(Chile, 1900-1940).
Poeta y Dibujante Fenelon Arce.
Hermano del Sonetista Homero Arce, el que fue secretario de Pablo Neruda.
Fue un poeta chileno que falleció sin publicar libro alguno. Algunos de sus poemas quedaron dispersos en revistas y antologías.
Formábamos un grupo de amigos que después de una buena suma de tiempo, se destacó en la poesía chilena". Junto a Fenelón Arce y Gerardo Moraga Bustamante, leían en voz alta sus primeros trabajos en la zona de Quinta Normal, a orillas del pequeño lago, o en alguna cantina de mala muerte, donde bebían "vino negro, pobre, no etiquetado. Y gozábamos viendo pasar a una airosa y brillante locomotora, llamada Curimón."
La poesía ligada a una concepción romántica que expresa los dolores del yo, las tristezas del desencuentro amoroso y la lejanía de los amantes, escenario en el que la mujer es motivo de desencanto o esperanza de salvación, la encontramos en "Actitud del abandonado" de Fenelón Arce, "Cazador invisible" de Gerardo Seguel, "Cinco" de Manuel Eduardo Hübner, "Muñeca" y "Hombre del Sur" de Gerardo Moraga Bustamante. En estos textos, la mujer es entendida dentro de los roles que le ha asignado el sistema patriarcal, los cuales están ligados al consuelo y al refugio, a la iluminación y la compañía: ella es mediadora para la plenitud del hombre o es figura inasible que se busca y se evoca. Los poemas son anecdóticos y descriptivos, los escritores utilizan un lenguaje convencional y priorizan la función expresiva, de modo que la novedad de algunas imágenes, las desviaciones en el plano semántico y el uso de mayúsculas, sangrías mayores y versos escalonados, es solo formal y surge ajena, superpuesta y en desarmonía con el fondo de lo comunicado.
Huidobro es obviamente el que recoge en el Indice de la nueva poesía americana (Buenos Aires, 1926) los nombres de Fenelón Arce, Rubén Azócar (1901-1965), Angel Cruchaga Santa María, Rosamel del Valle, Pablo de Rokha, Humberto Díaz Casanueva, Juan Florit (1900-1981), Alejandro Gutiérrez, Manuel Hübner (1905-1988), Juan Marín (1900-1963), J. Moraga
Bustamante, Pablo Neruda, Salvador Reyes (1899-1970), Alberto Rojas Giménez (1900-1934), y Gerardo Seguel (1902-1950), conformando la lista de poetas más numerosa por países de esa antología, pertenecientes todos a una misma generación
Fenelon Arce, formó parte de la generación renovadora de nuestra poesía en la década de 1920, junto al grupo "Ariel", que integraron también su hermano Homero Arce, Rosamel del Valle, Juan Florit, J. Moraga Bustamante y el dibujante Efraín Estrada Gómez. Sabemos que dejó dos libros inéditos y que permanecen perdidos, seguramente para siempre. Pero algo quedó:
Poeta y Dibujante Fenelon Arce.
Hermano del Sonetista Homero Arce, el que fue secretario de Pablo Neruda.
Fue un poeta chileno que falleció sin publicar libro alguno. Algunos de sus poemas quedaron dispersos en revistas y antologías.
Formábamos un grupo de amigos que después de una buena suma de tiempo, se destacó en la poesía chilena". Junto a Fenelón Arce y Gerardo Moraga Bustamante, leían en voz alta sus primeros trabajos en la zona de Quinta Normal, a orillas del pequeño lago, o en alguna cantina de mala muerte, donde bebían "vino negro, pobre, no etiquetado. Y gozábamos viendo pasar a una airosa y brillante locomotora, llamada Curimón."
La poesía ligada a una concepción romántica que expresa los dolores del yo, las tristezas del desencuentro amoroso y la lejanía de los amantes, escenario en el que la mujer es motivo de desencanto o esperanza de salvación, la encontramos en "Actitud del abandonado" de Fenelón Arce, "Cazador invisible" de Gerardo Seguel, "Cinco" de Manuel Eduardo Hübner, "Muñeca" y "Hombre del Sur" de Gerardo Moraga Bustamante. En estos textos, la mujer es entendida dentro de los roles que le ha asignado el sistema patriarcal, los cuales están ligados al consuelo y al refugio, a la iluminación y la compañía: ella es mediadora para la plenitud del hombre o es figura inasible que se busca y se evoca. Los poemas son anecdóticos y descriptivos, los escritores utilizan un lenguaje convencional y priorizan la función expresiva, de modo que la novedad de algunas imágenes, las desviaciones en el plano semántico y el uso de mayúsculas, sangrías mayores y versos escalonados, es solo formal y surge ajena, superpuesta y en desarmonía con el fondo de lo comunicado.
