sábado, 13 de septiembre de 2014

IGNACIO MARISCAL [13.307]


Ignacio Mariscal

Ignacio Mariscal Fagoaga (*Oaxaca, 5 de julio de 1829 - †  Ciudad de México, 17 de abril de 1910). Fue un político, jurista, diplomático y escritor mexicano.

Primeros años y su labor como jurista

Ignacio Mariscal pertenece a la generación de liberales que llegaron al poder en 1854, con la salida definitiva de Antonio López de Santa Anna de la presidencia. Ignacio Mariscal nace en la ciudad de Oaxaca el 5 de julio de 1829. Existen pocos datos sobre su familia, su padre fue Mariano Mariscal, diputado durante la Intervención estadounidense en México. Estudio en el Instituto de Artes y Ciencias de la Ciudad de Oaxaca, donde obtuvo el título de abogado en 1849.

Emigra a la Ciudad de México en 1854 como protesta por las actividades a favor del presidente Santa Anna del gobernador de Oaxaca, Ignacio Martínez Pinillos. Pertenece a la colonia oaxaqueña de liberales que arribarán al poder, entre ellos Matías Romero y Benito Juárez. El presidente Juárez reconoce sus talentos como jurista y lo nombra asesor federal del gobierno en la ejecución de las Leyes de Desamortización.

Debido a sus conocimientos en materia jurídica, fue propuesto como diputado por el Estado de Oaxaca al Congreso Constituyente de 1856 y 1857, participando en la redacción de la Constitución como miembro de la Comisión de Justicia. Su labor como miembro de esta Comisión destacó en la redaccción y aprobación de disposiciones en contra de los fueros militar y eclesiástico, así como de la regulación del destierro y competencia de los tribunales federales.2 Con el inicio de la Guerra de Reforma, viaja junto con el presidente Juárez hasta establecerse en Veracruz.

Con el triunfo del bando liberal, retorna a la Ciudad de México, formando parte de la II Legislatura de la Cámara de Diputados entre 1861 y 1862. Como diputado, perteneció a la Comisión de Puntos Constitucionales, que entre los temas relevantes que revisó se encontró la fundación del estado de Campeche en 1861.

El inicio de su carrera diplomática

En 1863 es designado consultor jurídico de la Legación mexicana en Washington D.C., cargo con el cual acompañará a Matías Romero durante el tiempo que durará la Intervención Francesa. Esta experiencia le servirá durante todo el tiempo que ocupará la Secretaría de Relaciones Exteriores.

A pesar de su aprendizaje en Washington, con ek triunfo de la República y considerando su experiencia en materia legal, el presidente Benito Juárez lo nombra en 1869 Secretario de Justicia e Instrucción Pública, teniendo como principal objetivo presentar un proyecto de ley de amparo.

No obstante, en 1871 es nombrado por primera vez Secretario de Relaciones Exteriores Desde esta primera experiencia al frente de la Secretaría, buscará ampliar las relaciones de México con otros países. En ese sentido, se destaca que en este periodo se establezcan relaciones diplomáticas con el Imperio Alemán y España.

Considerando su experiencia al frente de Relaciones, en 1873 es nombrado como ministro de México ante el gobierno en Washington D.C.. Ocupará este cargo durante casi toda la década para retornar al país en 1877. En este periodo estará encargado de negociar las reclamaciones de ciudadanos mexicanos y estadunidenses desde el término de la guerra con Francia.

La consolidación de su carrera diplomática

El 16 de noviembre de 1879 es nombrado nuevamente Secretario de Justicia e Instrucción Pública, cargo que ocupará hasta su nombramiento como Secretario de Relaciones Exteriores.

En 1880 es nombrado por segunda ocasión Secretario de Relaciones Exteriores, cargo que ocupará por más de 26 años

En 1883 es nombrado Ministro de México en Londres.
Muere en la ciudad de México el 17 de abril de 1910

Mariscal, académico y escritor

En 1882 publica el libro Historia de las dificultades entre México y Guatemala. Ese mismo año es nombrado miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, ocupó la silla XVI.
Por su dominio del inglés, tradujo al castellano a Shakespeare, a Longfellow, a Edgar Allan Poe y a Lord Byron.
En 1909, es elegido presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, cargo en el que durará hasta el día de su muerte.

Libros publicados

Exposición sobre el código de procedimientos penales (1880) México;
Historia de las dificultades entre México y Guatemala. Proyectada Intervención de Estados Unidos. Algunos documentos oficiales (1882);
Discursos de los Exmos. Señores L. Marroquín é I. Mariscal en la Academia Mexicana de la Lengua (1899) México: Imp. Francisco Díaz de León.
Memoria que en cumplimiento del precepto constitucional presenta al duodécimo Congreso de la Unión, el C. Ignacio Mariscal rendido ante el Senado acerca del tratado de límites entre Yucatán y Belice (1893) México;
El Cuervo, original de Edgar Allan Poe, traducción (1895);
Concurso científico nacional (1897);
Don Nicolás Bravo o la clemencia mexicana (1900);
Juárez y el libro de Bulnes (1904);
Episodios en la vida de Juárez (1906);
Poesías (1911) Madrid. Editor Balbino Dávalos.




