Óscar Elgueta
Nació en la ciudad de Coquimbo, CHILE el 27 de septiembre de 1956.
Obras
Estación Empalme, 2000.
Ruta 5 Norte, 2002.
Calle Sola, por publicar, 2006.
Barrio Inglés, por publicar, 2006.
Óscar Elgueta es un poeta militante de la vida y la poesía. Poeta cotidiano, inmerso en la vida. Alguien nos dijo que su poesía es como “una calle abierta al mundo”. El sabe y conoce la pesadilla. Sobreviviente, con la garganta dolorosa y el sol ciego. Poeta combativo, agoniza en sus páginas negras. Sabe que los miserables aún dominan: la poesía - lo ha entendido bien - es un arma abierta al combate. La memoria no tiene que desaparecer, para eso la poesía, para ser testimonio necesario de las generaciones comprometidas con la vida. No es un veterano. Está empezando a vivir. Vamos con él por tejados buscando sonidos y estrellas, páginas oscuras para iluminarlas. Un poeta que canta su dolor con años de pájaros extraviados en la luz de los ojos de ella. Cree en el hombre, en el fuego de la vida, a pesar que los malvados aún existen. Sabe que algunos levantan al otro; son los sonámbulos que buscan a los desamparados, a los hambrientos; en algunos textos lo real es real y protesta con su agua poética. Oscar alumbra y deslumbra. Trae el paisaje humano, doloroso, subterráneo en el pulso. Lo urbano, la música popular, la lluvia compañera. Recuerda los códices de Rimbaud, a Huidobro, a Jackson Pollok, la combativa Compañía Alta Y Baja, el Ciro´s y el Tito´s, las miserias, Marcel Duchamps y la finura de su urinario. Amarse, vivir, morir es la consigna. Por ahí, en una esquina el Hotel Castex para el galope con esa cabellera negra que vuela. Poeta diverso pero de una sola manera, de voz especial, de una mano canta. Aparece Teillier en su errante viaje. Oscar Elgueta canta a todas horas, no solo de noche o cuando el gallo anuncia el amanecer. [Por Edmundo Herrera]
PESADILLAS
Nadie soportará el intenso color eléctrico
nadie soportará el dolor sobre los poros maltrechos,
y las puertas arrancadas de sus ojos
y las ventanas asaltadas y engrilladas
y las camas arrastradas hacía la pesadilla infame,
y las calles denunciaron perros
y vagabundos extraños
borrachos de otras galaxias
y las pantallas filmarán
el rostro agraciado de la muerte;
diálogos abiertos en los párpados de los interrogatorios.
Nadie
soportará el intenso olor a muerte.
LUCIÉRNAGA CORONADA
no te puedes comparar
con lo que no tiene límites por conocer
no puedes ir contra la corriente nadando
como si fueras un pez que huye de las aguas
nada de eso solo vivir para todos
las esquinas atiborradas
de basura y manchas de aceite
en el cielo del asfalto
el ojo infinito me mira
siento que todo se viene abajo
las estrellas
el polen de las flores
un estallido que acaba de ocurrir
la soledad que estrangula las ideas
todo acaba de ocurrir hoy
hay otros oriundos
que luchan por la misma causa amigos míos
idénticos a tí luchan por las ideas
se suben a la micro
pagan pasaje
se bajan y luego caminan saltando
la sombra que oculta la boca de un barco muerto
en el mástil bajo presión
quizás la sangre circula
me da risa y pena lo que amo
pagar hasta los saludos
en una calle infectada de propaganda
solamente pasé y fue suficiente
también encontré la visión
vi lo que todos habían querido ver.
PLAYA BOLONES
no conoces la playa Bolones
o ''las enfermeras de la bondad''
del poeta Beat
o la ''muerte perderá su dominio''
del poeta Galés que se bebió 18
Whiskies y luego se derrumbó
quizás no conozcas
la playa Bolones
pero no importa porque acá está
y es una escala de piedra
que despierta las olas
enterradas en un patio de agua
tiene dentadura de pájaros
y se cubre los oídos con la sal
por donde entra el viento norte
y el aullido barbudo que electrizó
los años 50 después del asalto
al histórico Cuartel Moncada
la playa Bolones
es la pequeña Herradura
de arreboles y escalas que suben
y bajan al delantal de las alucinadas.
Sentado
sentado con mi copa de vino
la niña me sonríe con la gracia
de los antepasados
soy uno que camina por calles
de tierra y humo y besos furtivos
que me cuelgan
de las orejas
con mensajes de agua
en un pozo profundo que me levanta
del olvido mayor hasta desaparecer
de la dulce boca
que hace guiños a la luna
Las miserias (1)
Sobre el tejado unas palabras agonizan
palabras curtidas con sangre
entre mis oídos
el sonido estrellado
como una mala noticia
en los ojos del día que amanece
una página oscura
tapizada de luz
una miserable risa negra
y todo débilmente se desliza
por el poema interminable.
