José Rosas Ribeyro
José Rosas Ribeyro (Lima, 1949) es un escritor peruano, perteneciente al Grupo del Infrarrealismo.
Trayectoria literaria
Es el fundador de la revista "Estación Reunida", la cual, en cinco entregas, marcó el quehacer literario peruano de los años setenta, publicando los primeros poemas de José Watanabe, Tulio Mora, Elqui Burgos y el propio Rosas Ribeyro.
En 1973 formó parte de la antología "Estos Trece" realizada por José Miguel Oviedo y editada por Mosca azul. Deportado del Perú por la dictadura del general Velasco Alvarado en 1975, en momentos que ejercía la responsabilidad de la sección cultural de la revista "Marka" y había dirigido la única entrega de la revista literaria "Uso de la palabra".
Vivió dos años en México, país en el que se vinculó con el Movimiento Infrarrealista y especialmente con Mario Santiago y Roberto Bolaño. Pueden leerse poemas de José Rosas Ribeyro en la "Antología de la Poesía Peruana", vol II, preparada por Alberto Escobar y editada por Peisa y también en las dos antologías realizadas por Ricardo González Vigil. Desde 1977 Rosas Ribeyro vive en Francia. Dos libros suyos son: "Curriculum mortis" y "Ciudad del infierno". Su novela "País sin nombre", una mirada a la vez crítica, erótica y sentimental sobre los años setenta en Latinoamérica, ha sido editada en el Perú por la editorial Mesa Redonda y presentada en octubre del 2011 en la Feria del libro Ricardo Palma.
En París, José Rosas Ribeyro se desempeña como periodista de temas culturales en Radio Francia Internacional. Ha colaborado también con artículos, entrevistas y textos literarios en revistas como "Casa del tiempo" (México), "Haraui" (Perú), "Martín" (Perú), "Suplemento Cultural de La Jornada" (México), "Memoria" (España), "Trafalgar Square" (España), "Encuentro" (España), "Poética" (Uruguay). Textos suyos han sido traducidos al inglés y al francés.
DÍPTICO DEL DOLOR / POLIFONÍAS
1. Serge Ferraton y su sombra. (Con homenajes a Jean G. y Rainer-Werner F.)
Ciudad desvastada donde la prisión es un paraíso
-te veo / me ves-
un hombre ejecutado por su propia mano se ahorca / se acuchilla
por la espalda
la cuerda se le adhiere al cuello como la ropa sudada y sucia
la hoja se le hunde como un hierro candente en espuma plástica
-Olor a Puerco Quemado / Caldo de Cabeza / Tripas Hervidas-
aumenta el jolgorio de los funcionarios públicos / de los policías
y el desdoblamiento cerebral del ladronzuelo de quesos y pantaletas
lo transforma en gánster de serie negra
-muerte de farsa / muerte de veras-
la droga pinchada en venas que se escapan como animales heridos
la aguja te persigue y lo infecta todo
huele a berrinche / son tus pantalones
las venas cortadas en profundidad con la hoja de afeitar
o con un pedazo de vidrio azul
hacen saltar la sangre por la cara y los cristales de la ventana
la cortina blanca teñida de rojo no es la bandera
-te ve / me ve-
17 años de asilo detrás mío
17 años entre 4 muros
ni muy bellos
ni muy limpios
se abre la puerta hacia la guillotina
y un globito comienza a hincharse detrás de tu garganta
(la vecina de los shorts te arrecha sacudiendo su sábana
te imaginas su calor permaneciendo / los pelos abandonados
y el olor de su sexo atraviesa la calle hacia ti)
el psiquiatra te pone la camisa de fuerza pero no te saca de
la mierda
comprender no es buscar excusas
allí te mete (hasta el fondo sí sí) te-la-mete hasta no jugar
ningún papel ni nada
como un niño con la cabeza sumergida en la letrina
-Santa Inquisición / Tortura / Poder-
hace años tuve tiempo de reencontrarme
eres el loco y estás solo / soy el loco y estoy solo
lo sabemos todos por tu mirada de loco
por tu calvicie de loco furioso
por tu traje gris desteñido y tus zapatos sin lustrar / la suela
agujereada
cuando maté mataba el odio
lo que sufrí saltó entre mis manos
loco torturado : zambullen tu cabeza en una tina
13 o 16 años siempre lo mismo destruir la revuelta :
un cuchillo en la nuca y una verga en el culo
Armentiers San Andrés Lecumberi Lurigancho
¡Déjame entrar! ¡Déjenme salir!
