Pedro José Gris
Nació en Santiago (República Dominicana), grado académico en Filosofía y Literatura y Derecho. Fundador e ideólogo del Ateneo Insular junto con el Dr. Bruno Rosario Candelier del Movimiento Interiorista. Las Voces es el libro que inspira dicho movimiento.
Ha ejercido el periodismo de opinión, la crítica literaria y las inusuales labores del orientador cultural. Premio de Cuento Casa de Teatro 1991. Jurado del Premio Nacional de Poesía en 1999, 2000 y 2005.
De manera casual ha sido cónsul (en Haití), periodista, profesor universitario, publicista, productor de televisión, empresario, productor agrícola, ect.
Las Voces, la única obra publicada por Pedro José Gris, reúne su poesía de juventud, cuya primera edición fue fechada en 1982, siendo esta tercera edición una versión ligeramente corregida por el autor.
Las voces patentiza el viaje sin retorno del poeta desde la segunda inocencia de la conciencia en estado mítico, arrebatada y afianzada en el mismo paisaje de agua que la cerca, testimoniado en el Odario; hasta el desenlace en el poema Las Voces —que da título al libro— un canto a la soledad esencial y la nostalgia del Ser, colocado el poeta en el hondón de la pregunta por el Sentido.
Es artista plástico y escritor, miembro fundador del Ateneo Insular y uno de los principales pensadores del Movimiento Interiorista. Miembro Correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua. Fue ganador del Premio de Cuento Casa de Teatro en 1991 y jurado del Premio Nacional de Poesía durante varios años. En la Feria Internacional del Libro 2013 mereció el honor de que una de las calles de la Plaza de la Cultura, donde se realizó el magno evento cultural, llevó el nombre de Mercado Gris, en reconocimiento a sus aportes a la creación poética, literaria y a la cultura en general.
LAS VOCES
ALGUNAS CONFESIONES
I
Han transcurrido 20 años desde que escribí este libro, lo cual tiene poca importancia.
Lo que sé, lo que se ha iluminado y todo aquello que se me oculta por una especie de imposibilidad material, de ausencia de órgano de recepción, lo sentí, lo cargue a mi cuenta durante este lustro de los 17 a los 22 años de edad. Luego fue enterrar las resonancias para no enloquecer o extinguirme. Ruando, le di las espaldas a mis presentimientos y nadé hacia la superficie porque en su fondo alguien me ahogaba.
Pero no fueron asuntos metafísicos ni enloquecedoramente filosóficos. No. Tampoco religiosos. Asistí a la cotidiana revelación del sentido de las cosas, a la comprensión tumultuosa y emocionada de lo existente. La experiencia falsa de que una manzana retozada que se lanza de uno a otro, dejaba estaciones de ella misma en el tangible espacio que atravesaba.
Luego, también el mar, una noche de conciencia alterada lo esperé serenamente durante media noche, y la otra mitad de la noche lo viví en certeza y blancura a las que me da vergüenza aludir por incomunicables e irrepetibles. Pero no fue aquella una experiencia mística ( no contemplé el rostro ineludible de Dios, apenas espuma consumada y una que otra alegría inefable), mas bien, una vivencia insondablemente subjetiva, donde un mar que llevo dentro se entendió con otro que nadie lleva adentro, y los dos salieron de mi, o por el contrario, entraron en mi virtualmente. Durante una breve eternidad, intercambiaron calidades, prescindiendo de mí.
II
Somos criaturas clausuradamente subjetivas, ensimismadas, y el lenguaje es nuestro impostor, nunca signa exactamente lo que somos, vivimos o sentimos, sino que él mismo elabora (o en él se efectúa ) una versión de nuestros acontecimientos de conciencia que a nosotros mismos nos suele parecer reveladora por infiel ,convincente y verdadera. En la lengua se mimetizan nuestras experiencias reproducibles y se crean universos reflejos que inexplicablemente simbolizan nuestro mundo interior, por lo que hemos vivido pero no exactamente lo que hemos vivido… La lengua no es infiel y a su manera impone su compulsiva razón propia. Las explicaciones tramadas sobre hechos íntimos, es decir, totalizantes, suelen ser elaboradas lingüística de las interioridades de la lengua ( y no las nuestras especificas) que como expresión y creación de la conciencia en su búsqueda irrefrenable de compañía, inesperadamente nos puede cifrar.