Las miserias (12)
Insalubre
insalubre
las cortinas de las nubes
el cielo nos teje
marañas y arañas !
El poeta se arroja al vacío sin beberlo.
Noche
La noche ronda tu canto
los grillos y las heladas te siguen
un labio seco
te llama detrás de la puerta.
La noche
cambia las sábanas
perdidas para siempre.
Códices
Éramos Rimbaud
éramos Huidobro
la primavera
y las
nubes
de Septiembre
éramos el adulterio de los mayores
la frazada pobre de mi cuarto
fuimos
el instante
de amarse y morir
nuevamente
la boca unida.
Óscar Elgueta y su poesía perenne
El prolífico autor coquimbano cuya palabra permanece intacta y más renovada que nunca da su visión de las letras actuales
Por Óscar Rosales Cid
Coquimbo
El poeta porteño Óscar Elgueta, cuya escritura nunca apaga su llama y sigue más vigente que nunca, hace un recorrido por su obra y también da su perspectiva sobre los escritores emergentes.
De carácter más bien silencioso, pero profundo en la palabra, es un convencido de que la poesía viene desde que se está en el vientre y que con los años se va desarrollando. “Se dice que todo tiene un principio, un medio y un fin, en mi caso estoy en el medio, en la mitad del trabajo”.
Recuerda que en sus comienzos tuvo la suerte de tener como vecino al vate Fernando Binvignat, “yo desde chico conversaba con él y veía su vida bohemia. Me llamaba la atención porque en fechas especiales llegaban a su casa el orfeón de los militares y lo saludaban en la mañana, lo que pasaba es que don Fernando le había escrito el himno al regimiento”. Estos hechos comienzan a crear en su mente de niño una suerte de fábula y empieza a creerse el cuento.
“Veía su vida de escritor, intensa, terriblemente bohemia. Comencé a leer y de pronto descubrí que una parte de mí me decía, camina hacia allá”. Son sus primeros pasos en la escritura.
Con el tiempo se dio cuenta de que no estaba solo y empieza a relacionarse con otros muchachos que estaban escribiendo igual que él. Conoce a la escritora Susana Moya, con quien se hizo inseparable hasta que ella falleció. Fue el primer contacto con la gente de su generación.
Hace poco se publicó el libro “Con aroma a café” del taller literario de la Universidad Católica del Norte, donde aparecen tres obras suyas: “Algo nuevo”; “Vida relámpago” y “Entrevista de colegio”.
Sobre las nuevas generaciones dice conocer muy poco, porque “en Coquimbo no hay actividades culturales de renombre y si acaso las hay están muy ocultas. De hecho ni siquiera tenemos una encargada de cultura en la municipalidad. Sin embargo, destaca a Andrés Contreras (que ya no está acá), con su escrito reflexivo, casi místico.
También a Javier del Cerro, que tiene experiencia y camino hecho, que busca lo cotidiano y personal en sus obras. De lo nuevo reconoce a Pilar Campillay, de La Serena.
Dice estar consciente de que hay personas que escriben, pero “dejan el trabajo, porque sencillamente no encuentran el camino para desarrollarse”. En este sentido indica que él ha podido publicar sus libros porque ha postulado a proyectos, en algunos casos en reiteradas veces para conseguirlo. De hecho, tiene siete obras terminadas e inéditas y muchos otros trabajos que tiene guardados.
Elgueta es uno de los pocos artistas locales que ha sido editado por Artes y Letras de El Mercurio, pero al indicarle este hecho, le resta importancia expresando que “son cosas que ocurrieron hace varios años, pero fue por la constancia y el trabajo. Ellos tomaron mis textos y los publicaron, muchas veces pasa que he salido en antologías y ni lo he sabido, yo creo que pudo haber sido eso”.
Reconoce que en nuestro país es difícil editar, especialmente si no se cuenta con los recursos económicos. “Los poetas por lo general son personas que no tienen los medios, siempre se han dedicado a hacer trabajos donde el dinero no alcanza para poder editar un libro, entonces lo que queda es participar en el fondo editorial, en los concursos del Estado o a nivel nacional”, todo esto cuando dice que el sueño del creador es ver publicada su obra.
Consultado en qué se inspira para sus obras precisó que “en lo que yo vivo, en lo que hago. Dice Elliot que ‘la misión del poeta consiste en estar despierto las 24 horas del día’, hay que estar constantemente en desarrollo con su trabajo”. Finalmente recomienda a los jóvenes que se crean el cuento de que escriben y que lean harto, porque sin lectura no hay poesía.
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