William Morris
William Morris (Clay Hill Walthamstow, Inglaterra, 24 de marzo de 1834 - 3 de octubre de 1896) fue un artesano, impresor, poeta, escritor, activista político, pintor y diseñador británico, fundador del movimiento Arts and Crafts.
William Morris nació en Walthamsow, cerca de Londres. Perteneciente a una familia acomodada, en 1848 inició su educación en el Marlborough College y la completó en el Exeter College de la Universidad de Oxford, donde estudió arquitectura, arte y religión. En esta época conoció al crítico John Ruskin, que tendría sobre él una influencia duradera, y a artistas como Dante Gabriel Rossetti, Edward Burne-Jones, Ford Madox Brown y Philip Webb. También fue en estos años cuando conoció a Jane Burden, una joven de clase obrera cuyo pelo cobrizo y piel pálida eran considerados por Morris y sus amigos como la máxima expresión de la belleza femenina, por lo que la eligieron como modelo para numerosas obras. Morris y Burden se casaron en 1859.
Morris estuvo estrechamente vinculado a la Hermandad Prerrafaelita, movimiento que rechazaba la producción industrial en las artes decorativas y la arquitectura, y propugnaba un retorno a la artesanía medieval, considerando que los artesanos merecían el rango de artistas.
Tras culminar sus estudios, comenzó a trabajar en 1856 en la firma de arquitectura de G.E. Street. Con Webb construyó la Red House, que fue su regalo de boda para Jane Burden. En los años siguientes (1857-62) se convirtió en pintor profesional. Con su experiencia en arte y arquitectura fundó, en 1861, junto con Dante Gabriel Rossetti, Burne-Jones, Madox Brown y Philip Webb, Morris, Marshall, Faulkner & Co., una empresa de arquitectura y diseño industrial que él personalmente financiaba. Mediante esta empresa, Morris creó un "revival" cultural en la Inglaterra victoriana que se basaba en las artes y los oficios de la época medieval como paradigma de la primacía del ser humano sobre la máquina y a la vez de un trabajo hecho atendiendo a las más altas cotas de expresión artística.
Este movimiento atrajo a gente de todo el mundo y en 1875 la compañía pasa a llamarse Morris and Co., con Morris como único propietario. Durante gran parte de su vida, Morris se preocupó intensamente en preservar las artes y oficios medievales abominando de las modernas formas de producción en masa. En 1883 fundó la Federación Socialdemócrata y más tarde organizó la Liga Socialista.
William Morris fundó en 1891 Kelmscott Press donde produjo trabajos originales (The Story of Sigurd the Volsung, The fall of the Nibelungs, etc), así como reimpresiones de los clásicos, siendo su obra más conocida la edición de los Cuentos de Canterbury, de Chaucer, ilustrada por Burne-Jones e impresa en Kelmscott Press en 1896. Morris estudió al detalle el arte del período medieval y por ello no es sorprendente que sus famosas iniciales y bordes de los libros que editaba se basaran en los trabajos de Peter Löslein y Bernhard Maler que trabajaron para el impresor y diseñador de tipos de Augsburgo Erhard Ratdolt (1474-84).
El movimiento de artes y oficios pretendía volver a la manufactura artesanal contrastada con la producción industrial de la época y así hacer llegar la cultura a las áreas menos pudientes de la sociedad. Lo que se le reprochó fue que los productos llegaron a ser tan complejos en su fabricación que solo las clases altas pudieron adquirir los ejemplares.
William Morris tuvo, sin lugar a dudas, una gran influencia histórica en las artes visuales y en el diseño industrial del siglo XIX.
Por otro lado destaca su Noticias de ninguna parte, novela utópica muy popular, que narra el paso al socialismo.
Morris influyó en casi todas las expresiones artísticas que lo sucedieron. G. K. Chesterton lo define de esta manera:
"Poeta de la niñez de las Naciones, artesano en las nuevas rectitudes del arte, profeta de una vida más sabia; más feliz. Su sanguíneo entusiasmo será recordado cuando la vida humana haya aceptado una vez más los vistosos colores; demostrando que el triste y verdoso gris del ocaso estético en el que vivimos no es, a pesar de todo pesimismo, cano como la muerte, sino grisáceo como la alborada."
La bella Isolda (1858),mejor conocida correctamente como La reina Ginebra, es la única pintura al óleo conservada de William Morris (Tate Gallery). La modelo es Jane Burden.
The Defence of Guinevere, and other Poems (1858)
The Life and Death of Jason (1867)
The Earthly Paradise (1868-70)
The Beautiful Boobs Of My MOther
Love is Enough, or The Freeing of Pharamond (1872)
The Story of Sigurd the Volsung and the Fall of the Nibelungs (1876)
A Dream of John Ball (1886)
The House of the Wolfings (1888)
The Roots of the Mountains (1889)
News from Nowhere or An Epoch of Rest (1890). En español: Noticias de ninguna parte.
The Story of the Glittering Plain (1890)
The Well at the World's End (1892)
The Wood Beyond the World (1892)
En español[editar]
Noticias de ninguna parte, Ciencia Nueva, 1968.