III
La poesía, sin embargo, como totalidad siempre nos contiene… Pretendía decir que 20 años después, algunas visiones y perspectivas han regresado, en un confuso estado de culminación. Sin duda alguna, que lo intuido en aquella primera inocencia creativa y la propia claudicación que ella me sugirió, continuaron cociéndose en la ciega conciencia que me determina. Sin la certeza fisiológica de la adolescencia encima, en esta estación física del miedo, me desplazo entre claves e indicios, transfigurando en sentencias y alocuciones las iluminaciones y el horror que por igual me poseen y me insatisfacen.
Junio 2000
Oda a un poeta
en la sombra
“El antiguo estupor de la alegría
me abruma…”
J.L. BORGES
Ando entre sombras
lentamente
Soñando los ocasos que he perdido.
Soy Borges, quien hizo
de espejos y laberintos su destino.
Oscuro entre oscuros anaqueles
sobre los ciegos soles de los libros
soñé lentos jardines de agonía
mientras el río, la sed, la muerte, el tiempo
fatigaban la luz, mis duros días.
Y soy Tántalo, el que la sucia tarde
deseó la muerte.
Y Emerson, quien quiso ser otro hombre, y el
que no ha vivido. Y soy el otro, el extraviado
Borges de sombra y sangre
trocó la vida en su reflejo.
Carne no, acaso hombre, acaso textura del espejo.
Y soy aquel a quien mata la memoria
el ayer .
Jorge Luis Borges, ciego juglar del tiempo
Y argentino
quien ama la luna, y la otra luna de los lagos y el desierto
quien dice que no ha muerto
y sólo anhela la muerte y el olvido.*
__________________
* Poema escrito en 1978, cuando el poeta J. L. Borges aún vivía (n.a.)
Oda última a Incháustegui Cabral
“Un hombre solo ha nacido,
Un solo hombre ha muerto en la tierra”
J.L. BORGES
Como a todos los hombres
a mí
me devoró el tiempo
Soy el imparcial
el hombre derramado
el enamorado de la tierra.
Todas las angustias son una
y me disperso
una sola angustia diversa:
hoy me he liberado de ella
Soy el hombre muerto
el que murió ayer
casi multiplicado por el huracán
casi desgarrando
Como hombre triste y herido
habré hoyado esta morada de raíces
¿Quién, quién fui? ¿Por qué nombre
- hoy desnudo-
se me llamó en la calle
desde el corazón del vasto amigo
cuando mi nombre era
una críptica fuerza de soledad?
En verdad, no recuerdo ese nombre
entre tantas humedades
Ahora soy algo pobre
una agua tan elemental que apenas es agua
dudando si ser agua o ser luz
una leche tan blanda
que yo puedo ser llamado: Leche repartida
o pan
Hoy vislumbro la claridad carente de distancia
Hoy he muerto
(o ayer o hace mil años)
ya me he desatado del transcurrir
que de todas las ilusiones
es la que nos mata
Desatado de aquellas cosas
que los años tornaron
vaporosas y potentes
y que al final eran yo mismo
cargado de rencor, levantado en mi contra
Ya soy un proyecto
ya no me pueden acuchillar
Aquí no me alcanza la flor
ni el espantoso río sangriento en las tardes
ni los otros símbolos del miedo
He vuelto al vientre del descanso
La agonía es negarse a no –Ser
Pensar y no hacerse triste es deseable
La nostalgia son estas cosas húmedas y frescas
He recuperado el oleaje de la eternidad y del tacto
Soy una estela de frescura en el pasado del caracol
Soy algo pobre y disuelto
En verdad, no soy más que estas cosas diseminadas:
una piedra
una huella
una hoja madura de luz
el aroma de la noche
una boca tibia a los sentidos
una materia imparcial y simple
un remanso de sombra ya sin sombra
Soy el Descansado
El Durmiente repartido en su extensión
el pastor en vigilia de agua
ahogado sus ovejas misteriosas
La mansa noche que no es noche
me conmueve: soy la noche que me alumbra
en su imprecisión y su seno de agua
En liquida claridad estoy extenso
El círculo ha cerrado su distancia
La descomposición despliega sus agravios
La carne
la carne no es la misma: no perfuma
no imanta
no entibia
no prepara el relámpago del beso
morir
Morir como el primer hombre
