HUMBERTO VINUEZA
Humberto Vinueza nació en Guayaquil, Ecuador, en 1942 - Falleció en Quito el 15 Marzo 2017.
Humberto Vinueza, poeta y activista político de izquierda, falleció la madrugada del 15 de marzo de 2017 en la Clínica Pasteur, en Quito, donde se encontraba internado, aquejado por un cáncer. El autor, quien desarrolló la mayor parte de su carrera en la capital, falleció a los 76 años en Quito. El artista tenía 74 años.
Vinueza nació en Guayaquil. En la década del sesenta perteneció al grupo de vanguardia cultural ecuatoriana, conocido como los Tzántzicos. Formó parte de consejos editoriales de importantes revistas literarias ecuatorianas como Pucuna, La Bufanda del Sol, Procontra, Letras del Ecuador y Eskeletra. Entre sus obras más destacadas se encuentran Un Gallinazo Cantor Bajo un sol de a perro (1970), Poeta tu palabra (1989), Alias Lumbre de Acertijo (1990), Tiempos Mayores (2001) y Constelación del instinto (2006). Fue merecedor del Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade en dos ocasiones: en 1991 por Alias Lumbre de Acertijo, y en 2007 por Constelación del instinto. En 2012 recibió uno de los galardones más importante de poesía en América Latina, el Premio José Lezama Lima de la Casa de las Américas (La Habana, Cuba) por Obra cierta, una antología poética que recoge textos escritos ente 1959 y 2006 en la que explora temas como la ciudad, la naturaleza, la geografía y el amor. Verbo Travestito/ Verbo Travesti (2015) fue el primer libro del autor traducido al italiano. Vinueza también representó al país como embajador ante Irán y Pakistán
De: El marelmar
En el rocío de una rosa se diluye la última estrella.
El eco retrocede hacia el trino de los pájaros.
De muy lejos viene la ola del mar
y recibe la caricia de un niño asustado.
*
Una suave tempestad más tres enojos de ola U
no son una marea.
n océano menos dos nubes negras sigue siendo un océano.
Se vive rodeado de volcanes
acechan tsunamis
ciclones y borrascas de pasiones intermedias.
Todo esto es maligno.
Mas el poeta con el mismo hilo
que junta las voces del mundo y el silencio
teje las pequeñas permanencias recordadas.
Su palabra brota en esa parte del ojo
donde el vértigo nos convierte en intangibles
o posibles.
Dos truenos más un mientras relámpago
no son todavía una tormenta.
*
El prorrateo de color de mar y de altura de cielo
facilita el pensamiento más allá de averno y paraíso.
En la coherencia de circunstancia y fondo
una palabra puede ser olvidada para siempre
o recuperado su rescoldo de infinito.
Las prorratas filosóficas son tretas de náufragos
hermafroditas impredecibles
políticos del futuro.
*
Diáfana gotea el agua traspasando la piedra caliza.
El corazón por un instante
se queda suspendido en una pausa
y purifica la sangre con el pretérito imperfecto del cosmos.
El agua y la sangre gotean como recuerdo
o predicción.
*
El mar subyuga
pone lunas junto al circuito de los romances
y destello de violeta al final del sueño
señala y borra momentos en la playa
jugando entre dos corazones.
Pero aquello que no late en la transfusión de soles
ni en los muelles del espejo unánime
lo fija el poeta con la estela de su ola.
Crea semejanzas para todos los gestos
y apariencias en el aire desitiado del silencio
delimita el vacío y la señal
la sombra que converge hacia la luz
la insurrección desde el asombro.
La palabra existe a condición de su ausencia móvil.
*
Una hormiga sigue a otra hormiga que sigue
a otra hormiga que sigue a otra hormiga
como las olas del mar.
La finitud en movimiento es la forma
que adopta el infinito
para el desmesurado festejo de las apariencias.
Humberto Vinueza y Fernando Sabido Sánchez (Lectura poesía en Madrid, 21 Marzo 2016)
Imantada sabiduría.
Una ínfima doctrina como la hierba
nacerá entre las ruinas del jardín antiguo
donde ahora se proscribe prescribe desescribe.
