Johan Mijaíl Castillo Guillén
Periodista, escritor y performer dominicano (Santo Domingo, 1990). Ha publicado el poemario Metaficción (2011). Ha presentado exposiciones fotográficas, performances y spoken word. Trabaja gestión cultural y colabora para medios de comunicación de su país. Está inmerso en diversos proyectos internacionales, entre ellos una colaboración como performer para la película del colectivo Lewis Forever con base en Berlín, Alemania. Textos suyos han aparecido en diversas publicaciones digitales.
Sueño
A veces sueño que la torre del Malecón Center toma vida, y se
transforma en un animal enorme que come cabezas frente al mar.
Siento miedo.
Y que el mar no es de agua salada, sino de fuego.
Y todo vuelve a la normalidad cuando llega a Gazcue,
Iniciando todo nuevamente en la Ovando con Gómez, entre chóferes
borrachos, travestis y tecatos, compartiendo la luz de la luna.
A veces sueño que sueño y luego despierto,
Y lloro.
¿Por qué?
¿Para qué?
Lloro palabras y lágrimas de letras,
Mi pañuelo son notas errantes por mi casa,
Trato de abrasar la vida
Y le escribo a un mundo que nunca me ha escrito a mí.
Pero no espero que se motiven a escribirme los jevitos que van a
Acrópolis Center,
Ahí no hay nada de verdad
Todo es mentira tras mentira
Al menos que quiera pertenecer al circo, de vivir sumido en la falsedad.
Ellos escriben,
Mi buzón esta lleno de esa basura,
Palabras sin sentidos ni sentimientos
No tienen causa.
Declaración de mi imperio, primer tiempo
Hijo del sol.
Capitán cabeza de esta ciudad atrincherada en el ruido,
Dueño de un imperio de mármol, levantado por hormigas inquíetas.
Una santa que es la dominadora,
Trujillo vivo en el Palacio en pleno siglo XXI
Robaron mi isla hasta sumirla en la mediocridad.
Secretamente misteriosa, mística.
Esperanzado yo, en las siete potencias africanas,
De siete colores diferentes,
Con olor a tabaco y mentol
Esto soy yo.
Orgulloso de un sabor ancestral,
Donde lo que se enseña es a hablar con muertos de tres cabezas, sin
dedos en los pies.
Bonyé, resucitado y limpiando mi habitación a las dos de la mañana,
con un vestido hecho de vuelos lumínicos o sino dorados como el sol
del caribe
Y es que ahora,
La gente no camina, vuela
Salta paredes de AIRE,
Ahora no vuelan,
La gente camina las calles de la Zona Colonial a plena tarde,
Con globos en las manos.
Mascaras de dibujos animados, que lloran la muerte de María.
Callan.
Vuelan de nuevo,
Se nubla el cielo, como señal de hacer notar su presencia
Ya no están en la Zona, sino en Los Mina
En casuchas de cartón marrón, besando el río
La gente no duerme, esperando el otro día
Un enorme cementerio es una sala de espera,
Grande. Grandísima.
Me declaro ser la isla
“El agua de este archipiélago de papel pesa y a veces pesa muchísimo”.
