Isabella Leardini
Isabella Leardini (Rímini, Italia 1978) obtuvo en 2002 el Premio Montale con La coinquilina descalza (Niebo-La Vita Felice, 2004, 4ºed.), cuya versión española aparecerá próximamente en la editorial La Isla de Siltolá. Está incluida en varias antologías italianas y extranjeras, como Les Poètes de la Méditerranée (Gallimard, 2010) o Nuovi poeti italiani 6 (Einaudi 2012). Desde 2003 dirige el festival Parco Poesia, el Premio Rimini de poesía joven y el portal www.parcopoesia.it. Algunos poemas suyos han sido publicados en Argentina, en Esplendor en las sombras. Tres voces italianas contemporáneas, Ed. Huesos de jibia, 2015.
EL EMBLEMA DEL GUANTE
Nunca me he reconocido en la poética del cuerpo; es más, desde principios de siglo he negado esa adhesión. El cuerpo no define mi poesía desde una ideología feminista ni como deconstrucción experimental del yo lírico ni, mucho menos, como una suerte de erotismo barroco y verbal. Y sin embargo, Mi cuerpo olvidado en la cama es el íncipit de mi primer libro y ya desde el título, La coinquilina descalza, hay una alusión al elemento corporal. La corporeidad en sí (más que el cuerpo como tema) atraviesa enteramente mi primer libro, pero su función es sobre todo metafórica y está al servicio del yo lírico narrativo. Intenté utilizar la imagen física y corpórea como una especie de antídoto al sentimentalismo retórico. En este cancionero de amor no correspondido intenté un acto cognoscitivo y lúcido: enfocar el sentimiento sin nombrarlo, representarlo en la acción o en la reacción, en el aspecto epidérmico de la juventud. Me gustaría traer a colación algo de la autora que más me ha influido en mi periodo de formación, algo que podría llamar la función del guante de la Ajmátova: “Tan perdido y helado estaba mi pecho… / pero yo iba a buen paso. / Le puse a la mano derecha / el guante de la izquierda.”
En La coinquilina descalza utilizo un sistema de imágenes corpóreas para contar un amor platónico, mediante un gesto mínimo y autosuficiente. El cuerpo no vuelve a estar entero, íntegro, tras ese verso inicial; es a partir de ahí una imagen aproximada. Es un cuerpo en fragmentos, artes que se hacen emblema, tanto los míos, como los del otro: “la curva de tu cuello” es probablemente mi imagen más conocida.
Las manos son recurrentes, hasta tal punto que dan título a la sección central de este libro; representan el elemento revelador, el lugar donde las máscaras caen derrotadas. Son, sin duda, el elemento corpóreo más sólido incluso en mi segundo libro, el único que resiste hasta la última parte. La frente es otro importante lugar corpóreo que cruza toda mi obra, desde el título de la primera sección de La coinquilina: “Entre la frente y los ojos”. Representa el punto de máxima concentración, pero también el de abandono; probablemente revela incluso una visión mía, un tanto especulativa, del amor.
En la dicotomía entre vida activa y vida contemplativa, entre el amor vivido y amor absoluto, que es tema de fondo de toda mi poesía, son las piernas, los pasos, los andares, los que representan en ambos libros el tema de la naturaleza activa, llegando hasta la metáfora de la Sirenita que se juega la voz por las piernas. El bien contemplativo del canto a cambio de una idónea felicidad para la vida. Y justamente voz y respiración son los otros dos elementos físicos recurrentes en mi poesía.
Con respecto a la cuestión, tan debatida en los últimos años en Italia, sobre lo corpóreo como rasgo común en la poesía femenina, personalmente creo que la razón no hay que buscarla en una influencia literaria común sino, más bien, en un carácter puramente cerebral y neurolingüístico.
Selección de poemas
Mi cuerpo abandonado en la cama
al terminar las estaciones
se me sube al estómago,
donde todo nace y se consuma,
donde acecha cual tormenta el llanto
y nadie atiende a lo necesario.
