viernes, 17 de diciembre de 2010

2485.- CLARA LAIR


Clara Lair
- Mercedes Negrón Muñoz -
(Puerto Rico, 1895-1973)
Poeta puertorriqueña. Nació en Barranquitas y su verdadero nombre era Mercedes Negrón Muñoz. Se educó en el seno de una familia de poetas: su padre, Quintín Negrón, y sus tíos Luis Muñoz Rivera y José Negrón. Publicó en 1937 su primer libro de poemas, Arras de cristal, por el que recibió el premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña. El escritor Luis Lloréns Torres definió a su autora como "alma gemela de Alfonsina Storni". De 1950 es el volumen titulado Trópico amargo, que incluye la serie Más allá del poniente. En 1961 fueron publicados otros poemas y, posteriormente, fragmentos de la obra Memorias de una isleña. La crítica ha destacado en su poesía el uso de pareados, la importancia concedida al soneto y la frecuencia del verso alejandrino. La cineasta puertorriqueña Ivonne Belén dirigió el documental Una pasión llamada Clara Lair, que recibió una mención especial en el XVIII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, realizado en La Habana en 1996, además de otros premios en festivales de Puerto Rico. Las imágenes del documental se entrelazan con versos de Clara Lair, que aparece caracterizada en su juventud, entre la tendencia al aislamiento, sus actitudes avanzadas para la época que le tocó vivir y la búsqueda del absoluto en la pasión. Murió en San Juan de Puerto Rico.








Angustia

A veces soy tan lejos, lejos de todo ésto.
A nada me acomodo, en nada me recuesto:
Las palmas, los coquíes son sonido, paisaje…
Yo siempre estoy ausente, yo siempre estoy de viaje.
En vano es que mi alma se incendie con afanes
y se prenda a los ojos potentes flamboyanes,
ni que por los caminos se me fugue el anhelo…
para topar de pronto la montaña y el cielo.
…Y el andrajo de pajas del pobre caserío,
y el andrajo de gente y el escuálido río,
y los pueblos cuadrados con la iglesia en el centro
y el cementerio junto: Estanques muertos dentro
del perenne bullir y saltar de las olas,
perenne ante mi alma impaciente y a solas.
Por doquiera que voy, por doquiera que vaya,
en el vaho soporoso de mestizo y quincalla…
La misma semimuerta vida del pueblo atado
por el mar implacable, de costado a costado…
…(Y el hombre de la esquina, ojitorvo y moreno,
que no mira a mis ojos y que mira a mi seno,
que masculla entre dientes una frase lasciva
cuando paso a su lado desdeñosa y altiva…)

¡Y a veces soy tan de ellos y ellos tan míos!
¡Las palmas, los coquíes, el monte, los bohíos…!
¡El escuálido río, que es como mis hazañas,
cintajo de rumores encerrado en montañas!
¡Y mi amor en tinieblas sollozando escondido,
como un triste y oculto coquí despavorido!
¡Y el mar, perenne mar, que me exalta y me abate,
que es como el corazón, en un late que late
perdido en el vacío, y oído, tan oído,
que ya no sé qué lleva ni sé lo que ha traído…!
…(Y el hombre de la esquina, ojitorvo y moreno…
¡Ah qué sienes viriles exaltará mi seno,
que no torne cenizas la llamarada esquiva
que enciendiera mi cuerpo su mirada lasciva…!








Frivolidad

Y así dije al amado"Marcharemos unidos.
Será tu nombre el eco de todos los sonidos.

Me trazará el camino la huella de tus pasos.
Me abrirá el horizonte la curva de tus brazos.

Le gritaré a la vida: ¡rompe, destroza, daña!
Yo tengo mi refugio: ¡su pecho es la montaña!

Le gritaré a la vida: ¡hunde, flota al azar!
Yo tengo mi oleaje: ¡sus ojos son el mar!

Y lo seguí al afán y a la ilusión del puerto.
Y lo seguí al vacío y al tedio del desierto.

Lo seguí sola y siempre, horas malas y buenas,
en la luz, en las sombras, en flores, en cadenas…

Y lo creí tan fuerte que le fui mansa y suave…
¡Él, el roble potente y yo, la pobre ave!

Y lo creí tan bravo que le fui fiel, sencilla…
¡Él, el mar tumultuoso y yo la quieta orilla!

¡Ay, uní lo infundible, y estreché lo disperso,
y quise hacer del cieno un lago limpio y terso…!

Mis ojos hechos llanto, mis labios hechos trizas…
¡Y su voz implacable pidiendo más sonrisas!

