Mario Verdugo
(Talca, CHILE 1975) es Doctor (c) en Literatura y Periodista. Ha sido becario del Consejo Nacional del Libro y la Lectura y de la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología. Ha trabajado en prensa escrita, edición y docencia.
Ha publicado los poemarios: La novela terrígena (2011), Apología de la droga (2012) y Canciones gringas (2013) y Miss Poesías (2014). Trabaja como profesor en la Universidad de Talca, colabora con el periódico The Clinic e integra el colectivo Pueblos Abandonados.
"La Novela Terrígena".
Poesía de Mario Verdugo.
Pequeño Dios Editores, 2011. 64 páginas
LA NOVELA TERRÍGENA: UN LIBRO IMPORTANTE
K. Ramone
1 Teníanle menos miedo al capataz que
al zanjón, menos al zanjón que al retorno
ígneo de los drevlianos
2 La misma noche lúgubre en que
abraham maslow les fue presentado, y
todo el chalet que habían construido se
desmoronó como pirámide de orujo
3 No lograba pasarse más de cuatro días
sin estarse muriendo, el asesino de
camarógrafos, al que sus padres
bautizaron Modesto
4 La parte cuando se inscriben en el
gimnasio La Derrota, deseando dividirse
en miríadas de pequeños maslows
5 Bocetos de la Nueva Objetividad,
como el gesto de acomodarse el
sombrero ante las mamparas del
Almacén de Las Golfas
6 El mediero con su perro llamado
Primitivo, en camino de reunirse con el
cuidador y su perra Originaria
7 La escena cuando dinamitan otra vez el
campanario. “Amigo es quien se esnifa
todo tu Principio M”. “Amigo es quien
remata tus piños”
8 job terrígena El Único, el único
suscrito al mismo tiempo a los
quincenarios Ecocidio, Cagatinta y
Millones de Muertos
9 Oscuros blasones ayayay, emblemas
garrafales, los de Ña Paregórica en las
inmediaciones de El Horizonte
10 Animales adiestrados para embestir a
los nietos del concesionario, en plena
premiación del trigésimo-primer torneo
ganadero
67 Aquello que sus mañanas taimaba, lo
que en sus tardes se encaramaba, eso que
borboteaba sobre sus noches y las
mal-rimaba
68 Hermano del cardo, pastor del coipo y
fiador de mediolitros... hasta que La
Enfermedad vino en su auxilio
69 Los diplomas que obtuvo por drenar
los lagos más apelmazados, aunque con
tales enfermedades cualquiera lo hubiese
hecho
70 Las casamatas de juan raro: biblioteca
toda carne: en arrope los cojines: con
ciruelas reventadas y caótico el piso
71 Cuando caía el atardecer, y la peor
palabra se rehacía, y el bus se llevaba a
todas las amables madrinas
72 Otra lata destapada en su trayecto
hacia el lago superior. Las ganas de
llamar de nuevo, apelotonándose
1. Me alegra que el lector sea devuelto, de entrada, al adjetivo “terrígena”. Ya me tenía algo aburrido la repetida mención (en esta maulina zona maulina del Maule) de “telúrico”. Todo parecía ser telúrico. A veces también hermético, pero casi siempre telúrico. Y en ocasiones ¡hermético y telúrico!
2. Cuando Juan Luis Martínez publica La Nueva Novela subvierte el género de inmediato. Se trata de un libro de poemas. En realidad se trata de un libro con más connotaciones que un poemario, pero sobre todo no es un libro que uno llamaría novela. Y por lo mismo pasa ―por supuesto― también a ser una novela. La literatura es así. Un libro presentado con la forma de poemas pero llamado novela. Mario Verdugo nos trae otro libro de poemas y esta vez también llamado novela. La cercanía con Valparaíso al parecer da esos portentos. El libro de Mario Verdugo se llama La Novela Terrígena. El artículo “LA” en casos así se las trae; el artículo “LA” da fuerza y se torna artículo de primera necesidad.
3. No La Novela Terrígena como guiño a José Eustasio Rivera, no por la larga tradición terrígena de cierta prosa en cierta época literaria en Colombia. No por La Vorágine por ejemplo. La Novela Terrígena, su nombre, se halla justificado de manera cabal en un extenso epígrafe (que funda un argumento paradójico: lo que anticipa allá, crea limitaciones acá) perteneciente a Mariano Latorre, insigne escritor menor de Chile, pero de esos pocos escritores menores chilenos que son parte de nuestros prosistas mayores.