Ya está claro: morir en una yola no es la solución. El allá, el aquí, el mundo, la maleta de sueños con perico ripiao’ incluido, los boletos para subirse en un tren imaginario y mirar-morir por la ventana. La isla se sigue hundiendo en medio de las olas que vienen por todos lados; —usted se salva si trae oro escondido en la cartera, usted se salva solo si habla inglés y paga con dólares en este Nueva York chiquito, usted se salva si tiene las rodillas blanquitas, usted se salva si quiere salvarse y por eso lee la biblia, usted se salva, usted está salvo en este espejo de país de la mierda, en este caribe que se ahoga en las palmeras y los motoconchos ¿y qué?— en el Norte: corren, en el Sur: la tierra arde, en el Este: los hoyos de las calles son cráteres y en el Oeste: no se escuchan voces. Seguimos siendo isla, isla donde ser artista es ser el diablo, un dato geográfico en algún lugar, demografía atestada de palmeras y de costas. Una llama de tres colores con un escudo católico en el centro. Horas santas, comida, todo lo que se pueda esconder en el bote que estamos armando para irnos. Ganamos un torneo donde el premio era una pelota de medias y un diccionario con tres palabras que no estaban incluidas en el diccionario anterior. Antenas y todo lo que te puedas imaginar en un techo, todo eso haciendo juego con un sol que parece volverse otra cosa. Flores que salen de la tierra y se pierden en los brazos de los espantapájaros formando un universo personal donde la música de fondo es un gagá, donde los morenos que han quedado vivos van bailando al ritmo del un-do-tré con sus brazos hinchados de tanto darle al son del pico a la calle y el sudor en la frente. Bajando, subiendo, dividiendo el pedazo de tierra en dos. ¿No caben dos? Sí. Da pa’ lo do’, para tres, para todo el que quiera morirse (pero no ahora), porque al final de la historia saldremos volando en un cometa y justamente en este tiempo es donde vemos ángeles y señoras rezando y señores que se van despertando los domingos. Arroz con pollo, arroz con habichuelas, arroz con huevo, todo en una misma habitación, al ritmo del un-do-tré mariposita linda e’. Yo particularmente, que he visto aviones aterrizando y edificios muy largos puedo dar fe que el Estadio Quisqueya un día cogerá candela por aquello de Duarte, Sánchez y Mella. Mamá Tingó dejó su corazón en la tierra y su sangre dio fruto a esta generación con el caribe entre ceja y ceja, a esta generación que se ha puesto la isla de sombrero y de escudo ante la guerra, a esta generación que inició al mismo tiempo que el cosmos nombraba a todos bajo el signo de Aries, sin importar que era diciembre u otro mes fuera del círculo y no importa, porque lo que estamos haciendo es gritándole a todos estos hijos de la gran puta que nos escupen hacia un mundo de otredades, que al caribe lo estamos reflexionando, limpiando, coordinando, transformando, viviendo, sintiendo, gozando, pensando, bailando, sufriendo, llorando, bañando el amor por esta media isla perdida, esta media isla con una energía que nos harta al grado de querer salir de ella, pero cuando estamos allá ese mismo son nos hala como si fuera el imán de una metrópolis salida de la selva con un martillo en la mano y con un cuchillo en la boca se transforma todo en nada, en olor, en sabor, en cadencia, en humo y comenzamos a flotar, porque ya no hay fuerza para caminar, incluso algunos han perdido las piernas y otros han ganado más piernas: tienen de dos y de tres organizadas como filas. Dime ¿cómo hemos podido (sobre) vivir aquí? Si no es declarándonos ser la isla y haciendo trucos de magia con el agua de coco, para mover montañas y guardar toda la caña en una caja o en un tubo donde ya nadie la vea, donde ya nadie nos haga esclavos, donde ya nadie nos venga a cambiar-comprar por oro.
Pordioseros del Caribe
Lo que pasó fue que ya había una isla. Yo construí una isla. Todo el que se fue también construyó la suya y ahí se armó el lío de islas. Todo el que tenía deseos de recordar o inventar lo que era, no midió el problema que estaba armando. Ahora andamos por el mundo con tantas islas que nos caemos en la de origen y se va a hundir. La mía estaba escondida en un montón de luces, después estaba sola y se fue en su nube. Entonces, comenzó la tarea: ser la insularidad. Perderse en el tercer mundo entre un mar y un océano, que no es tarea fácil, perderse entre ser un espejo o ser una avenida más, un transeúnte más, un ciudadano más, un enfermo más. Ser todo al mismo tiempo, que tampoco es tarea fácil. A veces es bueno estar solo y reflexionar el subdesarrollo que se esconde entre todos estos elevados y apartamentos de lujo entre avenidas con nombres de héroes en inglés, minimizando, minimizando todo, como si fuéramos todavía los seres sub-humanos ante la nobleza. Si ves una sonrisa, no te la creas, porque es una farsa. La alegría no es lo mismo que la felicidad. ¿Qué estás haciendo ahora? ¿A qué le temes? Deberíamos estar pensando en otra cosa que no sean ofertas de resorts todo incluido o ventas de pasillo donde lo que domina es el dos por uno: compras algo y te llevas otro algo por el módico precio de nada. La insularidad es una condición geográfica; el insularismo es una ideología y una yola es un medio de transporte donde terminamos, casi siempre, muriendo.
