jueves, 2 de octubre de 2014

ROBERTO PICCIOTTO [13.532]


ROBERTO PICCIOTTO

(Poeta Argentino, 1939). Doctor en Filosofía por la Universidad de Indiana, EUA. Publicó los siguientes libros de poesía: Tablas (1988), Transiciones (1988), Hasta el Solsticio (1989), Disposición de Bienes (1990), Aprendizaje de la Voz (1990), La Mano
y el Agua (1993) y Registros (1995).



DESDE LA FINCA DE LOS LAGARTOS

espíritu de su tierra duende soberano juglar
de espliego y roca acuarelista del alba testigo
que ríe o gime el hombre es sentido de cielo
y monte principio antrópico última finalidad.
es para él que la montaña es montaña y es por él
que con una aureola naranja emerge el sol
y así pedagogo del aire maestro de mariposas
alejándose del tumultuoso movimiento del mar
dice que silenciosas las piedras solicitan su voz
que suspendido como un fruto dorado precisa
su presencia el sol y que seguirá la mañana
siendo mañana hasta que lo deje de ser.

¿que queda ya de turbulencias violetas
caracoleando caóticas hasta el horizonte?
¿qué queda de sibilancias blancas llevadas por el viento?
¿qué queda del ojo audaz de la gaviota?
escondido bajo las aguas sigue al acecho el cangrejo
y con destellos plateados centenares de anguilas
serpentean sinuosas entre el coral. también conoce
el ojo del viejo la luz verdosa sin matorral ni almendro
de un mundo en el que ondulan las algas como melenas
en el que la anémona oscila sus labios lascivos
y también en él sentencioso bardo sin escuela
padre del piélago impone con su voz el orden
sobre el multitudinario desorden del mar.
es hasta aquí que peregrino sin meca lo han traído
mal calzados sus pies: cara al este aguarda
mientras el viento se cuela por todas la rendijas
y si sólo la santidad de la luz unge su calvicie
de educado arlequín en pos de trascendencia
dispuesto está a aceptar la mnemónica presencia
del polvo que sugiere su destino eventual.
apotropaica esta letra de tango revela ocultando
el deseo que yace tembloroso bajo la piel:
materia es el que habla escrita está la danza
de la carne en molécula y estrella en el disparo
de algunas neuronas en la banal ironía del hombre
soberano juglar testigo que piensa y se piensa.
aporía de aporías cuando preñado de inminencias
el cielo se tiñe violeta: momento es de silencios.
descienden por la cañada los rebaños y menguante
la luz permite la aparición de una estrella: ascua
vespertina brilla aún bajo las cenizas. atiza viejo
testigo el fuego eleva espíritu de tu tierra la voz
dale duende vida a las piedras. erguido a la luz
de la luna el ciprés ya apunta al cielo. husmeando
la noche sale ya la zorra de su madriguera.






AUTORRETRATO COMO CALAMÓN

corto de alas gallineta común desconoce
lo que es la montaña y cree que en tierra
de yacaré y carpincho su charco es el mar.
no obstante la sutileza icónica de sus colores
en estas latitudes venéreas seduce: púrpura
irisado es su plumaje y un carbunclo escarlata
adorna el pico dorado con que busca sustento
navegando con su reflejo entre las nubes
sobre el negro espejo de las aguas.
estremeciéndose de gozo al amanecer
centra en su cuerpo una sucesión de círculos
que ordenan la placidez de la laguna
y cuando su perfil se disuelve en la noche
queda de su presencia una leve sugestión
que hace sobresaltar a las beatas.




EL BÁRBARO DE LA BARBA ROJA PRACTICA EL SOLFEO

antes que lleguen las lluvias comenzó gota
a gota a caer el agua. la recogen los surcos
se despeña de piedra en piedra valle abajo
fluye tranquila por la planicie se esparce
negra en los pantanos: dicen las malas lenguas
que durante el día han de titilar las estrellas
que por la noche ha de brillar el sol y que
balanceándose sobre el filo de un verbo habrá
que buscar en el cielo esmaltado una nube rosada.
llamen al malabarista de sílabas al orfeo
de gorra y bufanda prestidigitador de la palabra
y pídanle juglar de verde jubón y cascabel
en los escarpines que cuando caiga la noche
de ciprés y luna acorde su antigua guitarra
y si elevando la voz canta invención suprema
viento sal y espuma lejos del sueño estival
al socaire si canta fondos donde la gota
se disuelve en el infinito si canta el flujo
y el reflujo del desorden final sucede que es allí
que termina. ¿porqué picotea con cresta crispada
la abubilla a tu ventana?



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