4. Todo lo anterior es una cita verdadera que deviene apócrifa al acometer la lectura del libro de Mario Verdugo. Una falsa pista que sin embargo da pistas certeras acerca de la zona desde la cual escribe el autor, es decir, tal cita nos señala al perro que se llama Primitivo y a la perra llamada Originaria (pág. 5). No diré que un país puede llamarse perro y que una ciudad puede ser una perra. Pero algo de eso hay, no nos engañemos. ¿Y el mediero?, ¿y el cuidador? Qué, quiénes.
5. La ciudad se nos llena de un irrebatible olor a campo. A zona suburbana, a zona rural, a siglo XXI al cuete además. Lo terrible es que el campo, desde lo rural a lo suburbano, se nos llena asimismo del hedor de la ciudad. El habla, las zonas del lenguaje, los modos de mirar, la estatura de estar, esa caminadita de dueños de fundo, aunque el único fundo esté en la impostura del que sabe leer y se atreve a leer.
6. Lo anterior parece hermético (¿o telúrico?), pero no lo es: lo pruebo de inmediato: La Novela Terrígena es un libro que lleva la alusión hasta extremos sin remilgos. Pocos libros logran tan bien ese juego-duelo del “complételo usted a ver si es tan gallo”. El componente alusivo se solaza en la forma de escenas elípticas y sugerentes, inminentes y misteriosas, acechantes, como unos ojos que nos miraran desde las matas. Esas matas pueden llamarse literatura chilena o poesía chilena.
7. La maulinidad es tan importante como pueden serlo la checoslovaquiedad o la endochinidad. Y el sol maulino es tan poderoso como un crujido solar oído en un track de “Sun Records” (pág. 12). Lo que es reivindicado para hacerse universal también es acusado como condición peligrosa para alcanzar tal universalidad. Acaso ya el epígrafe dé señas claras al respecto. Ya el título del libro las da. Google Earth, entonces, nos ayuda a ver mejor lo que muestran los versos portentosos de Mario Verdugo.
8. Portentosos, esa palabra suena a buey gordo, a una yunta de bueyes gordos y babientos mientras suben parriba y bajan pabajo. Mario Verdugo parece picanear los brutos con mano maestra. El pueblo más querido es sólo un “pueblo redactado” (pág. 21). Esa imagen vale estas líneas pero sobre todo vale mucho más que estas simples líneas: vale tal vez una lectura por toda persona que ande en busca de buena poesía. Verdugo sabe lo que hace. No hay ingenuidad, no hay palos de ciego en su escritura. Él es un hábil director que permite que haya “animales cruzándose por la cámara” (pág. 26) y esa escena está ensayada con años de lecturas, pues ya sabemos ―lo sabemos desde hace rato y quien no lo sepa no ha entendido nada― que ser escritor no es saber escribir, es arriesgar lecturas. Y Mario Verdugo ha estado en ese ejercicio desde hace años. Y se nota. Y se agradece.
9. La “academia” es capada a diente acá, como se capa a los corderos. Y el lenguaje académico se revienta de pastillas y empepados. La poesía y su relamida estructuración, su construcción de sentido o sinsentido, es puesta a prueba acá. Siempre los buenos libros hacen eso. El libro va creciendo en la exacerbación del fragmento. ¿Ha visto cómo se ven los terrenos del campo desde una avioneta? Cuadraditos, cuadraditos junto a cuadraditos, pero ricos en matices, colores, densidades, en fin, y siempre alguna clara señal de vida ―¡sí, sí, mira, allí, allí!―, algo que se mueve, algo siempre en movimiento vivo: así se ven los poemas de este libro.
10. El “76” (pág. 40) merece ser leído una y otra vez. Muchos otros, pero pongo el “76” como ejemplo, el capítulo “76” de esta novela. Inmenso.
11. Borges, sobre todo el de Historia Universal de la Infamia, con su homenaje a la figura del facineroso de diverso cuño, gozaría este libro, estoy seguro. Hasta le darían ganas de ser tuetué. Un tuetué ciego y volando, aunque volando con dirección terrígena.