Otra vez el cinturón de Venus ceñirá
a los poetas la renovada capacidad de trovar.
Son favorables y deleitan desde la razón
contraria a la inclemencia de la fuerza.
Mientras tanto arden hasta el último argumento
con el entorno real y la anticipada irrealidad de todo
el cuerpo con miembros paralelos
a la búsqueda de otro adentro y otro afuera.
Las paredes del infierno se hacen invisibles
al son de las notas de sus himnos
como la jaula con los revoloteos
del pájaro que a su sombra canta.
*
Mudamos el espacio hacia el tiempo vivo
la eternidad hacia el lustre
vigente de los muebles y los trastos.
Los libros y las cacerolas
las sábanas de batallas y armisticios
las alfombras en verso y prosa
las otras pieles del insomnio
la juguetería envuelta en las olas del aire
los cuchillos que dan confianza
el vestuario ilusorio de nuestras tragicomedias
los disfraces para no temerle ni a la vida
los abalorios del humor la ternura el apego
los cuadros de fidelidad probada
las fotos en otro entonces a colores.
El camino más corto entre los dos
es mudarnos mutuamente.
El más largo no existe.
*
DE: Libro de las Migraciones
Tanto afina su filigrana solar al guión climático
que se entreveran rostros y fantasmas con efecto mariposa
contemplando a los héroes en la casa de las estrellas.
Hay olor a polen
a teorema de lo múltiple sin excluir lo uno
a relincho del único fauno con cara de hombre.
El amor deja de parecer visión de ojos olvidámbulos
y reestrena la osamenta del susto
como pausa de oblea en paladares silentes.
El poeta puede escribir en el aire
con el último manojo de su propia ceniza
lo que en vida fue: puñado de palabras
dichas sin rozar el sí mismo con el fondo.
Detrás de sus versos estará esperándose.
*
Se desafían a dejarse atrapar por la sombra
que no gira o crece con la noche
ni proviene de siluetas proyectadas
por un sol ambiguo.
Se retan a dejarse caer bajo el envés del sexo
y del sentido de poder que oculta poderío.
Sin franquear confines del más allá
tampoco aseguran confiable más acá.
Juegan a ser espejos que imaginan
transvasan y desde la nada presienten.
Se desafían a ser dos en uno.
No uno en ninguno.
Se desafían a ser uno en dos.
*
Tener menos miedo y silabear
la inminencia de la palabra en la arcilla
en la osamenta
y en el polvo de caminos esfumados
atar la voluntad al deseo de exceder
el credo a la patria
la pata de algo que va a moldearse con algo
rumbo hacia el extremo
tener menos miedo
de celebrar las certidumbres
y entre serpentinas aproximarse a golpear
con un palo de ciego la vasija de los aciertos
la médula que mientras duermes confunde
el espíritu y la burbuja protectora de la carne
el hilo carnal de la tentación
y el espíritu que se hila a sí mismo
y tener menos miedo
de que todo vuelva a escribirse
y lo escrito
deje de estar en un solo anillo
y en el asombro se descongele
lo más diferente de lo distinto
y sea un resguardo del sentir de los decires
y abandone el deseo de mostrarse
solo con su voz que conspira desde el desacierto.
*
Cantan los pájaros al amanecer
antes de revelar ausencia o presencia con su vuelo
los trinos parecen avisos que vienen
tras la lluvia desde absolutos futuros
o se alejan en la brisa
hacia presentes con mejor suerte
despertando a las cosas de su sueño
cantan al deseo de decir algún nombre
unánimes
a la gracia del propio trino cantan
hasta volverse destemplanza
exigua nota
instante sonoro entre una prisa imprecisa
y todos los tiempos
luego se espulgan en medio del gorjeo
y el enmudecimiento recíproco
para nombrar al infinito todos al unísono
los pájaros cantan a la perfección del silencio
sin darse cuenta.
