lunes, 23 de junio de 2014

HÉCTOR ARNALDO GUERRA [12.012]


Héctor Arnaldo Guerra

Héctor Arnaldo Guerra (Copiapó, CHILE  1891 - ¿?).




Miseria

Es la visión de los humildes. Esos
desamparados que la vida arroja
como envoltura de mezquinos huesos
para que alguna cárcel los recoja.

Y luego nada. Junto a mí solloza
el pedazo de mármol. La tristeza
que lo animó como una mariposa
ha venido a posarse en mi cabeza….






Oro, Amor y Gloria

Y anda a lo largo de muchos caminos
Como peregrinos,
Hasta que se vuelven a ver otra vez
y cuentan sus historias, y el que
marchaba en pos del ideal, de luz y
de gloria, la cuenta también:
Como blancos pétalos de alguna flor rara
arrojé dispersos
mi versos,
para
que los detuviese
y los leyese
alguna traviesa
princesa
de rubios cabellos
e hiciera con ellos
un manto imperial
tal
ha sido mi historia
¿alcancé la gloria?
Yo creo que sí
y si no, donceles
que hablen los laureles
por mí.





Ema

Ni la Venus surgiendo de las hondas
podrá superarte en hermosura
Cuando dejabas que tus trenzas blondas
bajaran a besarte la cintura.

Cruzabas triunfadora los salones
entre nubes de encajes y de flores
bañada por las reverberaciones
de poderosos focos tembladores.

Tu mano blanca como flor de nieve
con matices de lirios y claveles
era un blanco jazmín sutil y leve
nacido entre un crepúsculo de pieles.




Lírico

Desde lejos el sol con sus fulgores
envía un beso al mar que inquieto arde
en una sinfonía de colores
bajo el pálio glorioso de la tarde.




De protesta

¡Sí! Porque en medio de esta enorme guerra
en que la humanidad se despedaza
el sentirse feliz sobre la tierra
es para el que se siente una amenaza.




Poesías líricas
Autor: Héctor Arnaldo Guerra
Santiago de Chile: Impr. New York, 1913

CRÍTICA APARECIDA EN EL MERCURIO EL DÍA 1913-03-24. AUTOR: OMER EMETH

Grave problema ha de ser para un poeta elegir el título de su primer libro de versos.

Si este, al ser bautizado recibe un nombre inocente como, por ejemplo, “Horas que pasan”, “Horas intensas” y otros de ese jaez (que pueden verse en los catálogos Lemerre), la responsabilidad del autor corre pocos riesgos. ¿Acaso podrán los críticos reprochar al poeta el no cumplir con las promesas de semejante título?

Llamarse “Horas que pasan” es una verdadera póliza de seguro para un libro de versos.

Porque “las horas pasan” siempre; con rapidez, si los versos son buenos; pesadamente, si son malos, pero al fin pasan.

No así cuando el título es claro, sencillo y directo, como el de este libro “¿Poesías líricas?”, dirá el crítico; luego afirma el autor que sus versos son poesía, y que su poesía es lírica. No es poco atrevimiento. Veamos si aquellos vocablos corresponden a la realidad.

Y hele ahí empeñado en buscar pruebas para demostrar que el libro así bautizado, carece de poesía y de lirismo.

Hay, pues, títulos peligrosos; pero sin querer con esto asegurar que el señor Guerra cumple con perfección las promesas del suyo, opino que en esta diminuta colección de versos hay poesía y que esa poesía es lírica.

Entre las muchas y muy diversas definiciones de la poesía, una conozco la cual parece aplicarse con suficiente exactitud a este libro. “Poesía, dice Courthope, es el arte de producir placer por la acertada expresión del pensamiento imaginativo y del sentimiento en lenguaje métrico”[1].