Huidobro es obviamente el que recoge en el Indice de la nueva poesía americana (Buenos Aires, 1926) los nombres de Fenelón Arce, Rubén Azócar (1901-1965), Angel Cruchaga Santa María, Rosamel del Valle, Pablo de Rokha, Humberto Díaz Casanueva, Juan Florit (1900-1981), Alejandro Gutiérrez, Manuel Hübner (1905-1988), Juan Marín (1900-1963), J. Moraga
Bustamante, Pablo Neruda, Salvador Reyes (1899-1970), Alberto Rojas Giménez (1900-1934), y Gerardo Seguel (1902-1950), conformando la lista de poetas más numerosa por países de esa antología, pertenecientes todos a una misma generación
Fenelon Arce, formó parte de la generación renovadora de nuestra poesía en la década de 1920, junto al grupo "Ariel", que integraron también su hermano Homero Arce, Rosamel del Valle, Juan Florit, J. Moraga Bustamante y el dibujante Efraín Estrada Gómez. Sabemos que dejó dos libros inéditos y que permanecen perdidos, seguramente para siempre. Pero algo quedó:
POEMA
Ataúd de regocijos, mi corazón toca el timbre entusiasmado
por ti, niña dolorida, y tus manos encima del horizonte;
tu risa está saltando en el columpio de estas horas:
vidriera de novedades, estás mostrando el juguete espontáneo
de tu corazón, en tanto detrás de esta neblina te contemplo.
No preguntes por qué desdoblo tu nombre entre mis manos,
mientras suenan a orquesta tus palabras de jueves,
he pasado esta noche amarrando recuerdos tuyos
con el lienzo de tus últimas actitudes nocturnas;
en torno mío ha reventado un cohete de silencio,
niña, te has disfrazado ante mis ojos primitivos,
corzo de flores o frasco de esencia, algo así te adivino
desde este vehículo en que viajo por la vereda de los vientos;
delante de ti no hay nada ni del viento ni mío,
mi nombre era una pastilla en tus labios frutales,
murió en tu corazón tu traje de novia y mis regalos,
queda el cartel de mi cariño en la muralla de tu olvido.
(En Poetas Jóvenes de América, de Alberto Guillén. Madrid, Aguilar, 1930, p.108).
Plano o pájaro pero algo llega a mí desde los bosques
donde moras
con las agujas de ese canto tejo esta malla de palabras
levanto ecos de sombra en la terraza del cansancio
y no está anunciado el expreso del alba que te trae
bajo de mí el hombre mecánico juega poker
con el naipe de los hemisferios
y el cambiavías no ha tomado la palanca en las manos
no recuerdo la época pero fue antes de tu primer sueño
cuando abriste tu alma como un libro de cuentos
yo era entonces el único grumete de tu barco
ahora en los cimientos de tu sonrisa de enero y perdida
construyo este andamio enorme de nueve mil momentos
pero tú no estás ni llegas
y la espera es inútil
[Memorabilia: impresiones y recuerdos
Luis Sánchez Latorre - 1966]
El Santiago que se fue, Apuntes de la memoria
Editado por: Editorial Grijalbo S.A.
Idioma: Español
ISBN: 956-258-056-3
Año: 1997
Autor: Oreste Plath
Dónde encontrarlo: Comuna Literaria
Sobre el libro
Oreste Plath (1907-1996) es uno de los investigadores más importantes de la cultura popular y el folclor chilenos. En esta obra, el escritor y poeta “reconstruye instancias especiales de un Santiago que ya no es”, debido a una modernidad que pasa por sobre las huellas del pasado, borrándolas. A través de un extenso recorrido por las calles, bares, hoteles y cafés -entre otros-, Plath no sólo da cuenta del Santiago de antaño, sino también del estilo de vida que se llevaba en la ciudad; los gestos de amistad, las anécdotas de la vida literaria, las conversaciones y rumores, los paseos de la bohemia ciudadana, los sabores y olores, las calles y boliches.