POESÍAS 
DE 
IGNACIO MARISCAL 




POCA AMBICIÓN 

No aspiro ni al poder ni á la fortuna, 
Mi esperanza de dicha lisonjera 
Allá se esconde en la tranquila esfera 
Donde rodó mi cuna; 
Y si el capricho de la suerte un día 
Me alzara hasta el cénit de sus favores, 
Poder, riqueza, gloria, cuanto el mundo 
Mirando se extasía, 
Cuanto idolatra con amor profundo 
De la virtud y el mérito en olvido, 
Cuanto sueña el poeta en sus cantares 
De terrenal pasión enloquecido, 
Cambiara yo al momento 
Por la apacible luz de mis hogares, 
Por ese tierno, delicado goce 
Que la ambición desdeña 
Y la rastrera envidia desconoce. 
¡ Oh dulce vida fácil, ignorada 
Y exenta de temores! 
Por gozarte, con mente alborozada 
Bajara yo de la empinada cumbre 
Do se engríen del mundo los señores. 

Así el vapor de las flotantes nubes 
No asciende á la región de los querubes, 
Que ansioso de volver al campo humilde 
Donde nació entre flores, 
Deja la triste altura 
Y, condensado en el ambiente frío 
Que allí lo invade con la noche oscura, 
Vuelve á la madre tierra 
Disuelto en blancas perlas de rocío. 

1854. 





TORMENTA Y CALMA 

Negras nubes ocultan el cíelo, 
Que presagia horrorosa tormenta; 
Sin cesar el relámpago aumenta 
El pavor con fatídica luz. 
Truena el rayo, y veloz resbalando 
Su fulgor entre densos vapores, 
Sólo alcanza á mostrar los horrores 
Que enlutaron la bóveda azul. 

Lanza el viento espantosos rugidos; 
Y al cruzar por la recia arboleda, 
El silbido crispante remeda 
Que descubre alevoso reptil. 
Y ora al lejos parece escucharse 
Algazara tremenda, alaridos; 
Ora lánguidos, tristes gemidos 
Y confuso clamor y ayes mil. 

De, repente, con fiero estallido 
Que en el ámbito oscuro sonando 
Por el éter huyó retumbando, 
Nuevo rayo se ve fulgurar. 

Y, rasgando su seno las nubes, 
Se desploma la lluvia del cielo 
En mil gotas que azotan el suelo 
Con estrépito horrendo al chocar. 

A torrentes el agua desciende 
Y copiosa los campos inunda, 
Que doquier una capa circunda 
De agitado, negruzco vapor. 
Lago inmenso es la fértil llanura, 
Y en suaves, hermosas vertientes 
Forma el agua abundosas corrientes 
Que se arrastran con sordo rumor. 

Mas ya cesa el turbión, y á lo lejos 
Va barriendo la brisa el nublado, 
Que en cien partes huyó desgarrado 
Y los astros dejó relucir. 
Libre en fin de su horror el espacio, 
Yo vi alzarse la luna de un monte, 
Y su faz retrató el horizonte 
En un campo de puro zafir. 

Oaxaca, Mayo 4 de 1850






DESPEDIDA 

Parte, bien mío, de este ingrato suelo 
Donde reina una atmósfera letal; 
Busca el abrigo de más claro cielo, 
Aquí todo se unió para tu mal. 

No llores, no, porque de mí te alejas 
Que en nuestra temporal separación 
Un cuerpo solo, sin el alma, dejas 
Y contigo se va mi corazón. 

Huye, mi bien; tu delicado seno 
Destroza hoy la bárbara inquietud, 
Y gota á gota apuras el veneno 
Que devora tu triste juventud. 

Víctima aquí de sacrificio inútil. 
Sucumbes ¡ay! al filo del dolor, 
Y, sometida á su capricho fútil, 
Te inmola en sus altares el Error. 

Huye... las penas de tu cuerpo y alma 
Tregua hallarán que es imposible aquí, 
Dios te dará la apetecida calma 
Y al fin, tranquila, pensarás en mí. 

En tanto volará mi pensamiento 
Siempre afanado de tu huella en pos, 
Y de tu ausencia calmaré el tormento 
Por ti rogando sin cesar á Dios. 

Septiembre de 1858. 






¿A QUIÉN? 

Un secreto amoroso el pecho mío 
Guardará para siempre en su interior, 
Donde yace, cual gota de rocío 
En el cáliz profundo de una flor. 

Cual lágrima del, cielo cristalina 
Que el sol naciente colorando va^ 
Si la luz de tus ojos lo ilumina, 
Con las tintas del iris brillará. 

