Los poetanautas del Tito´s
Yair Carvajal
Nace en Potrerillos (Mina Vieja), Chile en 1951. Por ahí anduvimos hace poco; desierto tiene encanto y un dolor secreto y soterrado puebla su aire. Co-Fundador del “Colectivo de Poetas de Guayacán”, de la Sech, filial Coquimbo, IV Región. Presidente de Sech regional. Periodista, actor autor de teatro. Su universo es amplio en el mundo de la creación. Ha dirigido diarios y revistas. Otro de los alucinados, vivientes de horas negras, trágicas, horrendas en que nos sumió una dictadura siniestra. Su poesía busca el alma humana, sus luces y sombras, lo que el ser guarda en sus profundidades. Es un buceador persistente de lo que acontece al ser humano, como testigo y acto de la vida.
“En la ciudad donde vivo
hay un zigzag que sube hasta el cielo.
Desde allí descienden
los niños
harapientos y con hambre
temerosos y golpeados
con una sonrisa de
ángeles.”
“Ese niño no quería
vivir.
Lo obligaron. Sus padres
fornicaron
hasta cansarse.”
Por eso ese compromiso que tiene a veces nos dice: “La muerte no es violenta. Es suave. Cuando el hombre es el que dispara. En pocas palabras abre un universo inesperado. Sabe que desde antiguo a Jesús le mintieron. La humanidad -de muchos que se dicen seguirlo- no lo aman. Un poeta que destila dolor. Agoniza llamando. Cumple su tarea poética a cabalidad y además el gran sueño: sacar a luz este dolor de los desposeídos. (Por Edmundo Herrera)
El Balazo
Las mentiras
la decían las otras.
En tus labios, son látigos
de fuego.
Lo pensé cuando
te disparé en la cabeza.
El Cielo
En la ciudad donde vivo
hay un zigzag que sube hasta el cielo.
Desde allá descienden
los
niños
harapientos y con hambre
temerosos y golpeados.
Con una sonrisa de
ángeles.
Nubes
Vimos dos nubes sangrando;
la una
era para ti,
para cubrir tu despedazado
corazón.
La otra
enfiló a Sarajevo.
Estallido
La muerte no es violenta.
Es suave.
Cuando el hambre
es el que
dispara.
Mentiras
A Jesús
le mintieron
sus padres.
La humanidad no
lo ama.
Agonía
Mi hijo sonrió,
para decirme
no llores
porque agonizo,
preferí agonizar llorando.
Él ya no sonrió.
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