YIRAMA CASTAÑO GÜIZA,(Socorro, Santander, COLOMBIA 1964). Periodista. Estudios diplomáticos e internacionales, magister en ciencia política de la Universidad de los Andes, postgrado en dramaturgia y guiones para medios audiovisuales de la Universidad Externado de Colombia. Participó en la creación de la revista Común Presencia.
Libros: Naufragio de luna (1990), Jardín de sombras (1994), El sueño de la otra (1997), Memoria de aprendiz (2011), además de la antología Malabar en el abismo (2012).
Participó en la creación de la Fundación Común Presencia. Sus poemas han sido traducidos y publicados en medios de Colombia y el exterior.
Dice Fernando Garavito: |«Jardín de sombras es un libro hecho para el placer de la creación. En él vive el silencio, donde se refugia la poesía. Frente al muro de las palabras, Yirama Castaño construye el silencio y lo eleva como la expresión de lo que sólo ella le puede comunicar a su lector, quiero decir, su cómplice... La densa profundidad de estos poemas, el desgarramiento de estos poemas, su soledad, su espera, la implacable destrucción de ídolos y de fetiches, la tristeza nueva que aquí vivimos, y la alegría, también nueva, de sabernos partícipes de una fisura en el paisaje, nos permite escribir, con ella, en ella: «Cuando al final se callan las palabras... / el poema ha hurgado las entrañas / con su mano».
LECTOR DE AMANECERES
De nuevo pequeño mundo,
país enorme,
desde la
mesa de aprendiz.
Tú que sólo tienes la ilusión,
deja que siga
invisible
para seguir el vuelo
de esta única palabra.
RUMOR DEL VALLE
Para Karin Kuhfeldt
Cuando comencé a viajar,
no pude resistir la tentación de parar
en la estación equivocada.
Pequeño pueblo de bombilla en la escalera,
habitar cualquiera de tus casas era bailar
en una ronda de gaitas y tambores.
No importaba la lengua arenosa,
ni el calor colándose en la pared de la cocina.
Bastaban eso sí los olores de la tierra,
la lentitud descalza en el centro de la plaza.
Nadie tenía nombre
y sin embargo todos se llamaban.
Las mujeres pintaban sus labios
en punto de las seis
y los hombres aplastaban fichas
en medio de los gritos y la fiesta.
Pero un día llegaron los falsos monjes
a pintar con aerosoles
agujeros negros en tu cielo.
Pequeño pueblo,
ahora que vuelvo con el camino despejado,
ahora que la brújula señala el norte sin equívoco
hay algo que no entiendo,
todos callan
y una fila de cantadoras
con velas en las manos
alumbran la marcha
que aleja a los niños
de la prometida tierra.
EL CÍRCULO DE SALOMÉ
El viento silba su nombre.
Y no es de noche.
Sólo es un día que sigue al otro.
Y está de vuelta.
No es esta la calle.
No es esta la casa.
La puerta no abre con la misma llave.
Sin embargo, es el mismo paisaje que se mueve,
el otro país,
la otra ciudad,
los de siempre.
Y un cuerpo extraño al lecho,
y una cabeza en medio del bautizo
y ese silencio que se lleva el río.
INSTANTE
Como un péndulo suspendido
en los labios de una huérfana.
Como un rayo que se incrusta
en la piel del universo.
Como la vida:
Tan sencillo como eso.
MINIMA PARA UN MALABARISTA
Opuesto a lo que algunos
puedan pensar o escribir
la poesía sirve para profanar.
Y este verbo es mucho más
que sacar la tierra de los muertos
o llegar hasta el tú después
de excavar en el yo
o espiar por la rendija del paraíso.
Profanar es habitar el silencio
para darle forma de boca roja.
2 Poemas Ebrios
ARCANOS
II
Sabía del encuentro
aun antes de producirse.
Tan cercana a la sombra
tan a la orilla de la luz.
Aérea,
sí,
pero en balanceo hacia el ocaso.
III
La huérfana baila en la solitaria habitación
y da vueltas a la cuerda que ata su destino
Al otro extremo
alguien espera
para darle de beber y apretar el nudo.
Del libro Jardín de Sombras
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