¿He dicho mi secreto? No, bien mío; 
Aun lo vela densísimo capuz: 
Descubro que te adoro; mas confío 
En que falta saber... quién eres tú. 





A UNOS OJOS 

Hay unos ojos negros que mi mente 
Doquier inflaman y doquier inspiran; 
Su luz, como la estrella del Oriente, 
MÍ rumbo marcan, y en su torno giran 
Las ansias que devora mi alma ardiente. 
Cuando esos ojos con placer me miran, 
¡Gran Dios!, tanta ventura en ellos leo 
Que juzgo estar soñando y... ¡no lo creo! 
Ellos me brindan con celeste gloria, 
Contento y dicha sin igual me ofrecen... 
i Ay! ¡ Ventura falaz, dicha ilusoria 
Que locos mis sentidos apetecen...! 
Mas si ellos me hacen olvidar mi historia, 
Si en dulcísimo encanto me adormecen, 
Si disipan mis ásperos enojos, 
¿Cómo no delirar por esos ojos? 

México, Marzo de 1834: 






SOLO A TI

Je nieurs de ne pouvoir 
nomraer ce que j'adore. 
LAMARTINE 

"¿Sabes lo que es amor? —con tierno acento 
Partenia dijo al bárbaro Ingomar— 
Dos almas con un solo pensamiento, 
Dos senos que palpitan á compás." 

Y yo, que de pasión inextinguible 
Siento el fuego abrasar mi corazón; 
Yo, que adoro en el mundo un imposible, 
También puedo decir lo que es amor. 

Antor es una fiebre, es un delirio 
Que, estando oculto, mina nuestro sér; 
Para el que gime á solas, un martirio 
Que atroz le mata en invisible red. 

En tanto lucha por romper sus lazos, 
Presa de horrendo pólipo en el mar, 
Sofocado en sus pérfidos abrazos, 
Sin poder ni aun lamentos exhalar. 

Y no presume su dolor eterno 
El triste que no alcanza á verle fin... 
Amor es para algunos un infierno, 
Mas no el de Dante y de creyentes mil; 

Que todo amante forja una esperanza 
Tal vez en mofa absurda á la razón, 
Y viéndola confusa en lontananza, 
Del fuego fatuo se encamina en pos. 

A sus tibios y pálidos reflejos 
Surca atrevido el piélago sin luz, 
Náufrago delirante que á lo lejos 
Divisa faro que no existe aún. 

Y aquel fantasma luminoso, extraño, 
Valor le infunde en la tremenda lid; 
Mas ¡ay! si llega á comprender su engaño, 
Se abandona en las olas á morir. 

Así, cuando descubro en tu mirada 
Vislumbres de amorosa compasión, 
Revivo con el alma entusiasmada 
Y renace en mi mente la ilusión. 

Mas, si huyendo de mí tus negros ojos, 
Al fin me miras con glacial desdén, 
Trocado el mundo en páramo de abrojos, 
La muerte ansio cual supremo bien. 

Quizá á mi porvenir la vista lanzo 
Por ver si allá en el fondo te hallas tú, 
Y en balde lo escudriño, á ver no alcanzo 
Sino nieblas y fúnebre capuz. 

Tu imagen otras veces me alucina 
Dibujada en fantástico telón, 
O sáleme al encuentro y me fascina 
Cual la flama al insecto volador.  

Es ella la que mi hálito sustenta, 
La que fuerza me da para vivir, 
La que á un tiempo me halaga y atormenta, 
Color y pena dando á mi existir. 

Mujer idolatrada, ¡quiera el cielo 
que nunca sufras lo que sufro yo!... 
Si mi ventura ha de causar tu duelo, 
¿Qué más?, he de pedir tu desamor. 

Antes mil veces que romper tu calma 
Y hundirte en el abismo en que me ves, 
Vivir acepto destrozada el alma, 
Y en silencio á la tumba descender. 

Mas no por eso indiferente y fría 
Te muestres á mi férvida pasión, 
Que en tus miradas sólo, vida mía, 
En tu sonrisa está mi salvación... 

¡ Ah! si amor no pudieres,, su apariencia 
Concédeme, ángel mío, por piedad. 
¿ Es cierto que en helada indiferencia 
Tu pecho se abre sólo á la amistad ? 

Si herido al fin tu corazón se siente 
Por otro amor feliz y dulce unión 
Meditas ¡ay!... tu dicha solamente 
Será mi dominante aspiración. 

No temas que, importuno y egoísta, 
Surja entonces mi oculto padecer, 
Que, huyendo para siempre de tu vista. 
Sin lanzar un gemido partiré.

Duda, ansiedad, tormentos sin medida 
Tal es amor, al menos para mi: 
Con él nació el secreto de mi vida 
Que á nadie he revelado, sólo á ti (I). 

(I) Estos versos pertenecían á una novela que dejé sin concluir hace 
algunos años.—Nota del Autor










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