Alfredo Balsells Rivera
Alfredo Balsells Rivera (Guatemala, 10 de junio de 1904 – 11 de octubre de 1950) fue un poeta, cuentista y periodista guatemalteco, miembro de la Generación de 1930 (Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
Balsells Rivera estuvo casado con Josefina Tojo. Trabajó en el diario El Imparcial, en la década 1920. Viajó por Europa durante la primera conflagración bélica mundial. Presenció, directamente, el gran movimiento literario que realizaban Blaise Cendrars, Jean Cocteau, Guillaume Apollinaire, Tristán Tzara y Filippo Tommaso Marinetti (Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
Después de su muerte, la Revista de la Universidad de San Carlos de Guatemala publicó una selección de su producción poética, ésta, con el título Poesía, se divulgó en forma de separata de dicha revista, con un prólogo de Humberto Hernández Cobos. En la editorial de la misma Universidad se editaron posteriormente algunos de sus libros de relatos. Es autor de El venadeado y otros cuentos -1948-, Baraja, La sonrisa provisional, El vidrio roto. Murió el 11 de octubre de 1940. En 1999, la Editorial Óscar de León Palacios publicó Duermevela, obra que recoge una selección de sus poesías (Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
El vendedor de recuerdos
Con las manos apretadas sobre los años
y el corazón tatuado de nostalgias
ha pasado esta tarde
el vendedor de recuerdos.
-¡Recuerdos, recuerdos!
¿Quién me compra recuerdos?
Saltando como peces espantados
desfilaron en el contraluz del crepúsculo
las siluetas rojizas de los días,
y a lo largo del tiempo caracolas antiguas
arrastraron canciones
hilvanadas en sombra.
Puñados de vidas están sobre la vida
al pasar esta tarde
el vendedor de recuerdos.
¡Mujeres y paisajes
a tantos centavos la docena!
Nombres tan conocidos que al caer
rebotando por las calles
me dolieron como dedos cortados.
Abalorios ya inútiles
y lentejuelas de segunda mano.
Hemorragia sobre la tarde
recién salida de la lavandería.
-¡Cómpreme estos recuerdos!
Mire... Se los doy baratos...
Recuerdos en miniatura para la novia
y recuerdos picarescos para los amigos.
Recuerdos para los que quieran
estar tristes
y para los que pidan alegría
Recuerdos pirotécnicos
que habrán de estallar mañana
y recuerdos de sorpresa para las mujeres.
¡Máscaras, almanaques, panoramas!
Quise comprar tantos recuerdos
que al cabo de un rato me quedé
con las manos vacías.
En mi cuarto danzaban bailarinas de humo
y las voces del tiempo
gritaban palabras agitadas.
Más allá de mi cuarto y de la calle,
caminando en línea recta hacia el olvido,
el extraño vendedor de recuerdos
Se alejaba con toda mi emoción
en los bolsillos.
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