Samantha Arredondo
Nacida en Xalapa, Veracruz, estudiante de psicología de la Universidad Iberoamericana Puebla, apasionada por la escritura y el baloncesto, ha cursado talleres de diseño editorial, la pérdida del temor a la escritura y creación literaria. Actualmente forma parte de IberoPrensa en el área de colaboración y edición en la Ibero.
EL REVÉS
La casetera y sus ruidos raros, la cinta se jala, suena tu voz, suena la mía.
¿Quiénes somos? La historia de quien comete el ridículo asesinato
de una razón,
de la lógica cabizbaja, indicio de un sentido más extraño que común;
tan patético como cuando se conocen un hombre y una mujer.
Tan patético como cuando dicen que ya no se conocen.
Y todo resulta en que le histoire va y luego viene, no regresa tal como fue pero llega con el aire de haber vivido lo mismo que el otro, lo mismo que todos pero con tipos de letras y subtítulos diferentes, otros escenarios, reputaciones convertidas en llagas o en papeletas de calle, de basureros, de archivos de los que por casualidad se guardan y por casualidad se olvidan.
Como se olvida la piel, el encuentro, el despertar
El parque, la letra de la canción
la estrella, la que le puso
Tu nombre
¿Cómo se olvida? Ya llevamos mucho tiempo hablando del amor, hablaba Neruda, tomaba sus raíces de un cerezo y se iba por allí con su callada Maruca, hablaba Cortázar rayando pisos jugando entre el cielo y el infierno, hablaba Girondo de las zanahorias, hablaban los hombres y las mujeres de Juana también.
Y yo hablo entre ellos cuchicheando, para que no se deje a la creencia de que aquel camino se anda para no volver, porque ni siquiera se anda, se vuela y se vuelve con cuotas y reticencias; y si andamos lo hacemos con los pies descalzos, nos desgarramos, los ensuciamos, para volver un día a casa a meter el dedo en el orificio, darle vueltas, soplarle, abrir el tape a, play y escuchar…
Todo vuelve a comenzar.
Infinito; socorro
Infinito,
Socorro.
Aves se cuelan entre los destellos de un caleidoscopio;
Carcajadas se oyen;
Plumas caen de los edificios;
Corazones laten; dormidos.
Negro,
Grito en auxilio.
Los corredores se visten de focos intermitentes;
Líquidos, lúgubres;
Abro los ojos a un deseo;
Se pudre, se muere.
Osadía,
Sus manos inmaculadas.
El coraje se disuelve en un beso cansado;
Suenan teléfonos, campanas;
Ruidos de cualquier ferrocarril;
Barcos varados, infiernos.
Sabe la luz aprovecharse de tu cuerpo;
Y la lluvia
de la muerte.
Nostalgia
Cómo extraño la 206
La luz opaca
Aquel elevador gris
Los ruidos ajenos.
Cómo extraño los números que nos perdían
Los azulejos blancos
Los espejos empañados
El frío que no quemaba.
Cómo extraño esquivar a la gente
Para escaparnos a cualquier lugar
El aire de la noche
Las ganas de besarnos en cualquier esquina.
Pero más extraño tus manos a los lugares
La piel a aquellas calles
Tu labia en mis palabras entrecortadas
Tus ojos mirando al horizonte.
Cazar conejos
¿A dónde va aquél, que viejo y joven desnuda a la noche?
a dónde /podría/ ir, correr, caminar ¿Al cielo?
¿La devolvería, quizá?
Ha andado y ha querido querer a quien su ropa pertenece,
ha sido de con y para quien el silencio significa mucho
y su cama significa todo. La ausencia/el alma/oscuridad; y delirio.
¿A dónde va aquél que lejos de encontrarse cerca, yace dentro de una distancia incomprensible?
a dónde sino a la historia, a un pasado (íntimo) escrito, más que de futuro,
de tiempo, de ella.
¿A dónde va aquél? Con aquella,
la señora, Ninguna, niente. La amargada, la
penumbra. ¿A dónde quiere ir, ahora, callado?
Queriendo al manto, plácido, estrellado.
¿Usará, su piel de diamante? ¿Jugará con quien
a ella aprisiona? Tendrá, por supuesto, un semblante
de amante.
De alquiler, de cárcel, ¿de pasión semejante?
Pero ¿a dónde va aquél? /lúcido/enloquecido/
volando con la cabeza, que los pies no ha traído
deshojando mariposas, allá dónde sólo viven luceros
ahogando decoros, zurciendo deseos.
Contracciones ventriculares detenidas
Ramos de margaritas, de Santos, de princesas muertas
Ostias, de padres nuestros, de migajas, de lo que nos sobró
Vuelos de conciencia, de amores rotos, de cerradas puertas
Cantos, con notas en llamas que no arden, aquello que se quemó;
En el aire.
Arroces y panes, tierras, lluvias que no caen, lágrimas que sí
Muros, huellas, caminos de sangre, pasión de locura;
De los gritos;
Las cabezas que dan vueltas
Y se pierden en el mar.
Poetas, vientres, latires, gritos de euforia
¿Me amas aún?
Te amo;
Pero por favor…
Suelta la navaja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario