martes, 28 de octubre de 2014

EMILIO FRUGONI [13.864] Poeta de Uruguay


Emilio Frugoni

Emilio Frugoni Queirolo (1880-1969) fue abogado, escritor, poeta, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República y parlamentario uruguayo (fue el primer diputado socialista en el Uruguay).

El 30 de marzo de 1880 nace en Montevideo Emilio Frugoni, hijo de don Domingo Frugoni y doña Josefina Queirolo. Tuvo tres hermanos: Carlos, María Mercedes y Mateo.

A los 16 años ya era director de una publicación estudiantil llamada "El Bombo". En ella escribía: "Nosotros seremos como el Bombo, en el sentido estudiantil de la palabra, no callaremos ante ninguna amenaza ni dejaremos sin su correspondiente censura a quien en realidad se lo merezca. Seremos implacables, rectos, justicieros en todo lo que puede serlo una publicación de esta especie. Por otra parte sabemos que El Bombo es el más gracioso de los i

Durante la guerra civil de 1904 defiende el gobierno de Batlle, luchando bajo las órdenes del general Muniz, alcanzando el grado de teniente. Terminada la guerra civil, Frugoni decide, en sus propias palabras "no prestarme más a la sanguinaria rivalidad de las divisas (...) para abrir una nueva ruta al criterio político de nuestro pueblo para apartarlo de la arcaica costumbre del tradicionalismo de blancos y colorados, siempre prontos a dirimir sus rivalidades en los campos de batalla."

En diciembre de 1904 Emilio Frugoni realiza su "Profesión de fe socialista" en el local del Teatro Stella d'Italia la cual es publicada, en forma parcial, en el diario El Día. Forma ese año el “Centro obrero socialista”. Se inicia entonces un proceso que culminaría con la fundación del Partido Socialista del Uruguay en 1910, agrupación de la cual fue su primer secretario general.

Diría Frugoni poco después en "El Socialismo no es la violencia, ni el despojo, ni el reparto": "El Partido Socialista, que es revolucionario por sus fines, no es revoltoso por sus medios, y no desea lanzar a los proletarios a un lucha estéril ni aspira a poner en manos de la clase obrera todo el poder político antes de que este haya logrado dentro de las normas pacíficas que permiten el desarrollo de su organización y de su capacidad cívica, la posibilidad de sustentarlo en la voluntad consciente de la nación (...) combatimos el orden burgués, el orden social, económico y jurídico que se funde en las desigualdades de clase y las consagra, pero no alteramos el "orden público" poniéndonos al margen de la ley (...) no nos colocamos en posición subversiva frente a nuestro orden constitucional".

Al asumir su cargo en el parlamento dice: "(...) yo no he venido aquí a hacer escuela de decir agradable, envolviendo en delicados eufemismos las asperezas del pensamiento, sino que he venido a decir la verdad desnuda con el acento sincero y algunas veces agresivo que ha dejado en mis labios la costumbre de hablar llanamente en las tumultuosas asambleas populares."

En el parlamento siempre denunció la corrupción y una anécdota relacionada con ello se produce por un incidente con el diputado colorado Pelayo, con quien poco antes estuvo a punto de batirse a duelo. El diputado le dice a Frugoni " El diputado Frugoni da más en el clavo que en la herradura" y Frugoni contesta "No es mi culpa que el Señor Diputado se mueva tanto". En la Asamblea Constituyente de 1916, defiende el voto secreto, da batalla a favor de los derechos de la mujer, de las autonomías municipales, del otorgamiento de carta de ciudadanía a los extranjeros.


Pasaje Emilio Frugoni, al costado de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República.

Vuelve a ser diputado entre febrero de 1920 y abril de 1921, en que solicita licencia para poder discutir en el seno de su partido el tema de la Revolución Rusa. En un congreso realizado a fin de discutir 21 condiciones planteadas por la Tercera Internacional como condición para adherir a ella, el Partido Socialista se convierte en Partido Comunista de Uruguay. Frugoni, que rechaza las 21 condiciones, renuncia a su banca en el parlamento y se dedica a refundar el Partido Socialista.

