Julio César Campopiano
Argentina. Desaparecido el 21/10/76
Julio César tenía 20 años y era estudiante. Era de origen español. Fue secuestrado frente al Cementerio Oeste de San Miguel de Tucumán por individuos que se desplazaban en un automóvil color blanco. En esos momentos Julio César se dirigía a un centro oficial de San Miguel de Tucumán a preguntar por el paradero de su hermano Cesar Gustavo, secuestrado previamente el mismo día en su domicilio (y posteriormente liberado). El secuestro de Julio Cesar fue presenciado por el testigo Pedro Eugenio Dilascio.
La familia fue informada por el Suboficial Mayor Gustavo Núñez que Julio César había sido llevado al Arsenal. El responsable de su secuestro fue el Sargento de Gendarmería Américo Gómez. Según el Ex-Gendarme Antonio Cruz Julio César murió en febrero de 1977 en el Arsenal Miguel de Azcuénaga debido a una infección de tetanos producida por las torturas. Julio Céar fue dejado morir lentamente, agonizando durante días, arrojado en el suelo y sin recibir ningún tipo de asistencia médica.
A MANERA DE CONFESIÓN
Uno sigue creyendo más allá de la ausencia
uno amontona soledades en el fondo de un espejo
y después de todo piensa que ya no hay tiempo
para volver a ser un hombre en medio del silencio.
Uno le copia los gestos a la lluvia antes que los días inventen otro esquema
que casi siempre habla de ojos grises y lejanos.
Uno se recuesta en las palabras más inútiles,
uno aprende idiomas
extraños de tarde o de mañana
y después se olvida de dibujar el punto de partida.
Uno nunca está demás con sus preguntas pero tampoco hace falta escribiendo un sueño;
uno acaso es un poco de lo que siempre quiso ser y jamás se animó.
Uno sigue creyendo más allá de la ausencia
quizás porque fue la ausencia la que perdió los recuerdos en una mirada azul y pequeña.
Uno va y viene de tanta gente que pasa,
uno espera lo que sabe que no existe,
le pone un largo número a la piel mas dulce y al final está en el mismo lugar
donde el regreso dice cosas que no terminan de entenderse.
Uno recurre a la duda más inédita para palpar la ternura que falta en los rincones
Donde una vez nos detuvimos a mirar las horas.
Uno, a pesar de todo, camina sin puntos suspensivos
por esta enorme historia que lo abarca;
uno renuncia, simplemente, a lo que no quiere ser.
Julio César Campopiano,
poeta y escritor. Secuestrado y desaparecido el 21/10/76.
Mi hermano.
Leí que los eclipses totales de sol sirven para soltar y dejar partir. Me ha costado tanto… y tal vez llegó la hora, finalmente, después de un duelo de décadas que no acaba de terminar. Ni siquiera te enteraste de tu último premio, el Jacques Prevert, auspiciado por la Embajada de Francia: Hacía veinte días que te habían secuestrado en la dictadura.
Este, tu poema premiado con el primer puesto en aquel concurso del Gymnasium, cuando apenas tenías 16 o 17 años, forma parte de tu sueño más preciado: Un libro. No lo publicaste vos, sino mamá, mientras te esperó y te esperó, hasta que cerró los ojos definitivamente y ya no hubo caso. Pudo verte, pero no aquí, sino allá. Juntó tu literatura, esa inmensa producción que dejaste como si la vida te apremiara a ser vivida, bebida, en un solo sorbo, le puso un nombre – Cantar del Tiempo, porque como ella misma decía “mi hijo fue un canto a la vida, a la que amaba…” – y fue editada en el país de los elfos: Suecia. Esos elfos que deseabas acompañaran el nombre de tu hija tan anhelada que nunca vio la luz: Ana de los Elfos…y para quien le escribiste el poema que la editorial decidió quede estampado en la pagina 80. Y 80 eran los años que pensábamos vivir juntos, hacernos viejitos como hermanos queridos, pero la historia, la bestialidad menos imaginada, quiso convertir en 18 casi 19.
