Michel Gaztambide
Michel Gaztambide nació en 1959 en Apt (Vaucluse, Francia). Su primer trabajo para el cine como co-guionista fue para el film de José María Tuduri Santa Cruz, el cura guerrillero en 1990, film que participó en la sección Zabaltegi-Nuevos Directores del Festival de San Sebastián. En 1991 colaboró con el director y actor Félix Rotaeta en la escritura del film Chatarra, y un año más tarde con Julio Medem en la ópera prima de este director, Vacas. El film obtuvo el Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos al Mejor Guión y más de veinte premios internacionales. En 2002 co-escribe con Enrique Urbizu el guión del thriller La caja 507. Para Urbizu ha escrito también los guiones de La vida mancha (2003) y No habrá paz para los malvados (2011), film que compitió en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián y que ganó el Premio Goya al Mejor Guión Original. Ha trabajado también como guionista en los films Un poco de chocolate (Aitzol Aramaio, 2008), El idioma imposible (Rodrigo Rodero, 2010) –por el que fue nominado al Premio al mejor Guión del Círculo de Escritores Cinematográficos– y Baztan (Iñaki Elizalde, 2011), film que será presentado en la sección Zabaltegi Especiales de la 60 edición del Festival de San Sebastián.
Ha dirigido los cortometrajes Vidas imaginarias (con José Antonio Vitoria. 1991, Premio al Mejor Corto Vasco en el Festival de Bilbao) y Hombre sin Hombre (2002), que fue seleccionado para el programa Kimuak de Filmoteca Vasca. Ha escrito también el guión del cortometraje dirigido por Ramón Barea Muerto de amor (1996).
Tiene una amplia trayectoria en televisión: primero como guionista y luego como director ha trabajado para ETB, TVE y Tele 5 en programas como Rifi Rafe, Comunicando, comunicando, Números rojos, El zoo humano, Aire, aire, Todo para un sueño, La gran oportunidad, o Nadie es perfecto. También ha escrito los guiones de la tv movie de Tele 5 Vuelo IL8714.
Ha publicado, además, varios libros de poesía: Las aventuras de Máximo Tiratti (1989), Banderín de perversión (1993), Ternura blindada (1999) y Moscas en los incunables (2011).
Gaztambide ha desarrollado a la vez una importante actividad docente, impartiendo cursos y masters de guión y dirección en centros como ESCAC (Barcelona), Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Valencia), Bande à part (Barcelona), Universidad Pompeu i Fabra (Barcelona), CECC (Barcelona), Universidad de Gandía, Universidad Politécnica de Valencia, Universidad de Navarra, Universidad Carlos III (Madrid), Larrotxene (Intxaurrondo, Gipuzkoa), Aula de cine SAROBE (Urnieta, Guipuzkoa), Escuela de Guionistas Juan de Antxieta (Bilbao), Lycée René Cassin (Bayona, Francia), SGAE (Valencia. Bilbao. Barcelona. Madrid. Zaragoza), Tutorial Fundación Autor (Madrid), Filmoteca de Extremadura (Cáceres), etc.
FEDERICO Y GIULETTA
Cuando Federico vio a Giuletta
pensó que no era guapa
pero que nunca había visto nada
tan hermoso.
Con palabras
y traspiés la hizo suya
y la llevó a su casa
donde le dio historias fabulosas
y disgustos.
RATONCITO PÉREZ
Uno de estos días
voy a escribir ese poema de amor
que me reclamas.
Sé que más que un poema
quieres una bandera
pero no me importa,
tú también minimizas
mis catástrofes con olvido.
Será un poema de amor
que retirará a Neruda
(no sé si podré con Gala).
Escrito con la sabiduría
de mis años
y con la suave tersura
de los tuyos.
Si tiene alguna arruga
será la de una sábana.
Y si lleva piedras
serán de azúcar.
Y te lo daré un día oscuro
porque serás más sensible
al calor.
Mi amor.
Inéditos, extraídos de El céfiro
Menú
Medallón caliente sobre ensalada
Crema de lujuria con sus profiteroles
Lenguado con erizos de tu vientre
Liebre envuelta en mantas azules
Hojaldre con crema de castañas
Caracoles sin trabajo en salsa de Domingo
Foie frío con su gelatina dura
Lubina al horno sin precauciones
Pichón asado con pistolas
Harina caliente
Solomillo amarillo
Pastel de frutas rojas y crema de limón
Canutillos fritos al calor de la mano
Quesos variados de nuestra casa
("Ternura blindada", ed. Línea de fuego, 1999, pp. 23)
TELEGRAMA
Tú estás en tu cama
Yo en la mía
No es la misma
Algo estamos haciendo mal
De 'Moscas en los incunables' (Huacánamo, 2011)
REVELACIÓN
¿La vida?
Detrás, el voraz incendio.
Delante, un profundo
mar.
Y no sabes nadar.
Moscas en los incunables, Huacanamo, Barcelona, 2011.
