lunes, 11 de agosto de 2014

JOSÉ ANTONIO ARCEDIANO [12.794]


José Antonio Arcediano 

(Barcelona, 1964) es poeta, secretario del Aula de Poesia de la UB y coordinador de la Revista Parlada  de dicha entidad, entre otras cosas. 
Licenciado en filosofía por la Universidad de Barcelona, es secretario del Aula de Poesía de Barcelona y coordinador de la Revista Parlada de dicha entidad. Forma parte de la redacción de Caravansari, revista de poesía en lenguas peninsulares. Ha coordinado diversos ciclos de lecturas y otras actividades relacionadas con la poesía en la ciudad de Barcelona, y ha participado como ponente y como invitado en diversos congresos, encuentros y recitales. 

Algunos de sus poemas han aparecido en diferentes revistas (Papers de versàlia, Piedra del molino, Alga, Letras salvajes). 
En diciembre de 2004 publicó Los bosques de Wisconsin (La garúa). Ha sido antologado en las compilaciones 10 de Barcelona (Abadia Editors, 2008) y El laberinto de Ariadna - 10 años de poesía (Emboscall, 2009). Con el libro La verdad del frío (La Garúa, 2009) obtuvo el Premio Internacional de Poesía Màrius Sampere 2008.




AUTUMN 

 [I] 

Ahora que el color 
cede a su estricto límite, 
divaga suavemente, 
se mezcla con el otro. 


 [II] 

Suena la media al fondo. 
Toda luz es la calle, todavía. 
Aún todo es posible. 
Quedan vida y silencios que alumbrar. 
Reniega la palabra de su eco. 
Ella sola se basta. La voz sola. 
Pies descalzos, arena del desierto. 
Ya nada resplandece. 
Todavía los ojos, 
todavía. 





UNA TIERRA BALDÍA 

Se desliza el paisaje 
a más de cien kilómetros por hora, 
silencioso, hierático, lunar, 
casual, intermitente. 
Un territorio místico, de nadie, 
a salvo de proezas 
verbales y presencias impostadas. 
Todo viene a llamarse innecesario, 
todo se desperdicia 
en la profunda soledad del yermo 
y desata un vacío 
fecundado de piedras 
y raíces truncadas. 
Sol y viento y, a veces, 
una mínima lluvia 
arañan la corteza desahuciada. 
La tierra ya no gime, 
carece de sentido. 
Desobedece leyes y preceptos, 
incumple, se abandona, 
y se deja morir, se desintegra 
sobre sí misma, sobre sus despojos. 

 [Los Monegros, 11.10.07] 





COMMUNICATIO 

El modo en que tu cuerpo 
conjuga gravedad y misterio, 
se adentra en esa incertidumbre 
que llamamos ahora. 
Esta resolución en el amarte 
exactamente tal y como eres, 
desear que respires, 
que nazcas 
escándalo y caudal, 
que detrás del espasmo 
deliberemos, 
tanta alma, 
tanta determinación 
de no ver el final, 
de no cesar el uno 
en el tiempo del otro, 
de no mudar de piel 
sino en la lejanía 
diáfana e intacta 
del último viaje.





LA DÉBIL PLENITUD 

Apenas ha cambiado este paisaje 
inmerso, a su pesar, en la mudanza. 
Apenas este ámbar en la luz, 
las puertas agrietadas, 
las voces semiocultas, 
la sensación de frío pese al sol 
y al azul casi tan resplandeciente 
como cuando era niño en estas calles. 
Y a pesar de la exacta traslación 
que dicta la apariencia, 
la representación de un tiempo en otro tiempo, 
me siento solo, aquí, junto a mi casa, 
mi lugar de un entonces hoy menos añorado 
y menos perseguido 
en la lenta figura del recuerdo. 
Aquí ya no soy yo. No están los míos. 
No corre calle abajo el pensamiento 
clavado en el anhelo de futuro. 
No se forma el contorno de la vida 
en la mañana fresca de este abril. 
No se cierne la posibilidad, 
desciende la verdad como una losa. 
No nace un nuevo hombre, ha muerto un niño, 
en esta hora en que finjo 
regresar para siempre. 





PULSO 

De niño decidí 
no volver a jugar a la verdad 
si no había motivo suficiente. 
Bastaba la intuición, 
el impulso, la necesidad 
o la supervivencia. 
Olvidar los errores 
(sobre todo los propios), 
medir las consecuencias 
cuando fuera posible, 
perseverar en toda decisión, 
persuadir por la fuerza de los hechos, 
disuadir calibrando los efectos, 
no desistir jamás, 
no aceptar la derrota, 
hallar siempre un culpable 
(a ser posible el otro), 
valerme por mí mismo, 
cansar al enemigo, 
juzgarme duramente y perdonarme 
(solamente la propia absolución 
es una absolución definitiva). 
He dado algunos pasos adelante 
y algunos hacia atrás. 
De todos estos años 
solamente conservo 
la convicción intacta 
de que el golpe no es definitivo 
si puedes levantarte y continuar. 
La única manera 
de truncar el empate 
es adelantar líneas 
y buscar la jugada 
que te ponga de nuevo por delante. 
No me gustan las trampas, 
así que solamente 
he utilizado las imprescindibles. 
Llamadme mentiroso 
si juro no volver a equivocarme. 





