Lorenzo Morales Malasangre
Villahermosa, MÉXICO 1973
Poeta y narrador. Miembro fundador del colectivo Diáspor@ y jefe de redacción del periódico Paideia. Ha obtenido los siguientes reconocimientos: Premio Estatal de Cuento Tabasco 2002, Premio Estatal de Poesía Tabasco 2006, Premio José Carlos Becerra 2006 y Premio Nacional de Poesía Juegos Florales de Corpus Christi, Papantla, Veracruz 2008. Ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en los géneros de Cuento y Poesía, en 2005 y 2009 respectivamente, y del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales del Conaculta en creación literaria en 2009.
Poética
Como el encantador de serpientes, a veces pretendo que a un ritmo, movimiento amaestrado de mi mano, se produzca en el cautivo ojo el espejismo sugerente de una imagen. Mas el artificio se rompe cuando se descubre el truco (la serpiente es sorda, lo sabemos) y se revela el secreto de esa oscilación. Y el espectador se marcha, y nada queda de la hipnotizadora voz más que el silencio, como ese acto sin fin de mi escritura.
Parte la noche un rayo
1
Parte la noche un rayo
la vena abierta del silencio sofocado
Desnudo como el primer vaho
Mudo como el primer rostro extraviado en el aliento
Será el presagio
La Mareayuvia
El Humetiempo
La otra orilla del sueño
Que no cruzo
2
Al otro lado de mí
se desploma la noche
la macerada luz sobre el delirio fúnebre
y la voz ya no es más mi voz
es una isla de palabras inmóvil en los ojos
y ese mirar no es ya los ojos
sino un mar interior
el breviario del tiempo sin retorno
3
Más allá del mito del exilio
la solayuvia
en invisible
nos transforma
4
Renace la noche
las palabras caídas
el fruto que el insomnio
a hurtadillas urde
la incesante luz y los trasruidos
la voz
rehén el tiempo
a punto de la fuga
5
He aquí la lluvia y sus latidos
la mismísima noche
trasfondo hondo del corazón oscuro
erguida la voz por sus internos hilos
el mundo duerme
y el tiempo errante
en ciudades limpias
se consume
6
Ha partido en dos la noche
Una como un soplo de Dios que todo lo construye
Otra como nostálgica de soledad la tierra
Partida la noche
la palabra oscilante
el reloj de piedra
Partido el silencio
la fecunda sombra
La sonámbula ciudad ahuyenta
las orlas de sus dioses
Entonces se vuelve necesario decirlo
Ya lo había dicho antes
uno tiembla y gime en estos cuartos cerrados esperando el resplandor del día
titubea como la mañana misma que no viene
y después invade lo todo con su murmullo sordo
con su estrépito de gestos nombrando dolorosos lugares
Y es cierto
a veces uno se ahoga sin poder comprenderlo entre esas voces dormitadas
cuerpo adentro
y pretendemos gritar a ojos abiertos el miedo invisible
el invencible volumen de nuestras alucinaciones quebradas en medio del silencio
a la mitad del sentir interior
Sí, a veces uno toma sus posiciones de estatua
y ninguna levadura de luz logra remover la materia sombría
el objeto de sombra que todo brillo siempre nos oculta
y es imposible deslizarse por alguna fisura de fe
por alguna minúscula duda
Sí, a pesar de que uno erige la duración de su imagen bajo esa aproximación basada en
la sospecha
en las líneas que el espejo serpentea sobre el ojo
sobre el disfraz elegido a conveniencia
con meticuloso pudor
con la exactitud del yo coincidiendo con el él posible
se vuelve imposible ocultar que uno no habita estos cuartos cerrados
el aire sumiso
este silencio tenaz que va abriendo corredores, ventanas contiguas,
compartimentos secretos
Y entonces se vuelve necesario decirlo
a pesar de las puertas en uso
uno gime y tiembla en la vigilia que merodea toda memoria
como esa casa nuestra deshabitada y en venta
Por las grietas del día se nos filtrarán fantasmas
Por las grietas del día se nos filtrarán fantasmas
líquidas ausencias vertiendo su inmensura
ningún sitio permanecerá salvo
ningún minuto servirá de dique
ningún nombre será cristal, pared de estanque
porque todo dolor tiene memoria
todo recuerdo busca su antiguo cauce
su río de tiempo
corriente inmóvil que la memoria entrampa
porque será la tarde esa ley de fuga
por donde escaparán las cosas que nos duelen
no bastará el perdón su vueltatuercas
el impermeable de Dios para salir a la calle
para nadar a ciegas esta ciudad que nos inunda
para cerrar la lluvia
que irá contando sus ahogados
TODA CIUDAD ES UNA ISLA
Si aquel poeta tuvo razón
y toda ciudad es una isla
todo transeúnte prolonga entonces su naufragio
y todo día es una larga o angosta traslúcida pecera
y la noche
la noche el umbroso mar que siempre devuelve a sus ahogados
Si toda ciudad es una isla
todo náufrago amor espera siempre el regreso de algún cuerpo
y toda esperanza ejercita sus planes de pájaro
bajo la frondosa memoria y sus recuerdos de hierba
la órbita de nombres que aletean
Si aquel poeta tuvo razón
y toda ciudad es una isla
será
por el temor tan nuestro
de saber
que podemos
caminar
sobre las aguas.
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