Qué largo el invierno, qué temblor esperarte,
el poema de Caproni colgado de la cama
como una oración.
El humo sale
y entra el último frío
y yo abrazada a la ventana;
y llega ese temblor
que es mi juventud toda
reunida en un abrazo
que me cierra a las espaldas
la verja y las puertas de los buses.
***
Como si hablarse
no pudiera ser un juego…
Como si por nada más se pudiera reír…
Necesito tocarte para estar aquí,
con el tono crudo de mi voz
y la dulzura que saja mis vértebras.
Nos apoyamos en las aceras, leves,
sin pensar demasiado
afrontando sin timidez las miradas
desde estas sandalias orgullosas.
Es un verano árido como estas manos mías
que pasa mordiendo las hojas
como si decir no importa
no fuera también para mí
como morderme los labios.
***
Todo mi relato es besarte en la frente
esa distraída precisión
al recogerme el pelo
que me contradice el pensamiento.
Tus frasecitas me las quedaría
para desenredarlas en mi cuello con un gesto
para apuntármelas en las muñecas,
y esperar esas palabras como piedras
como el sol que llega entre las ramas
y quita el aliento,
densas como el resuello
o el primer toque del teléfono
o la bofetada del viento cuando pasa un tren.
***
Recorres todo el verano en una mirada
y aún te tomas de un trago la noche;
todo viene, y me tizna los ojos,
baja por la garganta
como deja el café su sabor y la sed.
El bar como un héroe trágico,
con las sillas desordenadas, y la señora
que conoce todos mis argumentos.
Como hacen las mujeres
yo paso entre las cosas, las complico
y me voy;
y te envidio si te quedas
como un niño quieto frente al alba.
***
Una pelea de perros adentro
todos juntos
todos con su trozo
de paz por devorar.
Se vive como hierba en las macetas,
la terraza la tele el recorrido de los trenes,
un suspiro que cae y va contra el viento…
Y no deja de ser el alba
quien me coge la frente con sus manos
con su claridad de madre que se alza.
***
Los saludos desde lejos
son los que dejan en los pasos y a la larga
el suspiro de un abrazo frustrado.
¿Que estamos hechos, para recibir
el bendito aguijón de la muerte
en los adioses?
***
Y dicen que cuando tú estás
parezco menos nerviosa…
Será que me quitas los nervios y te vas…
Sólo sé que la curva de tu cuello
es el lugar más perfecto que existe
para esta frente;
y si me abrazas es como entrar en casa
sabiendo que no puede una quedarse.
***
Verte ya desde lejos cuando llegas
localizarte siempre en la muchedumbre…
pero tu cara,
ahora que es sólo tu cara
deja seco el aliento en la garganta.
He inaugurado esta fidelidad de rabia,
la fiebre de quien cree sin pruebas
que es un rostro el morder de los días
el sobresalto quieto de las venas.
Decir hemos sido sólo amigos
es como decir no hubo nada
despedazada sin el bien de un verbo
la vergüenza testaruda de los niños
que no quieren haber imaginado.
¿Y qué es este amar de nada,
que ni me deja ni se deja dejar?
Il mio corpo lasciato sul letto
al finire delle stagioni
torna allo stomaco,
dove ogni cosa nasce e si consuma,
preme come un temporale, il pianto
ma alle necessità manca l’attenzione.
“Che inverno lungo e che brivido attenderti”
la poesia di Caproni appesa al letto
come una preghiera.
Il fumo esce
ed entra l’ultimo freddo
mentre abbraccio la finestra
e arriva quel brivido
che è tutta la mia giovinezza
raccolta in una stretta
a chiudermi alle spalle
il cancello e le porte degli autobus.
***
Come se parlarsi
non potesse essere un gioco…
Come se per nient’altro si potesse ridere…
Ho bisogno di toccarti per essere qui,
con il tono crudo della mia voce
e una dolcezza che mi taglia le vertebre.
Ci appoggiamo ai marciapiedi, leggeri
senza pensare troppo
e senza timidezza ad affrontare gli sguardi
su questi sandali d’orgoglio.
