Mario Merlino
(Nació en Coronel Pringles, ARGENTINA en 1948 y murió en Madrid el 28 de Agosto de 2009 ) fue un escritor y traductor literario de obras escritas en lengua portuguesa, italiana e inglesa (fundamentalmente).
(Nació en Coronel Pringles, ARGENTINA en 1948 y murió en Madrid el 28 de Agosto de 2009 ) fue un escritor y traductor literario de obras escritas en lengua portuguesa, italiana e inglesa (fundamentalmente).
Estudió en la Universidad de Bahía Blanca y tuvo un programa de radio con su amigo y coterráneo César Aira.
En 1976 a raíz del golpe militar debió exiliarse en España donde permanecio hasta su muerte por una dolencia hepática.
Tradujo, entre otros autores, a Jorge Amado, Clarice Lispector, Lygia Bojunga Nunes, Ana María Machado, Nélida Piñón, João Ubaldo Ribeiro, Eça de Queirós, Mia Couto y António Lobo Antunes; a Gianni Rodari y Natalia Ginzburg, y a Allen Ginsberg.
En 2004 recibió el Premio Nacional a la mejor traducción por Auto de los condenados, de António Lobo Antunes.
Codirigió la revista Vasos Comunicantes y fue presidente de ACEtt . Obras publicadas: El medievo cristiano, Cómo jugar y divertirse con palabras, Cómo jugar y divertirse con periódicos, Manual del perfecto parlamentario y Diccionario privado de Salvador Dalí. Autor de los poemarios Missa pedestris, Libaciones y otras voces (CD) y Arte cisoria. Han aparecido textos suyos en diversas antologías.
LIMES
Y nos apechugábamos
en la siesta y dormíamos después
mientras que las beatas
destrozaban rosarios de acabóse
y rezaban sin voz a cuenta suelta
y en haciendo nosotros el amor
fisgoneaban no sólo las beatas
venían la vecina
mi hermana el intendente
el ubérrimo adonis fugaz de los sifones
y Yo mismo
que entonces era apenas un pequeño
con erecciones diurnas
que pasaba por ser Yo
pero podía ser aquesa que me trajo al mundo
y había salido otrosí fogosa la muchacha:
que su culo palpasen a horas trinas pedía
y (sentido del orden llamativo)
en las horas sin tris de palpadura
a su bebé tejía patucos de sisal
(bebé que iba a ser yo)
o fingía que daba de mamar y
sacando de sus tetas una al aire
miraba al cielo como embebecida
sacando en pos la otra abruptamente
se miraba los pies empecinada
que de golpe a esa altura eran los míos
y norabuena Yo/ émulo y grácil
de junco que Yo era
cada dos por tres Yo me los chupaba
Yo que por ser no era
Yo que por ser el orden no entendía
Y era más bien avieso
más bien tentebonete.
sí:
miraba de chiquito a todos lados
por ver si alguien venía
y en cualquiera viniendo en mi regocijaba
(fuese helena o monstruosa la belleza)
pero hablar no sabía
sólo echaba piropos por los ojos
que reviraban al borde del mareo
a) uno pasaba sin prestar atención
b) otro pasaba por ser casto siendo
como la noche y los labios anhelantes
c) otro pasaba y era
desfile intermitente y el vahido
ch) y hubo alguno que entró con sus dedos en mi boca
d) y un petulante dijo los niños no me gustan
e) y un hombre arrebatado tres veces fue a violarme
y tres tres ve tres veces
así jamás curares la impotencia
le dije y lo ablandé
de ‘Missa Pedestris’ (Verbum, Madrid 2000)
Mario Merlino por Justo Barboza. Tiza Conté sobre papel
Arte cisoria
no dejar nada en blanco que todo se inunde que vacilen la mentira la verdad que Él
(¿quién es Él, después de todo?) se sumerja en la franqueza el derrame en la
transfusión de vampiros amantes que se absorben la sangre el uno al otro el uno al
otro i
sin miedo i
sin el miedo que despega las baldosas trastabillan los miedosos creyéndose firmes
cuando todos pasamos la vida perdiendo la firmeza
pero sin miedo sin miedo sin miedo sin miedo
abiertos a la enfermedad
a la de todos los días
enfermarse significa perder la firmeza
Él perderá la suya a su manera
yo perderé la mía a mi manera
aunque nos decían siendo infantes sé fuerte no te dejes
avasallar avanza mira al frente
como soldados nos educaban como soldados
pero yo no quiero ser soldado
no quiero ser soldado ni héroe ni quiero irme en sangre por la patria
sólo quiero que se desnude
que me avasalle con su desnudez
sólo quiero quedarme desnudo i que nos hagamos una autopsia para amanecer vivos
mañana de nuevo
enfermos otra vez en la aventura
Él con mi sangre