12. Hacía mucho, y a estas alturas no estoy para dorar la píldora, que no leía un libro que me moviera así el piso y que me propusiera tanto sentido. De eso se trata la buena poesía: de permitir tantos sentidos como sea posible. Y ser capaz de alentar relecturas que siempre aporten algo más, un dato inaugural. Hay muchos datos así en este libro y con una poesía que se aleja de los vicios de “la profesión”, incluido ese efectismo de la poesía hecha a medida para spoken word. Es que Verdugo entiende que la poesía, ante el lector, se asoma sin aspavientos, sin amarillismos, sin tanta bulla, hermano, sólo provista de ese poder y fuerza nacidos de la seriedad y el rigor en el uso acertado de las herramientas del oficio. Lo demás puede llamarse show, espectáculo, velada cultural, como se quiera nombrar a los fenómenos extraliterarios, pero no poesía.
13. Agradezco leer libros así, es decir, libros nuevos.
Canciones gringas de Mario Verdugo (2013)
Nos presenta a Mario Verdugo.
Por Andrés Florit Cento.
En una tradición poética marcada por voces que se caracterizan por un “yo” fuerte, a ratos desmesurado o sentencioso, como las de Neruda, de Rokha, Mistral, Huidobro y con algunos matices Nicanor Parra, Lihn o Zurita, es importante el tema de quién habla en un poema y de qué forma lo hace. La idea de esta serie de “pesadillas identitarias” es mostrar cómo configuran mundos particulares distintas voces que no necesariamente coinciden con un “yo” biográfico, pero que tampoco hablan en nombre de otros; cuatro respuestas contemporáneas ante ese “yo” que se ha fragmentado: poemas donde ya no es posible asociar tan fácilmente una voz a una identidad fija, sino que a una en construcción, frágil, autoconsciente y vigilante de sí misma, que puede dejar hablar a otros en vez de hablar por otros, que se configura echando mano a distintos recursos y da lugar a una visión de mundo personal, que construye sentido en el lenguaje y no “mediante” el lenguaje y privilegia la verosimilitud antes que la “verdad” de una biografía siempre problemática.
Mario Verdugo, en el prólogo a Canciones gringas, afirma que al autor de estos poemas, un tal Keith Duncan, “lo acosaron pesadillas identitarias”. Junto con dar título a esta serie, pronto nos damos cuenta del artificio: Keith Duncan y el supuesto traductor al castellano de sus textos, Santiago Zilleruelo, no existen. Son parte de la creación del mismo Verdugo y parte, por qué no, del humor del libro y del autor. Más que un juego heterónimo fallido, lo que hay es una toma de posición que dialoga con sus obras anteriores, como La novela terrígena (2011) y Apología de la droga (2012), donde el “yo” está difuminado en voces paródicas, costumbristas o asociadas a supuestos papeles inéditos de nombres “menores” de la tradición poética chilena.
Lo que hace Verdugo es apropiarse con humor, exactitud y lucidez de un lenguaje “gringo” “traducido” a un “español” de traducción de Anagrama. Mi excesivo uso de comillas obedece a la puesta en tensión por parte del autor de todos estos conceptos en sus poemas; no de manera teórica, sino que en la ejecución de los mismos. La ejecución aquí es importante, pues además se trata de “canciones”: logra estructurar rítmica y melódicamente los textos mediante estrofas y repeticiones que funcionan como un “chirrido melopoético”, en el decir del mismo Verdugo. El texto introductorio, que me recuerda los perfiles de poetas regionales chilenos que el autor ha escrito para el semanario The Clinic, es prescindible (el libro podría ser firmado por Verdugo sin que disminuya el efecto de extrañeza que provocan estos textos), pero nos da claves para situar su propia obra. En especial, la llamada Tipología del Apocamiento, diseñada por Keith Duncan y “cuyas diversas manifestaciones o gradaciones estaban ejemplificadas, entre otros, por Chan Marshall, Joey Ramone y el género shoegazing en su conjunto”, es una buena manera de entender su “apocada” visión personal de la poesía: complejiza radicalmente la idea de un “yo” usando máscaras que ponen en solfa cualquier pretensión grandilocuente, sacando el foco de sí y poniéndolo en el lenguaje, cuestionando la noción de autor hasta el extremo de volverse inconfundible.
1
Hey, Señor Abundancia,
¿por qué no revisa otra vez en su nevera?
¿por qué no recorre nuevamente su granja?
¿por qué no da vuelta su despensa?
Sólo hay guisantes y judías.
aaaaaaaGuisantes
y judías.