È un’estate magra come le mie mani
che morde le foglie
come se dire “non importa”
non fosse anche per me
come mordermi le labbra.
***
Tutto il mio narrare è baciarti sulla fronte
una distratta precisione
nel raccogliermi i capelli
a contraddirmi la mente.
I tuoi discorsi li terrei
per scioglierli sul collo con un gesto
legarmeli ai polsi,
ad aspettare le parole come sassi
come arriva il sole tra i rami
a togliere il fiato,
serrate come il respiro
il primo squillo del telefono
lo schiaffo del vento quando passa un treno.
***
Corri tutta l’estate in uno sguardo
e bevi ancora d’un fiato la sera,
tutto viene ad annerirmi gli occhi
scende in gola
come un caffè lascia il gusto e la sete.
Resta un eroe tragico il bar,
con le sedie scomposte, la signora
che sa tutti i miei discorsi.
Come fanno le donne
io passo nelle cose a complicarle
e me ne vado,
ma ti invidio mentre stai
come un bambino fermo contro l’alba.
***
Una lotta di cani dentro
tutti insieme
tutti con il loro pezzo
di pace da sbranare.
Si vive come l’erba nei vasi,
il terrazzo la tv il giro di treni,
un res che si stacca controvento…
E mai che non sia l’alba
a prendermi la fronte tra le mani
nel suo chiaro di madre che si alza.
***
I saluti da lontano sono quelli
che lasciano a lungo nei passi
il respiro di un abbraccio mancato.
Siamo fatti per avere il benedetto
puntiglio della morte negli addii?
***
E dicono che se ci sei anche tu
sembro meno nervosa…
E’ che mi togli i nervi e te ne vai…
So solo che la curva del tuo collo
è il posto più perfetto che ci sia
per questa fronte
e se mi abbracci è come entrare in casa
sapendo che non ci si può restare.
***
Scontrarti da lontano quando arrivi
intercettarti sempre nella folla,
ma il tuo viso…
adesso che è solo il tuo viso
asciuga il fiato in gola.
Ho aperto questa fedeltà di rabbia,
la febbre di chi crede senza prove
che sia una faccia il mordere dei giorni
il soprassalto fermo nelle vene.
A dirlo, “siamo stati solo amici”
è come dire “non c’è stato niente”
sbranata via senza il bene di un verbo
la vergogna intestardita dei bambini
che non vogliono aver immaginato.
E questo che cos’è, amare di niente,
che non mi lascia e non si fa lasciare?
TRADUCCIÓN: Juan Carlos Reche
EL EMBLEMA DEL GUANTE
Nunca me he reconocido en la poética del cuerpo; es más, desde principios de siglo he negado esa adhesión. El cuerpo no define mi poesía desde una ideología feminista ni como deconstrucción experimental del yo lírico ni, mucho menos, como una suerte de erotismo barroco y verbal. Y sin embargo, Mi cuerpo olvidado en la cama es el íncipit de mi primer libro y ya desde el título, La coinquilina descalza, hay una alusión al elemento corporal. La corporeidad en sí (más que el cuerpo como tema) atraviesa enteramente mi primer libro, pero su función es sobre todo metafórica y está al servicio del yo lírico narrativo. Intenté utilizar la imagen física y corpórea como una especie de antídoto al sentimentalismo retórico. En este cancionero de amor no correspondido intenté un acto cognoscitivo y lúcido: enfocar el sentimiento sin nombrarlo, representarlo en la acción o en la reacción, en el aspecto epidérmico de la juventud. Me gustaría traer a colación algo de la autora que más me ha influido en mi periodo de formación, algo que podría llamar la función del guante de la Ajmátova: “Tan perdido y helado estaba mi pecho… / pero yo iba a buen paso. / Le puse a la mano derecha / el guante de la izquierda.”
En La coinquilina descalza utilizo un sistema de imágenes corpóreas para contar un amor platónico, mediante un gesto mínimo y autosuficiente. El cuerpo no vuelve a estar entero, íntegro, tras ese verso inicial; es a partir de ahí una imagen aproximada. Es un cuerpo en fragmentos, artes que se hacen emblema, tanto los míos, como los del otro: “la curva de tu cuello” es probablemente mi imagen más conocida.