yo con la suya
así es difícil que alguien se muera
así es difícil que
trastabillen las baldosas
Observaciones/Apuntes
Está sentado y mira: recorre el álbum con fotos, de vez en cuando bebe y sigue mirando. Es posible que tenga frío y entonces prefiera revivir el sol de la foto con cuerpos y cabezas de hace años. Hay árboles, un coche oscuro, una sombra que abarca la mitad de uno de los cuerpos, el de la izquierda exactamente. Ha de ser su padre y en otra, más adelante, el joven con quien compartió el viaje a Lima, hablaba poco, hicieron almuerzos y paseos juntos, además el mismo hotel lleno de mochileros, parejas en aventura, juntos habrán pedido la llave a ese japonés que andaba en el cambio negro y otras oscuridades. Ahora mira, se mira, mira sus manos y tiene arrugas, como la de aquella montaña quizá de Génova o de Santos. Deben ser las siete de la tarde. Se despereza de tanto en tanto, vuelve a beber, se le agotan las páginas del álbum. Afuera está claro y no llueve como ayer. Por la ventana ve carteles de publicidad, las paredes pintadas, bastante gente que circula todavía por la plaza, y los árboles movidos por el viento, el verde en las fotos, y los bancos de piedra, blancos, grises, con figuras gesticulantes. Se besan dos, pasa una vieja cargada con las bolsas del mercado, dos chicos se persiguen.
El cristal le ofrece una difusa imagen suya, se mira, mira las fotos, no se ha peinado todavía, encuentra que la sombra debajo de los ojos le sienta bien, un cartel se enciende y se apaga, habla del cigarrillo para sus momentos de ocio, de placer, de intimidad, y en ese mismo momento enciende uno de los suyos, observa como se consume el fuego del fósforo, reproduce imágenes de cine, ha visto antes a alguien en una pose semejante, actúa, mira la curva que realiza el fósforo consumiéndose como un viejo. Ése que alguien captó en una calle de Palos de Moguer, la vida agostándose en segundos, mira al viejo en el álbum, mira el fósforo, mira la planta triste después de tantos días sin agua. Ahora se incorpora, acaricia la mesa, va al baño, se abre la cremallera lentamente, pone en libertad su sexo oculto, el fósforo, se para frente al inodoro, se relaja, mea y mea, deben ser litros, mira el líquido, el agua de las mangueras lanzando chorros en la plaza, se queda estático, se derrama. Después decide dormir o quizá viaja, o quizá se hunde en recuerdos de lugares y cabellos acariciados alguna vez en horas veloces, o quizá se va y no vuelve, o quizá se observa nuevamente en el cristal, o quizás escupe en el espejo, o quizá marca un número en el teléfono y nadie contesta, o quizá mastica un pedazo de pollo mientras rememora carnes de hombres y mujeres sepultados, o quizás es simple y enciende la televisión por hacer algo, o quizás escribe una carta sin memoria, o quizás escribe sin pensar en lo que escribe, o quizás levanta el vaso y brinda por cualquier ausente, o quizás se remuerde y se lastima los labios esperando, o quizás se olvidó debajo de la almohada el alicate, o quizás dejó su voz en el zapato, o quizá se atreve y llama nuevamente, y le contestan y se ve eyaculando en el desierto.
Está ahora en la calle. Ha cerrado todas las puertas, ha cerrado la llave del gas, ha mirado detenidamente sus maletas, ha dejado en desorden sus papeles. Camina eligiendo un rumbo cierto. Llega y toca el timbre, entra sin hablar, enciende un cigarrillo, se enreda y enciende en el abrazo premeditado,
el cuerpo inevitable y apenas conocido le llega con sabor a café, a sábanas, a algún almuerzo lejano.
Voces comunes (1977)
a su madre interroga
y a su madre interroga de este modo:
¿estás bordando madre todavía?
¿me ves cuando te miro?
¿me ves cabeza mía entre tus piernas?
¿no te gustan mis ganas de imitarte
bordando aquella letra que me falta?
¿por qué tu ley de vida no es la mía
si quiero al fin y al cabo ser como eras?
¿Digo mientras no vaya sucediendo
que soy una mujer sola en el campo
que enseño como tú en los años treinta
que me llega el ardor de un campesino
y vámonos a ver en tu hermosura?
¿me ves madre tú a mí cuando te miro?
De "Libaciones y otras voces"
Antología 1975 - 2000
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