domingo, 22 de junio de 2014

MARCELA MINAKOWSKI [11.994]


Marcela Roxana Minakowski 

Poeta argentina nacida en Buenos Aires en 1968. Gran parte de su infancia transcurrió en Mar del Plata. Vive en Caseros, Provincia de Buenos Aires. Coordina talleres de escritura desde 2005 y se dedica además a la diagramación de libros y revistas. Coordina desde hace seis años la Oficina de Letras, en la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Tres de Febrero. Ha realizado cursos de bibliotecología y de gestión y promoción cultural. Está estudiando el Profesorado Universitario en Letras, en la Universidad Nacional de San Martín. Publicó Bitácora(2004); Tangurria (2012); Lo que el chat no se llevó (2014). De próxima aparición: El collar de catalejos (poesía) y Las casas (prosa poética).





Caimanes


I

siempre tuve miedo a los caimanes
se esconden en la sombra
un armario    un rincón        un cajoncito
asoman sus bocas    florecidas de dientes
sus bocas imposibles
apuradas
yo me escondo     fugaz     bajo la cama
permanezco contando los hilos de la alfombra
mientras ellos se pasean por la pieza
erguidos      casi de pie
y se beben todo el aire
el poco aire que queda en los resquicios



II

no se han movido:
ellos bordan sus oscuros laberintos
con las cuerdas tirantes de mi miedo



III

a veces se distraen y
dormitan

quiero escapar de su lento simulacro
pero muevo un pie       una uña
y alertan sus escamas    la cota blindada
su armazón de hueso



IV

siempre tuve miedo

cuando ellos regresan
me escondo en la sombra

(están cavando este minuto
con sus  garras de piedra carcomida)

contaré hacia atrás ¿lo haré?







las sombras se adelantan


I

las sombras se adelantan
miran antes
¿llegará primero el borde?
atenta a la amenaza de otras sombras
la mano tiende el lazo
y asegura



II

sombrerito que va a oler
la sombra quevayviene de unos barcos
buscar entre las redes       
pedacitos de almeja     mejillones
habrá que darle de comer
a la sombra de unos lobos



III

ella siempre sabía sentir
cosas
los puertos son lugares de irse
nunca de volver
las lanchas naranjas

y la mano   
su sombra tan querida








EL COLLAR DE CATALEJOS


I

habrá que soplar en el oído de esta hoja 
de esta leve filigrana
y encontrar el nombre que los nombra
la versión secreta
la libreta de familia

de cerca lo lejano
lo que no puede verse:
una mano de grises desmedidos
la cara de mi abuela en su penumbra
y el abuelo 
tarareando en plena guerra
tonaditas de amor y polonesas 



II

un catalejo mueve 
el mundo recluido 
Ágata bordaba crucecitas macramés rosados
Rafael la miraba en su casa de Gorizia

otro tiembla polizón
y era un niño 
muerto que bailaba
en patio ajeno

un tercero
la protesta de los ojos
de las nenas atrapadas
las sin padre las solitas

(tubos que se encastran que se guardan
que se vuelven a extender
anillos de serpiente 
y el instante vuelve
al más viejo antepasado)



III

habrá que soplar en el oído de esa hoja
soplar y mirar con un guiño
el círculo quieto
el espejismo
y el túnel

el destello de infancia que se suelta







EL HILO


I

el hilo sostiene su mundo

no es una hebra de seda
ni dibuja un bordado en fina plata
(tal vez un pelito de ángel 
que no irá a ninguna sopa)
¿ves el ovillo la madeja espesa?
la mano que sostiene el hilo
no sabe que sostiene el mundo
si lo suelta quedará el extremo así 
 suspendido
mientras el mundo el mundo 
 cae
con su alambrada sus escombros 
las raíces su almohadón de espera



II

lo importante es ese
fino lazo entre la 
mano y el cielo 
ese puente que 
hay que sostener para
no dejarse ir

él lo sabe
la imagen y ella
capturada para
siempre en el papel ámbar
para siempre ella
que no podrá olvidar



III

designio de volar pero cerquita
no tanto viajar 
lo alto es tan poquito tanto
que el hilito se e s t i r a
ahí nomás 
y al fin puede sostenerla
y lo consigue




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