Alfonso D’Aquino
Nació en la ciudad de México, el 20 de noviembre de 1959. Poeta, ensayista y traductor. Se ha desempeñado como profesor y editor. Becario del INBA/FONAPAS, en el área de poesía, 1980-1981. Miembro del SNCA en los periodos 1997-2000 y 2000-2003. En 1981 obtuvo el premio Carlos Pellicer para obra publicada por el libro Prosfisia. Ha colaborado en las revistas y suplementos: Casa del Tiempo, La letra y la imagen, Letras Libres, Mandorla, Revista de la Universidad de México, Sábado y Vuelta, entre otras. Es autor del libro inédito La figura oculta, sobre la obra de Juan García Ponce; y de La escritura desnuda, reunión de ensayos sobre poetas contemporáneos. Ha traducido poemas de Kenneth Rexroth, Denisse Levertov y Forrest Gander, entre otros.
Obra publicada
Poesía:
Prosfisia, Taller Martín Pescador, 1981. || Piedra no piedra, UAM, 1992. || Naranja verde, Vuelta, 1996; Conaculta/Verdehalago (La Centena), 2002. || Tanagra, Conaculta, 1996. || Briznas, Taller Martín Pescador, 1997. || Luciérnagas, Taller Martín Pescador, 1999. || Víbora breve, Taller Martín Pescador, 1999. || Basilisco, Ediciones Sin Nombre, 2001. || Hyalus, tsé-tsé, Buenos Aires, 2005.
Literatura para niños y jóvenes
Cuento: Fauna mayor, CIDCLI/Conaculta (Reloj de versos), 2001.
1. radix ipsius
tu carne transparente y ningún ojo que la vea
tu carne transparente como la sal de rosas del amanecer
dulce sal del día en los ojos ciegos
sal sin sabor
pálida flor de un deseo
que despierta en medio de la luz que nace con el día
tu carne transparente y ningún ojo que la vea
tu tierna carne transparente y ningún ojo abierto
a lo invisible
sal disuelta en el sabor de su caída
grano de luz ciega en la mirada absorta de una huella
tu carne transparente noche y día
tu claridad intacta
el secreto del ojo que la ignora
carne de pétalos sin luz labios de agua
agua carne del cielo levemente teñida
de amarillo de rojo de transparente azul soñando todavía
tu carne transparente y ningún ojo que la vea
tierno nido de pétalos la estrella
palpita entre tu carne
invisible para el ojo que falta y que en ella se cierra
tu carne transparente a la mirada ciega
esa sal de la luna que trastorna los campos...
de Naranja verde
10 (serpigo)
Crótalo atroz
Oculto tras la flor
(Pero también la víbora se llena de gusanos
las moscas depositan sus huevos en la herida
abierta de la nube que nunca cicatriza
las larvas comen hilos deshacen los tejidos
colgados de su baba los gusanos linguales
vermiformes y verdes invaden sus pulmones
garrapatas y nódulos filarias en las venas
oclusiones y vómitos pedacería de estrellas
y la víbora entera podrigorio del alma
se persigue y no alcanza ni a tocarse la cola
ni recobra su forma ni tampoco su sombra
que en el cielo se bate en su blanca diarrea
y retiembla la perra en su sueño de piedra
si en su boca mordida azulea mi saliva…)
19
En el vidrio azul
la sombra del niño
se volvió otro niño
Niño con espejo
dando vuelta al quiosko
entre jacarandas
que el vidrio refleja
aparece un rostro
¿Qué va en el espejo?
Las estrellas… Lejos…
La luna en el agua
el niño la mira
y escupe en el vidrio
y su mano borra
el cielo y su cara
¿Qué ve en el espejo?
Par de ojos tan viejos…
Animal
No hay palabras escupo
La calma de la hoja
Salitre entre las piernas
Esta saliva roja
A tus cuencas vacías
Que nunca se humedecen
Mi saliva se anuda
Sus mandíbulas crecen
Lo mismo dice y calla
Esta saliva espesa
La humedad y el esfuerzo
De una rota certeza
Espejo negro y rojo
En que mi lengua lavo
Te digo No te digo
Sólo a mi muerte le hablo
Y suben por los árboles
O bajan por mis piernas
Las de fuertes mandíbulas
En sílabas idénticas
Son las raíces rotas
O es la negra saliva
De este animal enorme
Que sólo escupe hormigas
El cosmógrafo
y esto, en cambio, sucede por una acentuación
del pensamiento...
G. M. Hopkins
Estaba viendo las estrellas la otra noche
y era como si estuviera viendo las estrellas otra noche
mentalmente me veía mirarlas
y también podía verme mirándome verlas
Me recuerdo mirando las estrellas me decía
y ya recordaba que otra vez las veía
Desde un vidrio me veo y en otro me reflejo
y miro que me miro
y también imagino que una estrella distinta
de pronto se refleja de este lado del libro
Y en cada vidrio que veo un reflejo distinto
de mí mismo se parte y me extravía...
