martes, 5 de agosto de 2014

CECILIA MAUGERI [12.676]


Cecilia Maugeri

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 1984   
Profesora y Licenciada en Letras (UBA). Coordina talleres de lectura y escritura para jóvenes y adultos en el espacio Siempre de Viaje y forma parte del Consejo Editorial de Viajera, donde también coordina la colección Bífida, dedicada a libros bilingües. Es docente del Colegio Nacional de Buenos Aires.Combinando la escritura con la experiencia teatral, dirigió una lectura performática basada en textos de la poeta Karina Macció. En Siempre de Viaje, coordina los seminarios especiales Letra Bífida (taller de poesía bilingüe) y Puesta en Escena de Textos Poéticos (iniciación a la práctica del texto en el cuerpo).




De malapalabra (Viajera, 2009)

¿Estás dispuesta a sacrificar?
pagar el precio
sin averiguar cuánto
me va a costar
esta vez
cuánto
voy a perder
a pagar
la ilusión
de tener todas las posibilidades
puertas para elegir
y no
abrir
medir
contar las balas
municiones
respuestas embaladas
empaquetadas
guías para seguir
y reventar
atravesar
el campo minado
y caminar en puntas de pie
cada paso puede ser
volar por el aire
–¿Eso creés?
puertas ciegas
sin detrás
sin revés
sin soñar con un mundo después de

Y, es así:

un antes y un después
pasar del otro lado
¿por dónde?
voy trazando una ruta
esquivando
y viendo
pastar las vacas
queriendo ser un animal
y abandonarme
no:
quiero seguir
pero el tiempo se va
se extiende en demasía
se hace demás
se aleja de mí
no puedo controlarlo
no está de mi lado
se hace lungo, longo, long
a long long way
una manera chiclosa de hacer las cosas

Supongamos que entro por esa puerta
ésa
la que no puede parar de llamarme la atención
la que veo en todos lados
a todo momento
supongamos que tengo la llave
que sé dónde queda
cómo encontrarla y abrirla
supongamos
porque no sé a ciencia cierta
no tengo idea
no me puedo imaginar del otro lado
y así
lo logro
hago el camino más largo:
el que viborea
llego a mi puerta
–y ya es evidente–
la veo
me choco
me aplasto contra ella
–y no puedo negarlo
la llave nunca la voy a probar–
vuelvo a la senda
sigo paseando y sé
que en cualquier vuelta del camino
nos vamos a volver a encontrar…

¿Seguro?
¿tan segura estás?
tal vez convendría mirar mejor lo que pasa en cada vuelta
cada vez
las puertas que aparecen son menos
estás caminando hacia las afueras
algo cambió
algo en el paisaje
algo en el camino
que sigue siendo largo
pero ahora
cada vez más fino
como una línea punteada que serpentea en el desierto
y de vez en cuando, tu puerta late
late con luz, más bien titila
para que no dejes de verla
y como el camino es largo
y algo ya recorriste
sabés
que si no abrís
cada vez que no
cada paso
te aleja
y te quedás
con una puerta espejismo
que te devuelve la posibilidad que nunca elegiste
por elegir un camino largo
sólo por las vueltas
y el paisaje
que conocés tan bien
que seguís conociendo
que podés ver
y ser
vagabunda
perra visitante
que ya fuiste
y no querés
ser
una nueva
inesperada
ver
lo que se esconde
enfrente tuyo
y animar
el misterio
y caminar
a través
sin saber
dónde
sin nombrar
sólo tocar
la puerta luz
y volverla palpable








“Epílogo/ Epilogue” de visitante/the visitor (Viajera, 2011. Versión en inglés por Ben Darlington)

Es verdad, yo estuve ahí
de visita en el mundo
y así viví
de prestado, en otro cuerpo
un ratito
y después me fui, por ahí…
transitando
espacios vacíos entre los cuerpos
nada entre uno y otro
así es la vida
así soy yo
es mi naturaleza
esto es lo que hay
esto es lo que hago
no me cuesta nada
(salvo el nudo)
(está a salvo, bien cuidado)
(adentro de mi estómago)
(la torsión)
(hay algo que empezó a girar, a retorcerse alrededor de algo, como un mecanismo de defensa: algo se metió en mi panza, extraño a mi cuerpo, y mi cuerpo lo enredó para inocularlo, para expulsarlo)
(el nudo no sale)
(no se me va)
me voy a pasear
salgo al mundo
¡es que no me cuesta nada!
(no doy nada: retengo a mi pesar)
(me pesa, me cuesta caminar, me duele: es el nudo que se mueve, se me sube al corazón, me pincha en el pecho)
(era eso, el alfiler, lo que quedó olvidado después de remendarme las tripas)
(quedo ahí, un cuerpo extraño en mi cuerpo)
(quedó ahí pinchado)
(tuve que hacer de tripas corazón)
sigo caminando
no me canso, no me lastimo
soy de trapo
muñeca
de tripas cosidas
(y ya quiero sacarlo)
(despincharme)
(así no soy yo)
(esto no es lo que hago)
(es lo que tengo que hacer)
(que me cueste, que sea un hecho)
acá me voy a sentar
me siento
en el piso
siento
el corazón entripado
quiero desenredar
y sacar el alfiler
aunque me cueste un descanso un poco más largo
y la herida
y el correr la sangre
y el destape
el derrame del río
vivo
quiero verlo vivir
que forme cauce
que crezca
que lleve su propia agua
y verlo me den ganas
de sentarme acá
descansarme
desear
y quedarme