tan repentinamente
tornar a la belleza
y no sentirla
(sentir el ya existir, es ya existencia)
La soledad es no comunicarnos
Acercarme a las cosas que era ellas
y ahora ser las cosas
en su misterio
el fondo de su apariencia consumido
y esta agua intocable
y solitaria
Yo soy quien esta solo, no es el agua
Y al final soy el líquido y el ánfora
bebiendo en soledad mis propias humedades
Por eso estaba solo para siempre
Oh esta compañía disgregada
Que vamos a hacer
con la belleza
Tercera variación sobre
el mismo tema-
-A Manuel Rueda-
l
Odiarás las palabras
Odiarás la belleza
Odiarás tu casa
tu boca
tu sombra
tus mares
Odiarás el sentido y el esplendor
Odiarás la corteza ciega al tacto
Odiarás el misterio
el Ser
el No-Ser
el seguir siendo
II
Borbotones de hastío
Te alejas
Temes
Huyes de los árboles
como un Mondrian quitándose las manos
II
“Y para qué los árboles”
Y para qué mi palabra impotente
Y para qué el fuego en la garganta
Y para qué la belleza que no
sentirás mañana
Y para qué vivir
La tarde
no te justifica
IV
Te persiguen las tardes
y las aguas
te acosa la belleza
te rompe el pantalón
te desnuda
(no lo sabes)
V
En la palabra azul
no caben los mares
Veamos
don Miguel
ya escribimos azul con tinta azul
VI
Qué hacer con estos cadáveres-
-qué hacer Me avergüenzan estas cosas-
“qué vamos a hacer hoy” con el remordimiento
de amar un cuerpo bello
“Que vamos a hacer con la belleza
donde meterla
para que no fructifique
en cuál cloaca ahogarla
a medianoche”
En verdad os confieso
he guardado mi culpa
y dónde meterla
en cuál cloaca ahogarla
a medianoche
VII
Y para qué cantar lo transparente
si no lo será mañana
No en el pasado
sino en el Devenir
de venir de
lo que no ha sido
VIII
Prolongar los sentidos
Habitar los espacios del murmullo
la música tristísimo que te deja
ileso y desgarrado
Vomitar los amargones
y el hastío
IX
Desgarrar las edades
X
Venga don Manuel
Venga
acérquese y libemos
estas uvas amargas
Entrada al semen
I
Ascendiendo por las columnas de agua
he llegado al techo de esta casa
de destrucción
Expió en desnudez el anonadamiento
Río de cristales dorados
y río de cristales dorados son la culpa
Los cuerpos
antorcha de tres fuegos
Los cuerpos sustancian el castigo
Pero todo perdón es irremediable
y todo castigo
Un paisaje es antesala a otro paisaje
y éste a otro hasta el infinito
Entonces la claridad nos salva
II
Tu culpa es el tiempo
Cuando abro los ojos sin morir
me despeñan relámpagos de angustia
Entonces pago con el vacío los instantes
El pez es infinito
Porque no sabe despertar
También
el paisaje
El sueño es una de las formas
del castigo
III
Lo que desato no es el semen oceánico
el Deseo que es la cosa vertiginosa
La satisfacción tiene el techo en el agua
y columnas de furia
fragmentando la victoria
La amante
Cesemos
Por qué fluir mares de sombras
repetidas
cuerpos de tristezas devoradas
y cadáveres sobre estas cosas
y además
vergüenza
Amada
ciérrate
a este sueño invertido
a esta boca donde no transitan los remansos
Ciegos
multiplicar
la soledad
y ciegos
ser
orlados de deseo
sustancias que se arrasan
La tierra los besos la mano
la fotografía de una piedra dura
El agua como un muro nos recoge
Quitémonos la piel
estas miserias de concha en el vacío
Bebamos con la bestia en su único crepúsculo
Basta el dolor
también el deseo
obnubilando el Ser
El placer es incesante entre estos dioses
pero el placer que dura se traiciona
El dolor obnubila el Ser
También el deseo
Amante
invítame a cesar
retocemos
vamos a tocarnos
Desnúdame con tu boca de música inhollada
retira todas esas algas podridas
que no dejan soplar la claridad perfecta
Déjame
Déjate
Somos la imagen
Nadie sufre
Bocetos eróticos y vacíos
1
La desnudó. Era su esposa. Sépanlo: la amaba. ¿Qué to-
car? Pensó con cotidiana tristeza que él pagaba con caricia
los cuerpos y que todo era adoptado en la guerra del tacto.