"Cómo vivimos y cómo podríamos vivir. Trabajo útil o esfuerzo inútil. El arte bajo la plutocracia", Pepitas de Calabaza, Logroño, 2013 (Tercera edición). Traducción de Federico Corriente y prólogo de Estela Schindel ISBN 978-84-940296-7-7
Morris, William. LO BUENO, LO ÚTIL Y LO BELLO, Mochuelo Libros, Buenos Aires, 2014. ISBN 978-987-45381-0-9
Amor completo
Love Fulfilled
¿Has anhelado, a través de los cansados días,
La visión fugaz del rostro amado?
¿Has clamado por un instante de paz
En medio del dolor de las penosas horas?
¿Has rogado por el sueño y la muerte,
Cuando el dulce e inesperado consuelo
Fue sólo sombras y aliento?
Hace mucho, demasiado, que el miedo no disminuye
Sobre estas ilusorias y reptantes flores.
Ahora descansa: pues aún en el reposo
Podrás conservar todos tus anhelos.
Debes descansar y no temer
Al acechante y sordo despertar
De una vida que transcurre a ciegas;
Llena de desperdicios y penas.
Debes despertar y pensar en lo dulce
Que es tu amor, en su íntimo ardor.
Será más dulce para los labios que conocerás,
Más dulce de lo que tu corazón intenta ocultar:
Anhelos absolutos e insatisfechos.
La respuesta a todas las esperanzas
Se cierran sobre tí, muy cerca.
Recordarás los antiguos besos,
Y aún el frío dolor que crecía.
Recordarás aquella poderosa dicha,
Y aún los ojos y las manos perdidas.
Recordarás todo el remordimiento
Por lo escasos que fueron sus besos,
El sueño perdido de cómo se conocieron
Es el sabor a miseria en tus labios marchitos.
Entonces parecía Amor, pero nacido para morir,
El Hoy es inquietud, dolor:
La bendición es el olvido, el silencio;
Mi Amor es solitario, más nunca será un secreto.
Ecos de la Casa del Amor
Echoes of love's house
El Amor nos regala cada don que nos permite vivir.
El Amor nos roba cada don que nos evita sufrir.
El Amor desata los labios en palabras de vanidad.
El Amor ata los labios cuando se dice una verdad.
El Amor aclara los ojos que de otro modo serían fríos.
El Amor ciega los ojos de todos, salvo los tuyos y los míos.
El Amor torna la vida en dicha, hasta que nada tengamos que desear.
El Amor torna la vida en desdicha, hasta que en vano podamos desear.
El Amor, que todo lo cambia, que nunca arrebate mi candor.
El Amor, que todo lo cambia, que me libere de este dolor.
El Amor quema al mundo en un inmutable cielo de placer.
El Amor quema al mundo en una cambiante tumba en donde yacer.
Y allí nosotros dos fuimos abandonados, sin necesidad de trabajar.
Y allí fui sólo abandonado, sin que nadie me llegue a extrañar.
Yo te elogio, Amor, pues la felicidad ha triunfado!
Es esta plegaria suficiente para curar mi corazón destrozado?
El amor es suficiente
Love is Enough
El amor es suficiente: aunque el mundo disminuya,
Y los bosques no tengan voces salvo la voz de la pena,
Aunque el cielo sea demasiado negro para que los débiles ojos
Perciban el rubor dorado de las flores creciendo debajo,
Aunque las colinas sean pilares de sombras, y el mar una maravilla oscura,
Y ese día dibuje un velo sobre todos los hechos pasados,
Sus manos no harán temblar, sus pies no harán vacilar;
El vacío no agotará ni el miedo alterará
Estos labios y estos ojos de amante y amado.
Love is enough
LOVE is enough: though the World be a-waning,
And the woods have no voice but the voice of complaining,
Though the sky be too dark for dim eyes to discover
The gold-cups and daisies fair blooming thereunder,
Though the hills be held shadows, and the sea a dark wonder,
And this day draw a veil over all deeds pass'd over,
Yet their hands shall not tremble, their feet shall not falter;
The void shall not weary, the fear shall not alter
These lips and these eyes of the loved and the lover.
El cuervo y la hija del rey
The Raven and the King's Daughter
Hija del Rey, sentada en la alta torre,
Mientras el verano es el escudo de muchos,
¿Porqué te lamentas mientras las nubes pasan?
Entre la costa y el campo los altivos cisnes cantan,
¿Porqué te lamentas sentada en tu ventana,
Hasta que por tus frágiles dedos corran las lágrimas?
La Hija del Rey:
Lloro porque me siento sola
Entre estos muros de cal y piedra.
Los hombres se sientan en el salón de mi padre,
Pero para mí él construyó esta torre vigilada.
Y desde aquí he visto el dorado sobre el verde,
Sin noticias sobre mi verdadero amor.
El Cuervo:
Hija del Rey, sentada sobre el mar,
Cantaré una historia que os pueda alegrar.
Ayer he visto navegando un barco enorme,
Cuando el viento soplaba feliz desde el norte.
Sobre aquel labrado mástil me senté,
Y mi corazón se estremeció con fe,
Pues entre la tabla y el oscuro azul del mar,
Su espada cantaba dulce los hechos que serán.
La Hija del Rey:
¡Océano estéril! ¡Amarga entre todas las aves
Un estéril cuento mis oídos han escuchado!
El Cuervo:
Los hombres de vuestro padre fueron severos,
Ataviados con escudos y brillantes yelmos.
La Hija del Rey:
¡La peor de las historias me narras,
Las palabras como saetas me desgarran!
Vuela al sur, hacia los campos de la muerte,
Y que nada dulce en tu lápida pueda leerse.