un niño violado sangra por el ano y más tarde su cadáver se
pudre entre los helechos
rayos de fósforo brotan de la tierra / chispazos
cuervos y telas de araña en tus ojos
paseas tus lentas pisadas de ganso prisionero
y mírame a través de los visillos / yo también te miro
dame un beso en la boca ahorita que tienes la barba crecida
Buffet Bontemps Rapin Carrein Maison blanche
déjame ver en esta ciudad hundida los controles que persiguen
al justo miserable
no me hables de nada sino del horror
no me cuentes tu historia sino el dolor
no me digas que detrás de tu cabeza rapada hay algo más que
miedo
la mujer que canta tendrá mañana un ojo negro
alguien que ama se masturbará solo en su cuarto de hotel hasta
caer extenuado
y morirá mañana bajo una mole de 6 toneladas
su nombre no importa : todos se llaman Alí siempre / siempre
mi nombre no importa ni el tuyo
bájate los pantalones
quiero verte la picha chiquito
sólo sabemos que hay desesperación y vitrinas rotas
y tú solo te conduces a la guillotina o a la silla eléctrica
como un niño taimado te sigo por el callejón oscuro donde me espera
el suplicio
los ángeles están bailando desnudos en medio del bosque
y ahora el otro lado
quiero verte el culito
en el jardín la mujer duerme cada vez más pálida / más fría
más víctima de la víctima
basta de discurso
-gimes / gimo-
basta de todo lo que no sea muerte
puertas metálicas cerradas truenan en las pesadillas
y el globito comienza ahora a hincharse detrás de los pulmones
dame de una vez una manera nueva de sufrir este tormento
soy el monstruo asesino
que ustedes fabricaron
en medio del caos y la desolación trepas las escaleras de madera
roída
-me ves subir / te veo-
quiero escoger mi muerte
sobre una plataforma un verdugo nos saluda
solemnemente
sus colmillos amarillentos te dan asco / a mí sus piernas
velludas y torcidas
Háblame de la Muerte Real
Háblame del Poder
eso no cambia
ahora puedo ser yo mismo
cállate / siente el pinchazo
y-la-sangre-que-lo-baña-todo-y-el-globito-que-se-te-hincha-entre-
las-piernas
ya-casi-no-lo-sientes
2. La muerte de Mesrine. (Con homenajes a Pierre-Joseph P. y Antonin A.)
21 balazos en el cuerpo gardé à vue
y un profesor de castellano se desangra inspecté
en medio de la calle espionné
malfaiteur dirigé
criminel légiféré
hígado y bazo rotos y la metafísica china reglementé
hecha pedazos parqué
como la porcelana endoctriné
21 balazos y un cadáver humeando aún se mueve preché
algunas pruebas sin corregir estimé
en el bolso apprecié
varios libros commandé
(Masson et Cie. Editeurs / 120 Boulevard noté
Saint-Germain / Paris VIème / 1955) enregistré
dos o tres bolígrafos negros recensé
y un globo de colores atravesado en la garganta tarifé
hinchándose controlé
dame chance de salir del atolladero timbré
au secours toisé
pero hablar del amor es inútil en medio de la coté
sangre cotisé
à bout de souffle como en la película patenté
el tiempo pasa y pesa licencié
una mancha roja va haciéndose marrón sobre el autorisé
plexo solar apostillé
y es difícil que los talones puedan tocar el admonesté
ano empeché
hay fantasmas que apuran / que operan refor
no me dejes vivir sin mi hígado sin mi bazo redressé
hablar del amor es difícil o-no-lo-es corrigé
pero nadie habla en plena tortura / aphanisis rançonné
déjame gritar al menos exploité
ni-ama-en-el-dolor-si-ama monopolisé
ni ama sin su hígado intacto de Alquimista concussionné
ni ama sin su bazo-Filtro-del-Infinito-en-el- pressuré
Espíritu mystifié
Filtro del Infierno volé
me muero ayyyyy de 21 balazos en el cuerpo reprimé
y un beso en la boca amendé
ahora la fiesta de sangre ha terminado vilipendé
terminó dénigré
y estoy helado vexé
21 balazos y 380 puntos claves en el cuerpo traqué
la sangre corre por el empedrado houspillé
y parte por las alcantarillas méprisé
un escalofrío : señales de vida de un cadáver assomé
no amo no no me ames désarmé
y la sangre se endurece absorbida por una garotté
esponja grasosa emprisonné
Eyaculación sin Orgasmo fusillé
Diarrea Incontenible opprimé
Derrame Sinovial tabassé
Vómito Bilioso mitraillé
sonríe con tristeza / tiembla jugé
mi cuerpo es un cataclismo condamné
sabe que lo ama enchainé
y no se muere de amor sino de 21 balazos en el deporté
Cuerpo conditionné
y el instinto y todo eso sacrifié
vísceras afectadas : Hígado Bazo Corazón accusé
hay una fuga de agua tourmenté
en el sótano persecuté
estoy llorando joué
y una de gas en el berné
