aprehende el latido que lo hechiza.
2
Espero el alba, que se duerme.
Difícil es el alba
En los grises,
En los blancos,
En el frío de la niebla.
Cabeza tristísima, rama,
Perfil sombrío que la deshila.
Triste es el alba
Sin apenas una rosa,
Difíciles que son.
3
Otras palabras
En la diatriba de la yerba contra el viento,
En el ardid de mi desierto urdido.
Las palabras
Del silencio y el escándalo de las cosas vivas
Haciéndome crepitar de gozo.
Otras
En la voz de tus dedos en mi cuerpo,
En las intermitencias de mi corazón,
Como una espada.
4
Descubro la libido del agua,
Sus paredes dulces de flores maceradas.
Agua impúdica,
Desnuda y abierta como una afirmación.
Arco de triunfo en el umbral de lo perdurable,
Provocadora de la cópula en que nos descubrimos.
5
He de andar
Iluminado
Por el leve trazo de su huella en el polvo.
Cántaro sonoro en mi cabeza
Ha de ser,
La vibración del desamparo adentro.
6
Mía
La ternura intacta,
La ordalía del fuego,
Los días,
El mantel como nieve imaginada,
Peces de luz sobre la mesa,
La magia de un futuro mordido
Y la duda
Y el asombro,
Míos.
7
Vea usted,
No son sombras agujereadas
Esas que arrastra el viento.
Vea,
Son las hojas heridas
De los árboles viejos,
Las dolorosas, las últimas hojas.
8
¿Será
Irse perdiendo en uno mismo,
Volver a cerrar los ojos
En el grávido útero que somos?
¿Será
Eso la muerte,
La ineludible,
La maga del circo?
9
Yo no sé
La furtiva densidad del crimen de los suicidas,
La sed de los que renuncian,
Confluencias de lucidez y sinrazón
En los ojos de los ciegos.
Yo no sé
Los conjuros para defender la vida,
La lengua atravesada por la daga,
El ojo colgado en la pared,
El agua virgen, alta.
Yo no sé
Andar sobre las aguas
Aguardando la fertilidad de las estaciones,
El olor de la tierra recién arada
Inaugurando el canto de los pájaros.
Yo no sabía
Qué bueno estar aquí,
Saber que no tenemos todo el tiempo.
Die Erwartung
advertir el simulacro –la nube
oblicua– la noche
esperar la destrucción
de toda voz
de todo origen
solo ser escritura –susurro–
caos que se aproxima
presenciar el gris interminable
–ese signo–
que todo lo erosiona
el rumor del miedo –antes
del fin– la esterilidad
que –crees– esperas
y en toda voz permanece
presentir el humo de los crematorios
las demoliciones –en ese algo oscuro
que augura el cielo–
olvidar todo origen
lo que siempre nos negó su posesión
no ser reescritura –grito–
sólo acontecer
advertir la nube –como un simulacro
de la noche–
(Sumi-E)
palma negra –noche–
trazo de tinta
de la mano a la respiración
gesto sucesivo
–que parte y que retorna–
casi secreto
cielo negro –ausencia–
aullidos sobre mí
otra vez la fe
la herida en la garganta
la voz –esa voz–
donde la isla es humo
nube negra –resaca–
resultar de la frustración
–del olvido–
ascender en la certeza
de que todo lo sólido
se desvanece en el aire
nieve negra –abismo–
resultar de la crisis
mutilado
inconsistencia de la sangre
ser –acaso ser–
estorbo
lluvia negra –fuga–
desgaste de la percepción
inmovilidad
–o mantra inmóvil–
ámbito en ruinas
paisaje vacío
mar negro –país–
trazo de tinta
de la mano a la ausencia
–pérdida que horada–
noche que se extiende
hasta mis ojos
Visual Thesaurus (Escolios)
Todos los fotógrafos son agentes de la muerte.
