Emiliano Martínez
Nace en Montevideo, Uruguay, en el año 1976.
Entre los años 2004 y 2006 recibe numerosos premios en el Concurso de Cuentos y Poesía B’nai B’rith Internacional (Uruguay).
En 2007 publica su primer libro Enfermos calamares en su tinta (editorial artefato) y obtiene una mención por su obra Los jardines de yeso en el Concurso 4º Aniversario Casa de los Escritores del Uruguay. En 2008 y 2011 es seleccionado por el escritor Rafael Courtoisie para integrar la publicación Antología de poesía Uruguaya y Dominicana del siglo XXI-Plata Caribe (Montevideo Santo domingo) y Antología de Poesía Cubana y Uruguaya del siglo XXI-El manto de mi virtud (Montevideo-La Habana), respectivamente. En el año 2012 una de sus obras traducida por Laura Cesarco fue nominada al Pushcart Prize por la Askew Magazine de Estados Unidos.
Recientemente se publicó en España su segundo libro: Zara (editorial anantes).Sus textos han sido incluidos y traducidos en diversas revistas: Lsd, La Farola, Freeway (Uruguay), Versal Wordsinhere (Holanda), Río Grande Review, Bordersenses (EE.UU), Autorretrato y Nueva Grecia (España), entre otras.
Es arquitecto y ha ejercido como docente en la Facultad de Arquitectura de Montevideo en varias cátedras. Desde el año 2010 hasta el 2013 residió en España, donde llevó a cabo sus estudios de Maestría en Innovación en Tecnología y Diseño por la Universidad de Sevilla.
hay incesante
donde muero cada día
una esencia de abreviar
una fugaz manera
de volverme humano o
solvente
las formas de arte persuasivo
destiñendo los billetes sus
viejos rostros
y mis dedos como
enfermos calamares en su tinta
dentro de la mano
la seña blanca impúdica
la maniobra del sexo verbal
intenta hurgar en mi llaga
una parte del cuerpo abierto
el otro
su trozo de carne elástica:
césar
observa la poesía
es inútil porque enseña a mentir
la mano es poesía porque es
un conjunto palpitante de
mentiras
la mano
inútil y exquisita
como un epiquerema vencido
aún es más fácil
soportar el viejo camuflaje que
otra herida
devolver al aire lento
su deuda de hambre vencido
y perder
a un ojo por día
los trozos cerrados del camino
viví en mis
cuatro nombres
como un inquilino moroso
nunca saldé
aquellas deudas
ni mudé los apellidos
que me dieron los otros.
el silencio de mi carne es un peso antiguo
puedo perdonarme invertebrado
sostener incluso
una informe abundancia de saliva sobre
la cabeza
alguien comerá mi carne mojada?
la herida ya bebe de los años su
corrosión sintética
su flojera roja y decaída pero ella
ama
del blanco hilo recorrido en los intentos
ama mi sueño
yo odio la pesadez de mi carne al
cerrar los ojos
como un recodo imaginable
colgado de un trapo viejo
sin vestido
Esto es una noche
x se propone ejercicios para interrumpir
los posibles relajantes de continuidad
injerta dedos
donde pudo cabalgar con la mano
entona su marcha de uñas monitoreadas como
pinturas populares que por geométricas
ya no son repetibles
ni su brillo en la cama
su parcela
la tierra de x es
un caudal medido en el temblor dactilar
de quien se detiene
la tierra de x
va de paramentos púrpuras levemente arenados
progresando con la agilidad de un cuadro
la tierra de x
todo resultado considerando sus ojos
es una distancia siempre pujante
o las mismas cuatro variables por defecto:
suelto
vendas
recojo
(como cadáveres sin viento las) promesas
Esto es una mañana
no precisa un teléfono la res de carne postrada bajo
las mantas
abierta para quién?
un cambio de medias y la intensidad del deseo
ya tiene resaca
si no gotea no hay señales de animales victoriosos
ni acomodo pendular para el sueño
para quién el líquido de la alegría exportada?
y el té de rooibos perpetuando el estante tras el muro?
debería enterrarlo en el vientre de x hasta que
crezca de una vez
nuestro árbol inoxidable
o acaso soy la fuga de tierra donde escupir el futuro
para ablandarlo?
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