Augusto Casola (Asunción, PARAGUAY 1944)
Augusto Casola es miembro del PEN Club del Paraguay desde 1973. Ocupó los cargos de Tesorero, Secretario General y actualmente se desempeña como Presidente del club. Es además socio fundador de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP).
Fue jurado de varios concursos y sus trabajos literarios integran varias antologías nacionales e internacionales.
Obras publicadas:
El laberinto (novela, 1972. 1er. Premio concurso PEN Club de Paraguay y Cámara Paraguaya del Libro)
27 Silencios (poesía, 1975)
La catedral sumergida (cuentos, 1984)
Tierra de nadie - ninguém (novela, 2000)
Segundo horror (novela, 2001. 1er. Premio "Roque Gaona 2001")
Tiempo (poesía, 2002)
Masonería y profanidad (ensayos breves, 2005)
Firracas y pandorgas (cuentos, 2006)
varias de estas obras aparecen en la página web cervantes virtual y otras referencias del autor en cualqiera de los buscadores yahoo, hotmail, google, etc.
augustocasola@hotmail.com
27 SILENCIOS
A Epifanía Casola,
mi madre muerta
Al amor vivo
I
Tras el suspiro
tu extraña presencia
toda sombras sin mariposas
y violetas
dormidas entre tus manos
hechas de surcos y gemidos
y ramillas de ilusión
que adornan tus lívidas mejillas
y el mármol de tu frente dolorida
Tu extraña presencia inmóvil
sin aleteo de aves migratorias
Tu extraña presencia inmóvil
sin lágrimas del próximo rocío
II
Sola:
cuando naciste estabas sola,
y ahora -muerta-
vuelves a estar sola.
El camino de enfrente es desolado,
con la sorda desolación
de la lluvia de verano,
con el monocorde chorrear
de canaletas,
y el melancólico sonido
de techos de zinc.
Estás sola.
Tras el próximo invierno.
Aun antes del otoño que no llegó,
dejaste atrás la primavera
prendida a las violetas
y el verano
pasó cerca
y tú, sola,
sola entre el silencio largo.
Sola.
En la avenida desnuda
de cipreses llorones,
estás sola.
III
Tus ojeras profundas
enmarcan los ojos ya sin lágrimas.
Has cerrado, al fin, las puertas del dolor.
La vieja primavera
agostada entre las violetas del jardín
y las ramillas de ilusión
dormidas entre tus ilusiones.
Sólo tus ojeras
-profundas cavernas del adiós-
duermen con tus ojos,
duermen con tus manos,
duermen...
¡Cómo son profundas tus ojeras,
cuando duermes...!
IV
Cómo amabas las violetas,
el trébol de cuatro hojas que nunca hallaste
y el jazmín
Cómo vivo tu presencia
ahora que no vives
y estás conmigo
ahora que no estás
Cómo me abrazo a los recuerdos
y tu sombra de recuerdos
ne abraza con sus besos
y ¡cómo siento los besos que me dabas!
y ¡cómo siento los besos que no di!
V
A veces llevo flores;
a veces, si me sobra tiempo
o cuando resuenan
entre las fibras de la memoria
tu voz, tus palabras, como ahora...
Dejo las flores y huyo
perseguido del silencio
entre cipreses
El silencio de tu mundo estrecho
el silencio de tus manos.
Huyo de tus manos
-caricias de silencio-
VI
Surcos en las manos
y entre los surcos, tus manos
Extiendes las manos entre los surcos
y en tu rostro de surcos,
una lágrima
Surcas con tus manos de surcos
el surco triste de tu rostro
y entre tus mejillas de surcos,
una lágrima
Con tus manos de surcos
surcas las sombras
y en los surcos de mi alma,
una lágrima
VII
Tú...,
¡que ni lo presientes
y yo que no puedo sentir!
-y miras sin ver-
ese lago de tus ojos,
ese azul que envuelve cuanto miras,
y tú,
que no presientes mi presencia
-savia entre tus venas-
-acíbar en mis labios-
y tu boca
y tú
que no presientes nada
y yo que siento todo
no debo sentir nada.
VIII
¡Cómo brilla en tus ojos
el brillo de tu casi niñez!
¡Cómo sumerjo en ellos
-azulceleste iridiscente-
mis años saturados de gris!
y salgo envuelto
en azulceleste...
IX
Tu voz es un eco -tan solo-
que a veces solloza
en mi memoria;
tu voz,
una caricia ausente,
un beso olvidado
-la hora ha huido-
..., tu voz,
que a veces llega
con el eco.