Roland Barthes
saigón /1963/ david halberstam
ardes en el centro de la plaza
de un país al que ya no podrás volver
y el fuego a gritos te libera de la voz
para que tu corazón incombustible
–polen disperso– sea reliquia
todo sería acto así –experiencia
olvidable– si no regresaras
como el silencio
que desvanece el humo
en la renuncia y en el asombro
todo sería visión inútil –mendaz–
si no hubiéramos estado también
contigo en el fuego –migración
esencial– de un país
al que ya no podremos volver intactos
new york/2001/richard drew
caes como el otoño abrupto
del fuego al fuego
en que arde tu asfixia
para definir la pérdida
nada volverá a ser igual
desde este instante
nadie
sólo puedes abrir los brazos
abrazar el vacío
regresar al amnios
caes como del odio estrecho
del humo al humo
en que transformas tu gravedad
para acceder al ámbito de la permanencia*
* estallan caminos subterráneos mientras no concluye la caída del hombre que el ojo de la cámara detiene
Estos textos pertenecen al libro bosques fractales (editorial Letras Cubanas, 2016).
coconut grove (selfie)
detenido junto al oratorio
–cubierto de hiedra–
frente a las casas
en las que pudiera vivir
para siempre
–allí
pero muy lejos de allí–
he visto que las cosas
cuando buscan su curso
encuentran su vacío
–el mar a través de las nubes
la extrañeza de lo ingrávido–
alguien esparce un polvo gris
más allá de la ermita
–en el ir y venir
de la espuma–
como si describiera
esta incapacidad de pertenecer
–esta obstrucción–
lo que parte
–que no pudimos conseguir–
esos cuerpos
a punto de hundirse
o alcanzar la costa
double fantasy (usie)
vueltas y vueltas en círculos
para llegar al dakota
el edificio se oculta a la luz
solo la noche le hace visible
–afirma el portero–
en lo oscuro aún agazapado
el guardián precisa la muerte
inadvertidos entre el centeno
vemos girar las ruedas
sobre las brasas
–sobre un cuerpo interminable
cayendo y cayendo en círculos
detrás de los ojos–
frente al dakota –la ausencia
es el puntum– se escucha
una mano golpear el vacío
time square (mashups)
encuentras el Centro
y todo lo que aquí hubieras esperado
–o su ausencia–
se acerca a la visión fractal de la plaza
eres –soy– el inicio del puzle
–hablo de mi como si fuera otro–
mientras represento la plenitud
–que manipula el fotógrafo–
sé que esto sucede
en algún lugar
donde la sonrisa –frente a la cámara–
debe ser cierta
aquellos descubren
sus dobles en los muros
–la imagen contempla a la imagen–
el padre que no está/ y el hermano
–los otros–
toda forma es fragmento
performance –visión fugaz– breve
en el centro de la plaza
encuentras el Centro ulterior
–ineludible–
eres –soy– el extranjero
y sabes que ya no estarás otra vez
en algún lugar
que pudieras intentar retener
para siempre
battlefield
en los cuerpos –sin memoria–
acaso –el roce–
lo cercano al deseo
encuentre la llama –su devenir–
ese ruido tan triste
–entrar en el otro
ser en el otro–
desde una formación –tan viril–
distante
acaso –el sinsentido– sea esto
la fractura –del orden–
apenas perceptible
en su imposibilidad
aproximarse al vacio
–golpear– o ser golpeados
para siempre
como sacos de entrenamiento
raid (mariel, 1980)
no podrás olvidar la injuria
–densa– en el rostro
los feroces instrumentos
de la humillación
–el odio o el miedo–
afrenta fue partir –el deseo
de poner mar por medio–
los itinerarios difíciles
–como monedas
que nos deslizaran en los bolsillos–
otros han olvidado –lo aseguran–
el olvido suplanta
aquellas rápidas incursiones
–su metamorfosis
o su pérdida–
no podré –no podrás– olvidar –todo
se repite una y otra vez– el vacío
que describe un huevo al romperse
sobre un rostro impasible
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