Ahora bien, de mí sé decir que, en conjunto, “Poesías Líricas” me produce placer, y que, al analizar la grata sensación experimentada por mí al leer algunas de sus páginas, descubro su origen en la exacta expresión métrica que el poeta sabe dar a sus “pensamientos imaginativos” y a sus sentimientos.

Léase, por ejemplo, la poesía intitulada: “Oíd esta historia”:



“Hablan tres donceles de apostura rara.
El primero dice: “Yo voy a la gloria”
El segundo, un mozo de acento sonoro,
replica: “la gloria es muy cara,
Yo voy hacia el oro.”
“El oro y la gloria,
pregunta el más joven de los tres,
¿qué son
si se las compara
con un corazón?”
Y tras esta breve disputa
se dan un abrazo y emprenden la ruta
que anhelan, los tres…
Y andan a lo largo de muchos caminos,
como peregrinos,
hasta que se vuelven a ver otra vez.” (Págs. 15-16).



Puede pronosticarse, sin dificultad, el éxito de cada uno de los tres donceles. El que fue tras del oro, lo alcanzó, pero su conciencia le dice que es un acaro y esto anula su placer.

Tras del amor perdió el otro sus mejores años; el tercero que fue “peregrino de luz y gloria” (un poeta) vuelve feliz.



“Como blancos pétalos de alguna flor rara
arrojé dispersos
mis versos
para
que los detuviese
y los leyese
alguna traviesa
princesa
de rubios cabellos
e hiciera con ellos
un manto imperial:
tal
ha sido mi historia.
¿Alcancé la gloria?
yo creo que sí
y si no, donceles,
que hablen los laureles
por mí”, (Pág. 17).



He ahí, si no me engaño, la mejor página de este libro. ¿Es “poesía”?

Como en estos achaques cada cual tiene sus cánones, mucho me temo que lo que para mí es poesía no lo sea para otros.

Pero, aunque el tema no haya sido desarrollado por el autor en toda su amplitud, no puede negarse que en esta historia haya, imaginación, pensamiento y lenguaje métrico, que son, según Courthope, los tres elementos constitutivos de la poesía y la triple causa del placer intelectual engendrado por esta.

Solo nos queda por averiguar si las poesías de H. A. Guerra merecen el calificativo de líricas.

Muy interesante y útil sería semejante averiguación si para ella dispusiéramos del espacio y tiempo necesarios.

Baste decir que si, como lo enseña Brunetiére[2], los grandes temas líricos son el Amor, la Naturaleza y la Muerte, no carecen de lirismo poesías como “Al pie de Miseria” y los nueve sonetos intitulados “Ema” que al parecer forman el corazón del libro.

Mientras leía los versos del joven poeta, acudían de vez en cuando a mi memoria un par de alejandrinos de V. Hugo.

En su oda al escultor David, dice:

“La forme, e grand sculpteur, c’est tout et ce n’etrien

C’est tout avec l’esprit, ce n’est rien sans L’idée…”

Versos son estos que, por encerrar una gran lección, me permito recomendar al señor Guerra. Si la forma, por muy hermosa que sea, es nada sin la idea, le preguntaré: ¿Qué opina usted de su poesía intitulada “El verso futuro”, donde tal vez hay “forma”, pero, ciertamente, no “idea”?

El verso futuro “será un meteoro”, “será el nuevo verbo de un nuevo poeta”, “será un ramillete de encantadoras flores”, “un jardín lozano lleno de claveles” y finalmente un “formidable ¡hossanna!”

Y nos quedamos en ayunas con ese hosana, esos claveles, ese ramillete, ese nuevo verbo y ese meteoro!

Pura verbalizad y verbosidad, mera forma sin fondo ni idea, he ahí el peligro a que están expuestos y en que muy a menudo caen los nuevos poetas y muchos, también, entre los viejos…


[1] Véase "Literature, its principles and problems", por Th. V. Hunt. New York, 1906. pág. 238.

[2] Véase su “Evolution de la Poésie Lyrique en France”. Tomo I. Lección III.





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