María Beatriz Ortíz y Luisa García en la presentación del libro La Orilla en la Sociedad de Escritores de Chile 20.04.2011
María Beatriz Ortíz Zúñiga (Maizú)
Poeta. Chile.
La Orilla - Primera Edición Febrero 2011
Registro de Propiedad Intelectual N° 200515
CUADROS DE NIÑOS
Los niños iraquíes
asomados al cielo de vidrios quebrados,
con medio cuerpo afuera
del marco vacío
tratan de imaginar el horizonte.
Sus enormes ojos sólo ven
las brumas de un mundo soterrado y
a un herido que brama
desangrado en lágrimas.
Estos rostros ocultos
bajo una máscara violeta
fingen una sonrisa.
Los desechos vivos,
hilvanados en el plan de la muerte
tienden sus brazos
en busca de un refugio que no encuentran.
Acurrucados en un charco sin salida
se balancean
al ritmo del desamor.
UN PEQUEÑO ANARQUISTA
El más diagnosticado,
encerrado por contagio criminógeno
es un peligro público a los diez años.
Un amasijo de conspiraciones
sitúan en el submundo del delito
al pequeño anarquista
que dice cisarro en vez de cigarro,
que sueña con ser futbolista y
enfrenta la diferencia a fuerza de tropelías.
Sin un beso en la mejilla y
acechado
este paria al que nadie ve
asume taras nuevas en una esquina
donde su logo son las patadas y
el dedo del medio.
Su topografía aún no sabe adonde va.
Sentenciado a tres bocanadas diarias de Robotril,
alucina que su vida es otra.
HOMBRE DE LLUVIA
Alegrado de lluvia
vienes a mi encuentro.
Veo tus manos dibujadas
en el vidrio empañado,
una gota deslizándose,
hebras humedecidas que se enredan
en tu yema calurosa,
en la letra frágil
con que escribes mi nombre.
Arrastras la mirada,
un escalofrío me recorre.
Tratando de escuchar tu palabra
me escondo en inútiles asomos,
mi puerta está a punto de abrirse.
Cuantas lluvias han pasado
desde que tu voz
se encontró con mi oído
y tus ojos se acunaron entre mis pestañas.
Afuera, el frío,
el vapor de tu cuerpo
va tejiendo los hilos del aire
va tejiendo un territorio de entradas y salidas,
un desvanecer continuo de gotas
cayendo en la gran soledad.
ENFOQUE PONIENTE
Las siluetas borrosas de la luna
y las rachas de nubes suspiradas clarean los ventanales
de pestañas quietas,
mientras yace apenas despierto
el roce y el bostezo imperceptible
del sexo.
PRESENTACIÓN
María Beatriz Ortíz (Santiago - Chile) constituye un ejemplo de perseverancia y disciplina. Ha hecho de la poesía un camino viable para la comunicación de su mundo interior y de sus reservadas vicisitudes, logrando llevarnos, con un lenguaje cuidadosamente seleccionado, por los especiales pasajes de su experiencia y sus sentires.
Maizú, su seudónimo, fue maestra por largos años, su profesión, sin duda, forjó su espíritu, su paciencia y dedicación, la ardua tarea de un profesor requiere de condiciones personales excepcionales y Maizú tiene a su haber extraordinarias capacidades.
Concluyó su labor educativa con niños y adolescentes del sector sur de Santiago el año 2005, al año siguiente comenzó a desarrollar su poética en el Taller Isla Negra en la Sociedad de Escritores de Chile. Actualmente es miembro activo del Círculo Literario de La Cisterna y del Ateneo de San Bernardo. El año 2010 participa como panelista estable del Programa Cultural “Historia de la Poesía” transmitido por Radio Palabra FM 107.9
Su poemario La Orilla es un reflejo del prolijo quehacer poético desarrollado a través de estos años, en su cosmogonía existe la infancia desvalida: en su poema dedicado a los niños iraquíes “Cuadro de Niños” su pesar es evidente:
“Sus enormes ojos sólo ven
Las brumas de un mundo soterrado y
A un herido que brama
Desangrado en lágrimas”
(de Cuadro de Niños)
O en sus versos dedicados al “Cisarro” un niño que nació bajo el signo de la miseria humana, sin futuro, sin luz ni apoyo, condenado por la sociedad que, tardíamente, se hace cargo de su infortunio:
“Este paria al que nadie ve
Asume taras nuevas en una esquina
Donde su logo son las patadas”
“Sentenciado a tres bocanadas diarias de Rabotril
Alucina que su vida es otra”
(de Pequeño Anarquista)
De temática variada: la pareja humana y -todo lo que conlleva esta asociación- la soledad, lo íntimo y quizás -lo de otro modo inexpresable en prosa- confluye clara y nítida en su poesía:
“Cuántas lluvias han pasado
Desde que tu voz
Se encontró con mi oído
Y tus ojos se acunaron entre mis pestañas”
(de Hombre de lluvia)
“En tu sangre corren chispas y
Una pasión enrollada
Martillea tus sienes
Aparezco,
Tiembla el vacío y te alargas
Como una escalera a la luna”
(de El encuentro y un beso)
La soledad y la espera, tantas veces descritas, tan presentes en poesía, registrada por Maizú de manera tan honesta:
“Transcurre más temprano que de costumbre
Miro la pared
Cuelgan las horas”
“Voy cayendo por detrás del reloj,
Sólo cuentan los instantes en que
Me encuentro contigo”
(de Cuando las agujas se detienen)
Tenemos en nuestras manos un libro extraordinario, un poemario para recorrer y disfrutar, un trabajo concienzudo, correcto y esmerado. Ahora, sólo nos queda transitar estos caminos de la mano de Maizú, la poeta de alas invisibles.
Luisa García H.
(lectora crítica y empedernida)
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