Espíritu fouillé
outragé
violé deshonoré
trahi
(De: Ciudad del infierno)
Anatomía
Pensé que la oreja era el ojo *
mi pie
una parte de mi vientre
los dientes
menudas partículas
de pestañas
Pensé que mi cabello
era el vello
de mis piernas
el sexo
una continuación
del ombligo
el corazón
una bomba de tiempo
Pensé que la nariz era la boca
las uñas
las costras de la infancia
los dedos cicatrices
Pensé que mi espalda era el pecho
el pecho
una parte de la nuca
la nuca
una de mis nalgas
las nalgas orejas
las orejas ojos
un ojo una herida
la herida el recuerdo
el recuerdo la lengua
la lengua cicatriz
Pensé que las cicatrices eran vulvas
recuerdos húmedos
hermafroditas
hoyos de angustia
cuevas de placer
Y el vientre
Pensé que el vientre era la representación
soñada
del amor
y el sexo en erección
una nariz sensitiva
Pensé en la metamorfosis de mi anatomía
y me rendí a la evidencia:
este esqueleto
cubierto de carne y grasa
y puesto en movimiento
por músculos y nervios
venas
arterias
sangre
es también el cuerpo del otro
es tu cuerpo
Pensé que mi oreja era tu ojo
y mi nariz tu lengua
Pensé que mi sexo era el tuyo
y nuestros sudores jugos y salivas
un océano común de lava
un océano común de convulsiones
la muerte
pero pequeñita
* Verso de Roberto Bolaño
(De: Diario del sobrevivien
José Rosas Ribeyro. Contemplaciones
(apuntes de un sobreviviente).
Editorial Paracaídas, 2013. 138 páginas.
Mi primer acercamiento a la obra de José Rosas Ribeyro (Lima, 1949) fue en el verano de 1996, cuando encontré unos poemas suyos en la ya célebre antología Estos 13, editada por José Miguel Oviedo. Recuerdo que no me causaron el deslumbramiento que sí me regalaron Verástegui, Watanabe o Cerna, pero sí me pareció un poeta digno de interés, sobre todo por los conmovedores fragmentos de su largo poema "Lo que nos dejaron", que seguramente integraba su libro debut, Del extramundo, el mundo y el submundo, y otras situaciones, que nunca vio la luz.
No mucho después accedí a sus dos libros, publicados tardíamente: Curriculum mortis (1985) y Ciudad del infierno (1994). El primero confirmó la buena impresión que me dejaron los poemas de Estos 13 y otros que publicó en revistas a mediados de los sesenta y principios de los setenta. En un tono irónico, nostálgico y desesperanzado que recuerda al Cisneros de Como higuera en un campo de golf, el libro narra los años de madurez del poeta, que bajo el nombre de Odiseo recorre el Distrito Federal, París y Lima mientras evoca sus etapas de aprendizaje personal y literario, la paternidad y sus primeros años en el exilio. El libro tiene poemas realmente memorables, como el que principia el volumen o el que rememora sus primeros intentos literarios asociándolos con sus experiencias onanistas de la preadolescencia. Ciudad del infierno, en cambio, fue una decepción. Es verdad que empieza bien, con un largo proemio en el que nos cuenta sobre su vida en el París de los ochenta junto a otros poetas peruanos, introduciendo en ese contexto la misteriosa historia del ficticio escritor de ascendencia malgache Juan Racotongrave, a quien atribuye los poemas que vienen a continuación. Y es ahí donde empiezan los problemas: son textos deshilachados, desprovistos de vigor expresivo, donde algunos brotes de ingenio intentan suplir carencias indisimulables, tales como la pobreza imaginativa y un lenguaje funcional, muy poco trabajado.
Casi veinte años más tarde, Rosas Ribeyro regresa con un nuevo libro de poemas: Contemplaciones (apuntes de un sobreviviente), que, como su subtítulo sugiere, tiene como tema central el destino de quien todavía persiste y se va quedando cada vez más solo, pues todos sus amigos, mujeres y compañeros generacionales van muriendo y desapareciendo alrededor. Rosas, a la manera de Louis Aragon en Habitaciones, nos ofrece una bitácora de la estancia en sus cuarteles de invierno, donde cada objeto es una puerta para el recuerdo, la ensoñación o el calmo delirio. Esto queda muy bien reflejado en el primer poema, uno de los mejores del conjunto:
“Ya no se mueve /
ni absorbe las gotas de agua /
que buscaban hundirse /
entre tus senos. /
Ya no es de nadie ese albornoz verde /
viejo /
feo /
solo un cadáver que me informa /
que aquí /
entre cuatro muros /
despellejados /
hubo guerra /
destrozos /
desapariciones /
y que yo /
que lo contemplo con nostalgia /
o me seco con él /
las manos //
soy /
un /
sobreviviente”.