El Cuervo:
Oh, allí estuvo Olaf, el de los lirios rosas,
Tan justo como cualquier roble que crece.
La Hija del Rey:
Oh, tierna ave ¿Qué hizo él entonces,
Entre las lanzas de los caballeros de mi padre?
El Cuervo:
Entre la tabla y el azul oscuro del mar,
Él cantó: Mi verdadero amor me espera.
La Hija del Rey:
Así como esta dura losa conoce mi dolor,
Aún no estoy agotada, mi amor.
El Cuervo:
Él cantó: Así como una vez tuve su mano,
Al final sus labios volverán a mis labios.
La Hija del Rey:
Y así como nuestros dedos se entrelazaron,
También volverán a unirse nuestros labios.
El Cuervo:
Él cantó: Que venga la ruina, el hierro y las llamas
¿Pues qué otra cosa romperá la torre sino la fama?
La Hija del Rey:
Oh, Sol, Ascended y caed con premura,
Para que la esperanza triunfe sobre la muerte.
El Cuervo:
Hija del Rey, sentada en la alta torre,
Dádme un regalo por mi cuento y volaré:
El oro de tu dedo frágil y pálido deseo,
Pues sólo eso tienes de tu viejo anhelo.
La Hija del Rey:
Junto al anillo de mi padre hay otro,
Con un beso me fue dado por mi madre.
Vuela, vuela a través de los mares
Para ganar otro de mis presentes.
Vuela al sur a traerme noticias reales,
Mientras en verano sea el escudo de muchos.
La hierba crece roja con el rocío de la batalla,
Entre la costa y el campo los altivos cisnes cantan.
El Cuervo:
Hija del Rey, sentada en la alta torre,
El verano brilla sobre el escudo de muchos,
Las noticias de la marea hablan de muerte,
Mientras en la costa y el campo los altivos cisnes cantaban;
En la tierra de los Francos él se encontró con sus lanzas,
Y la planicie entera con sangre fue sembrada.
Alta creció la fría luna cubriendo el sol,
Cuando los cuernos sonaron sobre la batalla ganada.
La Hija del Rey:
¡Caed bajo la justicia, ave! Cantad sólo la verdad
De los hechos que aquel hombre en su día realizó.
El Cuervo:
Steingrim se plantó ante su bandera,
Y los yelmos fueron rotos y las astas cayeron.
La Hija del Rey:
¿Un hombre temerario, bueno y necesario,
Puede cantar las hazañas de otro?
El Cuervo:
Donde Steingrim pasaba la batalla sonaba,
Sin embargo el pie de Olaf era más rápido.
La Hija del Rey:
¡Ah, con hechos de gloria el mundo ha de crecer!
¿Pero a qué tierras lejanas ha llegado mi amor?
El Cuervo:
Sobre la cubierta junto al mástil,
Allí yace ahora, descansado profundo.
La Hija del Rey:
¿Lo habéis oído antes de que caiga en el justo sueño?
¿Pronunció palabras ante sus hombres?
El Cuervo:
Creo que a su dama dedicó una canción,
Pero luego nada más pronunció.
Antes de que la batalla los uniera,
Steingrim una palabra le dijo:
"Si volvemos con las banderas de paz,
En la casa del rey mi fama crecerá,
Las puertas no estarán cerradas,
Y para mí siempre se abrirán.
Luego, hacia la íntima alcoba iremos,
Donde el amor su dorado manto cose.
Te llevaré adentro, y pondré su fina mano
Sobre el cuello adornado de lirios.
Dejaré al rey el radiante satisfacción,
Mientras aquella noche sea de ustedes dos".
Ahora corre hacia el norte la proa de Steingrim,
Y la lluvia y el viento golpean desde el sur.
La Hija del Rey:
Mirad, ave de la muerte, el anillo de mi madre;
El canto nupcial aún debo aprender,
Y ya no veo desagradable mi cuarto solitario;
Pues el viento, el viendo ha de gemir
Mientras ordeno el lecho de bodas.
El verano brilla en el escudo de muchos,
Pues la lluvia, la lluvia roja ha de caer,
Mientras en la costa y el campo los altivos cisnes cantan.
Antes de que el día surja de la noche,
El verano brilló sobre los escudos,
Ella escuchó el cuerno de Steingrim
Mientras los altivos cisnes cantaron.
Antes de que el día oscuro concluyera
Se oyeron los pasos de Steingrim en la escalera.
La lanza y la flecha cayeron lejos,
Mientras los pesados pies subían.
¡Oh, pesados son los pies de aquel que porta
El anhelo de los días y el dolor de los años!
Reposad, reposad, dulce lirio,
Sobre tu cuello descansará la mano.
No importa si el rey vibraba en radiante satisfacción,
Pues aquella cama fue ocupada por los dos.
Inmóvil cuando él permanece inmóvil,
El corazón yace junto al corazón.
Tal vez mis oyentes quieran hablar,
Debatir sobre esta triste historia,
Por lo tanto los dejaré piadosamente
Bajo el verano sobre los escudos.
Los días descansan hoy bajo la piedra,
Mientras en la costa y el campo los altivos cisnes cantan.
La defensa de Ginebra
The Defense of Guenevere
Pero, sabiendo que querrían escucharla,
echó hacia atrás sus húmedos cabellos.
But, knowing now that they would have her speak,
She threw her wet hair backward from her brow.