Contenidos
Biografía de Oreste Plath
La Isleña, el Negro Bueno y El Bosco
Los aliancistas y el restaurante Amaya
El volcán de Rokha en erupción
El poeta Andrés Silva Humeres
Estudiantes de derecho y poetas del año 1930
El patio de los poetas
Los sabores que se fueron de un tramo dela calle Huérfanos
El Quitapenas
El portal Fernández Concha, olores y recuerdos
Dos mujeres trágicas en un hotel
Rango en el beber y en la muerte
En tres países con Gabriela Mistral
Otros rincones de Santiago
Un romántico y auténtico bohemio: Carlos Canut de Bon Robles
El poeta Barata
Tito Mundt, viajero del día y de la noche
El Hotel Coppola, el cansancio de Claudio de Alas y los sortilegios de la tórtola valencia
Ernesto Torrealba Contreras
Las Tejas, Caruso y el Pera Gandarillas
Restaurantes del cerro Santa Lucía y del cerro San Cristóbal
Don Lucho
Ángel Custodio Espejo Ibáñez
¿Qué será del cadáver Valdivia…?
Sabores que se fueron de la calle Estado
Joaquín Edwards Bello
La puñalada
Sabores que se fueron de la calle Monjitas
El Parque Cousiño, La Quinta y sus restaurantes
Don Pedro prado y don Emilio Vaisse
Don Mariano
Hernán Díaz Arrieta (Alone)
Marta Brunet
Jenaro Prieto
Augusto D’Halmar, sueño o realidad
Domingo Gómez Rojas: Unión obrera-estudiantil
Blanca Elena Errázuriz Vergara
Teresa Wilms Montt
Clarense Finlayson
La Casa Colorada y el Bar Black and White
Club Alemán de esmeralda, Club Alemán de San Pablo
Víctor Franzani
El maestro Acario Cotapos y sus fobias
Dos incidentes dramáticos y profundamente humanos en el Crillón
Gath y Chávez
La casona de los escritas y el Hotel Carrera
Los Angurrientos y Juan Godoy
Hotel Crillón
Miguel Fernández Solar: Miguelón
El Topaze
Siempre en la calle Ahumada
Ramón Gómez de la Serna y los médicos santiaguinos
Antonio Roco del Campo, Antonio Roco de la Noche
El Hércules
La Posada del Corregidor
Los arielistas Homero Arce, Fenelón Arce, Rosamel del Valle, Gerardo Moraga, Juan Florit
Monterito
El pintor Paschin Bustamante
Raúl Morales Álvarez
La casa central de la Universidad de Chile de aquellos días
Hostelería del Laurel
La calle Bandera y el Cabaret Zeppelin
Diego Muñoz Espinosa
Los tres hermanos Oyarzún Garcés
Café Iris
La viuda de Vicente Blasco Ibáñez
Alameda con Estación Central
Ricardo Latcham
Hernán Jaramillo
Arturo Zúñiga Quilobrán
Manuel Eduardo Hübner Richardson
Alianza de Intelectuales
Ángel Cruchaga Santa María
Damas curicanas y Josefina Baker
¿Quién era Armando Zegri?
Hernán del Solar Aspillaga
Estado 33 se llamaba un bar color de la tarde
Romeo Murga
Alberto Romero y los inicios de la SECH
El Chico Molina
La Piojera
Confietería Torres
Extracto
“Por el año 1929 el portal inicia una transformación. Se convirtió en un nuevo edificio que mostró su otro rostro en 1933, alcanzando más altura. Volvió a ocupar su sitio anterior el Casino del Portal, el que en los últimos años vio antiguos clientes que llegaron a presidente de la república, como don Carlos Ibáñez del Campo, don Juan Antonio Ríos y don Pedro Aguirre Cerda. Este casino, que cerró sus puertas en 1965, está unido al recuerdo de la familia Pinaud, que atendió con exquisitez francesa , ya sea don Enrique Pinaud, doña Susana, doña Berta o su hijo Enrique. Por el año 1933 se instala el Embassy, el cual fue inaugurado por la reina de los estudiantes y con la asistencia del presidente de la república don Arturo Alessandri. Después del Embassy vino el Da Osvaldo”.
“Homero Arce era la persona más importante en la vida de Pablo Neruda”
Mario Casasús
Rebelión/NerudaVive.cl
En entrevista telefónica desde Brasil, Alejandra Arce (1953), poeta chilena, habla de su tío abuelo: “Las llaves de Isla Negra siempre estuvieron en las manos de Homero Arce, además de corregir los poemas de Neruda, a veces los terminaba de escribir, de ese tamaño era la importancia de Homero Arce en la vida de Neruda. Homero pudo sacar provecho de la amistad con Neruda y no lo hizo, llegó al punto de entregar su vida a la amistad con Neruda y él sabía que la única persona en la que podía confiar era Homero Arce; lo poco que escribió mi tío abuelo está publicado por la insistencia de Neruda”. En la actualidad, Alejandra Arce escribe un libro para dar a conocer todos los detalles de la amistad entre Laura Arrué, Homero Arce, Fenelon Arce y Pablo Neruda.