Lamentablemente, lo que este poema-intro promete no se cumple del todo en las páginas que siguen.
Hay que decir que el principal escollo de este libro ya era patente en Ciudad del infierno. En ambos Rosas ha optado por poemas que se desarrollan mediante un ritmo que aspira a ser trepidante y a arrastrar al lector por un caos de sensaciones, ideas, visiones y voces que formen atmósferas fantasmagóricas, intemporales, por momentos fuertemente sexualizadas, en otros ominosas y decadentes. Esto, de por sí, no tiene nada de censurable. El problema es que los recursos con los que ha contado Rosas Ribeyro en ambos poemarios no alcanzan para consumar sus metas. Es raro encontrar en Contemplaciones imágenes o ideas convincentes que nos involucren o nos hagan sensibles a los pesares, reclamos o resignaciones que Rosas entabla en sus poemas. Cuando quiere hablar de las tribulaciones de la soledad y la vejez, suele ganarle el lugar común: “la tristeza corroe las entrañas / nubla la vista / convierte los labios en una mueca espantosa”;
“No envejezcas, muchacha /
no te dejes engañar por la quimera /
de a sabiduría de los años /
La vejez es siempre una derrota /
un derrumbe /
una pérdida”.
No le va mejor en los poemas donde se trata el deseo por los cuerpos jóvenes, en los que se limita a describir situaciones sin mayor brillo y en ocasiones con un gusto bastante dudoso:
“Debo creerle a la muchacha /
y a su acento /
de ningún sitio /
debo creer /
que mi verga en su culo /
son la felicidad”.
El libro avanza de esta manera, con pocos momentos logrados y textos que invitan a imaginar lo que pudieron ser y a desalentarnos por lo que terminaron siendo. Eso pasa con “Me di con una piedra en el camino”, “Pensé que la oreja era ojo” “Ya no hay púas en la arena”, y varios más.
Si en Contemplaciones no encontramos cimas demasiado altas, sí nos topamos con algunos new lows en la obra de Rosas Ribeyro, como es el poema “Yo busco la pitanza y tú estrangulándome”. Estas desbarrancadas se producen sobre todo cuando Rosas busca un efecto paródico y esperpéntico cuya falta de dirección termina dañando gravemente su propuesta, como quien dispara una bala que acaba por incrustarse en su propio pecho. Sinceramente es difícil de creer que el autor de un libro como Curriculum mortis sea autor de estrofas como estas:
“Yo me agacho /
me pongo a cuatro patas /
y tú me montas /
me flagelas /
me maltratas /
Oh patata. (…)
Me debato /
y tú patata /
siempre tú /
mi dolor mi furia /
mi desgracia /
me hincas me marcas /
me tatúas me posees /
y yo indefenso /
silencioso /
Yo /
y la patata”.
Otro ejemplo de esto son los versos que conforman el poema XXXIV:
“Una plasta de carne se desparrama /
a mi lado /
sin que yo pueda detener /
la hecatombe”.
No obstante lo dicho, cuando Rosas Ribeyro nos habla desde la autoconsciencia de su finitud y del continuo acecho de la muerte, aparecen entre la hojarasca señales del buen poeta que es. Bajo esta incertidumbre y temor Rosas consigue plasmar su cometido de redondear poemas de vertiginosa cadencia y fuerza emocional:
“me voy a morir /
me estoy muriendo /
empecé a morirme un 5 de marzo /
hace mil años /
sin haber nacido aún /
ya estaba muriéndome /
desde entonces muero /
por dentro por fuera /
me voy muriendo /
lo quiera o no /
muriéndome (…)
hasta más no tener /
empecé a morirme un día /
y ahora muero /
sin tus brazos /
sin tus ojos /
sin la cálida acogida de tus entrañas /
muero”.
Pero más allá de estos aciertos, Contemplaciones es, en conjunto, un libro muy irregular, con demasiadas caídas y deudas como para considerarlo un progreso con respecto a Ciudad del infierno. Rosas es un autor que ya ha demostrado una capacidad nada desdeñable, pero la poca prolijidad del acabado de sus libros y su escasa autocrítica suelen empujarlo a meterse autogoles, como ha sucedido en sus dos últimos poemarios y en su novela País sin nombre. Si logra sacudirse de estos vicios, estoy seguro que el poeta de Curriculum mortis hará, en la siguiente entrega, un regreso triunfal.
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