La mano en su boca, rozando apenas su mejilla,
como si hubiera recibido allí un golpe vergonzoso.
Avergonzada de no sentir otra cosa que no fuera vergüenza
en su corazón, y sin embargo, sintiendo que sus mejillas ardían tanto.
Her hand close to her mouth touching her cheek,
As though had there a shameful blow.
And feeling it shameful to feel ought but shame
All through her heart, yet felt her cheeks burned so.
Que debía tocarlas; y como un rengo
se alejó de Gawain, con su cabeza
aún erguida; y en sus mejillas ardientes.
She must a little touch it; like one lame
She walked aeay from Gawaine, with her head
Still lifted up; and on her cheek of flame.
Las lágrimas se secaron pronto; finalmente se detuvo y dijo:
Oh, Caballeros y Señores, parece tal vez tonto
hablar de cosas conocidas hoy pasadas y muertas.
The tears dried quick; she stopped at last and said:
O Knights and Lords, it seems but little skill
To talk of well-known things past now and dead.
¡Dios, que puedo decir, he actuado mal,
y ruego a todos el perdón de corazón!
Ya que vosotros debéis tener razón, tan grandes Señores, así y todo...
¡God, wot I ought to say, I have done ill,
And pray you all forgiveness heartily!
Because you must be right such great Lords, still...
Oid, suponed que ha llegado la hora de vuestra muerte,
y estuvieráis muy solos y muy débiles;
y estaríais muriendo mientras...
Listen, suppose your time were come to die;
And you were quite alone and very weak;
Yea, laid a dying while very mightily...
El viento está agitando la alameda, está agitando
la corriente del río que atraviesa bien vuestras amplias tierras:
Imaginad que hubiera un silencio, y que entonces alguien hablaría.
The wind was ruffling up the narrow streak
Of river through your broad lands running well:
Suppose a hush should come, then some one speaks.
Una de las telas es el cielo, y la otra el infierno,
elige para siempre un color, cualquiera de los dos,
yo no te lo diré, tú de algún modo tienes que decirlo.
One of those cloths is heaven, and one is hell,
Now choose one cloth for ever, which they be,
I will not tell you, you must somehow tell.
¡Tú debes darte cuenta por tu propia fuerza y por tu propio poderío!
Sí, sí, mi señor, y al abrir los ojos,
al pie de tu cama familiar verías...
¡Of your own strength and mightiness, here, see!
Yea, yea, my lord, and you to open your eyes,
At foot of your familiar bed to see...
Un gran ángel de Dios de pie, y con tales matices,
desconocidos en la tierra, en sus grandes alas, y manos
extendidos en dos direcciones, y la luz de los cielos ulteriores.
A great God´s angel standing, with such dyes,
Not known on earth, on his great wings, and hands,
Held out two ways, light from the inner skies.
Mostrándolo bien, y haciendo que sus órdenes
parezcan además las órdenes de Dios,
sosteniendo con las manos las telas en dos varas;
Showing him well, and making his commands
Seem to be God´s commands, moreover, too,
Holding within his hands the cloths on wands;
Y una de esas extrañas telas era azul,
larga y ondulada, y la otra breve y roja;
ningún hombre podría decir cuál era la mejor de las dos.
And one of these strange choosing cloths was blue,
Wavy and long, and one cut short and red:
No man could tell the better of the two.
Luego de una trémula media hora dirías
¡Dios me salve! el color del cielo es azul. Y el ángel dice: Infierno.
Entonces tu te debatirías tal vez sobre tu lecho.
After a shiverin half hour you said,
¡God help! Heaven´s colour, the blue; and he said: Hell.
Perhaps you then would roll upon yuor bed.
Y dirías a todos los buenos hombres que te quisieron:
¡Ah Cristo! Si sólo hubiese sabido, sabido, sabido;
Lancelot se alejó, entonces pude entender,
And cry to all good men thet loved you well;
¡Ah, Crist! If only I had known, known, known;
Lancelot went away, then you would tell,
Como los más sabios de los hombres, como serían las cosas, y lamentar,
y revolcarme y lastimarme, y desear la muerte,
y temerle al mismo tiempo, por lo que habíamos sembrado.
Like wisest man how all things would be, moan,
And roll and hurt myself, and long to die,
And yet fear much to die for what we sown.
La melodía de las siete torres
The Tune of the Seven Towers
Nadie va hacia allí ahora:
Qué queda allí para ver?
de las filas de almenas desoladas
y el pesado techo de plomo gris?
"Por lo tanto", dijo la Bella Yolanda de las Flores,
esta es la Melodía de las Siete Torres.
Nadie camina allí ahora;
excepto bajo la pálida luz de la luna.
Los fantasmas se pasean en fila;
si uno pudiera verlos, sería una terrible visión.
Oye! dijo la Bella Yolanda de las Flores,
esta es la Melodía de las Siete Torres.
Pero nadie puede verlos ahora.
Aunque estén sentados a lo largo del foso,
con los pies sumergidos en el agua y en fila.
Sus largos cabellos flotando al viento.
"Por lo tanto", dijo la Bella Yolanda de las Flores,
esta es la Melodía de las Siete Torres.
Si alguien va hacia allí ahora,
debe ir hacia allí solo.
Sus puertas no se abrirán a ninguna fila
de lanzas relucientes ¿irás entonces solo?
Oye! dijo la Bella Yolanda de las Flores,
esta es la Melodía de las Siete Torres.