Las 21 condiciones, planteadas como estrategia revolucionaria a nivel mundial, sostenían que los comunistas no podían confiarse en la legalidad burguesa y debían crear en paralelo una organización clandestina, los partidos debían constituirse "con una disciplina de hierro, semejante a la disciplina militar". Se debían llevar a cabo depuraciones periódicas para eliminar elementos arribistas, y los adherentes al partido que rechazaran las condiciones y las tesis establecidas por la Internacional Comunista debeían ser excluidos del partido.

Vuelve a ser electo diputado por el Partido Socialista en 1928, ese año el Partido Comunista obtiene 3.911 votos y el Partido Socialista 2.931.

La oposición a la dictadura de Terra, extendida entre 1933 y 1938, lo lleva a ser detenido primero y desterrado después. Vuelve electo diputado en 1934, oponiéndose a la dictadura en el propio parlamento, en momentos que Terra asume. Cuando éste va a jurar como presidente Frugoni grita: "Ese juramento no tiene valor, porque el doctor Terra ha demostrado que no cumple lo que jura". Debido a ello, se tiene que retirar del parlamento luego de ser agredido por la policía y se va caminando desde el Palacio Legislativo hasta la sede del Partido Socialista en Casa del Pueblo.

En 1940 presenta en el parlamento el proyecto de creación del "Instituto de Colonización y Reforma Agraria".

En 1942 es designado, por el gobierno del presidente Juan José de Amézaga, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipontenciario del Uruguay en la Unión Soviética. Ese mismo año, en febrero, había fallecido su esposa María Rosa Barreto.

Ministro plenipotenciario del Uruguay en la URSS, desde el año 1944 a 1946, producto de esa estadía en la URSS escribe el libro "La Esfinge Roja", en el cual hace un diagnóstico de la situación en la URSS en esa época. Otros libros publicados "Génesis, esencia y fundamentos del Socialismo", "Las tres dimensiones de la democracia", "De Montevideo a Moscú", "Poemas Montevideanos", "Ensayos sobre el Marxismo", "La revolución del machete".

En 1946 renuncia a su cargo y vuelve a Montevideo, es muy crítico de la realidad de la URSS, sostiene, entre otras cosas, que: "La suerte del ciudadano soviético, sobre todo en le área de su destino individual, sufre el agobio del criterio con que se dirige y gobierna la nación, en los cánones de un estrecho fanatismo pseudos colectivista que pone los ojos solamente en la masa y desdeña fijarlos un instante en el individuo, cuyos padecimientos pasan a muy retirado término ante los fines generales de la colectividad o el Estado, que se persiguen por encima de todo, inflexible e inexorablemente" (La Esfinge Roja, 1948)

En enero de 1963 renuncia al Partido Socialista por discrepancias internas, principalmente motivadas por la unión electoral con el diputado Enrique Erro, la creación de la denominada [[Unión Popular (Uruguay)|Unión Popular] y por la pérdida de toda la representación parlamentaria (muy previamente anunciada por Frugoni). Fiel a los postulados del socialismo democrático, y convencido de la concepción marxista de la “evolución revolucionaria”, Frugoni encara la construcción del Movimiento Socialista, con el fin de restituir los principios por los que luchó desde aquella "Declaración de fe socialista" de 1904.

En 1966 se presenta a la elecciones. Con 86 años de edad, Emilio Frugoni escribe una carta reproducida por casi toda la prensa del momento, titulada "Carta sin sobre a los socialistas" en la cual entre otras cosas sostiene "Me doy cuenta que afrontar una campaña electoral es además una aventura económica. Para contribuir a los gastos entregaré el único bien de que puedo disponer, mi biblioteca, a fin de que sea vendida en la forma que se considere más conveniente, si es necesario en subasta pública."