“Sabes –rememoró, ya extraviado en su franqueza – detrás
de tu pose hay…hay también más poses” Y quiso echarse a
llorar. “El mundo es una vidrina” –quería filosofar y esto evi-
denciaba su desarraigo- “Todos somos exhibicionistas, sólo
que gradualmente, desde el precario hasta el perfecto “, En-
vuelto por la neblina de la reflexión fue separando con ambas
manos, como quien nada entre humo y humo, la exquisita
distancia que ahora mediaba en todas las cosas.
2
El escogió la noche, como quien dice. Sabía que todos los
cuerpos se horizontaban, débiles y elementales, en cuotas y
caricia. Le miré los pies a la belleza para enseguida cerrar
los ojos a la caravana. La quería, se lo dijo casi llorando
porque tantas veces habían querido los hombres. “El misterio
es que las cosas no se repiten. Pero ya no hay misterio…y la re-
petición cayó sobre sí misma…” Deseó desear tocarla. Deseó
como todos los hombres, buscar sosiego en el vientre de otra
mujer que era esta. “La quería: Sépanlo”. Le interrogó la cin-
tura hasta que el calor urdió su propia neblina. Nuevamente
intentó cercarle las caderas pero un vacío de ternura suscitó
densas alegrías. Tumultos de ideas sin imágenes rodaban en
espiral con ronco movimiento oscuro: de rayo comprendió
que era el Mar, el Mar lavándole los muros.
3
La acostó perspectivamente, respecto a él que se asemeja-
ba a la sombra y el rencor de tantos otros. Ya tocarla era
inútil y teatral: cada uno había entrado a su propia trama. El
se preguntó, sin palabras, contemplando el paisaje tendido,
sus suaves ondulaciones marinas, las crestas o volutas extá-
ticas y posiblemente tibias, la flor nerudiana del pubis como
mojado siempre, el piélago, el Mar sagrado de los antepasa-
dos, las islas que son tumbas…”dónde el azar de no estar
muerto”. Quiso entrar a ella, entrar, entrar entero, fecundarla
con la boca, resbalar la cabeza hacia adentro para sentir sus
labios como un collar embabarle el cuello, hasta que lo detuvo
la certeza de que no estaba solo. Desgarrada la distancia, fil-
mada la pose como pose, rota la nostalgia y la imagen, el
hombre repitió la posesión, dormido a la guerra de los sentidos.
Homenaje a César Vallejo
Te miré todo el lago
y de repente
no te
miré
(¿Había un perrito negro ahogado
en el corazón
ladrando fango?)
Te toqué
no te quise
no toqué oro mustio
en el piano desvencijado
músicas amargas
tiempo masticado en los dientes de oro
de los muertos
Me cansé
de ti
sin caminarte
fue peor que odiándote
amarte en el reverso
negarte el olvido
y la grandeza
anhelarte el hambre
y el cristal de un Jueves de
piedra azul
que no refleja a nadie
que se ha cerrado
con toda la soledad de una boca
Ese es mi destino
y el suyo
imantarnos en vacíos sucesivos
romper
la noche
como un cristal
con pedradas
de una angustia
ya demasiado inútil
y posada
Se repite la muerte
y los muertos
son uno
Entonces no te hablo de los muertos
el tiempo que vives en los otros
César
Con tu mismo corazón te canto
para que no me escuches
nunca
Para que no me quieras
ni me dés la mano
Es como ponerte a trabajar
para mí
Es infame
este dolor
con los ojos abiertos
y de noche
en un Jueves de la isla
tan entusiamado e inútil
como los muertos
Qué es eso de amar una esquina
un cuerpo
las lámparas de neón de un París mausoleo
y luz
Y sufrir
tanto
y dispersar
las palabras
penetrarlas de todo dolor
que ellas mismas
estallan
granadas
hiriendo
ahondan
se hacen más angustiosas que tú
se afincan
devoran tu
desgarramiento
César
Qué es eso
de vomitar la conciencia
verbo o nada
tirárselo en la cara al comerciante
que está en tu rostro
frente a tu espejo
y que no eres tú
sino los otros
los otros
para destruirse
Dios mío
qué desespero
la fiesta de alegría lluviosa
cuánto desespero
qué impuro y
mercantil
tanto dolor
La muerte es la última forma
del Ser
y es la primera
Quién eres
qué
en la
Nada
El mar
¿Qué estatifica esta imagen desolada
del Mar fulgente sobre los despojos?