Las manos son recurrentes, hasta tal punto que dan título a la sección central de este libro; representan el elemento revelador, el lugar donde las máscaras caen derrotadas. Son, sin duda, el elemento corpóreo más sólido incluso en mi segundo libro, el único que resiste hasta la última parte. La frente es otro importante lugar corpóreo que cruza toda mi obra, desde el título de la primera sección de La coinquilina: “Entre la frente y los ojos”. Representa el punto de máxima concentración, pero también el de abandono; probablemente revela incluso una visión mía, un tanto especulativa, del amor.
En la dicotomía entre vida activa y vida contemplativa, entre el amor vivido y amor absoluto, que es tema de fondo de toda mi poesía, son las piernas, los pasos, los andares, los que representan en ambos libros el tema de la naturaleza activa, llegando hasta la metáfora de la Sirenita que se juega la voz por las piernas. El bien contemplativo del canto a cambio de una idónea felicidad para la vida. Y justamente voz y respiración son los otros dos elementos físicos recurrentes en mi poesía.
Con respecto a la cuestión, tan debatida en los últimos años en Italia, sobre lo corpóreo como rasgo común en la poesía femenina, personalmente creo que la razón no hay que buscarla en una influencia literaria común sino, más bien, en un carácter puramente cerebral y neurolingüístico.
Selección de poemas
Mi cuerpo abandonado en la cama
al terminar las estaciones
se me sube al estómago,
donde todo nace y se consuma,
donde acecha cual tormenta el llanto
y nadie atiende a lo necesario.
Qué largo el invierno, qué temblor esperarte,
el poema de Caproni colgado de la cama
como una oración.
El humo sale
y entra el último frío
y yo abrazada a la ventana;
y llega ese temblor
que es mi juventud toda
reunida en un abrazo
que me cierra a las espaldas
la verja y las puertas de los buses.
***
Como si hablarse
no pudiera ser un juego…
Como si por nada más se pudiera reír…
Necesito tocarte para estar aquí,
con el tono crudo de mi voz
y la dulzura que saja mis vértebras.
Nos apoyamos en las aceras, leves,
sin pensar demasiado
afrontando sin timidez las miradas
desde estas sandalias orgullosas.
Es un verano árido como estas manos mías
que pasa mordiendo las hojas
como si decir no importa
no fuera también para mí
como morderme los labios.
***
Todo mi relato es besarte en la frente
esa distraída precisión
al recogerme el pelo
que me contradice el pensamiento.
Tus frasecitas me las quedaría
para desenredarlas en mi cuello con un gesto
para apuntármelas en las muñecas,
y esperar esas palabras como piedras
como el sol que llega entre las ramas
y quita el aliento,
densas como el resuello
o el primer toque del teléfono
o la bofetada del viento cuando pasa un tren.
***
Recorres todo el verano en una mirada
y aún te tomas de un trago la noche;
todo viene, y me tizna los ojos,
baja por la garganta
como deja el café su sabor y la sed.
El bar como un héroe trágico,
con las sillas desordenadas, y la señora
que conoce todos mis argumentos.
Como hacen las mujeres
yo paso entre las cosas, las complico
y me voy;
y te envidio si te quedas
como un niño quieto frente al alba.
***
Una pelea de perros adentro
todos juntos
todos con su trozo
de paz por devorar.
Se vive como hierba en las macetas,
la terraza la tele el recorrido de los trenes,
un suspiro que cae y va contra el viento…
Y no deja de ser el alba
quien me coge la frente con sus manos
con su claridad de madre que se alza.
***
Los saludos desde lejos
son los que dejan en los pasos y a la larga
el suspiro de un abrazo frustrado.
¿Que estamos hechos, para recibir
el bendito aguijón de la muerte
en los adioses?
