lunes, 11 de agosto de 2014

INÉS TOLEDO [12.805] Poeta de Asturias


INÉS TOLEDO

Nací en Oviedo en 1973. En el año 2007 publiqué el libro de poemas y relatos El final del cuento, (Ed Universos), premio de la Crítica de Asturias fue galardonado como mejor libro de poesía en castellano del año 2007. Anteriormente, había colaborado en diversas antologías y publicaciones colectivas -entre otras: Nuevas maneras de contar un cuento, editado por Llibros del Pexe y Poesía astur de hoy, editado por el Ateneo Obrero de Gijón- así como en revistas literarias, periódicos e historias varias.






SEÑALES DE TRÁFICO

Las uñas del ángel
más pálido del cielo,
de tanto sujetarme, urbanizaron
mi cuerpo con señales.

Por eso sé, desnuda, en el espejo,
que ya puedo marcharme a donde quiera,
irme al infierno,
porque no tengo pérdida.

El final del cuento, Ed.Universos, Mieres, 2007







EXPRESIONISMO

Alguna noche blanca y rencorosa
con el tiempo pasado,
si la mujer de Munch abre los ojos
y el cuadro y la memoria
son objetos de morbo,

si el tiempo y la cabeza se atrincheran en miedo
y, fuera, los relojes,
como perros empiezan a ladrarme,

antes de fabricar
mi propio crucifijo manejable,
intento descubrir
el lado
amable de los clavos.

El final del cuento, Ed.Universos, Mieres, 2007






SENSIBILIDAD

Hiperestesia: Sensibilidad excesiva y dolorosa
DRAE

Mi pequeña ciudad se ha llenado de ruido.

Sobre las ocho y media, vuelvo a casa,
me cruzo con cincuenta peatones,
pero aunque fueran tres,
serían demasiados.

Me aturden
los motores, las luces de los coches,
son ángeles chillones que vienen a por mí .

Llevadme en brazos hasta el mostrador
de una farmacia abierta,
y que el espíritu de guardia, como un muerto,
o bien un farmacéutico discreto,
me dispensen silencio sin receta.

En dosis inyectables,
porque en mis venas late la insoportable urgencia
de que todo se calle.

Quisiera descansar de la imprevista
fiesta de mis sentidos,
adolescentes que hoy, como si fuera sábado,
tambalean mi cuerpo mientras gritan.

Me acurruco, me escondo
tras una jardinera de metal.
El mobiliario urbano,
un hogar inexacto en el que trato
de respirar.

Por fin, puedo hilvanar veinte segundos
de frágil armisticio,
descubrir
flores, adelfas en la jardinera.

Ahora, en mi habitación,
hay algo verde y rosa,
una paz venenosa que arranqué de la acera,
lo que sea,
no importa...

Algo para sentir sin que me duela.

El final del cuento, Ed.Universos, Mieres, 2007







BELLA DESPIERTA

Me desperté en un castillo de espectros
yendo y viniendo. Sin beso,
no sé cómo,
abrí los ojos.
Fea y despierta, nada
se parecía al cuento. Excepto el bosque.
Dudé de mi existencia entre los árboles,
pero aún así corrí durante meses
huyendo de mi lecho, de los sueños malditos,
los pies entumecidos, tropezando en las sábanas,
todo fue aliento helado de fantasmas.
Ahora he llegado al fin, y no hay perdices.
Qué más me da si soy una princesa,
si todos los espejos
me saludan de nuevo, encuentro besos
abrigada en la cama,
duermo, despierto, desnudándome el miedo.
Y otra cosa: domino
las ruecas, las agujas,
y el estremecimiento cerval que me produce
saber que hace cien años
yo misma fui la bruja.

Esta es la historia, niños,
sobre la que camino.

Poesía Astur de Hoy / Mai Asztúr Költészet (2006).





rainbow

Cuando llamó a tu puerta
el hombre-máquina que vende aspiradores,
te miró a los ojos como enseñan los libros,
dijo: "Con mi aparato
no quedará en su casa un solo animal vivo
que mida menos de 5 cms."
Sacó de su maleta una foto en colores
para enseñarte inmenso
un indefenso bicho microscópico.
"Arañas como ésta se acuestan con usted
todos los días".

Nunca nadie, jamás,
(ni siquiera tu madre),
había sido tan crítico con tus amantes.

Compraste el aparato
del hombre-máquina que vende aspiradores.
Tú nunca más has vuelto a dormir bien.

Desde que lo enchufaste
y aspiraste tus sábanas,
ella se te aparece cada noche
metida en una bolsa de papel.
Y con la voz ahogada por el polvo,
tan bella y tan lejana,
grita: "Idiota malsano,
¿no sabes que yo era
la Reina de los Ácaros?"






el amor verdadero es una elipse

Era un círculo la base del cono
y paralelas todas las secciones.
Contigo en medio y solo,
tú sólo eras el centro.
Entonces yo llego.
A mi manera oblicua,
yo corto tu universo
y te coloco en uno de los focos,
y a mí en el otro.
Desde que entré en tu vida
impuse un nuevo orden,
pero no tengas miedo de nuestra geometría:
sumará una constante la distancia
que a ti y a mí nos separe del borde.





laringoplastia tipo rethi

Dijeron: "no se notará nada,
vas a quedar muy bien,
hay que ver qué milagros hacen los cirujanos,
hay que ver qué modernas en tu cuello las grapas"

Y más tarde dijeron:
"protégete del sol,
compra pañuelos, cremas
de pantalla total,
-les gustan las metáforas-
y en cuanto llegue el frío,
jerseys de cuello alto,
coqueta, ponte guapa"

Y más tarde unas vendas,
apósitos de encargo...

Vacía tu cartera:
son cuestiones estéticas que tendrás que pagar
si quieres olvidar
que, a fin de cuentas,
sólo a ti se te ocurre
flirtear en primavera con los malos.

Llegó la operación en el verano
y, desde entonces,
yo soy la prometida del Capitán Garfio.






sístole/diástole

Más de sesenta veces por minuto
impulsaba, preciso, la sangre por mi cuerpo.
Con golpes en el pecho aseguraba:
"yo sigo entero, lato,
por tanto sigues viva".

Pero estalló.
Y mi pulso aturdido desorienta a los médicos.

En cuanto a mí, he perdido
la cuenta de los trozos.
Con ritmo impredecible,
prosiguen, asincrónicos,
sus no sé cuántos,
sus demasiados golpes de análisis incierto
y doloroso.

Qué difícil vivir contigo roto.







flores

He acumulado tantos jarrones en mi cuarto
que cada amanecer me siento más enferma.
Se están comiendo el aire con que sueño
y no puedo soñar más que con pétalos.
Crecen desde las sábanas al techo.
No les importa verme
pálida como un lirio
o lívida como los pensamientos.
Sé que debe ser malo tanto olor a flor,
tan malo que no oigo
apenas lamentarse a mi cerebro.
Mi pobre corazón respira mal.
Y yo no me doy cuenta y sigo acumulando
jarrones en mi alcoba.
Salgo a la calle y compro de forma compulsiva
docenas, ramilletes,
bouquets, centros, coronas,
como una toxicómana
de las floristerías.
La gente que me quiere
me quiere ver curada,
me llevan a psiquiatras y les cuentan
que languidezco en medio de un jardín.

Difícil solución la de mi mal,
aunque a veces intente seguir los tratamientos.
La prueba es que no pueda soportar saber
que si me muero
nadie llevará flores a mi funeral.










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