Hey, Señor Abundancia,
¿podría darme dos o tres de su reserva?
¿podría venir con dos o tres de los peores?
¿podría traer el último siquiera?
Sólo hay guisantes y judías.
Guisantes
y judías.
5
Ella se mudó de barrio,
ella serenó sus nervios,
ella refinó su gusto,
ella se integró al reparto
de la nueva burguesía audiovisual.
Ella moderó sus hábitos,
ella comprendió los tiempos,
ella dominó sus miedos,
ella ejercitó su cuerpo
con la nueva burguesía audiovisual.
Ella redecoró su memoria,
ella readaptó su cabello,
ella reajustó sus plegarias,
ella readecuó su talento
a la nueva burguesía audiovisual.
8
Siempre que vas a la alberca de tío Ike,
siempre que cruzas los charcos de Elm Street,
tu preciosa cara se pone azul.
¡Respira! ¡Maldición! ¡Respira!
Siempre que me regañas por escupir,
siempre que te asqueas de mi sudor,
tu preciosa cara se pone azul.
¡Respira! ¡Maldición! ¡Respira!
Siempre que en Wichita comienza a llover,
siempre que una gota moja mi provisión,
tu preciosa cara se pone azul.
¡Respira! ¡Maldición! ¡Respira!
25
Odio la idea de engañarte.
Estoy a millas de todo eso,
de modo que prefiero ser yo
quien te dé las malas noticias.
Nena, me he tomado el trabajo
de contar lo que me afea,
y debes saber que tengo
treinta y cuatro defectos.
Odio la idea de que te enteres
por algún jodido bocazas,
pero debes saber que tengo
treinta y cuatro defectos.
Odio la idea de que me veas
como un maldito hombre limpio,
pues debes saber que tengo
treinta y cuatro defectos.
Nena, será mejor que vayas
armándote de paciencia,
porque ya sabes que tengo
treinta y cuatro defectos.
Apología de la droga
Mario Verdugo
“Ya está dicho: una superficie esférica no
puede ser desarrollada sobre un Olano”
Edwin Panofsky
inéditos de pedro nolasco cruz
1
Como decía huidobro la vida se parece a un pasamontañas.
Como decía parra la vida se parece a un pasamontañas.
Como decía neruda la vida se parece a un pasamontañas.
La vida se parece a un pasamontañas, a decir de mistral.
2
Según díaz-casanueva, el hombre nace,
crece, se desarrolla, se vuelve fascista
y muere.
Según gómez-correa,
el hombre se descompone y regresa de la tumba,
para predicar la inexorabilidad del fascismo.
3
En la obra de zoilo escobar ya se podía entrever
el surgimiento de una sociedad delatora.
Asimismo la poesía de juan marín ya daba señas
de la insufrible sociedad delatora
en que actualmente vivimos.
4
joaquín cifuentes afirmó haber sufrido como un mono.
augusto santelices dijo haber sufrido como una rana.
armando ulloa aseguró haber sufrido como un ratón.
Todo esto lo reconoció más tarde roberto bolaño
al escribir que los poetas menores sufren como animales de laboratorio.
5
Tanto en manuel rojas
como en alberto rojas y aun en waldo rojas
despuntaba el deseo de volver a la vida
no por gracia divina ni por venganza diabólica
sino por un truco de la NASA o del FBI
6
De acuerdo a mariana cox, la vida era un estilo granditronante.
De acuerdo a gladys thein, la vida era una papelería cerrada.
De acuerdo a teresa wilms, la vida era un género totalmente ordeñado.
Este era el credo de elcira bravo mientras aguardaba
su sensacional transformación.
7
juvencio valle escribió un libro titulado cáncer terminal.
A partir de la experiencia de juvencio valle,
jorge teillier escribió un libro llamado cáncer terminal.
Cierta noche francisco véjar decidió volver al silencio
publicando una antología chilena del cáncer terminal.
pablo de rokha cargó con las secuelas
por los tres libros que en la literatura de aquel siglo
se llamaron cáncer terminal.
8
Sus doctrinas no rehuyeron la historia:
riedemann estalló ante los ojos de las gentes razonables,
jünemann hizo necesaria una ley adicional,
liebermann costó doscientos hombres a cada bando,
rosenmann se levantó baleado y lleno de insolencia.
9
Una corporación de beneficencia sexual
pudo haber extinguido el linaje
de c. vicuña y j. m. vicuña.