***
Y dicen que cuando tú estás
parezco menos nerviosa…
Será que me quitas los nervios y te vas…
Sólo sé que la curva de tu cuello
es el lugar más perfecto que existe
para esta frente;
y si me abrazas es como entrar en casa
sabiendo que no puede una quedarse.
***
Verte ya desde lejos cuando llegas
localizarte siempre en la muchedumbre…
pero tu cara,
ahora que es sólo tu cara
deja seco el aliento en la garganta.
He inaugurado esta fidelidad de rabia,
la fiebre de quien cree sin pruebas
que es un rostro el morder de los días
el sobresalto quieto de las venas.
Decir hemos sido sólo amigos
es como decir no hubo nada
despedazada sin el bien de un verbo
la vergüenza testaruda de los niños
que no quieren haber imaginado.
¿Y qué es este amar de nada,
que ni me deja ni se deja dejar?
Il mio corpo lasciato sul letto
al finire delle stagioni
torna allo stomaco,
dove ogni cosa nasce e si consuma,
preme come un temporale, il pianto
ma alle necessità manca l’attenzione.
“Che inverno lungo e che brivido attenderti”
la poesia di Caproni appesa al letto
come una preghiera.
Il fumo esce
ed entra l’ultimo freddo
mentre abbraccio la finestra
e arriva quel brivido
che è tutta la mia giovinezza
raccolta in una stretta
a chiudermi alle spalle
il cancello e le porte degli autobus.
***
Come se parlarsi
non potesse essere un gioco…
Come se per nient’altro si potesse ridere…
Ho bisogno di toccarti per essere qui,
con il tono crudo della mia voce
e una dolcezza che mi taglia le vertebre.
Ci appoggiamo ai marciapiedi, leggeri
senza pensare troppo
e senza timidezza ad affrontare gli sguardi
su questi sandali d’orgoglio.
È un’estate magra come le mie mani
che morde le foglie
come se dire “non importa”
non fosse anche per me
come mordermi le labbra.
***
Tutto il mio narrare è baciarti sulla fronte
una distratta precisione
nel raccogliermi i capelli
a contraddirmi la mente.
I tuoi discorsi li terrei
per scioglierli sul collo con un gesto
legarmeli ai polsi,
ad aspettare le parole come sassi
come arriva il sole tra i rami
a togliere il fiato,
serrate come il respiro
il primo squillo del telefono
lo schiaffo del vento quando passa un treno.
***
Corri tutta l’estate in uno sguardo
e bevi ancora d’un fiato la sera,
tutto viene ad annerirmi gli occhi
scende in gola
come un caffè lascia il gusto e la sete.
Resta un eroe tragico il bar,
con le sedie scomposte, la signora
che sa tutti i miei discorsi.
Come fanno le donne
io passo nelle cose a complicarle
e me ne vado,
ma ti invidio mentre stai
come un bambino fermo contro l’alba.
***
Una lotta di cani dentro
tutti insieme
tutti con il loro pezzo
di pace da sbranare.
Si vive come l’erba nei vasi,
il terrazzo la tv il giro di treni,
un res che si stacca controvento…
E mai che non sia l’alba
a prendermi la fronte tra le mani
nel suo chiaro di madre che si alza.
***
I saluti da lontano sono quelli
che lasciano a lungo nei passi
il respiro di un abbraccio mancato.
Siamo fatti per avere il benedetto
puntiglio della morte negli addii?
***
E dicono che se ci sei anche tu
sembro meno nervosa…
E’ che mi togli i nervi e te ne vai…
So solo che la curva del tuo collo
è il posto più perfetto che ci sia
per questa fronte
e se mi abbracci è come entrare in casa
sapendo che non ci si può restare.
***
Scontrarti da lontano quando arrivi
intercettarti sempre nella folla,
ma il tuo viso…
adesso che è solo il tuo viso
asciuga il fiato in gola.
Ho aperto questa fedeltà di rabbia,
la febbre di chi crede senza prove
che sia una faccia il mordere dei giorni
il soprassalto fermo nelle vene.
A dirlo, “siamo stati solo amici”
è come dire “non c’è stato niente”
sbranata via senza il bene di un verbo
la vergogna intestardita dei bambini
che non vogliono aver immaginato.