*
El caballo relincha y presiente lluvia
más allá la historia es un páramo
de fulanos y zutanos
en la noche sin bornes
mi bisabuelo era un jinete que corría
detrás de un horizonte esquivo
un hombre a caballo inclusive cuando iba a pie
yo le habría leído un poema de Arquíloco
o este otro sobre la estrella que me visita
a través de las distancias que no miden
lo mismo al anochecer o al amanecer
quizás no frecuentaba la poesía
si para vivir a caballo no era imprescindible
o tal vez otros versos leyó
-no los poemas de Kalidasa ni los míos-
porque para amar y vivir dependía
del silencio que casi con ternura
se pronuncia a sí mismo
y del amor que hace como que canta sus silencios
hoy su ausencia ha dejado de ser jirón de nombre
y me conmueve deletrearlo lentamente
un pensamiento en la luz
no de cualquier crepúsculo vespertino
sino de este atardecer-anochecer
que resuena en el latido de Venus.
El caballo presiente niebla y relincha.
*
Estas almendras no son las mismas
con las que Omar Khayan
masticándolas
organizaba la cadencia de sus dísticos
con las mías
marco el ritmo rumiante de las sílabas
que no entran en la voz
sino en el oído
mas unas y otras –las almendras–
propician con la gracia del canto
la percepción de que he empezado a ser
la rara ave de algún paraíso.
ÉL
Habla la ironía con piel y textura de lenguaje
sobre aquello que es y no es igual
a lo idéntico
a lo diferente
es su misma piel de texto la que lo dice
para no solo decirlo
sino acompasar y trascender las certezas
bajo el ritmo de la respiración del azar
y del destino de las fábulas
así nadie es tantos humanos a la vez
como en su voz que prescinde de ardides
y desafía a ejércitos de cabras y de ovejas
mientras gritos y balidos entre sí
se escuchan absurdos e instintivos
entre las jerarquías en desbandada del ser
así nadie es tantos excéntricos o concéntricos
en beligerancia con el poder de los molinos
pulverizadores de las alegorías del fruto
y de la semilla del retorno al entorno
y al suceso
así nadie que no sea él
se convierte en fajo esquelético de letras
sobre un caballo galopando a la deriva
y se reconcilia con la armonía del sarcasmo
que se filtra
en lo inviolable de la yema de los símiles
o con la tercera persona de la vida del autor
más versado en desdichas que en versos
y espectros de fonemas de fuga-aparición
tras la imaginería de los fiascos
o el velo de mesura en el delirio
él es un ser en lo optado y adoptado
otro no parece ni es él
él no parece ni es otro
habla y habla
sobre la idea de una libertad múltiple
fuera del orden de lo múltiple
y afirma que su sentido siempre es imprevisto
sin la premonición cierta que lo anuncie
y en la lectura repite más de lo que el autor dice
a través de sus códigos en la intemperie erosionada
o dice que se dice
y ante la sobriedad de la mitad-Sancho que somos
nos quedamos transmutados en los signos
de todos los fingires de la otra mitad-Quijote
y no se sabe cómo unir lo que parece unible
con cuál mínima memoria generar el exceso
sin rebasar la exactitud
o en qué momento espontáneamente amarlos
en este diálogo interior
y redimirnos salvándolos o no
porque si todo no está en ambos a la vez
uno y otro carece de sentido
dentro o fuera de la razón de la sinrazón
que a su razón sostiene
ahí donde el tiempo nuevo
no siempre sucede al presente ni al arcano
entonces la inocencia se eleva
hasta la hondura de un deslinde que incide
en las condensaciones del sujeto de parodia
más allá del contraluz del pronombre
y del hechizo de los aires de su nombre
la apoteosis de la analogía
se insinúa poder distintivo de la diferencia
para el verso y la prosa de otras aventuras.
(En homenaje al poeta Miguel de Cervantes,
autor de El Quijote.)
EN TODO LA luna como una señal
tentativa del aprendizaje de un gesto
de la raíz que se va haciendo esbozo de sumario.