Mi cuerpo en el cilicio sangrando su querella…
Y su voz implacable diciendo: ¡sé más bella!

Mi alma en el infierno aullando su condena…
y su voz implacable diciendo: ¡sé más buena!

¡Carne fácil y blanda a todos los arrimos!
¡Carne blanda y traidora con uñas en los mimos!

Para todas los mismos rápidos arrebatos
Lúbrico cual los perros…falso como los gatos…

Y ahora digo al amante: óyeme, pasajero,
no me preguntes nunca hasta cuándo te quiero.

Si una noche de luna o una copa de vino
nos reúne en la misma revuelta del camino…

No me digas de sueños ni de sombras macabras
háblame solamente palabras, y palabras…

Júrame por la arena que acoge todo paso,
y lo graba o lo borra al azar, al acaso…

Júrame por la espuma que chispea y que brilla,
y que dura un instante de una orilla o otra orilla…

¡Ah, gato sin escrúpulos que a otras faldas se enreda
cuando ya todo es dado, cuando ya nada queda!

No me brindes los mimos de tus uñas, que ahora
sólo quiere collares de esta gata de Angora…!

Tú frívolo, yo frívola…Soy tu igual, camarada.
¡No has de quitarme todo para dejarme nada!







Lullaby Mayor

Duerme mi niño grande, duerme, mi niño fuerte:
que el juego del amor rinde como la muerte.

Alas le dé a tu sueño el éter de quimeras
que ha dejado en tu rostro tan dolientes ojeras.
Clama le dé a tu sueño el mar de los sentidos
que ha dejado tus brazos tan largos y tendidos.

Duerme, mi niño grande; duerme, mi niño fuerte:
que el juego del amor rinde como la muerte…

(¡Allá afuera es la luna y el marullo del mar
en la fragua del trópico brillando por quemar!
¡Allá afuera es la esencia-veneno del jardín,
y los pérfidos astros
avivando, encendiendo azabache, alabastros
en carne negra y blanca: la caldera sin fin
del trópico
trasmutando los cuerpos al corto cielo erótico!)

Duerme mi niño grande; duerme, mi niño fuerte:
que el juego del amor rinde como la muerte.

(¡Allá afuera es el negro camino de miasmas
y mi sombra acechando tu sombra entre fantasmas!
¡Duerme callado y ágil, vigílame la puerta!
¡Que se va si despierta!)

Me quedaré a tu lado quieta, casta e inerme,
mientras tu alma sueña, mientras tu cuerpo duerme.

Quizá ningún empeño
de mi cuerpo y alma
te dé lo que ese sueño…

Quizá la vida fuerte
es nada ante la calma
que te dará la muerte…

(¡Marullo del mar, cállate; sepúltate coquí!
¡Qué así, dormido o muerto, quién lo aleja de mí!)

Duerme mi niño fuerte; duerme mi niño grande:
el sueño de la vida con la muerte se expande…

(¡Porqué no amará a otra, que ni a mí misma amará!
¡Qué la tierra por siempre sus brazos se desquiciará!

¡Ay si no despertara!)









Carta a Ada Elena (fragmento)

Ada Elena, esta noche vi al hombre que tú amas.
Tú estás allá perdida en la ciudad inmensa.
Entre los rascacielos va tu figura tensa
de silencio y amor; como una esfinge en llamas.

Esta noche lo he visto. Sus altos hombros recios
se inclinaban un poco; sus ojos altaneros
miraban tiernamente los seres pasajeros...
Tiernos sus ojos, hechos de todos los desprecios.

Y yo pensé un instante que acaso estaba triste...
Porqué el hueco en su hombro por tan corto tuviste;
porque fuera tan parca sobre ti su mirada,
un leve regocijo tocó mi alma angustiada.
Cuando de pronto, oh amiga, de sus labios que oíste
tanto y tan poco... ¡brotó alegre una gran carcajada!

Ada Elena, no sueñes, no esperes, no imagines.
Mira el amor, si pasa, cual zumbador sin tiento.
No seques, por claustrada, la flor de tus jardines.
No tases –oro puro- lo que se lanza al viento.

El amor es fugaz y es frágil y es pequeño.
Girasol del instinto, no mide si cambió
en mitad de la ruta de un sueño, hacia otro sueño...
El hombre que tú amas lo acata: tú y yo no.

Ada Elena: en las calles hay cien mil hombres ávidos.
Resplandecen las luces. El vino en oros pálidos,
O en rubíes encendidos, pinta de bello la vida.

“El amor es fugaz y es frágil y es pequeño”.
Ríe, bulle, enloquece... y cuando llegue el sueño,
Duerme con el olvido de la bestia rendida!




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