Michel Gaztambide: Fetichismo del común amor
(Moscas en los incunables)
…Éramos
el recuerdo que tenemos ahora. Éramos
esta imagen. Ídolos de nosotros
para la fe sumisa de después.
Gabriel Ferrater
De Michel Gaztambide tenemos noticia de sus aptitudes poéticas más por su oficio de guionista en películas tan incuestionables como Vacas de julio Meden, La vida Mancha, La caja 507 o la reciente No habrá paz para los malvados de Enrique Urbizu, que por sus libros, muy espaciados en el tiempo. Con anterioridad publicó las aventuras de máximo Tirati (Pamiela. 1987), Banderín de perversión (Ateneo obrero de Gijón. 1992) y Ternura Blindada (Línea de Fuego, Oviedo, 1999). Participó en la antología Poemas para cruzar el desierto.
La propuesta de Moscas en los incunables abunda en esa ya comentada visión poética de Biedma por la que un autor fagocita una biografía, simula la experiencia que acaso pudiera ser la suya propia. Michel Gaztambide se interpela en tercera persona y repasa distintos episodios de una vida, desde sus comienzos hasta las incertidumbres del instante último. Aborda temores infantiles y adolescentes, las fallas del amor maduro, las imposturas ciertas de lo que somos mientras nos observamos viviendo. La vida, en definitiva, como una indisoluble puesta en escena.
El cine, cualquiera que sea su propuesta estética, es siempre una sutil técnica de bateado, por la que se extrae de la natural intrascendencia de las tramas y la común de las escenas el brillo de todo este oscuro mineral. En este sentido, el guion comparte con el poema una misma capacidad para discriminar paisajes y momentos; ambos adiestran al ojo en esa búsqueda de instantes significativos. “Desfiguran la mediocridad, la hacen comprensible y llevadera”.
“De todas las artes literarias –asegura Gaztambide–, la poesía es la que más se parece al cine, porque al menos los guionistas y los poetas compartimos el trabajo con la metáfora, la síntesis, y el montaje, porque la poesía también es un trabajo de montaje”.
En ambos géneros, Gaztambide sigue practicando una misma poética: “claridad, sangre y belleza”.
Fracciones de vida cotidiana, historias de amor corriente, las formas inevitables en que acostumbran los cuerpos a acompañarse, sin la concurrencia de sus dueños, abrazos escatológicos, fetichismos, conversaciones furtivas rescatadas en los bares o en los autobuses, que conforman toda una serie: “Citas de la vida cotidiana”, son las realidades, las superficies romas contra las que Gaztambide afila su ojo.
La memoria se resuelve en estos poemas en la amarga condición del tiempo del amante; los cuerpos se aman y nosotros, simplemente, lo recordamos a través de sus huellas en las sábanas, la ropa interior encontrada en el fondo de un cajón. Después sólo queda vivir mansamente en la compañía insípida de este mundo fotográfico: “encuadres, detalles, volúmenes, historias”, restituir algo que recuerde a su hondura, a través del único de los gestos posibles: contar su historia, corriente, común, repetida en todos los cuerpos. Resignarse a ello con un humor seco.
La otra Maja
Mi amor
Tu cuerpo arqueándose por el placer
Está clavado en mi cabeza
Como un cuadro en un museo
Puedo verlo cada día
Pero no me lo dejan llevar a casa.
Gaztambide atiende a esta vida corpórea, instintiva, pulsional, sin gobierno, sórdida y bella a partes iguales, para la que el recuerdo es un rastro, una excrecencia más.
La ternura, una vez revisada la contabilidad de los cuerpos que hemos frecuentado, es casi una urgencia, un acto heroico ante las lecciones del fracaso y el aprendizaje de la decepción.
En una fotografía que muestra un solar demolido del bajo Manhattan, aparece retratado entre escombros el insigne reportero Joseph Mitchell. Con paso firme escarba con la mirada los restos con los que glosar la colección de fracasos y olvidos que ya iniciara en las granjas de North Carolina, antes de llegar a la ciudad y hacerse escritor. En esta su “Historia material de la ciudad” encontramos los artículos y perfiles anónimos que lo harían famoso. Entre las historias de predicadores callejeros, personalidades circenses, indios constructores de rascacielos, la monumental y megalómana obra que pretendiera el “profesor gaviota”, Joe Gould: Una Historia Oral de Nuestro Tiempo.
Por las crónicas que redactara Joseph Mitchell sabemos que las ciudades están vivas y naufragan a diario en cada esquina.
Algo de ese amargo humor, humor seco, encontramos en el afán coleccionista de Michel Gaztambide, en su forma de asomarse a los solares en demolición de la vida cotidiana. “Cierto humor –explica Joseph Mitchell– al que sólo puedo definir como ‘humor de cementerio’, en el que a veces la anécdota es la protagonista y otras es algo más secreto y que apenas se intuye en las conversaciones que reproduzco o en un pequeño detalle al fondo de una determinada escena...”
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