Sé mi amor, vé hacia allí ahora,
a traer mi cofia de allí.
Mi cofia y mi manto adornado de perlas
Oliver, vé hoy mismo!
"Por lo tanto", dijo la Bella Yolanda de las Flores,
esta es la Melodía de las Siete Torres.
No soy feliz ahora
no puedo decirte porqué
Si vas, los curas y yo en fila
rezaremos para que no mueras.
Oye! dijo la Bella Yolanda de las Flores,
esta es la Melodía de las Siete Torres.
Si vas por mí ahora,
besaré por fin tu boca,
(Ella dijo para sí)
(Las tumbas se yerguen grises en fila)
Oliver, abrázame fuerte!
Por lo tanto, dijo la Bella Yolanda de las Flores,
esta es la Melodía de las Siete Torres.
Versión original en inglés:
No one goes there now:
For what is left to fetch away.
From the desolate battlements all arow,
and the lead roof heavy and grey?
"Therefore", said fair Yoland of the flowers,
this is the Tune of the Seven Towers.
No one walks there now;
except in the white moonlight.
The white ghosts walk in a row;
if one could see it, an awful sight,
Listen ! said fair Yoland of the flowers,
this is the Tune of the Seven Towers.
But none can see them now.
Though they sit by the side of the moat,
feet half in the water, there in a row.
Long hair in the wind afloat.
"Therefore" said fair Yoland of the flowers,
this is the Tune of the Seven Towers.
If any will go to it now,
he must go to it all alone.
Its gates will not open to any row
of glittering spears ¿will you go alone?
Listen ! said fair Yoland of the flowers,
this is the Tune of the Seven Towers.
Be my love, go there now,
to fetch me my coif away.
My coif and my kirtle, with pearls arow.
Oliver, go today!
"Therefore" said fair Yoland of the flowers,
this is the Tune of the Seven Towers.
I am unhappy now,
I cannot tell you why.
If you go the priest and I in a row,
will pray that you may not die.
"'Listen !" said fair Yoland of the flowers,
this is the Tune of the Seven Towers.
If you will go for me now
I will kiss your mouth at last,
(She sayeth inwardly)
(The graves stand grey in a row)
Oliver, hold me fast !
"Therefore" said fair Yoland of the flowers,
this is the Tune of the Seven Towers.
Muerte vergonzosa
Shameful Death
Éramos cuatro en torno al lecho,
El sacerdote se arrodilló junto a él
Su madre de pie en la cabecera,
Frente a sus pies aguardaba la novia;
Estábamos seguros de que había muerto,
Aunque sus ojos permanecían abiertos.
No murió durante la noche,
No murió durante el día,
Pero en la luz del crepúsculo
Su espíritu falleció,
Cuando ni el sol ni la luna brillaban
Y en los árboles sólo flotaba un ámbar gris.
No fue muerto por la espada,
Tampoco por la lanza o el hacha,
Aunque nunca pronunció una palabra
Desde que aquí regresó;
Yo corté el delicado cordón
Del cuello de mi hermano querido.
Él no azotó su golpe
Y la cobardía viene detrás,
En un lugar donde tiemblan los cuernos,
Un sendero difícil de encontrar,
Pues los cuernos oscilan en los arcos
Y el crepúsculo ciega los corazones.
Ellos iluminaron una gran antorcha,
Donde rápidos se agitaron los brazos,
Sir John, el Caballero del pantano,
Sir Guy, del doloroso golpe altivo,
Con tres veces veinte caballeros más diez,
Colgaron al bravo Lord Hugh al final.
Yo soy tres veces veinte más diez,
Y mi cabello se ha tornado gris,
He conocido a Sir John del Pantano,
Hace mucho, en un lejano día de verano,
Y me alegra pensar en aquel momento
En el que arranqué su vida con mis manos.
Yo soy tres veces veinte más diez,
Y mi fuerza quedó en el pasado,
Pero hace mucho yo y mis hombres,
Cuando el cielo estaba nublado,
Y la bruma se arrastraba por las cañas del pantano,
Matamos a Sir Guy, el del doloroso golpe altivo.
Y ahora todos ustedes, caballeros,
Ruego que oren por Sir Hugh,
Un hombre duro y honesto,
Y por Alice, esposa de un guerrero.
Una canción de muerte
A Death Song
¿Qué es aquello que viene del oeste arrasando todo?
¿Y quiénes son estos que marchan firmes y extraviados?
Traemos el mensaje que los ricos han enviado
Abatiendo a los condenados a despertar y saber.
No uno, ni siquiera uno o un millar deben morir,
Pero todos y cada uno si oscurecen el día.
Les preguntamos por la vida de arduo trabajo,
Se nos ordenó aguardar el momento por nuestro pan;
Ansiamos expresar nuestros humildes pensamientos,
Regresamos sin palabras, trayendo a nuestros muertos.
No uno, ni siquiera uno o un millar deben morir,
Pero todos y cada uno si oscurecen el día.
Ellos no aprenden; no tienen oídos para escuchar.
Ellos esconden el rostro ante los ojos del destino;
Sus salones brillantes esconden el cielo que oscurece.
¡Pero observa a este hombre muerto golpear las puertas!
No uno, ni siquiera uno o un millar deben morir,
Pero todos y cada uno si oscurecen el día.
Aquí se encuentra la señal que quebrará nuestra prisión;
En medio de la tormenta él ganó el reposo presidiario;
Pero en el amanecer el sol surgió entre las nubes
Trayéndonos un día de trabajo lleno de esperanzas.