Busco en muros de agua mi estatura
El Mar
como el dolor
es mutable
y las cosas son ciegas a mi lado
Las tardes…
Las tardes que regresan
son mi vida
Mi sombra es esa sombra
sobre el fondo
Las tardes
son ovejas
que apaciento
El vientre al que regreso
son las tardes
… y el mar
Círculo de esplendor
final del tiempo
donde el polvo
apaga su dolor
Oleaje circular de la agonía
El Mar
el Mar
misteriosa arquitectura del abismo
Hecho en la noche
de vastedad disuelta
____________Las voces
-Un poema sin fin-
(Fragmento)
I
Amargo es el Padre
Como la sal del misterio
II
Amargo como los labios
de las Voces
III
Templo de aventuras los sentidos
los puebla el silencio
del Amargo
LA SOLEDAD ES PALABRA
EL SER SE CIERRA
BATE LA NADA EN TEMPLOS DE ILUSIONES
ALUMBRAN RELAMPAGOS
LAS VOCES
DEL ABISMO
1
La savia agria del útero determina
el sentido de la Fuente
Por qué fluyen las cosas centelleantes
lanzan su soledad a la distancia
Las cosas de dolor se diseminan
La unidad es su muerte en justicia
según el orden del tiempo
Odiaban el amor que las unía
Multiplicaron su ensimismamiento
en odio sucesivo que era amor
Las cosas sufren sin saberlo
Las hojas añoraron
ser laguna
honda frescura
agua del duro viento
Ay
si la sed infinita te entregara a la fronda
bebed
bebed
esta agua con raíces
2
El Ser vive en océanos de angustia
Los peces despliegan sus espumas
hasta abrir el Mar al movimiento
El pez nutre de amor que lo devora
Extático en su espesa superficie
Hay peces que alumbran marejadas
contra los propios muros del abismo
El abismo es amor que los devora
El pez ahonda mares de dolor
El pez vive en océanos de angustia
3
La soledad es el Ser
La soledad cierra el Ser
El Ser se abre en la Palabra
Bate la nada en altares
bañados de horizontes
El Ser se cierra en sufrimiento
Nutre la soledad que lo devora
4
Las bocas ya no nos acompañan
No nos besan las puertas con dulzura
En verdad
son tristes estas cosas
5
Saber
cerrado al vecino
hacia la sombra
y que
el verdor del
abismo
no lo toca
6
El pez es el sentido de la Fuente
no acontece
en nostalgia del oleaje
Vive la realidad del agua de sus ojos
De su recuerdo nace el Mar
El Mar es una boca comiéndoselo vivo
El pez sueña la gula de la Nada
y de su propio sueño nace destruído
El sueño de la Fuente es la nostalgia
7
En verdad
son tristes estas cosas
Las bocas amurallan
su erotismo
no nos besan las puertas con su amor
LAS MONTAÑAS SON TUMBAS DE AGONÍA
LAS MONTAÑAS SON TUMBAS DE AGONIA
SALMOS DE LOS HUECOS
I
Verdura tras verdura dentro de lo verde
hay un cúmulo de savia saltando a hoja
Un cardumen de tallos nadan como peces
Un hueco, Alguien talló un hueco y una flecha
Originariamente el esplendor de las formas
Sumas saltadas. Dentro de las hojas moléculas
húmedas ciegamente acumulan su destino:
II
Un muro, unos huecos, una verdad
Un infeliz que barre escarchas de hojas y a veces
Se detiene y suspira mansamente
Una verdad: la vida se ha partido
Pedazos edifican el muro
Mínimos huecos inexplicables en su orden
En cualquier lugar nadie reconstruirá lo que es
III
Niñas en orgasmos desdobladas. Luego volverán en sí
Se duplican. Hoyo de revelaciones. Ventana de su propio viaje
Los muchachos iban por ellas de regreso. Hoyo negro. Gusano del tiempo. Niñas brincando. Ruta al aposento de Dios
Dolor y gozo del hueco de las perforaciones
Suma de vuelos, azarosa culminación
Fondo extinguido, animales sin compañía. Sangre única
IV
Nadie te salva, no es una misión al efecto
El logo que te cerca, el agua que te emociona
no están, no son, tú no los conoces
En una férrea prosa has leído tu verdad
has convocado a los que entrañablemente amas
y los has juntado en el hueco revelado
Ahora te denigras urdiendo y sangrando certezas.
