martes, 8 de mayo de 2012

6761.- GIULIO STOCCI




Giulio Stocchi nació en 1944.
Estudió filosofia a la Universidad de Milán y Arte Dramático en la Accademia dei Filodrammatici de la misma ciudad.
Su actividad poetica pública empezó en 1975.
Desde entonces, y por muchos años, sus palcos escénicos fueron las fábricas ocupadas por los trabajadores, los actos populares en defensa de trabajo y derechos; hoy, los teatros, las universidades, las salas de conferencias: pero siempre caracterizando su poesía por un muy original contacto con el público.
Con su particular atención a las valencias sonoras de la poesía, Stocchi publicó varios discos: Il dovere di cantare (Premio Nacional de la Crítica Discógrafica), Punto e a capo, La cantata rossa per Tall el Zaatar (con la música del jazzman Gaetano Liguori), Da sogni e da città, siempre con Liguori.
Publicó con la Editorial Einaudi el volumen de versos y prosas Compagno poeta.
L'altezza del gioco será publicado en 2003 por la CUEC de Cagliari.
Stocchi es miembro del Club Psómega que reune artistas, filosofos y hombres de ciencia para el estudio del pensamiento inventivo.
Participó con sus poemas y ensayos en los libros publicados por el Club Psómega, Il pensiero inventivo, Milano, Unicopli 1992, La vita inventiva, Napoli ESI 1998, L'almanacco della Tikkun, Milano, Marossi 2003.




Giulio Stocchi, En tiempo de guerra


hijo
que todo alrededor
es fuego y escombro
y humo
y gritos

hijo
que te llevo
en los brazos

ay
hijo
hijo
hijo

y con tres espadas de ausencia
en el fondo del corazón





El dolor de los humildes los injustamente
golpeados los pacientes los que
sostienen al arquitrabe del mundo
la ola que se pierde en las playas
un escalofrío de viento la oración
en este valle gimientes oh Señor
que en la noche se levanta temblando
donde pasa en silencio la luna






Para futura memoria

...donde se paseaban los muertos
y hechos de cartón eran los vivos
Ezra Pound


I

Nosotros
los que sabían y encogiendo
los hombros dijeron "¡imaginarse!"
sin creer en la locura
y siguieron cada cual con sus negocios
ocupados hasta el crepúsculo del día
y distraídamente leyendo cada mañana
las noticias del horror venidero
como cosa que no les pertenecía
con la misma suerte de una catástrofe
remota en los mapas de Africa
o de la desaparición de réptiles alados
y que de las estadísticas sin embargo
estaban exactamente enterados
en cuanto a la subida en porcentaje
de la razón del provecho
en la industria de guerra
y que dijeron: "cosas demasiado complicadas:
es bastante para nosotros cada día comer"
y prefirieron entretanto en los signos astrales
destino y apuesta descifrar
y que mientras se multiplicaban
los señales y la voz de muchas partes
los amonestaba eran ocupados
disquisiendo si solían o menos ponerse
calzoncillos las etrellas del cinemá y al contrario
fastidiados se apresuraron tapandose
los oídos con auriculares y con canciones
pero fueron los primeros en consolarse cuando
satisfechos por los músculos exhibidos
se consideraron seguros con el más fuerte
y que solo barbotaron "cosas de aquellos"
viendo bombas y cohetes que caían
sobre otros como ellos con brazos y piernas
y tranquilos de la alborada y del ocaso
volvieron agolpándose en las calles
y siguieron caminando en redondo
caminando en redondo caminando en redondo
hasta que no hubo nada más después




hijo
que te han quebrado
para que yo no vea más
la primavera de tu sonrisa
hijo

y dulcemente tomar forma
la trama prometida de los días

hijo





masacradores de niños
chacales de los escombros
tigres para destripar mujeres
tristes carniceros
para romper
descuartizar
saquear
quemar
degollar






Ceniza
ceniza
ceniza

en tu silencio
mi grito





Noche de esta ciudad que sube
desde un remoto clamor de calles
a los pies del vigía que escudriña
la hora ineluctable el polvo
desecho que en cerco apaciguarà
el roto relampaguear de luces
la repetida pregunta el desafío
babel contra el cielo de viento
apuesta de gritos futuro
silbido en la hierba de sierpes
minúsculo anfiteatro de insectos







¿por qué este silencio
que se te posa en los labios
cómo una mariposa de nieve?
¿y tus ojos
que miran tan lejos

díme
que eterno minuto
van persiguiendo?

¡muerto!
¡muerto!
¡muerto!






Hay siempre
un muro que pasar
un pasaporte
un control
el miedo improviso
de olvidar
porque te encuentras justo
en aquel lugar y no
en otra parte
la fila larga
de las maletas
algo que
demostrar
el aliento de los otros
que adviertes
como una obscura
amenaza
el retumbo de un sello
sobre el papel
que te otorga
de existir
un neon
una puerta
un reloj






Como
vivimos
así nos marchamos

ciudades
desiertas

después
de nosotros
intactas

El zumbido de las máquinas
nos sobrevivió

nadie
nos
añora






mi niño
mi dicha
mi esperanza

él que había nacido muy pequeñito
pero como un árbol

para crecer hacia el cielo
para ver y para conocer






y según su destino
ir por los caminos del mundo

mi niño
mirad
mirad mi niño
y su vida derramada en el polvo
con todos sus tesoros

¡muerto!
¡muerto!
¡muerto!



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