No uno, ni siquiera uno o un millar deben morir,
Pero todos y cada uno si oscurecen el día.
Un jardín junto al mar
A Garden By The Sea
Conozco un pequeño jardín de cerca,
Exuberante con el lirio y la rosa roja,
Donde yo vagaba, si me permite decirlo,
Desde la mañana a la noche húmeda de rocío,
Teniendo conmigo a un compañero errante.
Y aunque en su interior no hay pájaros que canten,
Y aunque allí no hay casas con pilares,
Y aunque las ramas de los manzanos están desnudas
De frutos y flores, ojalá
Sus pies vuelvan a pisar sobre la hierba verde,
Y yo pueda verlos como los ví antes.
Llega un suave murmullo desde la costa,
Y en la cercanía corren dos arroyos juntos,
En la distancia se ven las colinas púrpura,
Descendiendo hacia el mar inquieto:
Oscuras colinas cuyas flores no conocen a las abejas,
Oscura costa que no ha visto nave alguna
Atormentada por el verde oleaje.
Desde allí llega el murmullo incesante
Hasta el lugar por el que lloro,
Pues me lamento día y noche
Convirtiéndome inmune al deleite,
Volviéndome ciego y sordo,
Indiferente a la victoria, inepto para encontrar,
Y hábil para extraviar lo que todos desean hallar.
Sin embargo, tambaleante y débil como soy,
Aún me resta un poco de aliento
Para buscar dentro de las fauces de la muerte
Una entrada a ese lugar feliz,
Para buscar el rostro inolvidable,
Una vez visto, una vez besado, una vez extraviado
En el inquieto murmullo del mar.
In Arthur's House
In Arthur's house whileome was I
When happily the time went by
In midmost glory of his days.
He held his court then in a place
Whereof ye shall not find the name
In any story of his fame:
Caerliel good sooth men called it not,
Nor London Town, nor Camelot;
Yet therein had we bliss enow.
--Ah, far off was the overthrow
Of all that Britain praised and loved;
And though among us lightly moved
A love that could but lead to death,
Smooth-skinned he seemed, of rosy breath,
A fear to sting a lady's lip,
No ruin of goodly fellowship,
No shame and death of all things good.
Forgive the old carle's babbling mood;
As here I sit grey-haired and old,
My life gone as a story told,
Ye bid me tell a story too;
And then the evil days and few,
That yet were overlong for me
Rise up so clear I may not see
The pictures of my minstrel lore.
Well hearken! on a day of yore
From prime of morn the court did ride
Amidmost of the summertide
To search the dwellings of the deer
Until the heat of noon was near;
Then slackening speed awhile they went
Adown a ragged thorn-bushed bent
At whose feet grew a tangled wood
Of oak and holly nowise good:
But therethrough with some pain indeed
And rending of the ladies' weed
They won at last, and after found
A space of green-sward grown around
By oak and holly set full close;
And in the midst of it arose
Two goodly sycamores that made
A wide and little sun-pierced shade
About their high boles straight and green:
A fount was new-born there-between,
And running on as clear as glass,
Flowed winding on amid the grass
Until the thick wood swallowed it.
A place for happy folk to sit
While the hot day grew hotter still
Till eve began to work his will.
--So might those happy people think
Who grudged to see the red sun sink
And end another day of bliss
Although no joy tomorn should miss --
They laughed for joy as they drew nigh
The shade and fount: but lo, thereby
A man beside the fountain laid
The while his horse 'twixt sun and shade
Cropped the sweet grass: but little care
Had these of guile or giant's lair,
And scarce a foot before the Queen
Rode Gawain o'er the daisied green
To see what man his pleasure took;
Who rose up in meanwhile and shook
His tangled hair aback, as one
Who e'en but now his sleep hath done.
Rough-head and yellow-haired was he
Great-eyed, as folk have told to me,
And big and stout enow of limb:
As one who thinks no harm he smiled,
And cried out: "Well met in the wild,
Fair King and Queen; and ye withal
Sweet dames and damsels! Well befal
This day, whereon I see thee nigh,
O Lancelot, before I die!
And surely shall my heart rejoice
Sir Gawain, when I hear thy voice!"
Then Lancelot laughed: "Thou knowest us then
Full well among a many men?"
"As quoth the lion to the mouse,"
The man said; "in King Arthur's House
Men are not names of men alone,
But coffers rather of deeds done."
The Queen smiled blithe of heart, and spake:
"Hast thou done deeds for ladies' sake?"
"Nay Dame," he said, "I am but young;
A little have I lived and sung
And seen thy face this happy noon."
The King said: "May we hearken soon
Some merry tale of thee? for I
Am skilled to know men low and high
And deem thee neither churl nor fool."
Said he, "My fathers went to school
Where folk are taught a many things,
But not by bliss: men called them kings
In days when kings were near to seek;
But as a long thread waxeth weak,
So is it with our house; and now
I wend me home from oaken bough
Unto a stead where roof and wall
Shall not have over far to fall
When their last day comes."
As he spake
He reddened: "Nathless for their sake,
Whom the world loved once, mock not me
O King, if thence I bring to thee
A morsel and a draught of wine,
Though nothing king-like here thou dine."
Of some kind word King Arthur thought,
But ere he spake the woodman caught
His forest-nag and leapt thereon,
And through the tangled brake was gone.
