sábado, 22 de septiembre de 2012

7887.- AMÉRICA MARTÍNEZ FERRER


América Martínez Ferrer (Caracas, Venezuela 1976)
Poetisa y comunicadora social. Su ejercicio profesional ha estado vinculado con la actividad cultural tachirense,  desarrollando un trabajo de difusión patrimonial en distintos museos de San Cristóbal. Fue profesora de periodismo en la Universidad de Los Andes- Táchira. Ha sido invitada a diversos festivales de poesía y recitales en Venezuela y otros países latinoamericanos. Su poemario Al olvido se va como a la muerte fue galardonado en el Certamen Mayor de las Artes y las Letras 2006. Poemas de su autoría aparecen en la antología Los dragones de papel (Nadie Nos Edita, 2004) y en diversos portales web.



No encontrarás el camino de vuelta
Tus huellas se fundirán con el sendero
trazado por los que ya se fueron

Los alcanzarás
Abrevarás tu sed como ellos lo hicieron

Te inclinarás ante su orilla
y lo que soy se ahogará en el Leteo

Después de beber olvido
seguirás andando

Yo permaneceré aquí
Con este irresoluto juego de memoria disperso en la mesa

Repitiéndome
-mientras develo cada carta-
que siempre fue igual
que nunca vi a nadie volver de ahí
que al olvido se va
como se va a la muerte.





La palabra,
ebria de contención,
trepó hasta la punta de mi lengua
desde ahí se despeñó hacia el silencio
               
desgarrándolo






Anúnciame
Espanta las sombras que ladran a mi paso
y los ojos curiosos que desde los resquicios
me ven andar a tientas
desandando

Alláname el camino
que tropiezo
porque no estaba escrito que volviera

(el polvo sacudido de mi cuerpo
se levanta de nuevo y se me pega)

Anticípame
Nada quiero dejarle a la sorpresa
Salí de mí huyendo de este grito
pero el grito me alcanzaba adonde fuera







Para Argelia, mi madre

Si en algo mío
hay tino y hay belleza
es porque lo fundaste tú,
amamantando con entrañable aliento
el germen de esta voz,
enjugando mis ojos
para hacerme ver aquello que palpita
tras la bruma de lo cotidiano

Todo cuanto en mí es hermoso
fue acunado por tus manos,
puertas de entrada al mundo,
primeros indicios que tuve del amor

Lo demás
                 (el vacío, el horror, la pesadumbre)
no es cosa nuestra

Allá la muerte con sus anticipos.








Cada tarde
repetimos este infame juego
convocados por la rutina
               
Tú entonas lamentos
mirándome con tristeza
               
Yo sacudo de mi vestido las horas
como quien
desesperadamente
intenta deshacerse de un enjambre de insectos.







Transcurrió el tiempo prudente
para cualquier visita de cortesía

Me despedí

Enfrente se despobló un espejo






No puedo amarte con todo mi corazón:
sus sístoles te anhelan,
sus diástoles te aborrecen.






Soy una costa desierta
y en cada ola
con que el mar me embiste
busco tu rastro,
aunque ese efervescente sonido de la espuma
me advierta
que ahora desembarcas
en otra playa.







Comparo mi corazón con una tumba:
es frío,
oscuro,
solitario.
Y como una tumba,
lo que contiene
se dispersa,
se corrompe
en una noche que no termina.







Un pez pequeño
Trémulo,
Estremece mi pecho.
Cuando quiero atraparlo
sortea mis dedos
y se evade en un río
que pretende seducirme
susurrando los secretos de Ofelia.







Tú,
relato y correlato
de mi lengua.
Yo,
tu apologista.
En un principio fuiste carne
Y te hice verbo.






Sin haber caminado lo suficiente
para sentir hambre
y colmar de tierra mis poros
Descubro ahora
que estoy en el descenso
de mi salto mortal.









Ocho miradas en el vértice | Oito olhares no vértice

Selección y compilación | Seleçáo e compilaçao
Raquel Molina

Traducción | Tradução
Estrella Gomes


1

La palabra,
ebria de contención,
trepó hasta la punta de mi lengua:
Desde ahí se despeñó hacia el silencio

desgarrándolo

(De Al olvido se va como a la muerte)




A palavra,
ébria de contenção,
subiu até á ponta da minha língua:
Desde aí se despenhou para o silêncio

rasgando-o

(De Ao esquecimento vai-se como à morte)









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