Milagros Vara Céspedes
Nació el 18 de noviembre de 1980 en la provincia de Canta, Perú. Hija de Modesta Céspedes Marcelo y Vicente Vara A. Estudió literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal y Educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado en el libro "Otros villanos" (poesía), en el dossier de poesía "Cuervo iluminado" y ha sido incluida en la segunda edición de la revista "Voz efímera".
"La recurrencia de la falta" es el título del poemario publicado por la escritora peruana Milagros Vara Céspedes, impreso bajo el sello Pájaros en los cables Editores.
El poemario, pleno de hondo lirismo, es un testimonio de soledad, dolor, desamor y desesperanza. Con versos sencillos, la poetisa va configurado un universo poético donde se percibe la influencia de poetas peruanos como César Vallejo y Martín Adán.
"La Recurrencia de la Falta"
Lima, Pájaros en los Cables Editores, 2010
La madre que un día soñé
la primera vez llanto llanto
y su brazo izquierdo izquierdo otra vez
hasta ensordecer nuestra voz
desde que ella se fue te busco en los abastos de romería
No me importan las costras de ayer
las arrojaré entre las arenas
para encontrarte en mi destino lunar
¡Oh el viento!¡El viento!
Las sagradas romerías de abasto
Y tú hasta cuando me tendrás con el alma
esquilada?
*
Crisálida
menguada tu historia primera
ilusionaste a tu ser,
explica tu acto,tu arena,
una noche viste huir la siniestra de tu oído
propulsor de la tiranía
Crisálida
loto en el alma de loco medicante
tú no eres nocturna
tú eres de cera, maleable hasta en los Usos.
*
Noche perpetua del cuerpo
noche que llevo en los ojos
viento que silba en mi cena
tú no estás, te amo, tú no estás
HASTA EN EL VERSO NOS LLEGA LA NOCHE
DIAS EXPUESTA AL SOL
Era niña y sucia
niña y rara sentada sobe una Piedra Quemada
Río de luz / corriente absurda
Ahí estaba la Piedra
piedra gigante y extraordinaria
subía en ella
miraba el vacío
podía morir y nadie me encontraría
Piedra voraz
Eran días tristes
unos lluviosos, otros soleados, pero tristes
en la noche la lluvia
me producía un miedo inexpicable
en la tarde el frío de la niebla
despedí un aliento lóbrego, triste, irremediable.
En tanto
a veces sentada jugaba
y en otras echada sobre la Gran Piedra
ardía eternamente
Piedra sexual
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