Then leapt the King down, glad at heart,
Thinking, This day shall not depart
Without some voice from days that were;
And lightly leapt down Guenevere,
And man and maid lay presently
Neath the bee-laden branches high,
And sweet the scent of trodden grass
Amid the blossoms' perfume was.
There long they lay, and little spake,
As folk right loth the calm to break;
Till lo upon the forest-breeze
A noise of folk, and from the trees
They came: the first-seen forester,
A grizzled carle in such-like gear,
And then two maidens poorly clad
Though each a silver chaplet had
And round her neck a golden chain:
And last two varlets led a wain
Drawn by white oxen well bedight
With oaken boughs and lilies white;
Therein there lay a cask of wine
And baskets piled with bread full fine,
And flesh of hart and roe and hare;
And in the midst upon a chair
Done over with a cloth of gold
There sat a man exceeding old
With long white locks: and clad was he
No other than his company
Save that a golden crown he bore
Full fairly fashioned as of yore,
And with a sword was girt about
Such as few folk will see I doubt.
Right great it was: the scabbard thin
Was fashioned of a serpent's skin,
In every scale a stone of worth;
Of tooth of sea-lion of the north
The cross was, and the blood-boot stone
That heals the hurt the blade hath done
Hung down therefrom in silken purse:
The ruddy kin of Niblung's curse
O'er tresses of a sea-wife's hair
Was wrapped about the handle fair;
And last a marvellous sapphire stone
Amidst of the great pommel shone,
A blue flame in the forest green.
And Arthur deemed he ne'er had seen
So fair a sword: nay not when he
The wonder of the land-locked sea
Drew from the stone that Christmas-tide.
Now forth the forest youth did ride,
Leapt down beside the King, and spake:
"King Arthur for thy greatness' sake
My grandsire comes to look on thee;
My father standeth here by me;
These maidens are my sisters twain;
My brethren draw out from the wain
Somewhat thy woodland cheer to mend."
Thereat his sire the knee did bend
Before the King, who o'er the brown
Rough sleeve of the man's homespun gown
Beheld a goodly golden ring:
And fell to greater marvelling
When he beheld how fine and fair
The woodman's kneeling sisters were.
And all folk thereby deemed in sooth
That (save indeed the first seen youth)
These folk were nobler e'en than those
Of Arthur's wonder of a house.
But now the elder drew anigh,
By half a head was he more high
Than Arthur or than Lancelot,
Nor had eld bent him: he kneeled not
Before the King, but smiling took
His hands in hands that nowise shook;
And the King joyed as he who sees
One of his fathers' images
Stand glad before him in a dream.
Then down beside the bubbling stream
They sat together, and the King
Was loth to fall a questioning;
So first the elder spake and said:
"It joys me of thy goodlihead
O great king of our land; and though
Our blood within thee doth not flow,
And I who was a king of yore
May scarcely kneel thy feet before,
Yet do I deem thy right the best
Of all the kings who rule the West.
I love thy name and fame: behold,
King Arthur, I am grown so old
In guilelessness, the Gods have sent,
Be I content or uncontent,
This gift unto my latter days
That I may see as through a haze
The lives and deeds of days to come:
I laugh for some, I weep for some --
I neither laugh nor weep for thee,
But trembling through the clouds I see
Thy life and glory to the end;
And how the sweet and bitter blend
Within the cup that thou must drink.
Good is it that thou shalt not shrink
From either: that the afterdays
Shall still win glory from thy praise
And scarce believe thee laid asleep
When o'er thy deeds the days lie deep."
He ceased but his old lips moved still,
As though they would the tale fulfil
His heart kept secret: Arthur's eyes
Gleamed with the pride that needs would rise
Up from his heart, and low he said:
"I know the living by the dead
I know the future by the past."
Wise eyes and kind the elder cast
Upon him; while a nameless fear
Smote to the heart of Guenevere,
And, fainting there, was turned to love:
And thence a nameless pain did move
The noble heart of Lancelot,
The store of longing unforgot.
-- And west a little moved the sun
And noon began, and noon was done.
But as the elder's grey eyes turned
On Guenevere's, her sweet face burned
With sweet shame; as though she knew
He read her story through and through.
Kindly he looked on her and said:
"O Queen, the chief of goodlihead,
Be blithe and glad this day at least
When in my fathers' house ye feast:
For surely in their ancient hall
Ye sit now: look, there went the wall
Where yon turf ridge runs west-away:
Time was I heard my grand-dame say
She saw this stream run bubbling down
The hall-floor shut in trench of stone;
Therein she washed her father's cup
That last eve e'er the fire went up
O'er ridge and rafter and she passed
Betwixt the foeman's spears the last
Of all the women, wrapping round
This sword the gift of Odin's ground."
He shook the weapon o'er his knee,
Thereon gazed Arthur eagerly.
"Draw it, my lord," quoth Guenevere,
"Of such things have we little fear
In Arthur's house." And Lancelot rose
To look upon the treasure close.
But grimly smiled the ancient man:
"E'en as the sun arising wan
In the black sky when Heimdall's horn
Screams out and the last day is born,
This blade to eyes of men shall be
On that dread day I shall not see --"
Fierce was his old face for a while:
But once again he 'gan to smile
And took the Queen's slim lily hand
And set it on the deadly brand
Then laughed and said: "Hold this, O Queen,
Thine hand is where God's hands have been,
For this is Tyrfing: who knows when
His blade was forged? Belike ere men
Had dwelling on the middle-earth.