MC.- ¿Cuál es el legado literario de Fenelon Arce?
AA.- Mi abuelo era poeta, publicó su poesía en varias revistas, dejó dos libros inéditos y fue citado como uno de los grandes poetas latinoamericanos en dos antologías importantísimas: Índice de la nueva poesía americana (1926), de Alberto Hidalgo, con prólogo de Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro; también fue incluido en la antología: Poetas Jóvenes de América (1930), de Alberto Guillén. Fenelon Arce formó parte de la generación renovadora de nuestra poesía en la década de 1920, fundó las revistas Ariel y Andarivel junto a Homero Arce, Rosamel del Valle, Juan Florit, Gerardo Moraga Bustamante y el dibujante Efraín Estrada Gómez; infelizmente mi abuelo murió a los 40 años.
MC.- ¿En qué consistió tu investigación literaria sobre Fenelon Arce y Homero Arce?
AA.- Encontré gente que me ayudó mucho, recuerdo a Jorge Teillier –él fue la persona que más incentivó mi búsqueda-, Luis Sánchez Latorre –me presentó con poetas que conocieron a mi abuelo-, en realidad viajé a Chile para hacer una investigación sobre mi abuelo Fenelon Arce, porque todavía está olvidado por la literatura chilena, fue amigo de Alberto Rojas Jiménez, de Rubén Azócar, Tomás Lago, mi abuelo presentó a Neruda con Homero Arce y a los otros escritores chilenos. Con estos antecedentes llegué a Huberto Díaz Casanueva, un nerudiano que entonces tenía 86 años, lo entrevisté, me recibió amablemente; también conocí a Juvencio Valle, estuve con los dos últimos nerudianos vivos, ambos rondaban los 90 años.
MC.- El poeta Juvencio Valle murió en 1999…
AA.- Exactamente, cuando regresé a Chile –en 1990- me pareció un país muy miedoso, Pinochet todavía era Jefe de las Fuerzas Armadas, había cierto recelo al hablar de Neruda, pero los secretos que conocían los amigos de Neruda carecían de pruebas, así que me dediqué a buscar lo que podía, el hijo de Homero Arce me dio carta abierta para investigar, me regaló documentos importantes y un libro con el Soneto clásico a Homero Arce (1971) escrito por Neruda, sólo se imprimieron 25 ejemplares. Llegué a la calle La última esperanza, donde vivió Homero Arce, la casa era habitada por la sobrina de Laura Arrué.
MC.- ¿La sobrina de Laura Arrué era Susana Sánchez?
AA.- No, fue Eneida Arrué quien me abrió las puertas de la casa de Homero Arce, era hija de una hermana de Laura Arrué. Eneida me concedió varias entrevistas y me autorizó a buscar documentos, postales, fotografías en toda la casa, encontré cosas que usted no podría imaginar: había algunas cajas escondidas en el sótano, al abrirlas encontré un tesoro: cartas de Rosamel del Valle, de Humberto Díaz Casanueva, de Matilde Urrutia, de Neruda, documentos, postales, telegramas, fotografías, libros con dedicatorias de puño y letra, ahí se nota la intimidad de la amistad de Neruda y Homero Arce; por ejemplo, en una carta Neruda le dice a Homero que está a punto de regresar al país, le escribe pidiéndole que le preparen tal platillo, las llaves de Isla Negra siempre estuvieron en las manos de Homero Arce, además de corregir los poemas de Neruda, a veces los terminaba de escribir, de ese tamaño era la importancia de Homero Arce en la vida de Neruda.
Laura Arrué fue una mujer sumamente inteligente, una bohemia en aquella época, la única que frecuentaba el medio intelectual, era muy bella, fue la musa del Poema 20. Laura tuvo un gran amor por Neruda y viceversa, pero Neruda partió a Oriente y le envió cartas que fueron interceptadas por Homero, no por traición, sino porque Homero estaba profundamente enamorado de Laura, se separó de su primera esposa para ir a vivir con Laura Arrué, imagino que ella sufrió una decepción amorosa al no recibir las cartas de Neruda, creo que Virginia Vidal habló un poco de eso, ¿no?
MC.- Sí, Virginia Vidal dedicó un capítulo de su libro “Neruda memoria crepitante” (2003) a Homero Arce; Virginia fue amiga de Neruda y secretaria de Matilde Urrutia entre 1974 y 1976. ¿Qué piensas de las memorias de Matilde Urrutia en relación al despido de Homero Arce para la edición de Confieso que he vivido?