V
(post-memoriam)
Dos mares llenan el hueco de la contemplación
El mar de los ahogados repite hoyo en hoyo
El otro mar sin barcos ni peces
Ninguno de los dos beberá de ti con pureza
Hay un mar que es la fruta de los saltos
su deleite. Nadie se baña en su propio mar
Aun los místicos, por acumulación se bañan en polvo de sal
SALMODIA DE LOS SALTOS
La Negación
Desando y tejo un abrigo contra la muerte, siendo un muchacho o un niño apenas, se me presentaron sus signos y referencias, me ocurrieron cosas comunes, como a las hormigas que se les atraviesa un pie, me desorientaron los aromas, tropecé con mis partes y jamás reconocí el hueco. De sima en abismo he visto a otros irse, mansos y alucinantes, postrados por su polemos, descubrí que toda muerte deviene en dulzura, blanca pacificación, nadie muere triste, media una entrega: se inicia un comercio horroroso entre el Ser y el no-Ser, la lucha, una agonía, toda una negación, algo que finalmente se negocia. El Ser se dulcifica en la entrega, la clave de la clave, el no-Ser recubre las aguas separadas: Todo queda en el fondo.
Los Huecos Negros
I
Arcaicamente hablando, el universo parece haber descubierto hace mucho tiempo el recurso de diversificación de la realidad mediante la transfiguración de la suma en dimensión. Si el universo no hubiese brincado de cualidad constantemente asistiríamos a la presencia inagotable de una misma cosa en toda parte; sería su ser infinitamente monótono. Esta reglamentación nos creo y sus normas se repiten en nuestros insaciables actos. La cotidianidad a la que ciegamente nos referimos contiene también particularidades universales.
¿Existirán todos los saltos que he percibido? Hay quienes consideren que los hoyos negros son los anti poemas de los vaticinadores del cielo. He empezado a percibir cabriolas en casi todas las cosas, la clave seria determinar el hoyo de todas las saturaciones, entonces recuperaríamos por las espaldas nuestra ensemillada vocación de alquimistas. Bajo esta ley, todas las cosas de la realidad y de la irrealidad están en un punto de acumulación, llegadas a un tope que desconocemos implosionan hacia una condición cualitativa distinta. Es la visión del salto de la cantidad a cualidad ya pensada por los otros... -- ¿Acaso los hoyos negros siderales no serán la cualidad posterior de una saturación de materia incontenible insoportablemente acumulada en el lugar interior que misteriosamente ocupa? A su modo, evidencia material realmente imposible de un salto de la cantidad a la cualidad, del transito que vincula y transforma la realidad en cualidad pura, en boca que se come lo existente y lo convierte en dimensión sin cuerpo, en hoyo de eternidad exclusivamente interna?..
II
La eternidad científicamente se representa como un cuerpo diáfano y los hoyos negros dibujados por estos soñadores azules devendrían en limitadas industrias de eternidades. Ah, la eternidad, finalmente apreciada como la cualidad brotada de la acumulación y salto de los tiempos.
La Eternidad
I
Llama la atención este acuerdo entre los tiempos y la eternidad, ahora totalmente relacionados pero absolutamente distintos. Los cuerpos temporales se atiban unos sobre otros hasta mas allá de lo infinito, allende lo imposible, en compleja madeja de igualdades (todos los cuerpos sumados habrán de ser metafísicamente vistos como cosas iguales) colman el espacio, todo el espacio, que no los puede contener, saltan y alumbran un lugar, un hoyo denominado eternidad. La eternidad generada es cualitativamente imponente. Desanda los pasos, por decirlo así, y quizás alcanza a borrar la huella de la acumulación que la produjo. A partir de este borrón, de esta desmemoria cualificativa, la dimensión o categoría llamada la eternidad pasa a ser el interior vivencial de todos los espacios y todos los tiempos posibles.
Algo similar se registra aquí abajo, en nuestras pequeñas y personales eternidades, la vivencia mística parece ser otro hoyo negro, o blanco o luminoso, entramos a un mundo de leche alumbrada, un resplandor lácteo que luego es un agua de cristal liquido, y así sigue. Hay quienes piensen que estos son los matices sensoriales, cuerpos virtuales, los colores inreferenciables de la otra eternidad, que también pasa a llenar en nosotros el interior de nuestra temporalidad. Pero adviene un salto entre el camino irremediablemente temporal que nos guía acumulativamente hacia la explosión mística y su resultado. La vivencia mística es el orgasmo del espíritu. Sobreviene en otro escenario paralelo el otro orgasmo, el otro hueco, hijo de la adición insufrible de deseos que al llenar el tope brinca a éxtasis, cualidad de lo místico, atemporal y clausuradamente distinto del mero deseo que lo procrea. Existen otros huecos.
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