At least a man's life is it worth
To draw it out once: so behold
These peace-strings wrought of pearl and gold
The scabbard to the cross that bind
Lest a rash hand and heart made blind
Should draw it forth unwittingly."
Blithe laughed King Arthur: "Sir," said he,
"We well may deem in days by gone
This sword, the blade of such an one
As thou hast been, would seldom slide
Back to its sheath unsatisfied.
Lo now how fair a feast thy kin
Have dight for us and might we win
Some tale of thee in Tyrfing's praise,
Some deed he wrought in greener days,
This were a blithesome hour indeed."
"Sir," said the elder, "little need
To pray me hereof. Please ye dine
And drink a cup of woodman's wine,
Surely meantime some tale shall stir
Within my heart of days that were."
Then to their meat they gat and there
Feasted amid the woodland fair
The fairest folk of all the land.
Ah me when first the Queen's fair hand
Drew near the kneeling forest youth
New-wrought the whole world seemed in sooth
And nothing left therein of ill.
So at the last the Queen did fill
A cup of wine, and drank and said:
"In memory of thy fathers dead
I drink, fair lord, drink now with me
And then bethink thee presently
Of deeds that once won prize and praise
The glory of thy fathers' days."
He drank and laughed and said," Nay, nay,
Keep we the peace-strings whole today.
This draught from where thy lips have been
Within mine old heart maketh green
The memory of a love full true,
The first recorded deed that drew
My fathers' house from dark to light.
If thus my grandame told aright,
A rougher place our land was then,
Quoth she, than with us living men,
And other trees were in the wood
And folk of somewhat other blood
Than ours: then were the small-eyed bears
More plenty in the woodland lairs
Than badgers now: no holiday
It was to chase the wolves away,
Yea there were folk who had to tell
Of lyngworms lying on the fell,
And fearful things by lake and fen,
And manlike shapes that were not men.
Then fay-folk roamed the woods at noon,
And on the grave-mound in the moon
Faint gleamed the flickering treasure-flame.
Days of the world that won no fame,
Yet now, quoth she, folk looking back
Across the tumult and the wrack
And swelling up of windy lies
And dull fool-fashioned cruelties,
Deem that in those days God abode
On earth and shared ill times and good
And right and wrong with that same folk
Their hands had fashioned for the yoke.
Quoth she, of such nought tells my tale,
Yet saith that such as should prevail
In those days o'er the fears of earth
Must needs have been some deal of worth,
And saith that had ye seen a kin
Who dwelt these very woods within
Them at the least ye would have told
For cousins of the Gods of old.
Amongst all these it tells of one,
The goodman's last-begotten son,
Some twenty summers old: as fair
As any flower that blossomed there
In sun and rain, and strong therewith
And lissom as a willow withe.
Now through these woods amidst of June
This youngling went until at noon
From out of the thicket his fair face
Peered forth upon this very place;
For he had been a-hunting nigh
And wearied thought a while to lie
Beside the freshness of the stream.
But lo as in a morning dream
The place was changed, for there was dight
A fair pavilion blue and white
E'en where we play, and all around
Was talk of men and diverse sound,
Tinkling of bit and neigh of steed
Clashing of arms and iron weed.
For round about the painted tent
Armed folk a many came or went,
Or on the fresh grass lay about.
Surely our youth at first had doubt
If 'twere not better to be gone
Than meet these stranger folk alone --
But wot ye well such things as these
Were new to him born mid the trees
And wild things: and he thought, Maybe
The household of the Gods I see:
Who for as many tales as I
Have heard of them, I ne'er saw nigh.
If they be men, I wotted not
That such fair raiment men had got;
They will be glad to show them then.
For one thing taught these woodland men
Whatever wisdom they let fall
Men since have won Fear nought at all.
So from the holly brake he strode
Shouldering the while his hunter's load,
A new slain roe; but there arose
To meet him half a score of those
Whom in fair words he greeted well.
Now was he clad in a sheep's fell
And at his back his quiver hung,
His woodknife on his thigh: unstrung
His bow he held in a staff's stead.
An oaken wreath was round his head
From whence his crispy locks of brown
Well nigh unto his belt hung down,
And howso frank his eyes might be
A half-frown soothly might you see
As these men handled sword or spear
And cried out, "Hold, what dost thou here?"
"Ah," said he, "then no Gods ye are.
Fear not, I shall not make you war."
Therewith his hunting-knife he drew
And the long blade before them he threw.
Then loud they laughed; one sheathed his sword:
"Thanks, army-leader, for that word!
We are not Gods e'en as thou say'st,
Nor thou a devil of the waste
But e'en a devil's a friend belike."
Something [of] hate hereat did strike
Unto the woodsman's unused heart,
Yet he spake softly for his part:
"What men are ye and where dwell ye?
What is the wondrous house I see?"
"In the fair southland is our home
Yet from the north as now we come,"
Said one: then with a mocking smile,
"And in our house there dwells awhile
A very Goddess of the north.
But lo you, take a thing of worth
For that thy quarry, and begone."
But as he spake another one
Spake softly in his ear: and so
The word from this to that did go,
With laughing that seemed nowise good
Unto the dweller of the wood,
Who saying nought moved toward the tent.
But they came round him as he went
And said: "Nay, pagan, stay thy feet;
Thou art not one our dame to greet
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