AA.- No necesito leer las memorias de Matilde Urrutia. La Chascona no permitía que los amigos de Neruda estuvieran cerca de él, en el ámbito cultural de Chile no se habla de este asunto; pero las personas que entrevisté entre 1990 y 1992 son confiables, como Jorge Teillier y varios escritores de la SECH o los vecinos de Homero Arce. Me parece que Matilde Urrutia se vengó, por los celos que le tenía a Homero y Laura; Virginia Vidal algo escribió en su libro y yo reconstruiré toda la historia, es muy serio lo que hizo Matilde Urrutia con Homero Arce, el libro Confieso que he vivido (1974) está mutilado, menciona a Homero Arce una vez y omite a Laura Arrué, estoy convencida que Matilde mutiló las memorias póstumas de Neruda.
Cuando mi mamá me regaló un ejemplar de Confieso que he vivido, dijo: “es un absurdo lo que Neruda hizo con Homero Arce”, pero en ese momento mi mamá creía que el libro estaba al pie de la letra como lo dejó Neruda, ella no tenía idea que había una trama de Matilde Urrutia, es un secreto a voces, pero nadie quiere hablar. Yo tengo la obligación moral de hacer que el mundo entero conozca la verdad sobre Neruda, hay que mostrar cómo fue la historia de la eterna amistad entre Pablo Neruda, Homero Arce y Laura Arrué, era un triángulo amistoso y fraternal; algunos malintencionados en la prensa chilena y brasilera pretendieron hacer creer que era un “triángulo amoroso”, eso no pasó, era un círculo de amistad, se conocían desde la década de 1920, Matilde apareció muchos años después, Homero y Neruda tenían una complicidad intelectual y de vida, Homero Arce era la persona más importante en la vida de Neruda.
MC.- Al punto que Homero Arce y Pablo Neruda prepararon la “Antología Popular 1972”, y Homero sería el responsable de tramitar la personalidad jurídica de la Fundación Cantalao…
AA.- Imagínese Mario, había una persona a la que Neruda le entregaba la llave de Isla Negra, Homero Arce hacía de todo, desde comprar la comida, hasta terminar y corregir los poemas, era una amistad inquebrantable. Homero decía que no era necesario otro poeta, porque ya estaba su amigo Neruda, Homero era muy discreto y leal, Neruda lo invitaba a eventos sociales y no asistía, Homero pudo sacar provecho de la amistad con Neruda y no lo hizo, llegó al punto de entregar su vida a la amistad con Neruda y él sabía que la única persona en la que podía confiar era Homero Arce; lo poco que escribió mi tío abuelo está publicado por la insistencia de Neruda.
La Fundación que quería Neruda era para becar a los poetas jóvenes y darles alojamiento mientras escribían, pero en la actualidad la Fundación no cumple con la última voluntad de Neruda, ni a mí que soy sobrina nieta de Homero Arce quisieron apoyarme para que escribiera esta historia de amistad.
MC.- La Fundación Neruda sólo está preocupada en los negocios, en sus inversiones bursátiles y en el marketing…
AA.- La Fundación Neruda es un comercio, es una tristeza que ellos estén en otra sintonía. Yo tengo los documentos para demostrar los detalles desconocidos de la amistad de Neruda y Homero Arce, infelizmente no he recibido propuestas editoriales para dar a conocer esta historia, es un absurdo, el tema es de interés académico y literario, es de interés mundial.
MC.- ¿Conoces a los sobrinos de Neruda?
AA.- No personalmente, solía escribirle correos electrónicos a un sobrino nieto de Neruda, pero perdí el contacto.
MC.- ¿Qué opinas del juicio para esclarecer la muerte de Neruda?
AA.- No soy abogada, ni médico, pero creo que debe investigarse la denuncia, Neruda murió en circunstancias muy raras. En cambio, tengo la certeza de que Homero Arce y su esposa, Laura Arrué, fueron asesinados.
MC.- Finalmente, cuando los agentes de la dictadura asesinaron a Homero Arce, ¿dónde quedaron sus pertenencias?
AA.- Un señor –diré su nombre en mi libro- me dijo que tenía papales y cosas que le regaló Laura Arrué, no le creo porque las pertenencias de Homero Arce fueron requisadas mientras mi tío agonizaba en el hospital, se perdieron cosas como la máquina de escribir, los bolígrafos, el gabinete y carpetas con documentos, todo fue retirado mientras Homero Arce estaba internado en el hospital, saquearon la casa. Según Eneida Arrué, las personas que entraron a la casa de nuestros tíos sabían lo que buscaban y se llevaron lo que pudieron. El señor no me quiso devolver nada y yo no tenía dinero para entablar una querella, nadie me apoyó, pero esa historia la contaré en mi libro.
Fuente: www.nerudavive.cl
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