(Lima, Perú 1976)
Bachiller en Literatura por la UNMSM. Ha publicado el poemario Exstrabismo (2003), editado e incendiado el poemario-objeto Sueños de un Bonzo (2013).
Ha participado en diversos encuentros de literatura y recitales, como ponente, performer y lectora, y publicado en revistas y blogs virtuales.
BOTELLA BORRACHA
Perdida
Como una cirugía para erradicar los sonidos de la agonía
Desvío mi trayectoria de bala en pistola de juguete
Porque nada es verdad pero tampoco mentira
En mi ciudad de manantiales habitada por un loco hidrofóbico
Donde arranco mis pasos de su piel alunada
Pervirtiendo la crisálida a ser seda en la danza
¿Qué camino lleva el caos disfrazado de mi cuerpo?
¿Qué rastro mudo agota la búsqueda de la palabra?
Vértigo amarillo, mediodía incendiado
En los espejos ahumados de los cuartos ambulantes
Donde no hay argumento ni sorpresa
Para mi extravío, mi flotación, mi perdición
Voy cosechando en el cemento fértil
Mi propia noción de cauce sin causa que navegar
Porque el río que buscamos nace en nosotros
Y se prolonga sin lastre metafórico en las palabras
Que nadan como peces en la nada universal
Aprendiz de pescadora que no sabe de anzuelos
Naufraga con balsa en las aguas del lenguaje
Avanzo, iluminada por mi ceguera
Estremecida como después de un electroshock
Girando como botella borracha mi boca manda
Acabar con el juego de las interrogantes
-¿Qué desborda y qué ahoga cuando el verso no berza?
-¿Qué mensaje guarda esta casa de vidrio blindado?
-¿Qué orbitas deambulan los ojos para crear la mirada?
-¿Qué precisión diamantina acecha la vena para llover la metáfora?
-¿Ciudad burbuja o nube de acero habita tu voz?
-¿Qué mano gira tu transparencia y la opaca?
En este juego... ¿Quién responde?
(de Esxtrabismo)
Imágenes de la enterrada
Y más he de huir de mi razón
de mi verdad bien servida
de mis brazos abrasivos
y más he de encontrarme
La cruel. La que ama los rincones orillados. La victima de sí misma.
Cicatrices como lombrices vivas arrastran su fosforescencia en la memoria.
Dolor de la parturienta. Neuronas supurando detrás de la sutura.
Nacimiento de una idea abortada la víspera. La condenada y su re cuerdo
Muda vacía jirones de incendiadas palabras
Toda la soledad de ser perseguida por un rostro de trizada ave.
Toda la sensación de triturada lengua. Odas interiores que no salvan nada.
Destellos de incendio. Veladas imágenes que poseo.
Monstruosidades mías que no dan miedo.
Aletazos en la desesperación
Entrañas donde el corcel se pierde, bosque encantado. Tan roja y cristal tus ramas, tus descensos. Todo enredado el pez boquea. Todo redada el pescador fosea. Anzuelos que tiendo mientras espero. Corcel hundiéndose en un mar de lágrimas que salpican tus hojas.
Entrañas para los perros.
Corazones disolviéndose en la cal de la fosa común
Todo es lo mismo. Oquedad de nuncas y siempres todo extremo en el centro es un despecho. La garza o el equilibrista ciego a orillas del estanque o al filo de la cuerda.
Todo es lo mismo. Salvación del vacío: el deseo es siempre hambriento.
Ángeles caídos en la fuente de los deseos
Han llegado. Cometa o pájaro sus transfiguraciones. Rumor húmedo en el sexo, sus mutaciones. Han llegado. Tuvieron sed. Sus manos escarbaron las arenas.
Latidos de agua entre las dunas ¿han llegado?
Alas envejeciendo en la fuente riente hablan del tiempo. Las tardanzas.
El sonido: saltado de tímpano para la muerte
Come sordera. Oído al tañido desteñido. Yanta sordera.
Que liberen los golpes secos. El desliz de un cuchillo al cortar la lengua.
El rayo que incendia mi cuerpo de madera. Que respiren afonía todas las palabras. Mudanza de voces, llanto yanta sordera
Marioneta catatónica besando el aire
Mi titiritero envejece. Se le enredan los hilos, se duerme en otro cielo, olvida cuidarme. Muchas mañanas amanezco inerte, desesperada, mirando el cielo raso fijamente.
Cuando se habla de las palabras siempre los nudos son difíciles de desatar:
Se demora el poema.
Del vuelo o los viajes
Hay un laberinto donde nadie quiere entrar y una lengua que quiere salir a hacer de las suyas: zurzo palabras como carpas de campaña raídas por una guerra de voces. La ajena lebrelea en la ciudad a despistar toda pena y a su paso se confabulan las glorietas para mostrar piruetas de agua. Sideral, vuela por los árboles como un rampante azulejo alando, cirqueando en el aire su canto de pico agorero. Es la que se introduce en las tiendas a preguntar qué compro y siente que nada necesita. Es la que en las avenidas se cose las alas cual urdiembre de Icaro, afanando al sol que la mira de reojo. Punto al revés en los jirones se cuela en los zaguanes a probar el zumo de los amantes y se arma de amor disparando a los ciegos instantáneas de sueño. Los autos despistan a su paso y los semáforos se sonrojan en azul. La ciudad se convierte en una enredadera musical y un ojo en éxtasis para su avidez de infinito. Y canta en silencio su tristeza de pozo sin fondo y pogea su desconcierto pero continúa lateando rumbo a ninguna parte. Hay un bar de peces muertos, hay un aroma a sal vedada y a lamento de condenado. Pero ella pasa soplando su humo colorido y todos despiertan asustados de verse morir. Hay un laberinto donde nadie quiere entrar, hay un minotauro corazón, hay un ave que se exilia y una sanación que busca en esta costura, en este poema. Hay una guerra que se inicia y un único refugio: volar
(del libro inédito)
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