ARTE MENOR 

Cualquier 
intento 
de 
poetizar. 






Los bosques de Wisconsin


Rozas con el dedo los lugares
a los que nunca viajaremos juntos.
Luego pasas el dedo por mis labios
en señal de silencio.
Sabe a blanco papel y queratina,
a satén y lejanía,
a parajes desiertos.
Aquí,
tan cerca de nosotros.
                                 Tan juntos.
                                                  Tan solos.





VIOLINISTA EN BROADWAY

Desnuda se rozaba
con la piel de su viejo stradivarius.
Su rostro de placer lo dijo todo.
Yo quise conformarme con mirarla.





PSICHO-KILLER NUMBER ONE

Deposito
mi breve libertad en tu silueta,
mis fraudes en tus manos.
Me encomiendo a los broches de tu piel,
a tu tacto surgido de la noche.
Soberbio, me supero en la acrobacia,
y en la dicotomía,
en el ser o no ser de este momento,
resuena una campana,
resbala mi cuchillo por tu carne,
llueve sobre Manhattan
y me venzo a mi mismo en el pecado
de haberte poseído.

Saberte destruída me libera
en tanto tus despojos fructifican,
dispersos,
sobre la alfombra gris de las aceras.





LA IRRECIPROCIDAD DE LOS ESPEJOS

En ellos, cada gesto deviene en su contrario.
Yo miro cada día con amor infinito
ese rostro que aloja el odio en su mirada.







Los bosques de Wisconsin

Allá dejé los bosques,
los árboles caídos
y la madera triste de los días;
el canto de los grillos
en la lenta figura de la noche estrellada;
la silueta perpleja de los míos;
el encendido rubio entre tus hombros
y el verano de moscas incansables
en el que, muy despacio,
fuimos reconstruyendo nuestros nombres.
Recuerdo vagamente los bosques de Wisconsin,
aquel ardiente sol de media tarde
y tu lengua abrasando mi silencio.
Ahora lucho con todas estas calles vacías
e intuyo una frontera de gemidos
perdidos para siempre
en la colcha raída de los tiempos.

No volveré a Wisconsin...
pero no dejes nunca de esperarme.






Adiós

Decirte adiós ha sido
como sacar billete de vuelta
hacia mí mismo






Profunda reflexión de un neoyorkino acerca de los bosques de Wisconsin

Cada vez que me siento sobre el water
pienso en los verdes bosques de Wisconsin,
que existen para la gloria del señor,
para solaz de los humanos
y, por qué no decirlo, finalmente,
para que yo, en New York, me limpie el culo.
¡Dios conserve los bosques de Wisconsin!







Constatación vital en Washington Square

In torno, il tacito morire delle foglie

Alrededor se mueren las hojas en silencio,
delante de millones de testigos
de un fracaso vital en este otoño
que insiste y se repite eternamente.
Así dejan la vida las hojas y los hombres,
sitiados por millones de miradas
del todo indiferentes.







Huyamos a Wisconsin
a ocultar nuestros crímenes,
a respira sin miedo.
Huyamos
de los artistas y de los pirómanos,
de ángeles caídos y grises policías,
de las armas cargadas de buenas
intenciones,
de los saldos y de las rebajas,
de Lou Reed, Woody Allen
y su psicoanalista,
de la penicilina y de los spaghetti,
del casero y de la golfa de su hija,
de Barby y de la bruja de su madre
que dios traiga a su gloria cuanto antes,
del inquietante humo de las calles,
del levitar incierto de los puentes,
del brillo artificial de las estrellas,
de los zombies y de las jeringuillas,
de los cuerpos tomados en falso y a traición.
Huyamos a conciencia y sin reparos
de la sombra que no nos abandona,
de su fidelidad insobornable.

Huyamos con el rabo entre las piernas,
con nuestro mejor traje,
con la lista de la lavandería,
con la petaca llena,
con la mejor sonrisa;
sin ella,
sin su fotografía,
pero con su dinero y con sus joyas.
Huyamos
todos
juntos,
en
manadas
de
a
uno,
en la más solitaria compañía.
Degustemos el vértigo
del placer miserable de la huída.
Huyamos a Wisconsin
a ensuciar el pasado
repleto de señales seminales
y áridos fluidos,
a lapidar cualquier feliz recuerdo
ene en el que sustentar una esperanza,
por el que pretender una caricia,
a injuriar cada imagen, cada rostro
donde podamos vernos reflejados,
a indagar sobre aquel que no seremos
y aquel que no quisimos nunca ser
por miedo, por verguenza o por desidia.
Huyamos a Wisconsin
en busca de quien pueda,
por fin, facilitarnos una pista
sobre la que ensayar un epitafio
y unos palmos de tierra silenciosa,
profana y sosegada, entre los árboles.









No hay comentarios:

Publicar un comentario