X
No aprehendí tu sexo
-no supe hablarle-
veo tu rostro, tu sonrisa,
el lago fulgente de tus ojos
-tu cuerpo, apenas niña-
-tu voz, apenas niña-
No aprendí tu sexo
al hablar contigo;
solo el murmullo del viento
y tus manos blancas y finas
-y mis manos-
caricias que solo yo presiento
No he hallado tu lenguaje
y en mí bullen las palabras
-no supe armar la frase de tu sexo-
¡Tú! que aún no has despertado.
XI
...quiero estar en tus entrañas
así como estás tú en las mías
y en tu cuerpo
dejar mi ofrenda
¡Cómo deseo estar en tus entrañas
así como estás tú, en las mías!
XII
Frases hechas, dicen,
y vacías
-vacías de quien, de qué-
si dentro y fuera
sólo hay vacío.
Tú,
junto a mi vacío.
Tú,
y tu voz, tu risa.
Tú,
junto a mí;
yo, tú,
nuestro vacío
XIII
Llamé
y Tú no estabas
en la serena melancolía de la tarde
-detrás de mí el paisaje de Tu recuerdo-
-delante la puerta de Tu casa-
otra vez niño de ojos asombrados
otra vez triste en la calle vacía
Llamé
y Tú, no estabas.
XIV
Yo también quisiera hablar un idioma nuevo
para decirte todo dentro del silencio
posible sin palabras
posible sin gramática
¡Ah! si yo pudiera inventar, para ti,
un idioma nuevo
para repetirlo
y que sólo tú lo comprendieras
XV
Todavía no he partido
y estoy triste...
Duermes, dulce y olvidada
y estoy triste...
Me rodean los recuerdos
y estoy triste...
Los recuerdos son presente
y estoy triste...
XVI
No llegué a tiempo para despedirte
y el adiós se fue contigo,
con tu presencia.
No llegué a tiempo
y el suspiro de tu voz
quedó conmigo.
No estuve junto a ti,
a despedirte.
XVII
Yo soy mi silencio
reposado en sí mismo
Mi silencio de voces
entre las palabras
Soy mi silencio:
mi silencio y yo;
Tú y yo somos silencio.
XVIII
Tu amor...
bruma dispersa
-presente siempre-
Tu amor:
esa soledad de estar contigo
Tu amor,
silencio de palabra en la palabra
XIX
Pudo ser...,
y, apenas, fue poesía
-mezcla de papel y tinta-
-tumba de palabras muertas-
-Apenas fue poesía,
pero, ¡pudo ser!
XX
He aprendido a estar solo
Como se puede estar, entre la gente
De repetir las calles y el asfalto
De las hojas que giran tras de mí
De tanto repetir el viento norte
su llanto entre las ramas de los árboles
He aprendido a estar solo
Sigue
el mundo lleno y yo entre sus sombras
con mi sombra
yo, y las hojas y el asfalto
Tanto he aprendido a estar solo
que casi no estoy solo
XXI
Quiero huir del silencio
para sentir nuestro silencio
y ver pasar, mudas,
las sombras
Quiero estar hecho de silencio
-ser el origen del silencio-
Sentir tus manos
Hundirme en el océano de tu cuerpo
y ahogarme entre sus algas
y surgir
para otra vez estar en tu cuerpo
y ahogarme de nuevo entre sus algas
Quiero huir del silencio
para sentir nuestro silencio
XXII
¡Dos minutos y volver!
Tras el cielo presente de tu boca
Tras el cielo presente de tus manos
Y la promesa del aroma de tu cuerpo...
Uno
tu sangre y la mía confundidas
Uno
tu entrega, tu boca, tu cuerpo
¡Dos minutos y volver!
XXIII
Todo pasa;
aún el llanto al quebrar tus palabras
las volvió suspiro
Aún el viento y las sombras de la noche;
la soledad de una ausencia
pasa
y pasa el temblor,
la impaciencia de los besos
Todo pasa;
y tu amor que es celeste y joven
¿pasará también?
XXIV
Cuerpo sin razón:
reúne en su no ser ahora y seguir siendo
lo que fue sin haber sido
Junta sus días de no estar
a éste presente
-aún no estando-
en soledad de carne
repetida
estar -carne presente-
¡estar, estar presente!
XXV
Si fuese posible deshojar
dos veces la misma margarita
y ver el mismo crepúsculo
dos veces
y soñar
el sueño de la noche pasada
repetido a cada instante
-vuelto presente-
Si los pétalos no fueran tan efímeros
y perdurasen las lágrimas
en el rocío
¡Ver dos veces el crepúsculo
envuelto en un silencio solo!
XXVI
Como
el raudal que rueda
y desemboca en muerte
Como el agua que corre y arrastra
en su carrera tu recuerdo
y va y se pierde y se acaba
-rueda-
rodamos
rama perdida, sola
en el raudal de vida
ya rota en ondas
ruedas en la rompiente
y mueres
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