La piel se abrevia adentro de las cosas
el ojo se extiende y con densidad de hilo
une fijeza y mudanza
con membrana de noches estrelladas
caos climático con diapasón de abrazos
exactitud de rincones con palabras que juegan
a ser trascendentes no más de una vez
la mirada devuelve el umbral de lo invisible
el mundo quizás aguarde su doble que sin existir lo releve
y parezca único donde se une el barro con el cielo
entonces el balance no será un método quiromántico
sino la unidad de medida de cualquier síntesis
la puerta cruje al abrirse
y al cerrarse cruje.
LADRAN LOS PERROS. La voz del locutor
se deshace bajo la llama de la radio
que no causa ningún incendio.
Cuánto presente ayer. Cuánto ayer ahora.
El viento se hace aire y otra vez viento
y sopla sobre el clima del reloj
y la mano invisible de los principios y los fines
despoja de todo artificio a la desnudez
y afina el ritmo de las apariencias desde lo íntimo sagrado
hasta el saber inventado por su fuego.
Apaga la radio. Los perros se borran
en un claro de avión aterrizando.
La silueta de mujer se encoge sobre aquel ínfimo
mar tiernamente hipérbole y dice:
tal vez otro pensamiento me piense
otra boca como su bocado me avoque
o evoque en pausada gustación.
Brújulas corporales se desnortan
en un recodo del lenguaje.
MIENTRAS LLUEVE BAJO la noche negra
ranas pares croan tentando a ranas nones.
Él escribe versos silenciosos para desemparejar
el tiempo de la puerta y la puerta del deseo
y entre páginas y sábanas se oculte el relámpago carnívoro
y la lluvia humedezca con desvío de sintaxis
el aire de la gruta de donde nadie sale sin la lisura de la fe
hacia la tiniebla de la naciente frontera.
La edad confiere confianza al sexo con retardo
y arde como una lámpara en el borde de pantomimas sucesivas
de la transfusión del tiempo de quienes inventaron
el primer canto hace ya tanto infinito modulado
de la flauta con neuronas en vez de agujeros del fogonazo de creer
que se vive el sueño en el espejo adentro de las cosas.
Vuela una mariposa desde algún pecho
hacia el croquis de las genealogías y no se sabe
dónde comienza el alma ni dónde termina el cuerpo.
Pareja es la única palabra o tibieza de ave
que no sustituye con ventaja a su presencia.
Del libro “Fuga de energía”
Publicado en Obra cierta, Antología (2009)
El mar
El mar subyuga
pone lunas junto al circuito de los romances
y destello de violeta al final del sueño
señala y borra momentos en la playa
jugando entre dos corazones.
Pero aquello que no late en la transfusión de soles
ni en los muelles del espejo unánime
lo fija el poeta con la estela de su ola.
Crea semejanzas para todos los gestos
y apariencias en el aire desitiado del silencio
delimita el vacío y la señal
la sombra que converge hacia la luz
la insurrección desde el asombro.
La palabra existe a condición de su ausencia móvil.
Una suave tempestad
Una suave tempestad más tres enojos de ola
no son una marea.
Un océano menos dos nubes negras sigue siendo un océano.
Se vive rodeado de volcanes
acechan tsunamis
ciclones y borrascas de pasiones intermedias.
Todo esto es maligno.
Mas el poeta con el mismo hilo
que junta las voces del mundo y el silencio
teje las pequeñas permanencias recordadas.
Su palabra brota en esa parte del ojo
donde el vértigo nos convierte en intangibles
o posibles.
Dos truenos más un mientras relámpago
no son todavía una tormenta.
Humberto Vinueza, un pionero de la antipoesía ecuatoriana
El guayaquileño fue parte de los tzántzicos, un grupo de escritores que operó como una tribu contra la miseria, en la que consideraban cayó el género literario.
Humberto Vinueza (Guayaquil, 1942; Quito, 2017) consideraba la escritura un arrebato. Para enfrentarla debía estar listo, con hoja y pluma en mano. Sus últimos días llevó un cáncer terminal con “optimismo y muchas ganas de vivir”, según su hija, la directora teatral Isolda Vinueza. Asumió el cáncer desde la escritura. Antes de morir precipitadamente ayer por la madrugada, después de una quimioterapia, dejó listos los detalles de dos de tres tomos de su última antología.