Han pasado tantas cosas…decidí colgarte en un lugar donde todos te ven, y al mismo tiempo pueden elegir no verte con un simple, “ocular esta historia”. Decidí compartirte, y también existe la opción que no te compartan. Hoy, hubieras pasado de tu adorada maquinita de escribir portátil a la informática mas avanzada. Todavía la conservo, como conservo tantas hermosas historias que compartimos…como aquella vez, los dos tirados un atardecer de verano, en patas, sobre el césped húmedo de Río Ceballos, vos con 10 y yo con 6, apenas unos niños que ni siquiera conocían el mar…y lo deseábamos tanto. “Julio, ¿que habrá del otro lado del mar?” Dragones…ni dudarlo….” Y yo te creí, sabés? Te creía todo, porque todo en vos era creíble. Tu sonrisa, tus sueños, tu fantástico y ocurrente humor. Tu rapidez mental para captar cualquier situación. Me traducías todo…y me quedé sin traductor.
Esta será una corta y definitiva despedida. Te voy a tener que dejar ir, seguramente al país de los elfos, esos cuentos fantásticos que tantas veces me contaste y formaron parte de nuestro pacto secreto, cuidarnos mutuamente.
Te cuento que en esta corta despedida, cada tanto, voy a colgar tus poemas, pero solo algunos, porque soy egoísta y esto de compartirte funciona hasta cierto punto. Vos me entendes.
No pudiste llegar a la universidad porque no te dejaron. Hubieras sido un excelente periodista, orgullo de hermana. Me seguís entendiendo, verdad? Pero llegaste lejos, tu libro llegó para quedarse en algunas bibliotecas – Harvard, Indiana, el Congreso de EEUU y hasta la nacional nuestra – y es, como te dije, mérito de tu madre: Quería darte una sorpresa por si alguna vez el milagro nos alcanzaba: Recuperarte…pero te mataron y lo que mas me duele, es no haberte sostenido la manito en esa instancia final. Porque morir solo, así, salvajemente torturado, me remite a aquella frase en tu poema “Forma de Morir”, como una videncia triste y perfecta “..y yo, con mi lenguaje moviéndose a través de la tragedia…”, porque como dijiste: “aprendí de cada día, acumulando dudas y recuerdos/desparramando sueños por todas partes/a hacerle frente a la sombra de mi vida/aunque venga tirando a muerte.”
Gracias por haber sido un maravilloso hermano y ser humano, aunque sea por poquito tiempo. Hasta siempre. Mimí.
De mis palabras,
De este cansancio imperdonable acumulando historias,
Del contorno final de la ternura,
De lo que sucede en los rincones del silencio,
De todo esto,
De lo que hemos sido siempre y de lo que no somos todavía,
Voy a dejarte mis más pequeñas cosas:
Un ángel infinito,
Una quimera,
Una risa mansa desde hace seis años,
Mis preguntas,
Mi vieja costumbre de inventar el olvido,
Mi poema.
El pan a manotazos.
Mi sueño dibujado a pedacitos.
En este último aniversario de la ausencia,
Te dejo mis pequeñas cosas
Para aprender a pensarte cuando me vaya.
A veces
quizás cuando no encuentro palabras
para decidir mi sombra
o cuando la ausencia es más dulce
que mis propios recuerdos,
a veces te imagino de silencio,
como aquella lejana amistad
entre los viejos y los pájaros.
A lo mejor porque una vez
te llevaste un poema con tu nombre,
o porque tu cuerpo le puso límites al día;
o porque la lluvia te heredaba la sonrisa.
O tal vez
porque el tiempo es más evidente
que el regreso.
Por eso vos sabés
cuando viene la soledad tirando a muerte
la mañana,
como termina un sueño enamorado,
donde el olvido es más difícil que el poeta.
Porque vos sabés
que la soledad aparece así de golpe,
que en un momento te borra del espejo
y te amontona en los rincones del fracaso.
Porque vos tenés memoria y la entendés.
Cumpleaños
Poema escrito
por Adelaida Carloni de Campopiano, Madre de Julio Cesar Campopiano.
por Adelaida Carloni de Campopiano, Madre de Julio Cesar Campopiano.
Hijo mío: Es todo cuanto puedo regalarte.
Brotó del fondo de mi alma, cual manantial
de agua cristalina...
Sola, en esta noche callada
Triste, en la inmensidad de tu ausencia
Que cala hondo en el alma
Y vive añorando un regreso
Que bien puede ser mañana...
Un año más en tu vida
Y una herida abierta en la mía
No habrá besos ni despedidas
Sólo ausencia y mucha ternura.
Esbirro y carceleros apagarán la luz
De tu celda fría...
No habrá velas ni confituras.