It’s true, I was there
visiting the world
and I lived like that
freeloading, in another body
for a short while
and then I left, wandering…
in transit
empty spaces between the bodies
nothing between one and the other
that’s life
that’s me
it’s in my nature
this is what it is
this is what I do
it’s so easy
(except the knot)
(it’s safe, looked after)
(inside my stomach)
(the twist)
(something started to whirl, to twist around
something, like a defence mechanism: something
stuck in my tummy, alien to my body, and my body knotted to inoculate it, to reject it )
(the knot won’t come out)
(it’s not going away)
I’m going for a walk
I come out into the world
It´s so easy!
(I don’t give anything: I hold it inside me, though I don’t want to)
(It weighs upon me, it makes it hard to walk, it hurts: it’s the knot that moves, it’s heading to the heart, it pricks me in the chest)
(it was that, the pin, what was left forgotten having stitched the guts)
(it was left there, an alien presence in my body)
(and stuck there it remained)
(I had to pluck up my courage)
I keep walking
I don’t get tired, I don’t hurt myself
I’m made of rags
a rag
doll
made of stitched guts
(and now I want to get rid of it)
(unprick myself )
(I’m not like this)
(this is not what I do)
(it’s what I have to do)
(to be real it can’t be easy)
I’m going to sit down
on the floor
to feel
the entrailed heart
I want to untangle
and pull out the pin
though I might have to rest a bit longer
and the wound
and the gush of blood
and the coming out
the overflow of the river
alive
I want to see it live
to forge a course
to grow
to move with its own waters
I see it and I hope
like sitting here
to rest myself
to desire
and to stay






En esta misma posición, acá, en la punta de la montaña donde en un segundo todo se desvanece y no estoy donde pensaba, tal vez nunca me fui de las vacaciones, sigo en la playa, leyendo sobre la arena, soñando con una historia de amor que se me cuela en la cama antes de despertarme y hace frío y no me gusta el invierno.
Trato de destaparme, dejar la frazada a un lado, pero sólo veo intermitencias, recuerdos de cosas que pensé que viví.
Sola en la punta de la montaña sé que esto es real, que para llegar hasta acá cargué como una mula todo mi cuerpo pendiente arriba, sin descanso, sin mirar abajo, hasta terminar con el sol.
La punta de la montaña donde sólo se ven algunas lucecitas a lo lejos, más no hay, lo cercano se diluye y sólo es posible proyectar, enfocando con un alcance bien largo, fijando la vista en un faro diminuto, casi perdido, que sigue hipnotizando, como si viviera colgada de esa luz que se aleja y de repente mirar para abajo es convertir la piedra en nada, hacer volar por los aires la prehistoria, la piedra paleolítica que estuvo antes que todo, desde siempre, desde el principio de todos los tiempos, mirar abajo y sentir cómo sopla el viento entre los pies, cómo no hay sostén y me caigo y la vista sigue siendo intermitente, nunca es clara y no hay remedio para la caída.
Tengo que alcanzar un piso, tiene que haber un fin, algo donde apoyarme, tiene que haber una línea recta en el dibujo, una horizontal que sostenga la casa con la puerta y la ventana al frente y el árbol al costado y el caminito que sale de la puerta custodiado por las flores que llevan a la nena que vive en la casa y te mira sonriente.
Tiene que haber una horizontal que corte la caída recta vertical, línea vertiginosa llena de pánico que no paraliza porque el movimiento es inevitable, porque no lo hago a propósito, no lo estoy controlando, es una fuerza vertical imparable y yo sigo esperando que haya una amortiguación que me salve, un chiste que me convierta en Dr. Gadget, que me crezca un sombrero, que saque una hélice de helicóptero o unas manos elásticas para buscar algo de que agarrarme, o sobrevolar, seguir suspendida, escaparme a ver si llego a ese faro que tiene playa, vacaciones, libros en la arena, línea horizontal, dibujo animado que nunca más voy a tener, porque sigo cayendo y me voy a romper, cómo duele, ya sé que duele y esto no es como la montaña rusa, el simulacro que me encanta, el vértigo seguro, siempre a salvo, siempre acotado en una vuelta, volver a la tierra, seguir siendo horizontal.
Pero ahora, en la punta filosa, en el fin del pedacito de tierra se te hace imposible no mirar para abajo y destruir cerrando los ojos todo el camino.