Poesía para la posmodernidad
Ahora hasta los imanes están buscando beneficios, ser metales, vidrio. Todo ahora es llamar por telepatía a los otros y las otras no contestan, porque esta forma de comunicación no es fácil. Nadie se toma cinco minutos antes de tomar el café, la escritura ahora es automática, lo que salga, lo que coja mi bon, mi papel carbón, mi jeepeta 4*4, mi mamá. Lo que sí es fácil es decir que el dolor de los otros también es suyo cuando se vive en un país desde los periódicos y las notas de prensa, mientras los de arriba miran cuando los de abajo se mueren, se desproporcionan, se vuelven trigo. Tratar de salvarse es una utopía, un sueño que no deja de ser un sueño. Te levantas, porque debes correr, limpiar los cuadros, hacerte una foto 2*2 y ponerla en un Curriculum vitae que diga tu nombre y eso mismo te sella de tal forma que deberás ir al tribunal de justicia para cambiarlo o decirle cuando tienes cinco años a tus compañeros de escuela que te pongan un apodo y pases de ser Juan a Julián, Ju-tufú, Ju-chicomplote, Ju-ju, pero nunca Juan de nuevo. Entender será una pérdida de tiempo, porque los relojes ya no tienen pila. Se necesita otra cosa, algo que cambie todo lo que puede verse desde una ventana, que el malecón de Santo Domingo dejé de ser el malecón y se vuelva otra cosa que pese menos (no hay otra cosa que pese más que el agua), otra cosa que ya no permita que vengan a colonizarnos y escondernos por tanto tiempo en un pote de compota, en un pedazo de caña con un maldito vaho a grajo: grajo por el sudor, grajo por el calor, grajo por vivir en el caribe, grajo por no bañarse, grajo por no tener un bigote larguísimo, grajo por qué se vuelve de noche un pedazo de cartón. Entonces, nos quedamos solos por asunto de destino y brujería y licor y sábanas blancas y tazas con bebidas mágicas. Movimiento-catarsis-locura es lo que nos domina cuando caminamos. ¿Te besarías con un hombre sapo simplemente para que te compre un apartamento en Naco? Haré lo posible por no caerme cuando me toque ir por un traductor, para que no se me pelen las rodillas. I do not like abuse y esto es una máquina del tiempo de colores y limones también de colores por todos lados y nadie quiere apearse por lo cómodo que vamos viendo aves, cometas, lápices, lámparas, cajas, cartones, estrellas, animales que se arrastran, espermatozoides buscando un óvulo para volverse un hombre o una mujer con valores socio-morales dispuesto a respetar la iglesia y las normas divinas. Llegamos. Comenzamos a socializar con lo que vemos (hay ciegos que no ven, obvio), comenzamos a bailar mambo, reguettón, merengue, mangulina, pri-pri, de todo, hasta que nos cansamos y vienen hombres pequeños con sillas de aluminio y aposentamos nuestras hermosas nalgas en los respectivos tronos. Baila, baila, baila y no se para de bailar, porque en la nave hacía lo que nadie hacía: dormir, entonces tiene tanta energía que no le llegan los deseos que todos tenemos de sentarnos. El sol ya pesa. Hay mucho silencio y una ventana construida con una madera comprada en las Caobas o en las Palmas de Herrera. Este texto es de aquí. Señala alguien hacia un pequeño zafacón que está sobre un charquito de agua y nos paramos uno por uno frente a frente al zafacón y escondemos ahí la basura. Sencillitos, tranquilitos, normalitos, despacito. Ahora hay una nueva forma de arte, yo la he inventado, se llama POESÍA.
Poesía por potes
Poesía en los colmadones
Poesía en el Mamaya
Poesía en la Duarte con París
Metapoesía que se vuelve un acto: performance
Poesía donde puedes ir a comprar con ella al colmado
Poesía robada del apocalipsis
Poesía recitada por los huele cemento y los muchachos que suben la Churchill a montar esqueivol
Poesía
Poesía
Poesía en los tratados evangélicos
Poesía por un tubo, rolos, preservativos y siete llaves que tratan de responder la pregunta de la posmodernidad: ¿qué haces con tu poesía?
¿La performeas?
¿Te la comes?
¿La guardas en una cartera?
¿Es tan buena que no la compartes?