En 1967 el gobierno de Jorge Pacheco Areco decreta la clausura de "El Sol", retira la personería jurídica al Partido Socialista y cierra la sede del Partido Socialista, la Casa del Pueblo. En ese momento, cuando el poder ejecutivo insinúa la posibilidad de entregar la sede al Movimiento Socialista, Frugoni responde:

" Tenemos clara y definida orientación política. No es esta oportunidad para ventilar discrepancias con las otras fuerzas en el campo de la izquierda ni admitiremos que de ella sea arbitro el Poder Ejecutivo ni ningún otro órgano de gobierno. No aceptaremos ventajas provenientes de medidas represivas ni toleraremos ningún atropello atentatorio contra el ejercicio de derechos esenciales". (Semanario Marcha 22-12-67)

A su muerte es velado en Casa del Pueblo.

Actualmente, junio/2014, el Movimiento Socialista se denomina "MOVIMIENTO SOCIALISTA EMILIO FRUGONI"se ha desvinculado del acuerdo político-electoral con el Partido Socialista, Espacio 90, siendo un grupo independiente.

El pensamiento de Frugoni se considera fundamental en la línea actual del Partido Socialista del Uruguay, aunque el Movimiento Socialista, fundado el 1º de mayo de 1963 por Frugoni, no integra el partido ni el denominado Espacio 90.

De Frugoni escribió Guillermo Chifflet lo siguiente "En Emilio Frugoni hubo coherencia, armonía excepcional entre el poeta y el socialista, el militante y el creador, el político y su palabra. Dijo Arturo Ardao que Frugoni resultó ser, a la vez y con profunda unidad, hombre de ciencia, hombre de arte y hombre de acción."

Cuando se le nombra Embajador de Uruguay en la Unión Soviética, el doctor Eduardo Rodríguez Larreta, destacó que “las ideas de Frugoni han impreso un sello indeleble –dijo- a la evolución del pensamiento nacional”. “Sus ideas han hecho camino, arrojando sus simientes en muchos de los hombres y en muchos de los partidos del país que a veces repetimos –tal vez sin saberlo- las ideas que hemos recogido de sus palabras o de sus libros”.

Fuentes

Giudice, Gerardo. "Frugoni", Proyección, Montevideo, agosto de 1995.
Frugoni, Emilio. "La Esfinge Roja", Editorial Claridad, Buenos Aires, septiembre de 1948.
Frugoni, Emilio. "De Montevideo a Moscú", Editorial Claridad. Buenos Aires, febrero de 1945.
Sitio web del Partido Socialista del Uruguay.
Sitio web del Movimiento Socialista.

Reconocimientos

Imagen de las placas puestas por la Junta Departamental de Montevideo en el Pasaje Emilio Frugoni.
Premio "Derechos Humanos 1966". Otorgado por el Ejecutivo Sudamericano del Congreso Judío Mundial en 19664

El 28 de agosto de 2009 al cumplirse 40 años del fallecimiento del Dr. Emilio Frugoni, la junta Departamental de Montevideo, colocó en el denominado Pasaje Emilio Frugoni, situado al costado del edificio central de la Universidad de la República, una placa en su honor.5