El tercero quedó inconcluso. Corrían los años sesenta. En América Latina surgía con fuerza la Teología de la Liberación y se vivía la Revolución Cubana. En el norte global emergían movimientos alternativos como el de los hippies que rechazaban el consumismo, y también resonaban las dos vertientes del movimiento de los negros: el radical de Malcolm X y el pacifista de Martin Luther King. Eran los tiempos en los que por primera vez, en el discurso político, se hablaba de feminismo y ecologismo.
El mayo del 68 fue apenas el ‘canto del cisne’ de todo lo que se vivió hace años. Allí, en esa época, se forjó Humberto Vinueza, uno de los poetas más radicales en cuanto a su postura crítica frente al capitalismo y uno de los pioneros en la antipoesía local. El escritor quiteño Abdón Ubidia, uno de sus más íntimos amigos, lo recuerda como un hermano de toda la vida. “Con él empezamos a militar en el grupo de los tzántzicos, que era una tribu de poetas.
Los narradores todavía no podíamos cuajar cómo lo hicieron los poetas con sus memorables textos. Humberto tenía la particularidad de haber estudiado en la Unión Soviética y dominaba el ruso. En ese entonces, nosotros estábamos inclinados a una poesía mucho más irreverente, pero Humberto se saltó al otro lado e hizo un poemario (Un gallinazo cantor bajo un sol de a perro) que, creo, da inicio a la antipoesía en el país”. El recién fallecido crítico literario Hernán Rodríguez Castelo creía que ‘el gallinazo’, de Vinueza, fue el libro más importante de los tzántzicos.
El poeta cuencano Jorge Dávila Vásquez lo concibe como el libro que cambió para siempre la poesía ecuatoriana. En un análisis sobre la obra de su colega, Dávila asegura en la página Jornal de Poesía que Vinueza cambió con esta publicación “el punto de vista sobre ciertos aspectos temáticos y formales de la poesía ecuatoriana. Nunca más a alguien se le ocurriría escribir un poema de tono histórico o ‘cívico’, a la antigua usanza, sin caer en el ridículo”.
Para Vinueza, había que comunicar las verdades sociales por el camino más corto. Su propuesta fue un puntal para la agrupación que, de acuerdo a una publicación en la revista Pucuna, consideraba que “en esta época complicada de comodidad a la vez que de miseria, de aturdimiento y vertiginosa estupidez comercial, se charla mucho y se habla muy poco. Es preciso hablar y no perder un solo instante”. En una entrevista publicada en La orilla memoriosa, de Luis Carlos Mussó, Vinueza dijo: “El tzantzismo planteó darle al lenguaje su valor real y corresponder a la carga de absurdo que es nuestra herencia. Lo blasfemo, lo irreverente, fueron modos de pretender aclararle al hombre el manantial donde está reflejada su imagen. Aquella propuesta estaba emparentada con el happening, el teatro de Brecht, Ionesco y Becket, la narrativa de Genet, la poesía de Maiakovski, Vallejo, Hikmet, Prevert, los poetas beat norteamericanos y los ensayos de Sartre y Sontag”. Humberto Vinueza tuvo un alto reconocimiento internacional y fue traducido a varios idiomas.
Considerado como el poeta caminante por los numerosos viajes que realizó alrededor del mundo, cuando ganó en 2012 el premio José Lezama Lima que otorga la Casa de las Américas por el libro Obra cierta, antología poética (este reconocimiento ha sido entregado a escritores como Juan Gelman y José Watanabe), Vinueza se consolidó como uno de los poetas fundamentales de la región. Para el jurado de este premio, la obra de Vinueza constituye “un recorrido por el trabajo de uno de los poetas más sólidos de su país, quien ha sabido adentrarse con maestría en las problemáticas humanas y sociales de una nación”.