(blue sapphire)
Piedra de las cuatro casas
cada una dentro de la otra a la distancia
en la perspectiva que se prolonga de un cuarto a otro
a lo largo de distintas ventanas
Una casa de tierra una casa lejana una casa de piedra
con el techo de cielo y una casa de aire suspendida en las ramas
o simplemente las distintas caras del azul
si la piedra se mueve o cambia la luz
La blanquísima casa entre las nubes
Xochicaltitla número cincuenta oculta en Coyoacán
el lugar donde abundan las flores
la casa llena de muchachas descalzas
En el callejón empedrado como un sueño
cada casa con su árbol y su loco encadenado
azul bajo cualquier luz
cada perro su fantasma como un hueso
Ya mi primer recuerdo fue verme viendo flores
una maceta de geranios enfrente de los ojos
la circulación de las formas en los reflejos del ventanal
la húmeda huella de unos pies en los mosaicos rojos
Vidrio nublado en el silencio añil
mientras en un rincón del jardín el trueno se cubría de gusanos
en el muro de la yerba santa
unas enormes manchas de humedad me llenaban de desasosiego
Prismas perfectos de una claridad que me ciega
la turbia y al mismo tiempo pura
intensidad de las luces interiores de la piedra
–como niebla azulosa tras un vidrio sin nadie
Frente a la opacidad de los cuerpos enfermos
la música como una forma casi tangible de la felicidad
el jardín con todos sus encantos abiertos y velados
y los libros siempre tantos iluminados y secretos
En su cuarto en penumbra al mediodía
me veo leerle a Pita moribunda
ininteligibles fragmentos del Inferno
que ella en su lúcida somnolencia escuchaba en silencio
Signos producidos por el tacto que recorre la piedra
audibles signos toco sus colores internos
sordas notas huecas la pureza del rojo la profundidad del verde
terciopelo del tacto enamorado de una gema
Hay una casa alojada en mi cabeza
hay una casa a la que sólo vuelvo en sueños
hay una casa a la que nunca he vuelto en sueños
hay una casa de la que no he salido
Carretera Federal a Cuernavaca seis cero seis cero
en el jardín abandonado el liquidámbar siempre verde
lo regué durante trece años cada día
porque entre sus raíces crecía un muerto
Sombras en los vidrios de Tlalpan a mi paso
sombras en San Fernando y sus calles cubiertas de flores de jacaranda
sombras sin principio ni fin dando vuelta en las esquinas de mi mente
sombras por flores en el mercado de las flores
Y gatos infinidad de gatos en los árboles y las escaleras
abejas y tortugas y aquel ave de azoro que soltamos
y una perra tras otra
y varios otros animales bajo tierra
La imaginaba pintada de un azul tan tenue
que en las tardes se confundiera con el color del cielo
lluvia hasta dentro de los libros de la ropa y de los huesos
y por momentos azulosa simplemente desapareciera
Ácida lucidez de mi letrada soledad
iba gestando entre las húmedas paredes y los vidrios ardientes
debajo de las piedras y los forros amarillos
un hongo negro
El azul se descubre por sí solo
como la estrella que oculta el cuerpo fragmentado y repartido
una parte en cada pieza de la casa
y una parte que siempre está perdida
Paso un dedo por la pulida superficie de la piedra
y no puedo dejar de sentir que me acaricia
como una carne tibia con todas las tonalidades del azul
la tersura de su tacto sube por mi mano sin prisa
Y entre las huellas de mis dedos y la piel del cristal
despierta otro sentido
como la música silenciosa que brota de mi mano
al contacto de este fragmento de cuerpo azul endrino
Cesó la lluvia brilla el aire
si no fuera imposible hablar de la divina claridad de la casa de espejos
que al menos mis palabras transparenten
esta tinta inconcebible que corre por mis dedos
Líneas de interferencia cristalina
muestran cada vez una estrella distinta
plaque tournante de las otras casas vividas
series de corredores escaleras tejados y vitrinas
Aquí en los Montes aprendí finalmente a deletrear los astros
a palpar la mínima distancia entre una cara y sus reflejos
en el bosque de niebla los árboles se esfuman en el aire
y a dejar de saludar al fin aun a aquellos que conocí de lejos
Frente al cuarto vacío
el fondo de la alberca se ha cubierto de hojas de encino
y en sus paredes deslavadas crecen inquietantes manchas
como si todo hablara de la extinción del bosque en cada signo
Acechante pupila montada en oro viejo verdecido
intensamente azul genciana sigue desde la mesa mis gestos y sigilos
entre copas vacías y espirales de polvo
imagen previa de la luz en los otros sentidos
Cuerpo de gloria desmembrado en gemas
a partir del mínimo fragmento me deja vislumbrar
desde el centro de la asteria que me guía
hacia adentro de la piedra todo el cuerpo repartido
Hay una casa que desaloja mi cabeza
hay otra casa a la que nunca he vuelto en sueños
hay otra casa a la que aún no he entrado
hay otra casa de la que nunca habré salido
Constelación de objetos a la espera
de la oscuridad en la que se despojarán de su apariencia
y ya sólo el tacto quedará para reconocerlos
las huellas aptas para tocar la música de las piedras
A través del ventanal me veo desde el jardín
reflejado en las ventanas de mis ojos entrar en otra casa
profunda y luminosa como son las casas en los sueños
donde siempre se abre inesperadamente un cuarto nuevo
Y en la huella que se desvanecía sobre el mosaico rojo
me vi dejar la merada huella de mis labios en el sueño
y al fondo de la gema brillar en el reflejo de mi frente
como un volcán diminuto otro triángulo luminoso
El lento movimiento circular del dedo en el zafiro
expande la sensación del roce hasta las circunvoluciones de mi cerebro
y cada giro me acerca al mismo tiempo que enerva cada surco
al punto iluminado que se desprende de mi mano más allá de mí mismo
Ven... entra... ven... no hay nadie dentro...
entra... y no habrá nadie...
Astro labio
Libros Magenta, 2011.
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