Yanira Marimón Rodríguez
Nació en Matanzas, Cuba; en el año 1971. Poeta y narradora. Miembro de la UNEAC y editora de la revista Matanzas.
Es una poeta y narradora matancera. Ha obtenido distintos reconocimientos como el Premio del I Encuentro de la Joven Poesía (Camagüey, 2004) y el Premio nacional de poesía José Jacinto Milanés que convoca la UNEAC de Matanzas en el 2010 con el poemario Contemplación vs. Acto y también obtuvo con este título en ese mismo año el Premio Nacional de la Crítica.
Bibliografía
La sombra infinita de los vencidos, poemario (Ediciones Aldabón, 2005).
Donde van a morir las mariposas, noveleta (Casa Editora Abril, 2006).
Contemplación vs. acto, poemario (Editorial Capiro, 2009).
Premios y Distinciones
Premio Calendario 2010.
La Rosa Blanca, 2006.
Premio del I Encuentro de la Joven Poesía (Camagüey, 2004).
Mención en el Premio de poesía de La Gaceta de Cuba, 2007.
Beca de creación Juan Francisco Manzano, 2008 por el proyecto de libro Tocar las puertas del cielo (novela para jóvenes).
Primer Premio en el Concurso Extraordinario de poesía por el Bicentenario de Plácido, El Peregrino, 2009.
Premio nacional de poesía José Jacinto Milanés que convoca la UNEAC de Matanzas en el 2010 con el poemario Contemplación vs. Acto y también obtuvo con este título en ese mismo año el Premio Nacional de la Crítica.
CONTEMPLACIÓN VS. ACTO (y otros poemas) / Yanira Marimón
Poemas del libro Contemplación vs. Acto, Premio José Jacinto Milanés, 2008 y Premio de la Crítica 2009.
Yanira Marimón, niña aún, en una linda foto junto a su padre, el poeta Luis Marimón
CONTEMPLACIÓN VS. ACTO
a Gaudencio
También es la vida
aquello que sin pasar pasa y
nos revuelve y cansa
lo que apenas percibimos
la muerte que llega despacio
para hacer lo suyo:
horadar huesos carne alma.
La escena rural que vemos
desde la ventanilla de un tren
en la que un hombre se despide
(quizás por última vez)
de su mujer y de sus hijos.
La fatiga por lo que hacemos
y por aquello que no alcanzamos a hacer
(nosotros, soldaditos tambaleantes)
Las palmas deliciosas que a lo lejos
parecen decirnos también
de su cansancio.
Todo se repite
como en el ciclo del agua
(pero de forma más sintética)
Contemplación vs. acto
Acto vs. contemplación.
Vida cíclica esta
donde nos ha tocado ser
los contemplativos:
José
Raúl
Ángel
Luis
esos nombres
esos desconocidos de ojos enormes
y expectantes.
(muertos siempre vivos)
Es simple amor:
en esta orilla sólo sobrevivimos
como la mala hierba
o estatuas de mármol
sitiadas por el agua.
LA MADRE
Antes de nacer el hijo, la madre preparó su casa delicadamente. Cuidó de colocar en las paredes reproducciones de los más grandes pintores: Rembrandt, Van Gogh, Miguel Ángel…Compró pinceles de todas las clases y tamaños, los más refinados óleos, lienzos blancos que recordaban los sepulcros.
Murió sin ver cumplido su sueño. Los pinceles, lienzos y pinturas permanecen intactos, cubiertos por el polvo y el olvido.
El hijo no llegó a pintar ni un cuadro. Fue sólo asesino.
Ahora, en las noches, intenta dibujar un rostro en las húmedas paredes de la cárcel.
Pero siempre le parece imperfecto, inacabado.
HORROR AL VACÍO…
para Z., para mí
Vamos llenando el espacio con objetos
colocamos en las paredes pinturas
de amigos o enemigos
reproducciones
fotos donde aparentamos ser felices
en las que cambiamos el rostro
(momentáneamente)
por otro más cándido.
Colgamos blasones
espadas
máscaras
objetos robados
o comprados a contrabando.
Ponemos mesas a nuestro alrededor
tapices
cosas de plástico hierro madera cristal
nos creamos un mundo denso
de materia que va desviando
nuestra razón de la caída
de la soledad irremediable
que nos ronda.
De cierta manera los objetos cantan en silencio
danzan armoniosamente
bajo nuestro mismo techo.
Sería mejor huir al monte
a la soledad de los árboles
al frío de las madrugadas.
Tendrán que perdonarnos estas fugas
esta manía de rodearnos de cosas vanas.
No es el proyecto que Dios tenía
para el hombre,
pero al menos es una forma viable
de no caer
de no caer del todo..
DESDE LA ETERNIDAD, CÉLINE OBSERVA PARÍS.
Louis Férdinan Céline observa París desde la eternidad. Sabe que su ciudad no es una fiesta. Lo sabe y llora con sincera agonía. De forma cíclica ve pasar su vida: su niñez y adolescencia en el pasaje Choiseul, la pobreza extrema, sostenida.
A su madre inválida reparando encajes viejos, la escalera de caracol que debían subir una y otra vez, eternamente.
Los fideos y las gachas en su plato, la guerra.
Céline busca, pero no logra ver los Campos Elíseos, sólo suburbios donde debía haber luces, oscuridad, medios locos, hombres con heridas, historias clínicas abiertas de él mismo, pacientes pobres, sacerdotes agonizantes trepando las ventanas.
Louis Férdinan Céline observa París desde la eternidad. Y cambia la vista..
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