Sólo tu alma junto a la mía.
Duerme...hijo mío.
Yo te acunaré con ternura.
La venganza de los hombres
No acabará con tus días...
Argentina. Megacausa Jefatura II - Arsenales II: Conmovedor testimonio de la hermana de Julio César Campopiano
Testimonio en el juicio por los crímenes de la dictadura en Tucumán
Noticia de Casapueblos-AEDD
Contrajo tétanos de tantas torturas y murió agonizando
"No lo busquen más. Lo matamos", le dijeron por teléfono a la madre de Julio Campopiano, la recordada "Pirucha", parte de la historia de las Madres de Plaza de Mayo en Tucumán. El joven había muerto entre los terribles dolores del tétanos, luego de sufrir brutales torturas en el centro clandestino de detención conocido como "el Arsenal" (en terrenos de la Compañía de Arsenales Miguel de Azcuénaga).
En la audiencia de la jornada de ayer se trato el caso de Julio César Campopiano, joven poeta, secuestrado en 1976. “Mi hermano contrajo tétanos y fue dejado morir”, dijo su hermana Noemí en conmovedor testimonio.
La primera testigo en declarar es Noemí Cristina Campopiano, hermana de Julio Campopiano, detenido desaparecido. Brindó detalles sobre lo ocurrido el 21 de octubre de 1976.
Julio César tenía 20 años y era estudiante. De origen español. Fue secuestrado frente al Cementerio Oeste de San Miguel de Tucumán por individuos que se desplazaban en un automóvil color blanco. En esos momentos Julio César se dirigía a un centro oficial de San Miguel de Tucumán a preguntar por el paradero de su hermano Cesar Gustavo, secuestrado previamente el mismo día en su domicilio (y posteriormente liberado). El secuestro de Julio Cesar fue presenciado por el testigo Pedro Eugenio Dilascio.
La familia fue informada por el Suboficial Mayor Gustavo Núñez que Julio César había sido llevado al Arsenal. El responsable de su secuestro fue el Sargento de Gendarmería Américo Gómez. Según el Ex-Gendarme Antonio Cruz. Julio César murió en febrero de 1977 en el Arsenal Miguel de Azcuénaga debido a una infección de tétanos producida por las torturas. Julio César fue dejado morir lentamente, agonizando durante días, arrojado en el suelo y sin recibir ningún tipo de asistencia médica.
“Julio, según contó Cruz, contrajo tétanos y fue dejado morir. Gustavo fue liberado y escuchó las torturas a su hermano”, contó Noemí. Más tarde explicó las peripecias de su madre "Pirucha", buscando a su hijo, y leyó fragmentos que encontró entre las cosas de la mujer de pañuelo blanco.
"Hijo querido, tu madre no va a dejar de buscarte nunca. Ya estamos cerca de encontrarnos", escribió Pirucha en una carta a Julio.
"Nos torturaban haciéndonos imaginar un reencuentro que no se daría jamás", escribió Pirucha. "Hemos sufrido mucho la indiferencia de los medios de comunicación y de la iglesia", leyó Noemí. Pirucha Campopiano dedicó su vida a buscar a su hijo y a los hijos de otras madres. Su arma, el pañuelo blanco.
“Julito Campopiano tenía 18 años cuando fue secuestrado, al día siguiente cumplía los 19. Tengo miedo de olvidarme de Julio, me olvidé de su voz, no quiero olvidarme de él", dijo Noemí. En un testimonio fuerte, detallado y sumamente emotivo.
Luego declaró Ada Celia Campopiano, “mi mamá no fue solamente mi mamá, fue una madre de Plaza de Mayo", dijo Celia Campopiano. Luego aseguró que Félix Insaurralde perseguía a su familia.
En la jornada de ayer, también se trató el caso de Humberto González y Lorenzo Lerma, a través del testimonio de José Ángel Di Marco, quien junto a Humberto González y Lorenzo Lerma estaban en la imprenta Interprovincial cuando el 17 de septiembre de 1976 fueron secuestrados. Lerma y González fueron llevados a Arsenales. Lerma fue liberado tiempo después. Humberto González permanece desaparecido.
La causa juzga la responsabilidad de 41 imputados, tiene 215 víctimas y más de 400 testigos. Entre los imputados se encuentran, además de militares y policías, dos civiles y un cura.
http://represorestucuman.blogspot.com.es/
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