Una corporación de beneficencia sexual
pudo haber recompuesto la estirpe
de enrique bunster y enrique lihn.
10
En palabras de un hagiógrafo,
alberto baeza flores se ocupó de la muerte
y de otros problemas que no podían resolverse por escrito.
Como advierten también sus biógrafos,
hernán cañas flores se dedicó al amor
y a otros problemas que no podían resolverse por escrito.
11
Conforme a las ideas de guillermo blanco,
ver televisión era como tragarse una lagartija.
Conforme al ideario de juan negro,
ver televisión era peor que comerse una rata cruda.
12
armando donoso creía que su padre era un redomado fascista,
ricardo donoso creía que sus amigos eran unos fascistas recalcitrantes,
aurelio donoso creía que su mujer, en el fondo,
profesaba un iracundo fascismo.
josé donoso les dio la razón a ellos tres, ya que a su juicio
el mundo había dado un brusco giro hacia la derecha.
Mario Verdugo
“Ya está dicho: una superficie esférica no
puede ser desarrollada sobre un Olano”
Edwin Panofsky
inéditos de pedro nolasco cruz
1
Como decía huidobro la vida se parece a un pasamontañas.
Como decía parra la vida se parece a un pasamontañas.
Como decía neruda la vida se parece a un pasamontañas.
La vida se parece a un pasamontañas, a decir de mistral.
2
Según díaz-casanueva, el hombre nace,
crece, se desarrolla, se vuelve fascista
y muere.
Según gómez-correa,
el hombre se descompone y regresa de la tumba,
para predicar la inexorabilidad del fascismo.
3
En la obra de zoilo escobar ya se podía entrever
el surgimiento de una sociedad delatora.
Asimismo la poesía de juan marín ya daba señas
de la insufrible sociedad delatora
en que actualmente vivimos.
4
joaquín cifuentes afirmó haber sufrido como un mono.
augusto santelices dijo haber sufrido como una rana.
armando ulloa aseguró haber sufrido como un ratón.
Todo esto lo reconoció más tarde roberto bolaño
al escribir que los poetas menores sufren como animales de laboratorio.
5
Tanto en manuel rojas
como en alberto rojas y aun en waldo rojas
despuntaba el deseo de volver a la vida
no por gracia divina ni por venganza diabólica
sino por un truco de la NASA o del FBI
6
De acuerdo a mariana cox, la vida era un estilo granditronante.
De acuerdo a gladys thein, la vida era una papelería cerrada.
De acuerdo a teresa wilms, la vida era un género totalmente ordeñado.
Este era el credo de elcira bravo mientras aguardaba
su sensacional transformación.
7
juvencio valle escribió un libro titulado cáncer terminal.
A partir de la experiencia de juvencio valle,
jorge teillier escribió un libro llamado cáncer terminal.
Cierta noche francisco véjar decidió volver al silencio
publicando una antología chilena del cáncer terminal.
pablo de rokha cargó con las secuelas
por los tres libros que en la literatura de aquel siglo
se llamaron cáncer terminal.
8
Sus doctrinas no rehuyeron la historia:
riedemann estalló ante los ojos de las gentes razonables,
jünemann hizo necesaria una ley adicional,
liebermann costó doscientos hombres a cada bando,
rosenmann se levantó baleado y lleno de insolencia.
9
Una corporación de beneficencia sexual
pudo haber extinguido el linaje
de c. vicuña y j. m. vicuña.
Una corporación de beneficencia sexual
pudo haber recompuesto la estirpe
de enrique bunster y enrique lihn.
10
En palabras de un hagiógrafo,
alberto baeza flores se ocupó de la muerte
y de otros problemas que no podían resolverse por escrito.
Como advierten también sus biógrafos,
hernán cañas flores se dedicó al amor
y a otros problemas que no podían resolverse por escrito.
11
Conforme a las ideas de guillermo blanco,
ver televisión era como tragarse una lagartija.
Conforme al ideario de juan negro,
ver televisión era peor que comerse una rata cruda.
12
armando donoso creía que su padre era un redomado fascista,
ricardo donoso creía que sus amigos eran unos fascistas recalcitrantes,
aurelio donoso creía que su mujer, en el fondo,
profesaba un iracundo fascismo.
josé donoso les dio la razón a ellos tres, ya que a su juicio
el mundo había dado un brusco giro hacia la derecha.
.
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