De la serie Malapalabra 

Ella entra en tu vida y ya no es lo mismo
no, no, no es lo mismo, no
si antes necesitabas y tenías
pedías y conseguías
o no
y si “no”
pedías de vuelta
igual
con todo el aire
con todo el cuerpo
una necesidad de las entrañas, del centro del ser
llena de aire y de voz
hasta que entra ella
y de a poco prescindís del cuerpo
engaño, engaño cruel
las entrañas están ahí
en el adentro más profundo
tan hondo que ya no llega el aire
y vivís así
con las entrañas achicharradas
y la boca tan viva
tan vivaracha
se mueve, se mueve sin parar
y sos cada vez más lengua
y menos vientre
y menos tierra
y menos aire
y ella te da cada vez más lengua, más más más lengua
una lengua monstruosa
capaz de comerte el cuerpo
hasta ser la única protagonista de tu ser





S U P E R L E N G U A

el reinado absoluto de la articulación y el gusto
y ya te acostumbraste
ya te conducís así
sos polite
no podés tener una necesidad de las entrañas
no podés gritarlo
no podés patalear
no no no, no podés, no
la reina pide diplomacia
o guerra con gusto
con clase, con reglas
una real guerra
una real mierda
una real comunicación
a las órdenes de su majestad
S U P E R L E N G U A, LA SUPREMA
vas a tener que aceptarlo: tu vida es real
fuera del reino no existís
aceptalo y usalo
adentro
adentro
más
un poco más
no, no
más adentro
es más profundo
un poco más
más hondo
más, más
ahí…..
ah..
a
b
c
d
e
f
g
h
i
j
k
l
m
n
ñ
o
p
q
r
s
t
u
v
w
x
y
z

hasta el final
con todas las letras
llegás
hasta el fondo de tu cuerpo
ahí
hay
entrañas
hay
vísceras
hay
calor
ay!
el centro, el fin y la puerta al infinito
la puerta fuera del reino
la llave del otro y del más allá
y de las vidas no reales
y de todo lo que querés ser
¿qué es lo peor que puede pasarnos?
¿la incertidumbre? ¿el miedo? ¿el riesgo? ¿no saber todo lo que hay afuera? ¿no es peor quedarse acá y no saberlo nunca y conformarse con una imaginación fofa?
nos puede pasar que traspasemos
a través
de las entrañas
hay
más
centros
posibles

esperando

ser

real




de "Caballos"
Textos Intrusos, 2013.



Lionel Constable.

El cielo está casi quieto. Se pueden ver los cambios suaves en las sábanas tendidas por la mañana, que guardan la historia del día. La muchacha mira el sol caer sentada en un tronquito, tomando mate al borde de la noche. Su patrona aprendió a permitir esa costumbre. Hace siempre lo que se le manda, pero no puede evitar el ritual de la tarde. En ese momento, le es imposible cumplir órdenes. Sale hipnotizada a ver el campo que atardece como si recordara un antiguo incendio.

El jinete cruza las chacras al galope y parece que el pasto se doblara ante él antes de ser pisado. La sombra de caballo y hombre es imponente, pero la fama es lo primero que se ve. Mirando mucho tiempo la línea del horizonte, la tierra tan sólida puede volverse vapor de polvo. Así se presenta él, como una exhalación de la llanura. Ella siente a sus espaldas el calor del caballo. Él se acerca en silencio. La mira y dice: “Vamos”. Posibilidades infinitas salen de esa única palabra: correr, pelear, gritar, resistir, morir. La muchacha se pone de pie y le ceba un mate. Él lo toma.

En un segundo inmenso como la llanura, dedica una última mirada a su casa. Deja la pava en el piso, se para sobre el tronquito y sube al caballo como quien trepa una montaña. Él le devuelve el mate y ella lo guarda en el bolsillo del delantal. Él ordena: “Agarrate fuerte”. Ella obedece. Es dócil. Todas las tardes, sin falta, se sienta a tomar mate mirando lo que queda del sol.






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