El eco de las palabras de Rimbaud, “hay que cambiar la vida”, pesaba en la generación de escritores en la que se formó Vinueza. “Los nuevos movimientos sociales y el avance de la izquierda plural demuestran, entre otras cosas, que el espíritu crítico de Marx sigue vivo y es necesario actualizar un pensamiento crítico posmarxista que desenmascare las ideologías dominantes. Con Hobsbawm, Berman, Harvey y Jameson; Derrida, Deleuze, Guattari, Ramonet y Naomi Klein, los espectros de Marx siguen vigentes.
En un mundo que ha perdido su centro absoluto y sus grandes relatos, es imprescindible una labor cultural crítica y autocrítica”, manifestó Vinueza en la entrevista con Mussó. La ciudad era una de sus preocupaciones en la poesía; confesaba que lo perturbaba. Su escritura, dijo, fue “algo así como la inauguración de unas formas que tratan de lograr la exactitud de una emoción o un pensamiento de lo cotidiano, de lo sublime, del amor, de la muerte, de la soledad, del abandono”.
Ayer, a las 17:00, se realizó su velorio en Casa Girón, en Quito, donde residía. Sus restos serán cremados, por lo que no habrá un entierro. Los últimos tomos de su poesía en los que trabajó al final de su vida serán publicados en mayo, por la editorial Eskeletra y Gallinazo Cantor. (I) Datos Humberto Vinueza publicó Un gallinazo cantor bajo un sol de a perro (1970); Poeta, tu palabra (1989); Alias Lumbre de Acertijo (1990); Tiempos mayores (2001); Constelación del instinto (2006); Obra cierta, (2009, antología); Noticias del polen (Caracas, 2011, antología poética); Árbol de los vínculos (2011); y Verso travesti (2014, antología bilingüe ítalo-española). En 1991 recibió el Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade por su libro Alias Lumbre de Acertijo y alcanzó, en 2007, el mismo reconocimiento por el libro Constelación del instinto. Su antología poética Obra cierta recibió el Premio Iberoamericano de Poesía José Lezama Lima (La Habana, Cuba). Tiene una antología en persa.
http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/cultura/7/humberto-vinueza-un-pionero-de-la-antipoesia-ecuatoriana
De tanto esperarte ahora tengo tu edad
De tanto esperarte ahora tengo tu edad
o más: podrías ser mi primogénito.
Tu voz me despierta en el sueño
y me dice “para qué tanta vigilia
de la sal
de los enredos de la carne”.
Nuestro tiempo –respondo– se celebra
con exactitud al reverso de las hojas
en el sacramento de orfandades semejantes.
Nadie vive interesado en saber
de cuál paternidad somos transcurso.
A nadie le importa que tú seas mi padre
o que yo sea el tuyo.
Lo percibimos de idéntico modo.
Ambos nos besamos en la frente
entre dos puertas.
Se esforzaron entre guerra y guerra
Se esforzaron entre guerra y guerra
despidiendo amigos
novias supersónicas con destino de fuego y aire
parientes que al mirarse ante los ojos de la muerte
se despojaron de su único misterio.
Cuánto tiempo para que nadie se extravíe.
Cuánta afirmación en el nunca adiós y en el jamás retorno.
Cuánta memoria atrapada en lunas de sangre y cólera.
Dicen que se avecina más catástrofe
alta intensidad en blanco y negro.
¿Será otra guerra tan ajena
al reflejo de todas nuestras pérdidas?
Ya no frecuentan puentes con extremos desiguales.
Sienten que deambulan en museos de cera.
La memoria colectiva
La memoria colectiva es la cúspide
de profetas poetas y santos
pero hemos llegado muy temprano
demasiado tarde o quien sabe en el momento justo:
la memoria humana reserva solo un sitio cada mil años.
Tal vez nos registre algún confidente de la nada
nos diluya el yodo de las inconstancias cardinales
o el olvido infrarrojo de dios.
A destiempo hemos llegado a la trama abierta en el extremo
oportunamente quizás a la cisura del fondo.
El poeta remienda su tropo trunco cada día
y en el bullicio o en el silencio bucea
la constelación atávica de su voz.
La suma de todos los poetas
se condensa apenas en la primera sílaba
del hombre iniciado como verso.
La meta ondea en la memoria colectiva.
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