Bibliografía

Frugoni, Emilio (1923), Poemas montevideanos, Edit. Maximino García, pp. 140
Frugoni, Emilio (1927), Los himnos, Palacio Del Libro, pp. 204
Frugoni, Emilio (1934), La revolución del machete: panorama político del Uruguay, Colección Claridad: "Ciencias políticas", Al Libro Ingles,, pp. 248
Frugoni, Emilio (1942), La elegía unánime, Edit. Losada. Buenos Aires, pp. 169
Frugoni, Emilio (1944), Las tres dimensiones de la democracia, Volumen 187 de Colección Claridad, Editorial Claridad, pp. 169
Frugoni, Emilio (1945), De Montevideo a Moscú: crónicas de viaje en misión diplomática, Volumen 12 de Biblioteca Hombres e ideas, Editorial Claridad, pp. 223
Frugoni, Emilio (1948), La esfinge roja memorial de un aprendiz de diplomático en la Unión Soviética, Editorial Claridad, pp. 478
Solari, Juan Antonio Solari (1950), Maria Luisa Diez de Peluffo, ed., Emilio Frugoni, La Vanguardia, pp. 70
Solari, Juan Antonio Solari (1950), Emilio Frugoni (su magisterio político-social / su mensaje lírico), Editorial Claridad. Buenos Aires, pp. 88
Frugoni, Emilio (1964), Maria Luisa Diez de Peluffo, ed., Emilio Frugoni Col. Pesia, Editorial El Siglo Ilustrado., pp. 80
Frugoni, Emilio (1985), Ensayos sobre marxismo, Librosur, pp. 130
Frugoni, Emilio (1989), Génesis, esencia y fundamentos del socialismo, Volumen 1, Ediciones de la Banda Oriental





Metro rítmico y sonoro 
que como aldabón golpea 
en el alma y centellea 
con diez chispazos de oro... 
Vaso de sonoridad; 
bajel de alada armonía; 
ánfora de poesía; 
llena de ensueño y verdad; 
címbalo de eternidad 
cuyo son las almas llena; 
potro que pisa la arena 
de la vida con donaire, 
¡qué bien se estremece el aire 
cuando su paso resuena!




El canto del dique flotante

En el dique flotante ha entrado un buque.
Trae el casco marcado por el fiero mordisco
de los mares remotos.
El océano se abría a su paso
y le formaba huecos para que se acostara
definitivamente.
Pero él pudo llegar al refugio
de este dique, donde ahora
le vendarán las heridas del viento
y de los zarpazos de las olas.

Su proa se ha gastado de cortar la distancia.
Su chimenea está abollada de tropezarse con el viento.
Su único mástil se quebró de tanto
cruzarse con el filo de los horizontes.

Diligentes obreros le andan en torno.
Unos le recomponen la quilla,
otros le rehacen la cubierta,
otros le ajustan las costillas del casco.
Una lluvia de golpes de martillo
cae sobre él en un repiqueteo
de grandes botas estridentes.
Una nube de cantos y de labor lo envuelve
bajo este fulgurante sol que todo lo pinta
con su pincel de llamas.

Parece que esos hombres, al sol, están jugando
a hacer música bárbara con sus golpes de hierro.
Y yo que los miro trabajar y pienso
que el trabajo en el mar,
entre el agua y el cielo,
es alegre hasta el punto
de parecer un juego.

Se impregna de una clara visión de lontananzas
y de la placidez del espacio infinito.

Las olas lo arrullan; lo cobija el firmamento;
Lo aureola el sol; lo acaricia el viento.
En ese ambiente de naturaleza
el hombre canta, grita y trabaja contento.




El baño

Hoy he vuelto del baño
con las carnes tostadas por el aire y el sol;
con los cabellos polvoreados de arena.
A mis oídos traigo pegado un caracol
donde la mar resuena
con su perenne arrastre de zumbidos.
Traigo toda la mar en los oídos...

Al salir a la playa,
obstinada la mar me perseguía
con el blanco mordisco de su espuma.
De su seno emergía
desnudándome de agua y arrastrando
detrás de mí jirones de la fría
túnica de sus ondas. Cuando
un nuevo paso hacia la orilla daba,
parecía que tras de mí tiraba
de todo el mar que me siguió bramando.

Se desprendía de mis carnes, roto
en gotas que bañaban las arenas
y evaporaba el sol con el castigo
de sus irradiaciones,
inyecciones de vértigo en mis venas ;
pero el hecho es que el mar salió conmigo
y aquí lo traigo en las palpitaciones
de mis carnes morenas.

Siento en mis labios el sabor salobre
de sus besos, y sobre
mi piel velluda el enconado diente
del sol; y además siento
rozar la tibia comba de mi frente
el aletazo rítmico del viento.

