martes, 11 de septiembre de 2012

7785.- DAVID LAGMANOVICH




David Lagmanovich. (1927-2010)
Nació en Nicolás Bruzzone, provincia de Córdoba, ARGENTINA en 1927, pero residió en Tucumán. Obra poética: Circunstancias, 1961; Ocasiones, 1962; Contingencias, 1976; Fluctuaciones, 1977; Vaivenes, 1982; Variaciones y contrastes, 1986; Memorias del imperio, 1994; De cinco en cinco, 1997; No hay adiós, 1998; Las músicas 1999; 54 poemas, 2000; Álbum de postales, 2000; Cuaderno del 2001; Potencias de la música, 2003; Oficio de palabras, 2003; Contraescrituras, 2006; Construcciones, 2009. Es crítico literario, investigador de vasta trayectoria académica. Es narrador. Murió en octubre de 2010.



Un colegial

Remoto, remolón, 
Desperdicio de cara mañanera 

Cargado 
Con mochila supersónica 

Pasa Pablo 
Rumbo a la escuela 

Pateando una pelota imaginaria





La palabra

Sólo la palabra es capaz de corporizar 
aquello que las palabras 
no son capaces de expresar.






CRONOLOGÍA DE LAS PÉRDIDAS

En el mes de los fastos del Imperio perdimos las
sensaciones táctiles, el olor a tierra mojada y una
canción de Belafonte que alertaba sobre el peligro
de las mujeres pelirrojas

Cuando los Jacarandás desparramaban sobre la tierra
fragmentarias veladuras liláceas, ya no pudimos
distinguir entre lento y presto, pero nos reconfortó
comprobar que las tonalidades mayores y
menores permanecían en su sitio

A medida que se acercaba el verano hubo otras pérdidas:
algunas ambigüedades de Theodor W. Adorno,
una sábana que guardaba el perfume de la
más amada, casi todas las rimas en ia (menos la
palabra todavía) y una calle cortada donde era
domingo todo el año

Después le tocó el turno a un gato llamado Rodrigo;
poco más tarde desapareció el catálogo razonado
de argumentos en pro y en contra de Marcelino
Menéndez y Pelayo

Cuando el año enloqueció y comenzó a marcar nuevamente
el otoño, perdimos algunos trenes y la oportunidad
de dormir juntos

Hacia el final del año habíamos perdido tanto, que
extraviamos también la capacidad de evocar lo perdido

Por fin se constituyó la Nueva Cronología, que no
computa pérdidas sino abandonos, y según la cual
está prohibido imaginar lo que se tuvo y
registrarlo en poemas




Udine

Sólo el nombre de mi abuelo queda en Udine 
Ciertos sonidos un genitivo anómalo 
Un rasgo quizá retorrománico 

Un nombre que es la marca de un oficio 
Dondequiera se extienda 
La sangre del Friuli laboriosa y pobre 

El nombre propio más común 
De Udine me recibe 
En la primera esquina de la ciudad 
Con un guiño irónico 

Has vuelto dice 
Pero no queda nadie






Grote markt

Las piedras de la plaza 
encierran mis pasos 
en otro tiempo 

Aquí busqué un mendrugo 
entre los desperdicios 
aspiré 
el olor fermentado 
de la remolacha 

(Besé 
las botas relucientes 
me incliné 
ante los látigos de fuego 
Wagner innumerable) 

Caíamos encorvados 
contra la roca 

Sólo 
Queríamos 
comer






South boston

Una muchacha negra 
sostiene entre sus brazos 
un ramo de jazmines. De sus senos 
brotan flores que se deshojan 
sobre el rojo vivo de la alfombra.






El visitante

En la puerta tropecé con el Otro, 
que entraba. Lo increpé: “¿Adónde vas? Mi casa 
no es tuya”. Sin 
detenerse, dijo: “No te afanes. 
Yo no entro en tu casa 
sino en ti”


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