Germán Gallo
Nació en Parque Patricios, o Boedo, según decida contarlo él. Eso es Buenos Aires, Argentina. El año fue 1990 y, de alguna forma, luego de su infancia terminó estudiando teoría literaria en la Universidad de Buenos Aires. Fundamentalista de Borges y Woody Allen. Poeta inseguro, o enmascarado.
lucía
cuando lucía agarra las agujas
teje fantasmas
un punto acá en el blanco
y otro
acá
haciendo espacio
acá está ese que dijo que no
y acá el miedo
punto
no estoy linda
punto basta
a veces me miro
y quiero estar hecha de otro cuerpo punto
es en el tren volviendo de la facultad
y la bufanda en sus manos parece un par de alas
verde las alas y no hay punto que no hable
de lo que todavía está vacío
acá viene mamá diciendo vos vas a ser alguien
y mamá diciendo yo confío en vos
y mamá, llorando un día sin saber por qué
vos no te preocupes, querida, y seguí que sos distinta
punto y aprendiendo a tejer
siempre fantasmas
qué tejía mamá, se pregunta lucía
qué fantasmas, dónde estaba yo cuando ponía un punto
acá está ella y padre y el campo
y las mariposas que se parecen a esta bufanda
punto y él
que un día me dijo te quiero para siempre y se fue
y no va a volver y yo estoy sola y
punto
por qué se va por qué lo llevan punto
mamá las armas padre las horas el piso sucio en el tren
punto
lucía yo mi nombre mis manos
a veces se forman círculos en la tela y se arman nudos
y lucía piensa
los fantasmas se están quejando otra vez
tengo que desarmar
y volver a tejer
Mujer que se masturba
Podés llamarte Sofía
o Elena o
Belén o
en defintiiva
para el poema sos
“el objeto” o “tema” o
eso que interpelar,
por una cuestión de ritmos.
Así que,
acá -ahora- sos
“la mujer que se masturba”:
el resto sólo es derivación de mi experiencia o
de la del lector que idealmente
es mujer y se masturba.
Entonces sos rubia, morocha
o vos misma
-no importa-
eso es el hueco que se llena
lo que sos es
un gesto
-puede ser acostada
o
en una silla o
de espaldas o-
lo que sos es
y eso busco
la humedad, o
mejor
el contacto con tu propia humedad,
ese intercambio entre vos
y vos misma;
es decir entre vos
tu miedo, tu fantasma,
tu fantasía.
En la pantalla, en la revista o
tirada sobre la sábana para calentarme sos,
cuando te tocás,
auténtica como el dolor.
9 de octubre
Hay una baldosa con siete manchas negras dispuestas en forma de círculo en Corrientes y Callao,
hay una librería justo enfrente con diecisiete libros de autores que empiezan con la letra C,
ahora, en este momento,
hay un tipo con la cara del Che tatuada en el hombro y la palabra revolución escrita en cursiva,
hay una pareja de novios que están discutiendo por celos -el le dice mirá que me voy ahora, te dejo sola y te morís de angustia, ella se queda callada y mira el vasito de soda que hay en la mesa (están sentados en un bar al lado de la librería),
hay un auto verde con la ventanilla baja y el brazo de un gordo sosteniendo un cigarrillo negro,
hay un local de música y un CD de Lennon sonando porque hoy cumpliría años, hay el tiempo que se rompe mientras él dice So keep on playing those mind games together,
hay una vieja caminando despacio vestida con dos de tus colores favoritos y un paraguas por si llega a llover,
hay un cielo blanco y oscuro y un gorrión medio perdido en la rama de un árbol,
hay un mar hermoso de cemento y gente sin nombre,
hay un semáforo que cambia de color en este instante, un taxi que frena fuerte, una oficinista de tanga blanca atándose los cordones con cuidado de que no se le suba la pollera,
hay un nene sucio que se ríe con su hermana,
hay un chasquido de papeles con putas baratas,