El mar me ha perseguido con su aliento.
Lo siento a mis cabellos adherido;
de todo el mar se penetró mi vida;
por mi epidermis su contacto pasa,
y siento a ese contacto renacida
mi fuerza espiritual, como una brasa.
Su clamor, su clamor muerde mi oído...
Es que el mar me ha seguido
como un perro fantástico hasta casa.




Montevideo

Con cuanto amor te canto, Montevideo, 
a pesar de lo amarga que haces mi vida. 
Eres en mi existencia llaga y recreo, 
herida y venda y bálsamo de mi herida. 
Apuro el dulzor suave de tus sedeñas 
horas que se deslizan sin hacer ruido 
cuando de cara al cielo, duermes y sueñas 
tu sueño de grandezas jamás cumplido. 
¡Cómo te amo en la gloria de tus mañanas 
y en tus alucinantes atardeceres 
y en el mudo llamado de tus ventanas 
y en los ojos amigos de tus mujeres! 
¡Qué placer si yo fuese como un viajero 
que a tus playas desciende sin otro fin 
que el de gustar con ánimo placentero 
de tu tranquilo encanto de gran jardín! 
¡Cómo quisiera entonces poder quedarme 
mecido por tus brazos toda la vida, 
ciudad de donde el mundo quiere arrojarme 
hacia no sé qué playa desconocida! 




Mi Ideal

Mi ideal es un árbol que ha clavado
sus fuertes raíces en mi corazón
y cada nuevo día que se abre sobre el mundo
le pone un nuevo resplandor.
Se nutre con los jugos potentes de la tierra
y adelanta hacia el sol.
No es una cosa inmóvil;
es una cosa viva en perpetua ascensión.
La sangre de mis venas
circula por sus ramas
y las hace crecer y florecer.
Cada día le pone un nuevo brote
y aún más: un nuevo impulso de crecer.
Cuando sus ramas rígidas,
deshojadas y mustias,
no crezcan ni florezcan más
ha de ser porque muerto,
como un astro cansado
de lucir luz y vida,
mi corazón está.




Radiotelefonía

Anoche subí a la azotea.
A mis oídos llegaba un rumor
como de marea:
de lejos, el desgarrador
alarido que lanza un vapor,
y un jadeo de locomotora;
de cerca,
la vibración terca
del gong de los trenes, los autos afónicos,
arriba, el clamor de los hilos
telefónicos.
El cielo esplendía
como si la noche estuviese cubierta
por una obstinada floración del día
que desmenuzado en estrellas ardía
en la amplia e incierta
bóveda sombría …

Poco a poco se iban apagando
los ruidos, y mi alma
se iba plácidamente internando
en una región de silencio y de calma.
El viento callaba. La ciudad se hundía
en un silencio creciente
como una marea
que subía, subía, subía.
Y pasaba sobre la azotea,
sellaba mis labios, cubría mi frente
y me sumergía
en un mar inmóvil de sombra imponente.

Y en ese silencio encantado
yo sentía pasar por mi lado,
rozarme el espíritu, girarme en la altura
impalpables las alas vibrantes
del verbo en el éter disuelto
como un invisible pájaro suelto
que llegara de selvas distantes.

Si tuviese -pensaba- una antena,
yo cazaría en la noche serena,
el verbo viajero y ese prisionero
seguiría volando lo mismo;
hacia los cuatro puntos cardinales,
por sobre el abismo,
cazado en el mismo momento
por muchas antenas iguales
que no lograrían quitárselo al viento…

Me siento infinitamente circundado,
como por una misteriosa nube,
por el espíritu del hombre, que sube
vulgarmente osado
a poner en la naturaleza
en lugar de la ausente palabra de Dios,
fundida en el éter que el mundo atraviesa,
la sombra inmanente y actual de su voz.

De “Poemas Montevideanos”, 1923









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