martes, 7 de diciembre de 2010

2355.- MARGARITO CUÉLLAR


Margarito Cuéllar es un poeta, escritor, narrador y periodista mexicano. Nació en Ciudad del Maíz, San Luis Potosí, en 1956. Fijó su residencia en Monterrey, Nuevo León, en 1973. Estudió periodismo en la Universidad Autónoma de Nuevo León y en la década de los sesenta del siglo XX coordinó el Taller Literario Tinta Joven. Ha coordinado también el Taller de la Organización de Escritores de Monterrey y el Colegio de Escritores de la Frontera Norte.
En 1985 obtuvo el Premio Nacional de Poesía de la Universidad Autónoma de Zacatecas por la obra Estas Calles de Abril; Premio Nacional de Poesía ( Calkini, Campeche, México 1993) y Premio Nacional de Cuento ( Campeche, México, 1997). Ha sido beneficiario del Programa de Apoyos y Conversiones del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de México y becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo León, en el área de poesía.
Sus poemas han aparecido en las revistas Nexos, en Uno más Uno, La Jornada y otras publicaciones de la Ciudad de México. Es editor de la revista CIENCIA de la UANL y ha colaborado en las páginas culturales de los periódicos El Norte Y El Porvenir.
De su vasta obra destacamos: Que la mar abra sus puertas para que entren los pájaros( 1982), Hoy no es ayer ( 1983), Batallas y naufragios (1985) y 20 Años de poesía en Monterrey ( 1983). Sus libros más recientes son: Cuaderno para celebrar ( Universidad Autónoma de Sinaloa / FONCA 2000) y Plegaria de los ciegos caminantes ( Universidad Nacional de Colombia 2000).




Temporada de caza


SONATA

En el silbato de un tren en agonía
la descubro cuando las nubes son altas y lentas.
Al calor de las voces, los llanos, los alcoholes
clausura mayo su temporal de invierno.
Bogotá es una hermosa perra devorando a sus crías,
México un árbol delirante cuyo fruto de pólvora
se confunde con fuegos de artificio.
No hay forma de callar
ante la pesca milagrosa de sus ojos.
Si por mí fuera tocaría una sonata en la marimba de sus dientes.
Esa mujer: un holograma acaso, un cheque sin firmar, un junio loco.
Su figura menuda o mi página en blanco.
Lo que se escriba en ella no es mi culpa
pero lo firmo ahora.







HIJOS

Los veo mañana cuando la guerra acabe
y la princesa escape del cuento.
De lunes a domingo los veo
mañana todo el año.
Nubias mañanas, marthas muchachas
bailan en sitios cercanos a la luna.
El sábado los amo, en Bogotá los lluvio
en México los canto.






EN EL HOTEL DE LA VIDA TODOS SOMOS EXTRANJEROS

Se van quedando solos, gélidos, sin ángel. Sus sábanas oscuras, sus ventanales ciegos. Sus lámparas desnudas. ¿Qué entiende de la vida un guardia complacientes, la comida sin alma, inquilinos sin patria.

Hablan lenguas extrañas los hoteles. Despiden del viajero con aire de falsa cortesía. Los hoteles y yo no nos llevamos bien.





CÍRCULOS

Un culo iluminando el aeropuerto hace olvidar que se voló en círculos
cielo desconocido.
Un culo festivo en el aeropuerto de la ciudad nos recuerda: todo cielo
es desconocido.
Un culo radiante en el aeropuerto de la ciudad de México hace
olvidar que vuelves al país de la ilusión.
Antes de ahora un culo así, de escándalo, sólo pudo existir en la
imaginación.
Si no existiera la palabra culo ese trasero la inauguraría.
Un culo indivisible no puede ir por la vida sostenido por dos troncos
cortados ¿de cuál selva?, pulidos ¿en cuál carpintería?
Un culo de giros narcóticos, un rey culo alborotando las bestias en el
aeropuerto de mi ciudad.
Un culo desnudo de adjetivos que viste de naranja al sol.






Mercado

Junto a corderos sacrificados y pollos sin ilusiones, entre CDs piratas y revistas de mujeres desnudas, ante la euforia del vendedor de flores y plantas milagrosas, te esfumaste, Señor. Entre mendigos, enfermos y extraviados a las puertas del templo te pienso lunes antes que amanezcas. Apresuro la marcha. Cruzo los hemisferios de la fe y en la otra orilla –sólo aire, Señor– moscas que ensayan su ballet en la basura. Si equivoqué de calle indícame el regreso, empezaré de nuevo
piedra sobre piedra a construir la casa. No te ofendas, Señor, sólo responde ¿es esta la belleza?





Almohada de plumas

Las almohadas de plumas vuelan de un edificio a otro, cansadas de soportar el mismo sueño. Las ramas de los árboles quisieran invitarlas a su fiesta, pero el cielo se nubla y el cantar de las gordas señoras se diluye en el viento.
“Pónganse a dieta, muchachas”, dice un gavilán. Ellas saben que una almohada flacucha es como un carnaval sin máscaras, y vuelven, vuelven a navegar la vieja cama, al afluente que habrá de desbordarlas sueño adentro.







Agustín Lara afina el piano

Los celos son la parte salada del mar
el lado ácido de las lágrimas, el nudo ciego del amor
comida echada a perder en la boda del diablo.
El problema es el ojo
el filtro que dice “oscuro” en vez de “luz”
“celos” en vez de “cielos”
“agujero negro” en vez de “estrellas”.







Naranjas

El jugo de una naranja es dulce, pero su cáscara amarga. Todo mundo lo sabe, aunque nadie es capaz de probar que la cáscara de una naranja es amarga. Hablemos de las semillas: piedra y alumbramiento. Una naranja es una constelación o una herida en el pecho. ¿Qué dicen del color? Una naranja es una travesura del sol, una pequeña trampa, boca líquida para morderse.








Ojos

El mundo lleno de ojos. Relámpagos minúsculos cintilan en la noche o parpadean en la luz. Algunos ven, otros nada más matan. Algunos miran hacia adentro, otros hacia ninguna parte. Vivo en una cárcel de ojos, como la letra de un bolero que resiste el olvido. Estar adentro es ir afuera. El habitante de unos ojos navega pequeñísimas barcas, cultiva jardines en miniatura, construye ciudades invisibles. Cuando me vaya extrañaré la casa, a pesar de ser cárcel tenía algo de calor. No sé si los ojos tienen ojas o ijos; tal vez haga un collar con ellos; quizá prepare una sopa de ojos. Del amor hablaremos mañana.


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