hay cuatro policías altos caminando juntos y un quinto que es bajito y lleva el gorro en la mano,
hay la cartelera de un cine presentando un ciclo de arte francés,
hay un malabarista con tres clavijas naranjas y pantalones abultados que cambian de color según la luz, hay las clavijas girando solas en el aire, hay una que se moja porque empieza a llover,
hay el malabarista riéndose cuando se le resbalan de la mano,
hay la viejita abriendo el paraguas, pensando yo tenía razón cuando dije que se iba a largar con todo,
hay, ahora, una lluvia que se repite como la gente,
hay una mujer que está yendo a llorar con su psicoanalista -lo dice, gritando, a su celular-,
hay el miedo de perder el bondi y empaparse y llegar tarde a casa
hay un televisor de cuarenta pulgadas que muestra la misma lluvia en una cancha de fútbol,
hay un perro negro que se esconde abajo de un techo y se sacude como puede,
hay las cinco y diez de la tarde en un reloj grande frente a sesenta y siete metros y medio de hormigón donde se lee un soneto de Baldomero Fernández Moreno,
hay las luces de los autos reflejadas en el asfalto,
hay tres amigos que juegan una carrera hasta la esquina,
hay un festival contradictorio de espejos y singularidades,
hay un tacho de basura que en el borde tiene colgando el envoltorio dorado de un chocolate,
hay dos besándose contra un poste de luz,
hay cuatro bajando por la boca del subte,
hay treinta y tres autos atravesando la calle,
dos bicicletas,
cuatro manchas dispuestas en forma de rombo en una baldosa de Nueve de Julio y Saenz Peña y un chicle de menta pegado en el centro,
hay un tipo que piensa que
su soledad
agranda los detalles de la ciudad.
otros (I)
los pasillos estrechos
las censuradas ventanas
el sonido de los pies en la madera:
más indescifrable que el sueño propio
es el perturbador fantasma en la voz del otro.
ella manda un mensaje:
en la casa de mi niñez la forma de una jaula,
a mi lado un monstruo, y tras la puerta del escape un monstruo idéntico;
hay algo que falta en mi cuerpo y que no puedo inventar.
la pesadilla escrita prolifera en la avenida
-mi celular cae al suelo, no llegaré a la oficina-
crecen paredes y sombras.
fantasma es
aquello que se multiplica.
y ahora -de este lado- soy yo quien queda solo.
Infancias (X)
en mis sueños
siempre paredes
jamás el mar
o el crujido amarillo de las hojas
el hormigón sí
la puerta marrón de la habitación de mis padres
las luces oscuras de un bar
las columnas de un estacionamiento
las góndolas multicolor en el supermercado
el frío de un auto
la pantalla de mi computadora
los edificios las casas los edificios
las paredes siempre
en mis sueños
límites
natural sólo el agua en la pileta de un hotel
con mi cuerpo niña pálido en la superficie
Infancias (IX)
I
peregrina
este cuerpo harto mío
hacia mi madre
acá estalla su deseo
su canasta llena de collares y pulseras
su amor por mi padre muerto
su espejo blando
su olor a muñeca
su pulso herido por el espacio que nos separa
y que recorro
ahora pegrina
repitiendo esa forma errante de caminar que tenía cuando paseábamos juntas
II
todo, decía
y así aprendí
todo paraíso, en su cuaderno azul,
repite en su estructura, como un espejo blando me explicaba mientras me sostenía,
todo paraíso repite en su estructura, y yo decía entonces todos iguales
la forma, seguía y callaba y reía y miraba y el cuaderno suyo era azul,
del útero, y asimilaba y atrás infancias,
y peregrina yo
y todo paraíso repite en su estructura la forma del útero anterior
III
me voy o regreso
chau
vuelvo
chau amor
vuelvo vuelvo
lee lo que te dije de nona
te espero
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