viernes, 13 de febrero de 2015

CRISTÓBAL BARRETO HEREDIA [14.860] Poeta de México


CRISTÓBAL BARRETO HEREDIA 

(1980. Villa de Álvarez, Colima). Artísta multidisciplinario. Ha publicado (Poesía) Los Síntomas del Desconocimiento (Colección Exordium, Universidad de Colima, 2007); Manifiesto Mandrilista. (Colección Charangay, SCC, 2011). 
Ha sido antologado en Teatro de la Gruta VII (Tierra Adentro, 2007).





Si fuera un chango enorme con la bravura encajada en el esternón,
con el instinto en las tripas enredado.
Si fuera un orangután con alas y pudiera brincar de casa en casa
y ver a las viejitas lavarse los pelos con agua de la pila
                                                                                                         a jicarazos chas chas chas.
Si pudiera ver por las ventanas de los hombres a sus mujeres,
a las chichis de sus mujeres,
a sus chiquillos viendo la tele
a sus hijas adolescentes extraviadas en la belleza del Chat.
Si tuviera los pelos suficientes,
la suficiente nariz,
los brazos tan largos, los pies
y en los ojos los ojos de una bestia infantil
                                                                                                                   que no crecerá jamás.
Si todo esto me pasara y me crecieran las uñas y los colmillos
y pudiera tirarle de mangos a los policías
changuita mía,
macaca de mis piojitos,
de todas formas usaría sombrero,
de todas formas te traería una fruta o una flor o un versito changoso
                                                                                                                    en la noche.

De todas formas me pondría la camisa que me regalaste.

Si fuera gorila por el contrario te cargaría en la espalda,
te llevaría a ver las casas más pobres de la ciudad
y las más ricas
y nos reiríamos de ambas por igual
y asustaríamos a los niños pobres y a los niños ricos
y a los locos los veríamos desde la torre de catedral
y a los taxistas los veríamos besar travestis
y a los travestis violar rancheros.

Por eso perdí un día la costumbre de quitarme la barba,
pienso,
dejé de alejarme del primate

                y de su bestialidad.

Por eso dejé de comer en la mesa un día
y tiré todos los tenedores a la calle
y aunque después te enojaste y fui a recogerlos
y los volví a su lugar
y si me puse a bailar para hacerte reír
lo hice para dejarnos de humanidades
para siempre
ya
de una vez por todas.







Que alguien pesque a ese mandril.

Ese, el que se va escabullendo entre la multitud                                                                                         como si bailase,
el mandril que gira incontrolablemente.
Ese, el bailarín que rasca y se eleva,
el insaciable mandril.

Que alguien detenga su danza,
la armoniosa,
la bendita danza inacabable,
la eminente, la iracunda danza..

Sólo es un mandril que gira
inhumano e insolente.
Un mandril sobre un cubo traslúcido e impreciso,
una tela que se extiende tenue y alzada,
la vivaz manera en que los inconscientes
                                   o los locos se fugan, así nomás                                                                                 de la responsabilidad                                                                                                                            que les tocó.

Que le pesque alguien,
que no se dan cuenta que la perfección no existe,
es una ilusión que se desata ante nosotros,
una víbora,
es un mandril víbora,
un mandril víbora arriba de una hoja,
un mandril víbora arriba de una hoja hablando inglés,
una encarnación que se descarna.

Es un hombre vencido ese mandril.
Que le pesque alguien ya
y se haga con él un sombrero o una bufanda.

Es un baile que nos infecta,
es la ceguera.
Mandril iracundo, endemoniado, desprovisto;
incontable mandril.

Visto desde arriba es un caballo con esparaván
o es sólo un mandril…
el que baila
que alguien le pesque,
que alguien pesque a ese mandril.


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