E questo che cos’è, amare di niente,
che non mi lascia e non si fa lasciare?
TRADUCCIÓN: Juan Carlos Reche
Edición bilingüe. Traducción de Paola Patrizi
De LA COINQUILINA DESCALZA
(La coinquilina scalza)
E dicono che se ci sei anche tu
sembro meno nervosa...
E’ che mi togli i nervi e te ne vai...
So solo che la curva del tuo collo
è il posto più perfetto che ci sia
per questa fronte
e se mi abbracci è come entrare in casa
sapendo che non ci si può restare.
Y dicen que si estás también tú
parezco menos nerviosa...
Será que me quitas los nervios y te vas...
Lo único que sé
es que no existe lugar más perfecto
para esta frente
que la curva de tu cuello
y que cuando me abrazas es como entrar en casa
sabiendo que no es posible quedarse.
Corri tutta l’estate in uno sguardo
e bevi ancora d’un fiato la sera,
tutto viene ad annerirmi gli occhi
scende in gola
come un caffè lascia il gusto e la sete.
Resta un eroe tragico il bar,
con le sedie scomposte, la signora
che sa tutti i miei discorsi.
Come fanno le donne
io passo nelle cose a complicarle
e me ne vado,
ma ti invidio mentre stai
come un bambino fermo contro l’alba.
Llevas todo el verano en una mirada
y aún te tomas de un trago la noche,
todo lo que viene me tizna los ojos
baja por la garganta
como un café deja el gusto y la sed.
El bar parece un héroe trágico,
con las sillas desordenadas, y la señora
que conoce todos mis discursos.
Como hacen las mujeres
yo paso entre las cosas, las complico
y me voy,
mas te envidio cuando estás
como un niño quieto frente al alba.
Chiamarti è una stanchezza senza peso,
la tua voce familiare, il contrappunto
stremato dalla tua, la mia ironia.
Ho le mani uguali a quelle di mia madre
soltanto un po’ più dure...
Si incendia appena il mese
nella corsa in bicicletta per la piazza,
Bologna sempre forte come il pianto,
è durato troppo poco quel restare
scoperti a rinforzare le canzoni.
Llamarte es una fatiga sin peso,
tu voz familiar, el contrapunto
agotado de tu, de mi ironía.
Tengo las manos iguales a las de mi madre
sólo que un poco más duras...
Empieza a encenderse el mes
en el paseo en bici por la plaza,
Boloña siempre fuerte como el llanto,
duró poco el quedarse al descubierto
a ponerle el alma a las canciones.
I saluti da lontano sono quelli
che lasciano a lungo nei passi
il respiro di un abbraccio mancato.
Siamo fatti per avere il benedetto
puntiglio della morte negli addii?
Los saludos desde lejos son los que
dejan en los pasos y a la larga
el suspiro de un abrazo frustrado.
¿Que estamos hechos para recibir
el bendito aguijón de la muerte
en los adioses?
Da quando ti ho incontrato ho ancora voglia
di appendere qualcosa ai muri,
di resentirmi in pace coi miei muri...
Ma lungo il gesto breve, nell’esatto
modo di sistemare le candele
c’è già tutta l’attesa del tuo sguardo
e la vertigine veloce di stagioni
che paseranno prima che tu veda.
Anche così ci si alza e si vive
come svuotando e riempiendo la casa
non di sè ma dell’arrivo di qualcuno...
Desde que te conozco tengo ganas
de colgar algo en las paredes,
de sentirme en paz con mis paredes...
Pero a lo largo del gesto breve, en la exacta
manera de disponer las velas
está ya toda la espera de tu mirada
y el vértigo veloz de estaciones
que pasarán antes de que tú las veas.
Así también se levanta uno y vive
como vaciando y llenando la casa;
no de sí mismo, sino de la llegada de alguien...
http://www.omni-bus.com/n42/sites.google.com/site/omnibusrevistainterculturaln42/creacion/isabella-leardini.html
.
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