Y la posmodernidad responde desde la estatua de Montecinos y suben todos los hombres que se bañaban en Güibia por la Máximo Gómez, con deseo de quemar la estación del metro Casandra Damirón. Me quedo muy cerca del Hotel Lina y no me muevo de ahí.
Atención por veinte pesos
In case of emergency and with the train stopeed usted puede mirar por la ventana a los hombres que por castigo divino viven encerrados en el cuerpo de una niña de ocho años, que por obra y gracia del tren, vuelan mallas ciclónicas antes de morir como la pú pú de uno que deja de estar vivo. Worning, por favor, atención o el improper use will be penalised y será castigado como los hombres-niñas que desde abajo miran esas luces que llegan hasta el cielo en esta área controlada por los ademanes que invento justo cuando usted acciona la palanca: saltan, corren como si dentro del medio de transporte todas las mujeres dan a luz a hormigas y elefantes. Use por favor solo en caso de emergencia, please, solo en caso de emergencia y con el tren parado. Trate de abrir manualmente la puerta. Usted se salva solo si es de signo virgo, usted se salva si trae oro escondido en la cartera, usted se salva solo si habla inglés y paga con dólares en este Nueva York chiquito, usted se salva si tiene las rodillas blanquitas, usted se salva si quiere salvarse y por eso lee la biblia, usted se salva, usted está salvo en este espejo de país de la mierda, en este caribe que se ahoga en las palmeras y los motoconchos ¿y qué?, en este tren que sobre-vuela sin alas por la Máximo Gómez. Se me va la señal del celular. Lleva a tantos a su casa, ¿usted compró su boleto?, porque según escuché una vez alguien intentó pasar sin comprarlo y hoy el andén está sucio con sangre y partes de su cuerpo. “Utilizar en caso de emergencia para solicitar la parada del tren” y en un caso de no-emergencia nadie toca la palanca, porque el uso indebido será sancionado con las leyes de este Nueva York chiquito y nadie está nunca por encima de las leyes divinas, porque Dios fue que puso ahí la palanca y la estación. In case of emergency, use in case of emergency. En caso de emergencia, use en caso de emergencia o el uso indebido será sancionado. ¿No estás viendo mucha televisión? Este es el nuevo sello de la bestia. Mientras van pasando estaciones como palomas con hambre. Volando hacia algún sitio o a ninguna parte. Me tatuaré el nombre de Juan Bosch por todo lo que hizo por esta isla, me moveré a pintar la palanca de amarillo, me iré más temprano recordando que debo apen the door manually, teniendo lo que sea entre los dedos. Desde arriba se ve cómo mueren los de abajo.
Aleluya al rey
Arpas, arcas, velas, jericó
Arpas, arcas, velas, jericó
Arpas, arcas, velas, jericó
Arpas, arcas, velas, jericó.
Así cantará mi ejército cuando camine hacia la construcción de mi imperio de mármol. Cuando caminen hacia la victoria. Y yo, el niño de oro, sea venerado con los aleluyas más altos. Se reunirán detrás de los basureros, detrás de cualquier otra cosa para prestar ayuda en el levantamiento de lo que yo había profetizado.
Arpas, arcas, velas, jericó
Arpas, arcas, velas, jericó
Arpas, arcas, velas, jericó
Arpas, arcas, velas, jericó
A lo unísono.
Todo el mundo a una misma voz, caminando hacia la victoria, hacia la savia, a la eterna juventud.
A lo unísono.
Todo el mundo bajo mi poder, caminando hacia al sol, hacia el caribe, a la eterna juventud.
Arpas, arcas, velas, jericó
Felices
Arpas, arcas, velas, jericó
Cómodos
Arpas, arcas, velas, jericó
A gusto
Arpas, arcas, velas, jericó
Contentos.
Me paro frente a ellos:
Me ven. Se mueren. Saltan. Corren. Helicópteros. Arpas.
Levanto una mano:
Saludo. Sonríen. Lloran. Vuelan. Alucinan. Me ven. Arcas.
Aleluya. Gloria. Velas. Jericó.
Lo que yo había profetizado: el gobierno de los singafiao, el imperio de las ratas y las cucarachas, el gobierno de los monos, la dictadura del mojo.
Y cada uno en una isla muy bonita.
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